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Una revisión de sus múltiples beneficios

Coberturas en frutales: mucho más que protección contra imprevistos climáticos

Lo básico en las cubiertas para frutales es la protección contra lluvias indeseadas, granizo o impacto del sol. Sin embargo, los efectos beneficiosos de mallas, rafias o plásticos se multiplican cuando se elige la opción justa y se realiza un manejo adecuado: aumenta la eficiencia del riego, mejoran la fecundación y cuaja, disminuye el estrés, se incrementa el desarrollo vegetativo, se reduce impacto de las heladas, entre otros aportes. El Dr. Richard Bastías revisa las posibilidades actuales y se refiere también a lo mucho que queda por descubrir.

02 de Junio 2020 Equipo Redagrícola

Dr. Richard Bastías

Cuando se habla de coberturas plásticas, señala el Dr. Richard Bastías, profesor asociado de Fruticultura en la de Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, lo primero es no perder el objetivo principal: la protección climática. Frente a una lluvia u otro evento extremo, que no son habituales y que pueden ocurrir solo en algunos años, su aporte resulta significativo.

–El agricultor entonces dice “valió la pena la inversión” –testimonia el docente–. Pero como hay temporadas en que no llueve ni graniza y la inversión está hecha igual, viene una segunda mirada. No siempre se considera que cuando cubres un huerto, automáticamente estás modificando el microclima, especialmente la luz. Al hacerlo, cambias la respuesta fisiológica de la planta. Con este concepto, puedes sacar beneficios adicionales.

Otro aspecto relevante corresponde al factor hídrico. Al poner la cobertura se reduce la intensidad de la radiación global, a lo cual se suma la disminución de la velocidad del viento.


–La temperatura la podemos discutir, porque se incrementa en cubiertas con baja sombra y poca ventilación, especialmente en sectores más altos de la planta como lo hemos observado en cerezos, por ejemplo. La humedad relativa también es discutible. Pero la radiación solar y la velocidad del viento resultan determinantes en la evapotranspiración del cultivo, por lo tanto la demanda de agua, considerando estos datos microclimáticos, debiera ser menor. En zonas con velocidad promedio del orden de 12 km/h nosotros hemos medido con nuestros anemómetros una reducción del orden del 60% en la velocidad del viento bajo malla monofilamento al 20% de sombra.

–En uva de mesa se habla de un 20 a 25% menos en los riegos.

–Esos son los valores que se manejan. No obstante, hay que hacer un cálculo real, porque si tienes una planta con mayor expresión de vigor puede que el balance hídrico cambie. Los especialistas en riego indican que el análisis debe considerar los kilos de fruta producida por m3 de agua aplicada.

Tres puntos claves a considerar en este tema de las cubiertas, indica, son la estructura, las características del material de la cobertura y el protocolo de manejo, o sea la oportunidad de apertura y cierre.

Sistema automatizado y mecanizado de alta inversión (fotografía Gregory Lang).

EN TÉRMINOS DE DISEÑO, HAY DE TODO

En cuanto a estructuras, existen las tradicionales, basadas en postes de manera impregnada; las metálicas, y los postes de cemento. Los costos son bien distintos. En producción orgánica no se permite el empleo de madera impregnada y se debe invertir en alguna de las otras opciones.

–En términos de resistencia mecánica yo diría que no se detectan grandes diferencias. Respecto al diseño, hay de todo: la capilla, que es una media agua con pendiente, el techo plano, el túnel cerrado, el macrotúnel, el microtúnel, o sea hay túneles altos y bajos. También se utiliza el sistema monofila: cubres una hilera completa de arriba abajo. Se utiliza, por ejemplo, para doble propósito, control de estrés y control de plagas.

Bastías compara el túnel y la capilla:

–A diferencia del túnel, el techo no es un sistema cerrado. En verano se necesita abrir el túnel para ventilar, mientras que la capilla puede mantenerse sobre las plantas en forma más permanente. Si la cubierta del túnel está recogida, frente a una eventualidad de granizada o lluvia imprevista es posible que no alcances a cubrir a tiempo, sobre todo en superficies muy grandes. En cuanto a costo, mientras un techo con buena estructura y materiales vale alrededor de US$20.000/ha, el túnel llega a US$40.000-50.000/ha. Tengo la impresión de que, cuando no te sale a cuenta aumentar la precocidad de cosecha para salir antes con la fruta, no conviene usar túnel. Ahora, si buscas precocidad, el túnel te va a favorecer porque logras más temperatura.

