Por M. Ortiz. F. Fabres y F. Aldunate

Con 14 predios y cerca de 1.700 hectáreas plantadas en el Valle de Ica, desde hace casi tres décadas, Agrícola Don Ricardo ha sido una de las empresas puntales en la transformación de Perú como un país líder mundial en producción frutícola. De su oferta compuesta por palta, cítricos, arándanos y uva de mesa, este último producto se destaca por ser la mayor apuesta comercial de la compañía.

Gracias a sus 940 hectáreas plantadas, Agrícola Don Ricardo se ha destacado en el mercado de uva de mesa, a través de un profundo recambio varietal, proceso que se inició a partir del año 2000 y que aceleró desde el 2019 a un ritmo de 100 a 150 hectáreas reemplazadas cada año. Atrás quedaron Flame, Thompson y Superior e incluso otras más nuevas como la Iniagrape-one (originaria de Chile), debido principalmente a que presentó un raleo complejo.

Hoy la empresa produce 20 variedades de uvas blancas/verdes, rojas, negras y de especialidades premium. Solo el 10% de la superficie corresponde a uva de mesa tradicional y más del 50% son verdes o blancas. Entre las variedades verdes/blancas están Sweet Globe (International Fruit Genetics, IFG), Autumn Crisp (Sun World International) y Timpson (Special New Fruit Licensing, SNFL). En las rojas, figura Allison (SNFL) y en las negras Melody (SNFL) y Midnight Beauty (Sun World). También tienen variedades especiales como Cotton Candy (IFG), Candy Dreams y Candy Snaps (IFG) y Sable Seedless (Sun World International), entre varias otras.

“Las variedades nuevas son más fértiles y el costo de mano de obra es menor, porque algunas se ralean solas. Estamos obteniendo promedios de 19 a 20 toneladas al primer año por hectárea”, dice el ingeniero agrónomo Edgardo Yllu, gerente de los fundos de la Zona Alta de la compañía, donde se cultivan uva y palta.

De las variedades mencionadas, de la que se ha tenido los mejores resultados hasta el momento es la Autumn Crisp, incluso en desmedro de la Sweet Globe, cuyas plantaciones se han ido limitando en los predios de la empresa. Con alta productividad, gran calibre y bayas grandes y redondas (25 a 28 mm.), la Autumn Crips se destaca también por su crocancia, excelente sabor y, sobre todo, aceptación en los mercados. “Se comporta mejor que otras variedades, con más kilos y más firmeza”, afirma Edgardo Yllu. En algunos campos, su productividad ha llegado a un margen de 32 a 36 toneladas por hectárea, equivalentes a 4.400 a 4.500 cajas, aproximadamente.

En relación a las variedades especiales (sabor), la compañía tiene plantadas alrededor de 60 hectáreas y no tiene planificado un gran crecimiento en dicha área. “No las vamos a hacer masivas, porque sabemos que una vez que se rompe la exclusividad, van a dejar de ser especiales”, sostiene Yllu.

INNOVACIÓN GENÉTICA

La empresa realiza un dedicado trabajo de selección, en conjunto con los desarrolladores genéticos, quienes les envían permanentemente nuevos tipos de uva o códigos para analizar su comportamiento en distintas circunstancias, a través de ensayos de validación. De esta manera, en un predio de prueba puede llegar a haber 30 o más selecciones que buscan su viabilidad comercial. “Quieren ganar tiempo, probándolas en Perú, sobre todo en una zona como Ica, que es una de las que más producen uva en el mundo. Si no se comportan como ellos estiman, saben que no van a funcionar en otros lugares”, dice Jesús Huamán, Coordinador de Nuevas Variedades de Agrícola Don Ricardo.

Por otra parte, este trabajo le permite a Agrícola Don Ricardo ir a la vanguardia en la prueba de variedades que les ayuden a cubrir sus diferentes nichos de clientes. “Probamos las variedades sobre diferentes patrones (Freedom, Harmony y Salt Creek, principalmente) para ver su comportamiento y cómo se adaptan a las distintas zonas. Las casas genéticas nos envían los protocolos con las recomendaciones para su desarrollo, según lo que han visto en otros campos, en otras zonas. Nos apoyan con equipos técnicos en días de campo, con quienes analizamos los temas que van surgiendo”, comenta Jesús Huamán.

Se realizan diferentes ensayos para todo el ciclo del cultivo a nivel nutricional, en relación a labores culturales, aplicaciones fitosanitarias (control del palo negro), riego, uso de ácido giberélico, trabajos de poscosecha para la recuperación de nutrientes y ensayos de packing para simular los viajes a destinos como Estados Unidos, Europa y Asia. Después de períodos de guarda de 25, 35 y 60 días, se evalúa el estado de los racimos y también se realizan paneles sensoriales con personal de la empresa y clientes.

Además, durante tres o cuatro años se analiza el efecto de diferentes fechas de poda. Estas se efectúan a fines de julio o la primera semana de agosto en el primer año; a fines de junio durante el segundo y a finales de mayo en el tercero. En general, las plantaciones nuevas se cosechan tarde –entre julio y agosto– para que cumplan con su ciclo de formación, lo que permite tener todavía fruta en febrero.