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Sival 2020

Efectos del cambio climático en la agricultura

A continuación entregamos párrafos escogidos de los artículos presentados por siete periodistas de diversos países acerca del impacto del cambio climático a distintos niveles en cultivos de especialidad de sus respectivas naciones.

19 de Mayo 2020 Equipo Redagrícola
Efectos del cambio climático en la agricultura

Los efectos del calentamiento global

Mariangela Latella, Corriere Ortofrutticolo, Italia.

Dada su ubicación en el centro de la cuenca del Mediterráneo, Italia, como otros países del área (sur de Europa y norte de África), sufre en mayor medida los efectos del cambio climático: la temperatura aumenta y la disminución del recurso hídrico supera la media mundial.

Los efectos del calentamiento global se aprecian en la actividad agrícola a lo largo de toda la península itálica. Esto incluye adelantos en los períodos de floración hasta de cuatro semanas, reducciones de rendimiento por estreses bióticos y abióticos debidos a la mayor frecuencia de eventos climáticos extremos, periodos de pastoreo más extensos, prolongación de la temporada de crecimiento de vides y cambios en los ciclos naturales de las plantas.

La situación impulsa a la cadena del agro, políticos e investigadores a adaptar el sector primario a los desafíos emergentes para contrarrestar los efectos del calentamiento global, ya que la agricultura aporta el 25% de las emisiones de CO2 a la atmósfera (a nivel mundial).

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Cambio climático en Marruecos ¡el mañana se prepara hoy!

Nargys Es-Sette, Food Magazine, Marruecos.

El área Mediterránea es claramente una de las más expuestas y sensibles a las posibles consecuencias del cambio climático en el planeta.

El impacto sería más pronunciado en países sureños, como Marruecos, el cual, aun siendo una nación con baja emisión de gases con efecto invernadero, resulta vulnerable debido a su ubicación geográfica, i.e. una de las zonas más secas del mundo y con tendencia a un aumento de la frecuencia de las sequías.

En Marruecos el sector hortofrutícola cubre 1,300,000 ha, de las cuales 1,060,000 corresponden a frutales. Estos cultivos usan 6,000 a 9,000 m3 de agua/ha/año.

La mayoría de dichas áreas de producción ya experimentan un déficit hídrico permanente y continuo. La disminución y modificación de las precipitaciones, asociadas a un aumento de las temperaturas y a altos valores del potencial de evapotranspiración, tendrán un notorio impacto en la rentabilidad de los cultivos. Incluso más, porque se planifica un aumento en la demanda de agua para la agricultura.

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¿El cambio climático está empujando a las fresas fuera del campo?

Andreas Henk, Gabot.de, Alemania.

Los efectos del cambio climático han puesto presión en el cultivo de fresa al aire libre en los últimos años, haciendo que los productores sufran un incremento constante del riesgo. Al tiempo que la seguridad del cultivo disminuye, el desafío económico aumenta. En combinación con otros problemas, como la disponibilidad de trabajadores temporales y normas relacionadas a la reducción del uso de pesticidas, el cultivo al aire libre va perdiendo atractivo. De acuerdo a una encuesta reciente hecha por VSSE junto a la red de asociaciones de espárrago y frutilla, el 43% de los encuestados quiere disminuir el cultivo de frutilla al aire libre; el 21% desea expandir el cultivo protegido.

La producción protegida por vidrio o láminas –o, como se la llama oficialmente, “bajo cubierta protectora alta y movible– se ha incrementado de manera significativa en Baja Sajonia en los últimos años. Mientras en 2014 se cosechaban 1,660 toneladas en 96 hectáreas bajo techo, ese número ha crecido a alrededor de 147 ha con una cosecha estimada en 2,200 toneladas. No ser afectadas por el clima es la diferencia decisiva respecto del cultivo al aire libre. Otras ventajas se relacionan con la posibilidad de cultivar en varios pisos, cosecha rápida y más fácil si se cultiva en canaletas, así como reducción de pesticidas, dado que la exposición a enfermedades como botritis baja considerablemente.

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Cambio climático y producción frutícola

Birgit Scheel, Gartenbau Profi, Alemania.