–En capilla se han mencionado casos de estrés de las plantas.

–Eso ocurre si bajas la capilla a una altura muy cercana a la planta. No es la idea. Hay que utilizar techos altos, para favorecer la ventilación. Lo que sí es cierto es que bajo capilla y con niveles de viento normales, la temperatura tiende a ascender bajo el techo, por la disminución de la típica brisa que enfría los huertos; pero las diferencias de temperaturas no son extremas

–¿En qué caso resulta atractivo el techo plano?

–Creo que se justifica cuando no tienes riesgo de granizo. Su costo es menor que la capilla porque requieres menos materiales para la estructura y la cobertura. Frente a una granizada se rompen el material y la estructura, por el peso del hielo, a menos que tengas un sistema elástico y que puedas abrir rápidamente esos elásticos para descargar el granizo. La capilla tiene la ventaja de que el hielo cae al suelo en forma natural.

Mallas con estructura de postes de concreto.
El viento pone a prueba la resistencia mecánica de los materiales.

MALLAS, RAFIAS Y PLÁSTICOS: OJO CON LA CALIDAD DE LOS MATERIALES Y EL OBJETIVO

En coberturas tienes tres tipos de materiales comúnmente usados: los laminados (rafias), el plástico (film de polietileno de baja densidad) y mallas.

Los laminados o rafias son los que más se han utilizado en cerezo. Tienen gran resistencia mecánica, mucho más que los plásticos, los cuales se rasgan con mayor facilidad y duran menos temporadas. Hay plásticos de mejor calidad, pero de costo mayor. En términos de transmisión de luz también la rafia es muy adecuada. En general se trata de un material que funciona bien para arándanos y cerezos.

Los materiales mayoritariamente provienen de España, Italia e Israel, entre otros orígenes. La calidad no es igual en todos los proveedores, advierte el fisiólogo en frutales.

Las mallas no protegen por completo contra las lluvias, aunque son capaces de reducir su intensidad hasta un 20 a 40%, dependiendo de la intensidad de la lluvia, según ha comprobado el equipo de Bastías.

–Si estás en una zona donde el problema para ti no es la lluvia, sino el granizo, por ejemplo, o el viento, la malla monofilamento puede ser la opción.

La elección del material tiene que ver con las condiciones ambientales y los objetivos que se persiguen:

–Por ejemplo, el tema de la trasmisividad de la luz. En una variedad de arándano evergreen (siempre verde) se espera que la planta vegete, mientras que en un cultivar con receso invernal, como Duke o Brigitta, un excesivo vigor en la estación puede ser poco prudente porque necesitas sacar más yemas en el año; por lo tanto, les conviene un poco más de trasmisión de luminosidad. Otro factor es la resistencia mecánica, no todos los productos la tienen en la misma medida. Y luego está la combinación de ambas características, es decir, por ejemplo, por buscar una rafia más transparente puedes tener menos resistencia mecánica y hay más riesgo de rotura causada por el viento. No obstante, existen materiales que poseen una buena trasmisividad de la luz y resistencia mecánica a la vez.

Además, los materiales se van desgastando con el uso.

–No son eternos, la radiación los va dañando. Una rafia al 4º o 5º año comienza a desgastarse, a quemarse, y empieza a ser más fácil que se raje. El tiempo que están expuestos influye: para el caso del cerezo, si cubres desde brotación hasta caída de hojas lo expones más tiempo que desde brotación a cosecha. Si guardas antes el material, se daña menos. Y si lo mantienes todo el año extendido, debes elegir un material de mayor resistencia. Hay que poner atención: cuando los proveedores te hablan de las temporadas de duración conviene preguntarles cuántos meses de uso consideran por temporada. Eso puede ser muy distinto para cada cultivo y variedad.

También incide el aspecto económico, naturalmente.

–En términos de costos, un productor invierte en un plástico cerca de 1 dólar por m2, con una duración de 3 temporadas, porque el material es de baja densidad, se rompe más fácilmente y se ve más afectado por la radiación. Aunque hay que destacar, eso sí, que existen plásticos mejorados y de mayor calidad. Una rafia cuesta más o menos lo mismo y dura 6 temporadas. Una malla monofilamento, en tanto, cuesta la mitad, 0,5 dólares/m2 y se mantiene 7 temporadas.

