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Columna:

Consumo de agua y producción de alimentos

"Frente al debate suscitado en torno al agua, debe tenerse presente que la producción de alimentos requiere de la certeza de disponibilidad del vital elemento para la agricultura, pues sin ella y en cantidad muy abundante, no es posible alcanzar los niveles productivos para satisfacer la creciente demanda mundial", escribe el Dr. José Antonio Yuri.

06 de Noviembre 2022 Equipo Redagrícola
Consumo de agua y producción de alimentos

 


Dr. José Antonio Yuri
Director Centro de Pomáceas – Universidad de Talca
Academia Chilena de Ciencias Agronómicas

Creo necesario explicar a personas legas en asuntos de agricultura, algunos aspectos relevantes sobre el consumo de agua para la producción de alimentos de origen vegetal.

Las plantas necesitan transpirar una enorme cantidad de agua a través de sus estomas (poros de tamaño microscópico ubicados en las hojas, que se abren y cierran en respuesta a la luz y otros factores), con la finalidad de absorber el CO2 desde la atmósfera, molécula esencial para la fotosíntesis y posterior crecimiento del vegetal.

La fotosíntesis es un mecanismo extraordinario y único que la naturaleza posee para producir azúcares, base de toda la alimentación humana y del resto de las especies animales y de la vida, en general. El proceso se inicia cuando un fotón que viene viajando por más de 8 minutos desde el Sol, impacta en la clorofila ubicada en las hojas de las plantas, generando un estado energético tal, que permite que el CO2 y el agua se combinen formando azúcares. En otras palabras, la energía que es liberada debido a la fusión nuclear que tiene cabida en el Sol, es atrapada por este complejo sistema biológico en la Tierra, transfiriéndonosla posteriormente en forma gradual cada vez que digerimos un alimento. Poéticamente podríamos aseverar que en una manzana está encerrada una porción del astro rey.


La transpiración es el costo que debe pagar la plata para absorber CO2 desde el aire.
También le ayuda a refrigerarse y a movilizar los minerales desde el suelo.

Lamentablemente y debido a la escasa concentración del CO2 en el aire (algo más de 400 ppm; 525 veces menos que el Oxígeno), las plantas deben mantener muchas horas al día abiertos sus estomas para que el gas difunda hacia su interior, entregándole a cambio el agua a la atmósfera, formando así parte del ciclo global del agua.

Como consecuencia de esto, para la producción de 1 kg de trigo o de maíz, la planta transpira 600 – 800 L de agua; para el caso del arroz puede llegar a 1.000 L. Las manzanas requieren cerca de 100 L/kg; la palta algo más del doble. Así, la eficiencia en el uso del agua (EUA) por parte de los cultivos es muy diferente.

Por ello, se debe aportar mediante lluvia o riego, entre 600 – 800 mm de agua/ha, lo que, expresado en volúmenes requeridos, estamos hablando de un promedio de 6.000 a 8.000 m3 de agua por cada hectárea de cultivo, anualmente. De éste, menos del 1% queda retenido en el alimento que consumimos.

En resumidas cuentas, la transpiración es el costo que debe pagar una planta para absorber CO2 y sintetizar carbohidratos, de modo que cada vez que nos llevamos un alimento a nuestras bocas, debemos tener conciencia de lo que para la naturaleza ha significado.

La tecnología de riego ha hecho enormes avances en aumentar la eficiencia en el aprovechamiento del agua, pasando de menos de un 30% en riego por inundación o tendido (aún vigente en algunos cultivos), a cerca de un 90% mediante goteo, sistema utilizado en gran parte de los frutales hoy en día. El mejoramiento genético de las plantas, por su parte, ha hecho lo suyo, aumentando la EUA, especialmente en cereales, así como la tolerancia a la sequía, aunque también tiene sus límites.

Por lo anterior, y frente al debate suscitado en torno al agua, debe tenerse presente que la producción de alimentos requiere de la certeza de disponibilidad del vital elemento para la agricultura, pues sin ella y en cantidad muy abundante, no es posible alcanzar los niveles productivos para satisfacer la creciente demanda mundial.

Los productores de alimentos son, a mi modo de ver, los verdaderos héroes de toda esta cadena, quienes, con su trabajo, se enfrentan cada día a las inclemencias de la naturaleza (heladas, olas de calor, plagas, falta de agua…), a las crisis económicas y al desconocimiento de lo que producir comida significa para una población acostumbrada a no involucrarse en ello.


Un kg trigo puede consumir hasta 6 veces más agua que la producción de 1 kg de manzanas. En el caso del arroz, éste puede requerir de hasta 1.000 L/kg, en especial si se cultiva en un sistema inundado.

Creo importante que aquellos que se dejan llevar por eslóganes, habiendo incluso dejado de consumir algunos productos agrícolas (v.gr. paltas), creyéndoles responsables de la sequía de un sector de Chile, cada vez que tengan sobre su mesa el pan nuestro de cada día, no olviden que para su producción se ha requerido de 8.000 m3 de agua/ha.

Debiéramos también tener la consideración de comprarnos menos ropa y no desecharla tan livianamente, debido a que el algodón requiere muchísima agua para ser producido.

Aclaro todo esto, para colaborar con el debate sobre el debido uso del vital recurso y lo que ello significa para la alimentación de la población.

*El presente texto fue publicado previamente en Revista del Campo de El Mercurio, el 07 de septiembre de 2022

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