Al comparar las desviaciones de la temperatura respecto del promedio en el largo plazo, vemos con claridad una tendencia al alza desde 1989. Ahora, si se considera todo desde una base mensual, se aprecia que el aumento de temperatura ocurre principalmente en enero, febrero y agosto [equivalentes a julio, agosto y febrero en el hemisferio sur]: en otras palabras, en brotación, antes de la floración e inicio de la maduración. El número de días calurosos (temperatura máxima > 30ºC) también se incrementó considerablemente, triplicándose desde 1989. Esto ha prolongado la fase de desarrollo de los frutos, no la ha acortado.

Los datos climáticos también revelan que el número de lluvias intensas están aumentando y que la temperatura máxima en marzo y mayo [equivalentes a septiembre y noviembre] es más alta que el promedio histórico. Los factores mencionados han llevado a un inicio temprano del crecimiento del follaje y la floración. Lo único malo es que la temperatura mínima en abril [octubre] –o sea en floración– es menor que el promedio histórico. El cambio climático puede conllevar menos días de heladas en marzo, pero no en abril. De hecho hay un leve aumento en este último mes.

En el área de Bonn, de donde provienen los datos, la fecha de comienzo de floración para la variedad de manzana Golden Delicious se sitúa en torno al 27/04 (promediado entre 1988 y 2015); en el periodo 1958-1987 fue alrededor del 06/05. Un patrón similar se puede observar para la variedad Boskoop, cuya fecha de floración se adelanta más que la de cosecha, la cual es 3 a 9 días más temprana, y la caída de hojas, que se adelanta 1 a 4 días.

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Reducción del CO2 en la agricultura suiza: tomates sin combustibles fósiles

David Eppenberger, Der Germüsebau / Le Maraîcher, Suiza.

El físico Christoph Raible, de OCCR en la Universidad de Berna, calculó un modelo basado en 21 simulaciones de cómo evolucionará el clima en las próximas décadas si no se toma ninguna medida para protegerlo. Sus hallazgos revelan un incremento de 2 grados en la temperatura media a

mediados de siglo.

Sin embargo, los eventos de precipitaciones son casi más significativas, según el investigador del clima. Los datos de las dos últimas décadas no podrían ser más decidoras: “Todas las estaciones meteorológicas están mostrando un considerable incremento en precipitaciones extremas”.

Aun si se alcanzan los objetivos de París, vale decir un aumento de temperatura de ‘solo’ 1.5 grados, se tendría un impacto negativo en la agricultura, aunque en menor grado, dijo el investigador. Por lo tanto, cree que las medidas para contrarrestarlo, como la reducción de las emisiones de CO2, valen la pena.

Migros, el mayor ‘retailer’ de Suiza, comprometió a inicios de 2019 que ya para el 2025 únicamente compraría frutas y vegetales suizos producidos en invernaderos sin uso de combustibles fósiles. Desde ese momento, el sector de invernaderos de Suiza ha buscado activamente alternativas carbono-neutras para sus sistemas de calefacción a gas y petróleo.

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Aumento del contenido de humus mediante producción regenerativa: La salud del suelo en el centro

Nina Colliander, Landsbygdens Folk, Finlandia.

Nina Långstedt, productora orgánica en Inkoo, Finlandia, cree en los métodos de agricultura regenerativa. “En síntesis, la agricultura regenerativa consiste en enfocarse en la salud del suelo y la microbiología, restaurando y construyendo sistemas vitales en el suelo. Al hacerlo, se puede también cosechar numerosos otros beneficios, como una mayor biodiversidad, secuestro de carbono e incremento de la fertilidad. Se trata de adoptar un enfoque holístico en la agricultura”.

La salud del suelo está en el centro de la agricultura regenerativa y hay muchos métodos distintos para lograrlo y capturar carbón en el suelo.