En consecuencia, conviene analizar muy cuidadosamente los objetivos que se persiguen, para no tener que pagar más por un producto si los objetivos no lo justifican.

APORTE AL CONTROL DE HELADAS Y POSIBILIDAD DE COMBINAR MATERIALES

Siempre ha existido la inquietud sobre cuál de los tres tipos de materiales controla mejor las heladas primaverales, plantea el especialista.

–Nosotros hemos visto que en los tres logras mayor temperatura nocturna, por lo tanto van a ayudar a atenuar un poco el efecto de las heladas. En general en el túnel hay menos incidencia de heladas, especialmente las advectivas, frente a las cuales la capilla no te va a ayudar porque va a haber movimiento de la masa de aire.

Una posibilidad adicional es la combinación de materiales.

–En México producen bajo túneles con plásticos más densos que los usuales en Chile, con menor intensidad de luz, pero gran protección contra las precipitaciones, ya que allá llueve mucho en cosecha. En un momento dado retiran el plástico y ponen una malla monofilamento, la cual los protege de las granizadas y aporta mayor ventilación gracias a su porosidad.

FOTOMORFOGÉNESIS EN FRUTALES

La fotomorfogénesis, explica Richard Bastías, es un campo del conocimiento de la fisiología avanzada que ha logrado identificar fotorreceptores específicos en las plantas, y es innumerable la literatura que existe a la fecha al respecto . El grupo de los fitocromos, el grupo de los criptocromos y el grupo de las fototropinas gobiernan el crecimiento y movimiento de los vegetales en respuesta a la luz.

–Por ejemplo, las fototropinas del eucalipto hacen que mueva sus hojas durante el día para evitar el daño de sol. Y la apertura estomática, vinculada al intercambio gaseoso, es regulada por la composición de la luz. Una luz con mayor proporción de la longitud de onda azul estimula un aumento de la apertura estomática. Si generas una mayor proporción de luz roja en relación a la roja lejana, que son dos longitudes de onda distintas, vas a tener nudos más cortos porque activas un fitocromo. A la inversa, si incrementas el rojo lejano, inactivas el fitocromo, se produce una mayor síntesis de giberelina y por lo tanto los brotes son más largos.

Al empleo de luces LED permite efectuar manejos sorprendentes a nivel de fotorreceptores mediante el control de la composición de las longitudes de onda en la luz.

–Esto ha abierto un campo para cultivar bajo muy poca luz, dando a la planta estrictamente lo que necesita para la fotosíntesis, y así producir con bajo consumo de energía. Me tocó verlo en el laboratorio de micropropagación de berries de Giddings, donde había una sala completa con LED de colores.

–¿El uso de mallas de colores se parece un poco a eso?

–Yo estudié las mallas de colores en mi doctorado. En general los árboles leñosos en frutales no responden mucho al estímulo de cambio de relación rojo-rojo lejano. Pero las plantas semileñosas y herbáceas tienen muchos pooles de genes para la expresión de actividad de fitocromos que los hacen responder con facilidad a los cambios en la luz.

–¿Ahí se incluye el arándano?

–Está en una situación intermedia, y no deja de sorprenderme cómo responde, al igual que la frutilla y la frambuesa, especialmente si se considera el componente genético que existe detrás de las variedades actualmente cultivadas en estas especies. Ahí hay un mundo por explorar. Pero si te vas a un manzano, encontré que responde mucho más a la intensidad de la luz, a la radiación térmica y ultravioleta, que a cambios en la proporción de la longitud de onda. En este caso los efectos, bien específicos, se relacionan con la fotosíntesis, no con la morfogénesis.

Luces LED de longitud de onda variable usadas en horticultura y micropropagación.

INVENCIÓN DE UNA MALLA A PARTIR DE LAS PROPIEDADES ÓPTICAS

Un aspecto al que Bastías ha dedicado una parte importante de sus investigaciones se refiere al manejo de la fisiología de la planta cambiando las propiedades ópticas del material utilizado. De hecho en la Universidad de Concepción desarrolló y patentó una malla.

