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Nuevas plantaciones

Claves para potenciar el kiwi del futuro

Diversas lecciones y recomendaciones en torno al cultivo del kiwi Hayward, realizó el ingeniero agrónomo, asesor e investigador Matías Kulczewski, durante el Seminario “Semi Kiwi 1, 2024”. “Un proyecto nuevo es una sumatoria de detalles y cualquiera puede influir en el resultado”, afirma. Usar nuevas variedades y portainjertos, privilegiar zonas de plantación con buena humedad relativa, como el valle central con influencia marina, y realizar una zonificación que permita implementar agricultura de precisión, son algunos de ellos.

28 de Agosto 2024 Equipo Redagrícola
Claves para potenciar el kiwi del futuro

Hayward bajo malla, plantación 2014 con sobre 50 toneladas por hectárea en los últimos años.

La producción de kiwi en Chile está ingresando a su tercer ciclo de crecimiento, denominado “Etapa Sustentable y Competitiva”, el cual se encuentra marcado por nuevos consumidores y exigencias de calidad que, según el Comité del Kiwi, se extendería entre los años 2025 y 2040.

¿Cómo puede renovarse esta industria local en un contexto que, si bien ha sido económicamente positivo en los últimos años, debe hacer frente a la aparición de nuevas variedades en el futuro, el alza en la competitividad del kiwi amarillo, la baja de exportadores tradicionales como Italia y la aparición de nuevos actores como Irán?

Durante el Seminario “Semi Kiwi 1, 2024”, su organizador, el ingeniero agrónomo Matías Kulczewski, entregó consejos y vislumbró oportunidades de mejora para la instalación de nuevos proyectos –o la renovación de aquellos ya establecidos– de este cultivo, que tiene a Chile como el principal exportador del hemisferio sur después de Nueva Zelanda.

“¿Cuáles son los factores claves para realizar plantaciones de kiwi Hayward?”, plantea el asesor. “No hay que perder nunca la oportunidad de mejorar cada vez que se vaya a hacer una nueva iniciativa”, sostiene, al tiempo que destaca que los ahorros en la inversión inicial “no deben sacrificar la curva de entrada en producción, el techo productivo ni la facilidad operacional”.

En este contexto, transformar una plantación de otro cultivo, como lo hicieron algunos productores de parrones de uva de mesa al mutar a kiwales en la década del ochenta, sería complejo en la actualidad, ya que hay que imaginar y proyectar el negocio a 20 o más años, teniendo en cuenta nuevas variedades y exigencias productivas.

“Hay que considerar que las decisiones actuales no limiten los cambios necesarios en la vida del proyecto”, afirma Kulczewski y llama a prestar atención a cualquier detalle que pudiera influir en los futuros resultados.

ESTUDIAR VARIEDADES Y PORTAINJERTOS

“Como industria –acota– debiéramos tener otras variedades adaptadas en espera, ya que el mercado está demandando variedades con pulpa amarilla y roja”.

Hace hincapié en el análisis del tema de portainjertos (Hayward autorradicadas para contrarrestar heladas y buscar homogeneidad, y Bounty 71 por adaptarse a suelos más pesados), estudiar la factibilidad de otras variedades verdes como el Clon 8, Meris y Bo-Erica, y la prospección de amarillas (Kikoka del Grupo Rivoira) y rojas.

Frente a estas últimas, enfatiza en la importancia de estudiar el impacto del Verticillium, ante lo cual llama a realizar alianzas público-privadas e invertir en soluciones que puedan contrarrestarlo. “El riesgo de plantar amarillos y rojos de tolerancia desconocida al Verticillium es muy grande y los fracasos han sido muy dolorosos”, asegura.

Malla de alambres atravesada en nuevas estructuras para facilitar y posibilitar mecanización de amarra.

