Bioinsumos en México: La investigación se está volcando hacia herramientas de ‘segunda generación’
De acuerdo con la Dra. Berta Tlapal, profesora e investigadora en el área de fitopatología en la Universidad Autónoma Chapingo, los metabolitos secundarios son más estables y pueden ser utilizados como bioestimulantes e inductores de mecanismos de resistencia, lo que los hace más compatibles con la agricultura convencional de bajo impacto.

La investigación ha jugado un rol fundamental en la transición de la agricultura mexicana hacia los productos biológicos. Y es que, hoy por hoy, se observa un gran avance en las investigaciones biológicas en México, especialmente en correlación con la industria, ya que el apoyo gubernamental en ocasiones resulta ser limitado.
“La interacción entre instituciones académicas y la industria o laboratorios privados es crucial para el financiamiento de estas investigaciones”, destaca la Dra. Berta Tlapal, profesora e investigadora en el área de fitopatología en la Universidad Autónoma Chapingo.
Sin embargo, no todas las empresas tienen su área de investigación fortalecida, y ahí el papel de las universidades o centros de investigación es fundamental para validar los resultados o desarrollar nuevos productos. “Si tú buscas investigaciones, por ejemplo, sobre metabolitos secundarios te puedes acercar al Cinvestav; si quieres obtener cepas y detectar metabolitos secundarios probablemente nos acercamos a la UNAM, a Chapingo, entre otros. Es decir, hay bastante soporte para este tipo de investigaciones”.
Por otro lado, actualmente las investigaciones están enfocadas en microorganismos como Bacillus y Trichoderma, se está optando por aprovechar también los subproductos o metabolitos secundarios de estos organismos, como enzimas y péptidos, que pueden ser más estables y útiles en la agricultura convencional de bajo impacto.
“La investigación se está volcando hacia una ‘segunda generación’ de biológicos, que se centra en el estudio y uso de metabolitos secundarios (como enzimas, péptidos, polifenoles y flavonoides) producidos por los microorganismos, en lugar del organismo completo. Estos metabolitos son más estables y pueden ser utilizados como bioestimulantes e inductores de mecanismos de resistencia, lo que los hace más compatibles con la agricultura convencional de bajo impacto”, explica la Dra. Tlapal y agrega que, esto se empieza a dar porque “en muchos de los casos, si aplicamos Trichoderma y tenemos una agricultura convencional de bajo impacto, no vamos a poder utilizar un fungicida después, pero si tenemos una enzima, sí. Por eso, estamos avanzando hacia esto”.
DESAFÍOS EN LA INVESTIGACIÓN DE BIOLÓGICOS
De acuerdo con la Dra. Tlapal, un desafío clave en la investigación de biológicos es la falta de ensayos de campo suficientes. “Aunque los resultados de laboratorio pueden ser prometedores, las interacciones complejas en el campo con la planta, el suelo, el sustrato y el ambiente pueden alterar los resultados”, dice la investigadora.
Otro ‘talón de Aquiles’ dice, es el control de calidad riguroso en la producción de biológicos, ya que la variabilidad genética de las cepas puede afectar la efectividad del producto a lo largo de las generaciones si no se realizan clonaciones o liofilizaciones adecuadas.
“Los trabajos de campo para probar los diferentes productos biológicos se deben hacer en distintas zonas. Con esto podemos demostrarle al productor donde se hizo para que tome la decisión si se ajusta o no a sus condiciones”, dice la experta quien además destaca la necesidad de diseñar programas de manejo “a la medida” para cada ciclo agrícola, cultivo, región y tipo de productor, en lugar de soluciones genéricas.
“La investigación debe partir de ahí. Debemos diseñar programas de manejo o productos integrales que consideren la fenología del cultivo, los momentos clave para la aplicación (ya sean biológicos o convencionales de bajo impacto) y la nutrición, en lugar de aplicar soluciones puntuales”.