–La experiencia muestra que la respuesta de la planta difiere mucho frente a una u otra combinación de hilos. Por ejemplo, podemos dar el dato preliminar de estudios en avellano: no es lo mismo poner una malla monofilamento negra que una perla gris, con la misma densidad de hilo. Los resultados de dos temporadas son categóricos, con la gris estamos obteniendo precocidad en la caída de fruta, más cantidad de fruta concentrada en las primeras cosechas, más llenado de fruto. Y la única diferencia está en la fotoselectividad. Si bien es cierto que actualmente el uso de mallas en cultivos como avellanos resulta comercialmente poco razonable, nadie puede descartar que en el futuro, con mayores avances en el cultivo (densificación y plantas de menor tamaño) y condiciones climáticas cada vez más extremas, el uso de estas mallas pueda ser una herramienta que se adopte por parte de esta industria.

–¿Qué motivó el desarrollo de esa malla?

–La idea nace en un FDF vinculado a empresas exportadoras y productores que tenían serios problemas con el golpe de sol en manzanas. Evaluamos mallas tradicionales, blancas, negras, monofilamento, raschel… Para reducir el golpe de sol a niveles comercialmente interesantes necesitabas una malla con al menos 40% de sombra. Sin embargo ese sombreamiento genera problemas de retorno floral, menos diferenciación de flores, falta de color en la fruta, excesivo crecimiento vegetativo e impactos productivos. El desafío consistía en conseguir el mismo efecto protector contra el sol sin quitarle tanta luz a la planta, de manera de no perjudicar la fotosíntesis. La jugada fue crear una malla que deja pasar un 80% de luz, pero que produce el efecto de una malla que da un 40 a 50% de sombra. Lo hicimos con una configuración de la longitud de onda distinta, quitando lo que no le sirve a la planta y entregándole lo que necesita.

–Lo logramos con el concepto de bicolor. El prototipo teórico se diseñó a través de un modelo de simulación ecofisiológica, el cual te indica, a cierto porcentaje de sombra, la temperatura en la fruta y el nivel de reducción de estrés, al mismo tiempo que señala las consecuencias negativas. Ese prototipo se entregó a una empresa que lo fabricó. En Pink Lady el golpe de sol se redujo de 15-20% a 1-5%, sin consecuencias sobre el color, retorno floral, calibre u otra característica. Hoy está también licenciada en México y se encuentra en trámite la licencia en Perú.

La malla se diseñó mecánicamente antigranizo, lo que fue un acierto, postula Bastías, porque al inicio se podría haber tomado la opción de hacer una malla raschel.

–Nos preguntamos cuál era la alternativa que tenía más potencial a futuro. El granizo es un fenómeno meteorológico que se está incrementando en todo el mundo como amenaza para la fruticultura. Por lo tanto tenía que tener resistencia mecánica y diseño antigranizo, además de mayor duración en cantidad de temporadas. Así, en México se interesaron al ver que la malla tiene un soporte de base común a sus necesidades, porque enfrentan radiación extrema, alta temperatura y sufren granizadas.

Bastías destaca la labor de la oficina de transferencia y licenciamiento, OTL, de la Universidad de Concepción, en el manejo de licencias y patentes. Hace un año, añade, se unieron al Hub APTA creado por Corfo para proyectar la comercialización, junto con la empresa fabricante, en los mercados extranjeros.

Actualmente trabaja en una “malla 2.0” para hacerla aún más efectiva, considerando que el cambio climático lleva a condiciones cada vez más extremas de radiación, temperatura y escasez hídrica.

CONSIDERACIONES PARA TOMAR LA DECISIÓN DE PONER COBERTURA O NO HACERLO

Dado que la inversión en un sistema de cobertura involucra una inversión importante, Richard Bastías sopesa cuándo conviene hacerla y cuándo no.

–Depende de la especie. En cerezo yo haría la inversión sin dudarlo, especialmente en esta zona.

–¿Sin importar la variedad?

–De hecho yo la instalaría sin importar la variedad. Hay productores que deciden no hacerlo, confiando en que logran buena cuaja y en que variedades tolerantes, como Regina, tendrán problemas menores de partidura. Yo por mi parte pienso que si haces un análisis de los ingresos que significan una o dos toneladas de cerezas, es mucho dinero.

–A 5 dólares de retorno a productor son 5.000 a 10.000 dólares.