CONSIDERACIONES CLIMÁTICAS PARA MEJORAR PRODUCCIÓN

Bajo el concepto de que “los detalles son una importante fuente de mejora”, Matías Kulczewski subraya diversos factores a ponderar al concebir una nueva plantación de kiwi. Uno de especial relevancia se refiere a clima y zonas de plantación. Para ello sugiere averiguar sobre el historial de plantaciones que se han hecho en el país, de manera de orientar futuras decisiones, y, en específico, si es que hay antecedentes en la zona en la que se quiere establecer el huerto.

Llama también a considerar variables como altitud y cercanía a la cordillera de Los Andes, influencia marina, proximidad a cuerpos de agua y riesgos de inundación.  “Está muy claro –recalca– que la zona premium es el valle central con influencia marina (Sagrada Familia, Peumo)”, ya que impacta positivamente en la humedad relativa y tiene temperaturas mínimas de primavera más elevadas.

“El kiwi sufre y la forma del fruto se da más chata en las zonas donde las temperaturas mínimas de primavera son más bajas”, acota. Y si bien el valle central interior “es aceptable”, presenta más riesgos de heladas y sectores más propensos a Pseudomonas syringae pv. actinidiae (PSA), lo que plantea una mayor necesidad de proteger el cultivo e involucra también una madurez un poco más tardía.

En este ámbito, efectúa ciertas recomendaciones más específicas, como no poner kiwi Hayward al norte de la región de Valparaíso, ya que los kiwis verdes tienen mayores requerimientos de frío, a diferencia de los amarillos.

En tanto, para evitar heladas, aconseja no establecer huertos en la precordillera alta desde la región de O’Higgins hacia el sur, como tampoco en cualquier sitio más meridional que Temuco.

Matías Kulczewski.

Recalca que, al sur de la región del Biobío y particularmente en la precordillera desde el río Tinguiririca, existe una limitación para la oportuna maduración de los frutos: “No hay que plantar Hayward en zonas con floraciones en diciembre, porque cuesta llegar con la fruta bien antes de que caigan las heladas, con pérdidas de producción. Junto con ello, hay problemas de sanidad, debido a una mayor presión de PSA”.

El viento es también un elemento importante a considerar. “El kiwi prefiere una atmósfera quieta y abrigada”, afirma. Por ello, recomienda prestarle atención a zonas más ventosas, como el litoral y aquellas vecinas a los cerros, y destaca la relevancia de usar cortinas naturales periféricas como casuarinas (plantarlas tres años antes de colocar los kiwis), el cedro japonés y el aliso gris preferentemente, e incluso el quillay y el peumo en desmedro del álamo, por su preponderancia en la presencia de polillas y enfermedades de la madera.

Las cortinas naturales tienen que complementarse con techos (sobre todo rafia por sobre el plástico, por durabilidad y temperatura), cuando se trabaja con variedades muy sensibles a PSA, tanto para cultivos que estén empezando como para aquellos más avanzados, con el fin de paliar el frío y la lluvia. Entre otros factores, hay que tener presente la protección de los costados, así como realizar un diseño que permita adecuadamente la polinización por abejas, la nutrición y la fertilidad de yemas.

Con las recomendaciones indicadas, los resultados pueden ser promisorios. Es el caso de una experiencia que el asesor cita en la localidad de Aurora, en la comuna de San Clemente, Región del Maule. En una plantación realizada en 2014, utilizando un techo de monofilamento a una altura de 1,8 metros sobre el parrón, con ventilación al 12%, la producción pasó de 36,8 a 42,3 toneladas por hectárea en 2023, disminuyendo notoriamente el número de yemas por planta con PSA (de 49,6 a 5,5) y la cantidad de frutos helados por planta (de 8,2 a 1), entre otros beneficios.

POTENCIAR EL CULTIVO: SUELO, RIEGO, ESTRUCTURA Y MANO DE OBRA

“El kiwi es de las especies más sensibles a la compactación y responde especialmente bien a una buena preparación de suelo”, afirma Matías Kulczewski en relación a otro de los factores claves.