En línea con lo anterior, la Dra. Tlapal, dice que, otro de los desafíos para la adopción de biológicos es la resistencia de algunos productores a cambiar sus estrategias de manejo tradicionales, ya que han utilizado los mismos métodos durante muchos años y no quieren arriesgarse a lo nuevo.
“Sin duda este es un gran desafío que afrontamos en México, porque hay productores que llevan 20 años o más haciendo lo mismo y no quieren cambiar o arriesgarse a usar otro tipo de productos. Por eso, los ensayos en campo son claves para demostrar los beneficios de los biológicos en diferentes condiciones y regiones, permitiendo a los productores ver resultados adaptados a su tipo de cultivo, tipo de suelo y ambiente”.
En ello coincide Miguel Beltrán García, profesor de la Universidad Autónoma de Guadalajara, quien señala que, a pesar del avance en la investigación y el mayor conocimiento de los productores sobre los biológicos, aún existe una incertidumbre significativa en la adopción de estas alternativas para el manejo de cultivos. “Este escepticismo de los productores ralentiza la salida de patentes y el desarrollo de bioinoculantes, o nuevos productos, manteniendo muchas investigaciones en el “cajón”.
INVESTIGACIONES BASADAS EN LOS PROBLEMAS REALES DE LOS PRODUCTORES
Según Beltrán García, la investigación biológica en México data de muchos años atrás y se fortaleció en los años 80 y 90 con el Centro de Fijación de Nitrógeno de la UNAM, y en los años 2000 con el Cinvestav en Irapuato y otros grupos de investigación que han impulsado el estudio de microbios y endófitos. “En los últimos 10 años, la investigación se ha intensificado, buscando alternativas innovadoras más allá de los productos clásicos como Bacillus y Trichoderma, y enfocándose en la propiedad intelectual y la transferencia de tecnología”, explica Beltrán.
Pero ¿hacia dónde están encaminadas dichas investigaciones? La respuesta de Beltrán es puntual: “Sin temor a equivocarme, creo que el 50% de los grupos de investigación en México están enfocados en los problemas reales de los productores y en desarrollar productos que son utilizables en campo”. Frente a esto, dice que, actualmente hay pocos grupos dedicados a estudiar proteínas o genes microbianos únicamente por el conocimiento científico.
Por otro lado, Beltrán dice que, el apoyo financiero para la investigación en biológicos, principalmente en el estado de Jalisco proviene del gobierno estatal, que tiene una fuerte política de innovación y desarrollo tecnológico, especialmente en el sector agroalimentario. Este apoyo se canaliza a través de convocatorias directas a universidades y centros de investigación, así como mediante fondos que requieren la vinculación entre empresas e instituciones académicas. Además, menciona que, el apoyo gubernamental está dirigido a la generación de propiedad intelectual y transferencia tecnológica a través de la investigación, lo que no solo genera conocimiento sino que además permite la adopción de nuevas tecnologías.
Otro de los puntos clave que menciona el profesor de la UAG, es que hoy en día, la investigación está segmentada hacia el control biológico, la bioestimulación y la nutrición. Además, dice que, más allá de las universidades, institutos o centros de investigación, en México sobresale también la investigación que están haciendo las pequeñas empresas tipo startup, que están creciendo en el país y que están desarrollando sus propios sus propios productos.
TENDENCIAS FUTURAS EN LA INVESTIGACIÓN BIOLÓGICA
El profesor Beltrán concluye que, si bien la investigación en México se inclina principalmente hacia las bacterias, seguida de los hongos y el uso de bacteriófagos y micorrizas, se vienen explorando nuevas alternativas biológicas. Por ejemplo, destaca que, en Brasil se están analizando otras opciones de bioestimulación, como las microalgas, sin embargo, dice que, esto es algo que en México aún se considera principalmente para biorremediación.
“Definitivamente la investigación se está abriendo paso a otras alternativas y la tendencia general es pasar de los microorganismos a los metabolitos secundarios debido a la estabilidad de los productos”, puntualiza Beltrán.