En búsqueda de la estabilidad hídrica
Las tareas de recarga del acuífero del valle de Ica por parte de la Juasvi han permitido ralentizar la velocidad del descenso hídrico de la zona. Si antes la velocidad era de 1.5 metros por año, hoy ese descenso es de poco menos de un metro. Sin embargo, faltan algunas otras obras de infraestructura, para estabilizar realmente el volumen del acuífero natural.
Marienella Ortiz
Con el fenómeno El Niño del 2017 hubo una gran afluencia hídrica en el valle de Ica: más 131 millones de hm3 de agua, que se perdieron en el océano. Para Alfredo Sotil, gerente técnico de la Junta de Usuarios de Aguas Subterráneas del Valle de Ica (Juasvi), esta cifra muestra la disponibilidad de agua en el valle y todo lo que aún se puede lograr para estabilizar el descenso del nivel freático del acuífero natural.
Mediante pozas de recarga, zanjas de infiltración, limpieza de pozas privadas y otros, la Juasvi viene ampliando su tarea de inyección artificial de agua al subsuelo, para así asegurar un abastecimiento hídrico a los cultivos de agroexportación de la zona. Por ello, realizan cada año la medición -en especial, entre enero y marzo- de pérdida de agua del río Ica al mar. Con ambas cifras, lo que se pierde en el mar y lo que logran infiltrar, tienen una idea de si aún pueden seguir la tarea de recarga del acuífero.
Para este año se midieron más de 31 millones de hm3 que se fueron directamente al océano. En contraposición, sí se logró captar casi 26 millones hm3 de agua y redireccionarlo al acuífero. “Si nosotros no hubiéramos hecho nada, en lugar de 31 millones hm3 que se fueron al mar hubieran sido más de 57 millones hm3. Esa es agua que nosotros hemos retenido en el valle, mejor dicho, en el reservorio natural que es el acuífero. Por ello, es importante medir lo que se va al mar, porque esto nos da el respaldo de que hay agua disponible para ser usada en la recarga”, explica Sotil.
Para monitorear el comportamiento del acuífero, cuentan con un programa de instalación de sensores de gran tecnología que ayudan a medir con data confiable los niveles del agua en 45 pozos, instalados por la Juasvi. Este año, proyectan instalar 18 pozos adicionales.
En la actualidad, el crecimiento de las empresas de agroexportación está limitado al abastecimiento de agua. Para lograr una seguridad hídrica hace falta un paquete de proyectos de infraestructura (represamiento, transvases, riego tecnificado masificado). A la espera que ello ocurra –más de la mano del gobierno central que del privado-, la Juasvi ha logrado ralentizar el descenso del acuífero con sus acciones. “Si bien el acuífero sigue descendiendo, vemos que antes la velocidad era de 1.5 metros por año. En promedio, hoy ese descenso está en 0.9 metros”, explica Sotil.
Evaluación de los pozos privados
Muchos de los productores con pozos de perforación alertaban en los últimos años un rápido descenso del agua en el acuífero. En parte era así, pero también existían otras razones propias de la infraestructura. Por ello, la Juasvi compró una cámara sumergible de inspección de pozos que se introduce hasta abajo, para evaluar si existen roturas, filtros taponeados y otros desperfectos.
“En algunos lugares, debido a la calidad del agua, se generan incrustaciones que taponean los filtros, que son ranuras perforadas en las tuberías. Ese filtro lo tienes que sacar y limpiar. Otras veces, la antigüedad del pozo ya no permite que se le haga una labor de mantenimiento y hay que renovarlo”, comenta tras referir que, como asociados de Juavi, se contabilizan 480 pozos agrícolas en el valle.
Sin duda, la labor más importante que viene realizando la Juasvi es la inyección artificial de agua, mediante pozas de infiltración. La institución tiene identificas las áreas potenciales para la recarga que en total suman 356 hectáreas en diferentes lugares del valle. En el caso de la poza de infiltración, se alinean una junto a otra para que trabajen en serie. Va entrando el agua a la primera poza, a la segunda, tercera y así sucesivamente para que el agua se vaya decantando y sea más fácil de filtrar al acuífero. “Estas son pozas de superficie, es decir, que nosotros hemos ligeramente excavado y formado un talud para que el agua quede confinado, como en una piscina”, explica Sotil.