–Claro, y una pérdida de ese tipo fácilmente puede ocurrir por precipitaciones en floración; ya no se trata de un problema de partidura o de granizo. Una lluvia que afecte a las flores puede significar 10 a 20% menos de cuaja. En cerezo poner una cobertura en realidad trae muchos beneficios. Está demostrado que tiene un efecto positivo en prevenir el daño de heladas radiativas. En años con más frío ayuda a homogeneizar la floración, la concentra un poco más y resulta muy favorable para el trabajo de las abejas. Además se está viendo que dejar el techo extendido en postcosecha contribuye a bajar el estrés de verano, lo cual este año fue clave. Muchos huertos de cerezo se secaron por falta de agua y, como ya dijimos, la cobertura reduce el volumen de riego necesario.

EFECTO SOBRE LAS TEMPERATURAS EN LA POLINIZACIÓN Y CUAJA

Un aspecto interesante de considerar se refiere a los rangos óptimos de temperatura en la polinización, propios de cada especie.

–El transporte del polen al estigma, el crecimiento del tubo polínico y la fecundación del óvulo son muy dependientes de la temperatura. Si es muy alta, baja la longevidad del óvulo y cuando deja de ser viable ya no es fecundado por el polen. Si es demasiado baja, afecta el crecimiento del tubo polínico y no hay fecundación aunque el óvulo se encuentre viable. Por eso nosotros en todas las coberturas cuantificamos esos umbrales y, de hecho, las coberturas nos han ido enseñando cuál es el rango adecuado en cerezo, arándano, manzano, etc. Por ejemplo, las mallas pueden permitir temperaturas más moderadas para la fecundación. Los productores en ciertos años ven disminuir la cuaja de frutos y lo atribuyen a muchos fenómenos, sin pensar en las temperaturas. Las temperaturas pueden verse parecidas a las del año anterior, pero si el rango óptimo se mantiene por poco tiempo durante el día, la cuaja se verá dificultada.

Finalmente el docente e investigador remarca la importancia de preocuparse en un comienzo de la calidad de las instalaciones, con buena estructura y buenos materiales:

–De lo contrario, después pueden empezar a ocurrir problemas como roturas del material provocadas por el viento, daños en la estructura, o que la lluvia forme bolsas de agua en el techo. Si no calculas bien la altura, especialmente en cerezos, es posible que te veas obligado a hacer una extensión o a rebajar las plantas, perdiendo un porcentaje importante de fruta. Ocurre que algunos productores se confían en el uso de portainjertos enanizantes o semienanizantes, sin considerar que en suelos de alto contenido de materia orgánica las plantas tienden a un amplio crecimiento, más todavía bajo plástico.

–¿A futuro, cuáles son los desarrollos potenciales de esta tecnología?

–En EE.UU. y Australia existen túneles gigantes con un control total de las variables climáticas, incluso el frío, y permiten tener la precocidad que quieras, a eso se podría llegar. Sin embargo cuestan del orden de 300.000 dólares/ha, algo muy lejano a la realidad chilena.

A nivel mundial, constata el experto, los mayores avances en cultivos protegidos se observan en tomate y otras hortalizas, donde se está integrando la inteligencia artificial en sistemas automatizados de control de las distintas variables ambientales bajo coberturas.


RESULTADOS OBTENIDOS POR EL CER EN CEREZO

El CER ha estudiado los efectos de las coberturas plásticas a nivel fisiológico y de calidad de fruta en cerezo, señala Catalina Atenas, investigadora del Departamento de Investigación y Desarrollo:

Catalina Atenas.

Hemos hecho evaluaciones en las variedades Santina, Sweetheart, Bing y Lapins. Inicialmente comparamos huertos sin y con carpa durante todo el periodo de desarrollo del fruto. Luego fuimos incorporando alternativas, por ejemplo, la apertura y cierre de las carpas en distintos momentos, y diversos manejos de riego.

La conclusión principal es que debes hacer, sí o sí, un cambio en el manejo bajo plástico, en especial en riego y fertilización. Lo otro sumamente importante: el uso de plásticos tiene un efecto en la calidad de la fruta más que en la cuaja o el rendimiento.

En ninguno de los estudios realizados se ha visto un impacto en la productividad. Los plásticos no tienen un efecto negativo en el retorno floral de la temporada siguiente ni en la inducción ni en la inducción floral, en ninguna de las variedades ni en las combinaciones con portainjertos estudiados.

Resumen del uso de cubiertas plásticas en cerezos, considerando ensayos del CER en cerezo en 3 variedades y dos portainjertos.

