El sector palmicultor colombiano continúa consolidándose como una agroindustria sostenible. Así lo destacó el presidente de Fedepalma, Nicolás Pérez Marulanda durante la inauguración de la edición No. 52 del Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, que dio inicio hoy en Bucaramanga y que se llevará a cabo hasta el próximo viernes 14 de junio.

Durante el acto de apertura, el directivo hizo un balance del sector y resaltó las oportunidades que se abren para el aceite de palma y las apuestas que tienen como gremio.

“Aunque el año pasado enfrentamos desafíos importantes en temas de seguridad, comercialización ilegal, y problemas sanitarios, nuestra agroindustria logró un desempeño destacado. En el 2023, tuvimos una producción histórica de 1,84 millones de toneladas, con un valor de $7,5 billones. Esto representa una participación en el PIB agrícola de 12%, unas exportaciones de US$690 millones y una generación de alrededor de 197.000 empleos”, en línea con esto resalta que, el aceite de palma ocupa hoy el quinto lugar en las exportaciones agrícolas del país.

En términos de sostenibilidad, el directivo destaca que, el 30% de la producción y área están certificadas bajo algún estándar de sostenibilidad. “Resalto especialmente los primeros 310 palmicultores certificados bajo el estándar APSColombia, que en apenas un año de haber comenzado ha logrado certificar 200 palmicultores de pequeña escala, haciendo realidad la apuesta de que la sostenibilidad está al alcance de todos en nuestro sector”.

Adicionalmente, menciona que el sector palmicultor colombiano es el primero en el país con un sistema de monitoreo satelital independiente para el control de la deforestación, que abarca un poco más de 18,5 millones de hectáreas. “Más del 99% de nuestros cultivos de palma están libres de deforestación”.

Desarrollo de mercados

En cuanto al mercado, Pérez Marulanda dijo que el año pasado el 73% de producción de palma se destinó al mercado local, principalmente a los sectores de aceites y grasas comestibles y al biodiésel. Entre tanto, el 27% restante se destinó a la exportación, con una diversificación de destinos donde Brasil y México han ganado importancia, representando el 21% y el 16% de las exportaciones, respectivamente. Europa sigue siendo un mercado crucial, representando el 20% de las exportaciones.

El presidente de Fedepalma recalca que estos resultados de producción, sostenibilidad y mercados demuestran el impacto del sector palmero en la economía colombiana.

“Nuestro sector continúa creciendo y consolidándose de forma destacada. Según el Registro Nacional de Palmicultores, en el país hay actualmente 7.552 palmicultores, lo que significa que 815 nuevos palmicultores fueron registrados en 2023, gracias a las amplias jornadas que ha adelantado la Federación en conjunto con los núcleos en todo el territorio nacional. Este crecimiento se ha concentrado en las zonas Central y Suroccidental, que representan el 70% de los nuevos registros”.

Pero más allá de los buenos resultados, el directivo también menciona que, actualmente el sector tiene una serie de retos. “Tenemos tres grandes preocupaciones. La ilegalidad en la comercialización del fruto de la palma de aceite, la inseguridad desafortunadamente viene en franco deterioro, incluso, dos terceras partes de nuestros agremiados se han visto afectados por conductas delincuenciales durante el último año y el otro tema que preocupa a largo plazo es la disponibilidad de mano de obra”.

Un sector visionario que se prepara para el futuro

En cuanto al clima, el directivo menciona que, cada año se superan los récords en la temperatura global, lo que afecta en forma desproporcionada a la agricultura tropical y la palma no ha sido ajena a los fenómenos climáticos. “En 2024, la sequía en los primeros meses causó una caída del 7% en la producción registrada hasta mayo en comparación con el mismo periodo del 2023, y se estimamos una reducción anual hasta de 130.000 toneladas para todo el año”.

Explicó que, por ello, las acciones desde Cenipalma se han enfocado desde la identificación de los genes de tolerancia al estrés hídrico, hasta el estudio de prácticas de manejo agronómicas como la aplicación de biomasa y el establecimiento de coberturas, que aumentan la humedad en el suelo, aportan a la reducción de la temperatura y mejoran la eficiencia de la fertilización.