Zonas críticas y zonas favorables en el valle
Pese a que el descenso del nivel promedio del acuífero está por debajo del metro de altura, algunas zonas del acuífero son consideradas como críticas, debido a sus características geográficas. Por ejemplo, en la zona de Santiago la velocidad de descenso es de 3.9 metros por año. “Lo que ocurre es que la zona está en una cota muy alta del valle. Por allí no baja mucha agua, entonces, esa es la peor zona para la recarga de agua. Se necesitaría un proyecto que lleve agua superficial por una cota mayor, una canal más arriba.”, explica Sotil.
Algo similar ocurre con los pozos ubicados en la zona de La Tinguiña con un descenso de 1.09 metros y, en otra parte de Santiago, más a nivel del río, con un registro de 0.69 metros por año. Estos son los peores pozos para el proceso de infiltración en el valle de Ica.
En tanto, también existen otras zonas del valle en que la infiltración permite un descenso mínimo o un incremento del agua. La mejor zona está ubicada en el distrito de los Aquijes donde el descenso es solo de 0.11 metros por año. Por el contrario, están las zonas de San Juan Bautista e Ica, donde el nivel sube a 0.29 metros y 0.55 metros, respectivamente.
“En el análisis global, el promedio nos dice que el acuífero sigue descendiendo, pero ya observamos resultados positivos en algunas zonas que deben seguir”, comenta Alfredo Sotil.
Zanjas de infiltración y limpieza de cauce
Otra actividad que realizan desde hace unos cuatro años es la construcción de zanjas de infiltración en cuencas altas de Ica. “Específicamente, la idea con esas zanjas es que el agua se infiltre y, de alguna forma, llegue hasta el acuífero o aparezca en los riachuelos o manantiales de aguas abajo, mejorando la oferta de agua para las poblaciones de la zonas altas y trayendo agua de mejor calidad en las zonas bajas”, explica.
Una de estas zanjas de infiltración está ubicada en Santo Domingo de Capillas, donde se construyó 25 km de zanjas. Esto va acompañado de un vertedero y dos pluviómetros para medir el agua.
Igualmente, la Juasvi considera que todas estas acciones son necesariamente complementadas con la descolmatación y limpieza de canales de riego. El año pasado se han limpiado 114 km y este año serán 130 kilómetros.
Siembra y cosecha de agua
Otra labor que se viene realizando en las zonas altas de la cuenca del río es la siembra y cosecha de agua en las microcuencas de los ríos Yauca, Tingue y Santa Cruz, ubicadas por encima de los 2,500 msnm. “Hay cosas que se tienen que hacer arriba de la cuenca, para que tenga un impacto abajo. Tenemos un proyecto de regulación hídrica con el gobierno regional que consiste en sembrar pinos en las laderas de los cerros en las partes altas. Cuando tú generas un bosque, la vegetación retiene el agua de la lluvia, hace que se infiltre y esa infiltración va caminando hasta el acuífero del valle. Lo bueno es que esa agua no tiene sedimentos, es transparente”, sostiene el gerente técnico.
Juasvi invirtió en el vivero para los plantines y se sembraron mil hectáreas de pinos. En paralelo, se construyó reservorios en la parte alta para almacenar el agua y tener la oferta de agua necesaria para mantener a los árboles hasta que tengan un tamaño adecuado. “El dato destacable es que estos árboles están infiltrando hasta un 47% del agua de lluvia”, menciona.
También manejar las aguas superficiales
Otro aspecto que está promoviendo la Juasvi entre sus socios es la construcción de infraestructura privada de captación de aguas superficiales, para utilizar el recurso hídrico en periodos de restricción. De esta manera, se dejan de explotar las aguas subterráneas. Aquí el objetivo es claro: tener un uso conjunto de aguas subterráneas y aguas superficiales.
Entre los que ya han construido este tipo de infraestructura son Sociedad Agrícola Drokasa en la zona de La Chirana, La Portada SAC, Don Ricardo, Santiago Queirolo, La Venta, El Pedregal, Avícola Riachuelo, Agrícola Chapi y el agroexportador Gino Ratto.
“Esto también se puede replicar entre los pequeños agricultores, porque no necesitas tener una gran extensión. Puedes captar agua del río y hacer una poza de cinco mil metros cúbicos”, señala.
Sotil afirma que todas estas acciones no terminarán de estabilizar el descenso del agua en el valle. En tanto, destaca que el actual gobierno regional ha dado buenos pasos en pro de lograr la construcción de la represa Tamba, cuyo objetivo es lograr el almacenamiento de hasta 55 millones de metros cúbicos de agua que se destinarán al Valle de Ica. El vaso colector de esta obra, se ubica a 4,400 msnm, en las alturas de Huaytará (Huancavelica).