Ante ello, propone la realización de estudios profesionales para determinar una zonificación que permita implementar agricultura de precisión. Y enfatiza la necesidad de analizar caso a caso para determinar la preparación de suelo más adecuada.

“El kiwi es agradecido de un mejor suelo, friable, con buen drenaje y buena materia orgánica”, dice, por lo cual este cultivo muestra buena respuesta al encamellonado y al bordeo, evitando terrenos bajos sin buena salida de agua superficial, o solucionando el problema mediante drenes y desagües. Kulczewski destaca la importancia de que los camellones sean de un tamaño adecuado para los sistemas de riego y el uso de maquinaria.

También está el factor de la disponibilidad de agua y la forma de regar, tomando en consideración la extensión de la temporada del Hayward (brotación en septiembre hasta cosecha en abril-mayo), con demandas de hasta 12.000 m3 por hectárea al año.

Kiwi Red 19 (rojo) en Nueva Zelanda, con machos en bandas y mulch reflectante bajo ellos, para cosechar más luz en bandas bien angostas, como deben ser.

“Debemos aprender a manejar los kiwis con menos agua, no solo por un tema ecológico, sino también por la sustentabilidad fitosanitaria. Hoy día tenemos tecnología que nos puede ayudar”, afirma, y destaca que se debe llegar a regar 7.000 a 8.000 m3 de agua por hectárea al año sin perder producción ni calidad.

Otro aspecto a considerar en el diseño de un huerto corresponde al sistema de conducción. “Mi preferencia es el parrón con dos brazos, por sobre el parrón con un brazo, por considerar que tiene mejor coherencia con el hábito natural”, afirma. A ello se suma la proporción y distribución de polinizantes. “Es una decisión importante  resalta– que acompaña el manejo del kiwal durante largos años y debe considerar el sitio, entorno y capacidad de gestión propia”. 

En tal sentido, resulta relevante disminuir la distancia entre flores masculinas y femeninas en Hayward, ejemplificando lo que sucede en Nueva Zelanda: una distancia máxima de cuatro metros entre flores masculinas y femeninas, y ocho metros entre polinizantes, con machos en bandas (strip males).

Los aspectos antedichos pueden verse afectados negativamente si no se cuenta con plantas adecuadas desde los viveros. “Muchas veces es mejor esperar un año y tener un buen plantón para formar brazos y cargadores”, asegura. “Ninguna época –agrega– es  buena con plantitas pequeñas: el huerto no es una buena maternidad”.

Esto permite formar tronco, brazos y cargadores en lugar de troncos y brazos durante ese período, lo que posibilita adelantar la entrada en producción.

Plantones de Hayward recién plantados (1º de julio de 2010): produjeron 16 toneladas por
hectárea en 2ª hoja.

¿Cuándo plantar? Preferentemente antes de noviembre, privilegiando junio-julio para plantas terminadas altas, y fechas más cercanas a octubre en el caso de disponer de plantas pequeñas en contenedores. “Las plantas a raíz desnuda con riesgo de helada se pueden conservar en frío y plantar en primavera para escapar a las heladas. En tanto, las plantas terminadas bajas en contenedores se pueden mantener bajo parrón con malla y controles antiheladas”, explica.

A estos elementos se debe sumar el acceso a mano de obra, ya que se trata de una de las especies que requiere más dedicación, energía y especialización para labores como poda y amarra. “Sin recursos humanos capacitados y motivados, no se alcanzará el potencial en nuevos proyectos”, afirma el responsable de Asesorías KyR, y agrega que “tenemos como desafío inventar un sistema de poda y manejo más simple y mecanizable. Es desgastador el sistema de poda y amarra que tenemos. Debiéramos buscar uno que no solo nos ayude a ahorrar mano de obra, sino también a facilitar el trabajo, de manera compatible con la fisiología de los kiwis”.

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