La iniciativa ‘cuatro partes por mil’, que Francia lanzó cuando el país fue sede de la Conferencia Climática de París 2015, consiste en propiciar métodos agrícolas que lleven al almacenamiento de carbono desde la atmósfera a la capa superior del suelo. Un aumento del carbono en el suelo de 4 por 1,000, o 0,4% anual, sería suficiente para compensar el incremento global en las emisiones de dióxido de carbono provocadas por la actividad humana, aumentando al mismo tiempo la fertilidad. La iniciativa fue firmada por 25 países, incluyendo Finlandia.La arboricultura francesa debe adaptarse al cambio climático

“La intensidad del cambio dependerá de cómo evolucionen las emisiones de gases con efecto invernadero hacia el fin del siglo. En el peor escenario, podemos esperar que el clima de Perpignan, sur de Francia, sea el de Marrakech, Marruecos, hoy en día”, dice Patrick Bertuzzi, de INRA.

Para la mayoría de las especies frutales, varias consecuencias potenciales han sido mencionadas: el inicio, calidad y duración de la floración; la fertilización de las flores de variedades no autógamas, la fecha de madurez, la duración del crecimiento y calidad de la fruta, la emergencia de frutos dobles, la partidura de frutos, pero también la evolución de la población de bioagresores. La adaptación de prácticas de manejo con poda tardía, un mejor control del riego de precisión y polinización, la introducción de métodos mecánicos de control de plagas, de protección del huerto ante eventos climáticos… son ejemplos de soluciones inmediatamente disponibles para los productores.

La aplicación de ingeniería genética es una respuesta al desafío de adaptar la mayoría de las características y especies vulnerables. “Los sistemas radiculares enfrentan una doble restricción: menos agua y suelos más duros y resistentes desde el punto de vista mecánico. Por tanto es necesario dirigir la mirada a la diversidad genética para seleccionar nuevos portainjertos que puedan penetrar más profundamente en el terreno”, estipula Loïc Pagès, investigador en arquitectura de raíces y gerente de investigación en modelación del INRA. “Actualmente, la creación varietal no considera de manera suficiente algunos elementos prospectivos, en especial el cambio climático. No es suficiente generar variedades con menor requerimiento de frío, debemos trabajar en la combinación de varios factores a fin de mitigar los riesgos”, agrega Jean-Marc Audregon, ingeniero investigador en mejoramiento genético del INRA.

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En Chile: La fruticultura comienza a moverse al ritmo del cambio climático

Francisco Fabres, Redagrícola, Chile.

Chile también estuvo representado en los artículos del Club de la Prensa, con un resumen de diferentes publicaciones realizadas por distintos autores en Redagrícola en los dos últimos años.

La consecuencia del cambio climático más determinante hasta ahora ha sido la disminución de las precipitaciones en la zona donde se desarrolla la fruticultura. En cuanto a esa reducción, estamos “con el pie en el acelerador”, afirma Fernando Santibáñez (U. de Chile), en tanto René Garreaud (CR2) constata que la “megasequía” no tiene análogos en el último milenio. Pese a todo, el sector frutícola se expande, reconvierte y consolida, por sobre una tendencia a su estabilización o contracción productiva, señala un informe de Fernando Apey (Odepa).

En el plano fitosanitario, los entomólogos Renato Ripa (BioCea) y Ernesto Cisternas (INIA), y el fitopatólogo Jaime Auger (U. de Chile) proyectan que las variaciones en las condiciones ambientales, irán modificando el balance de plagas y enfermedades.

Amenazas que han existido siempre ahora podrían hacerse realidad, advierte Auger.

En riego y manejo de recursos hídricos, Carolina Salazar (INIA) y Gabriel Sellés (experto en riego) resumen lo avanzado en investigación para llevar el uso del agua desde un concepto de eficiencia a uno de eficacia, vale decir más kilos por menos o la misma cantidad de agua.

Finalmente el artículo revisa la experiencia de dirigentes en la región de Coquimbo (José González, Cristián Carrión, Iván Varela) en el desarrollo de sistemas de gestión en colaboración con el Estado y la investigación. En los modelos trabajados por el PROMMRA en el caso de Elqui, indica Pablo Álvarez (U. de La Serena), en escenarios de cambio climático global, la gestión conjunta de aguas subterráneas y superficiales da mejor resultado que el manejo por separado.

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