Sin embargo, en todos los casos el uso de carpa genera una reducción significativa de la firmeza de las cerezas. En algunas variedades también disminuye los sólidos solubles (cantidad de azúcar o grados Brix). Por el contrario, el empleo de carpas ha aumentado el peso de fruto de las variedades Bing, Lapins y Sweetheart.

En todas las experiencias el uso de cubiertas incrementa el follaje de las plantas. Esto induce que los asimilados tiendan a distribuirse hacia los brotes en desmedro de la fruta. De ahí el menor porcentaje de materia seca de la fruta al momento de cosecha, lo que se relaciona con la firmeza y la baja en grados Brix.

Existe un aumento del agua disponible en el suelo bajo cubierta. Hemos bajado hasta un 25% el volumen de riego manteniendo la condición hídrica de las plantas.

Para mantener los efectos positivos del uso de las carpas al tiempo que se reducen los negativos, estamos en etapa de investigación de alternativas. Una de ellas tiene que ver con el manejo de cubrir y descubrir el huerto; otras son formas de disminución del crecimiento vegetativo, tales como restricciones en el riego, ajustes nutricionales o uso de inhibidores de crecimiento, por ejemplo giberelinas.

Los estudios deberán indicar hasta dónde puede restringirse el agua y si por esa vía se logra una respuesta positiva de la fruta en aspectos como contenido de materia seca, como se ha visto en otras especies. Igualmente habrá que comprobar si el uso de inhibidores de crecimiento mejora la condición frutal al frenar la redistribución de asimilados hacia los brotes.


INVESTIGACIONES DE C. ABUD Y CÍA. CON CUBIERTAS EN CEREZO Y KIWI

Christian Abud, director-gerente, resume así los avances de investigación que su empresa ha  logrado en cubiertas plásticas:

Christian Abud.

Nosotros nos hemos planteado la agricultura protegida como un pilar de desarrollo. A partir de la necesidad de salvaguardar al kiwi amarillo de la bacteria Pseudomonas syringae pv. actinidiae, inspirados por los resultados de Exportadora Subsole en uva de mesa, empezamos a estudiar el uso de cobertores plásticos. El objetivo era modificar el ambiente para hacerlo más hostil al patógeno. Fue un proyecto Corfo muy exitoso y de hecho, salvo en localidades muy específicas, nadie se plantea ya un huerto de kiwi amarillo sin cubierta plástica, y el productor debe evaluar la relación costo/beneficio de esta práctica a los precios y variedades actuales.

Al usar plásticos nos dimos cuenta de que creábamos un entorno favorable para la planta: bajan los requerimientos de riego, la raíz crece más, la planta vegeta más y por ende produce más. De allí nace el concepto de “planta cómoda”.

Luego miramos hacia los cerezos, donde las coberturas más usadas son rafias, plásticos de alta densidad, con el objetivo principal de evitar la partidura de cerezas por lluvia en precosecha. La idea fue explorar los plásticos de baja densidad que se utilizan en kiwi como opción protectora contra la partidura por lluvia, pero que también diera los beneficios derivados de sus propiedades, como es por ejemplo la capacidad de filtrar rayos ultravioletas en ondas que a la planta “no le gustan”. Se levantó un proyecto FIA de 3 años, actualmente en fase final, donde se comparó rafia, plásticos de alta densidad y un testigo sin cubierta.

Demostramos que las cerezas bajo plástico tienen al menos un calibre más que el testigo. Respecto de la rafia, el plástico de baja densidad dio el resultado de una planta más cómoda y por lo tanto mayor crecimiento vegetativo. El efecto en el calibres en algunos años fue mayor y en otros menos que bajo rafia.

Con las cubiertas se determinó pérdida de firmeza de la fruta. Aun con esta disminución, en el caso de los plásticos de baja densidad, bien manejados, la firmeza se mantiene sobre el nivel de firmeza apto para exportación. Adicionalmente detectamos que la firmeza no se relaciona con la mayor temperatura en el tercio superior del árbol, sino con la competencia por calcio generada por el mayor desarrollo de los brotes bajo cubierta.

En cuanto a investigaciones actuales, vamos a empezar a estudiar el efecto de las mallas sobre kiwi verde, y hemos evaluado los efectos de mantener la cubierta durante la larga postcosecha del cerezo. Encontramos información relacionada con la calidad de los centros frutales y especialmente con las reservas, un tema que seguiremos estudiando.

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