Bioestimulantes y su rol clave para minimizar la alternancia productiva
“Necesitamos desestresar las plantas para minimizar la alternancia y la baja productividad”, dice el Dr. Prometeo Sánchez. Y, para lograrlo, el uso de algas marinas, ácidos húmicos, ácidos carboxílicos, aminoácidos, microorganismos y glicina betaína, entre otros son fundamentales en un predio paltero.
La alternancia productiva es uno de los principales quebraderos de cabeza de los productores de palta en todo el mundo. ¿Es posible zafar de ella? ¿Cómo? Para el Dr. Prometeo Sánchez, investigador del Colegio de Posgrados en Ciencias Agrícolas de México, la bioestimulación es clave, sobre todo porque, según dice, “el palto es una planta que todo el tiempo está estresada”. Y lo está, tanto por la falta como por el exceso de agua y también por una falta o exceso de sales, por ejemplo, que son las causantes de ese estrés y, por ende, de una alternancia en las producciones.
“Necesitamos desestresar las plantas para minimizar la alternancia y la baja productividad en los cultivos. Esto lo podemos hacer aplicando bioestimulantes y realizando un manejo integral del cultivo”, explica el Dr. Sánchez y añade que, “cuando la planta sufre un estrés, lo primero que va a suceder es un impacto en la fotosíntesis, entonces, ¿cómo queremos tener producción?”.
Dr. Prometeo Sánchez, investigador del Colegio de Posgrados en Ciencias Agrícolas de México.
Una de las definiciones que existe sobre los bioestimulantes es que son una sustancia o un microorganismo que sirve para mejorar la eficiencia de la nutrición. Por ello, su uso ayudará a que las plantas, además de nutrirse mejor, se puedan mitigar los estrés abióticos que afectan a los cultivos. Además, mejoran la calidad de aquello que se está produciendo, sin importar su contenido nutrimental. “Y también reducen la alternancia”, subraya el especialista.
Una de las claves para saber qué tan desgastada está la planta a causa del constante estrés que sufre es, de acuerdo con Sánchez, medir los grados Brix en la raíz, ya que estos son un indicador indirecto de las reservas que tiene. En Perú, por ejemplo, se realizó un trabajo de este tipo donde se realizaron una serie de mediciones y análisis del sistema radicular.
“En esas mediciones notamos algo muy interesante. Cuando mediamos grados Brix en la etapa vegetativa, después de cosecha, normalmente se encontraban uno o dos grados Brix”, cuenta. Esto, dice el experto, es un síntoma de que la planta sufrió un agotamiento muy rápido. Esos fueron los valores que se encontraron en árboles que producían 30 t/ha. Sin embargo, en aquellos árboles que produjeron 3 t/ha o 5 t/ha, encontraron 10°Brix o más, lo que indicaba que esos árboles no habían sufrido un agotamiento extremo.
Por su parte, en la etapa de floración o inicio de la misma, cuando se encontraban menos de 5°Brix, ya era un indicativo de que la planta sería menos productiva esa campaña. “El problema es que cuando tenemos menos de 5°Brix durante la floración, no podremos hacer nada para recuperar esa planta y deberemos esperar hasta la siguiente campaña para poder recuperarla”, advierte el especialista. Sin embargo, si no se ha posido recuperar el árbol tras la cosecha, no se puede esperar mucho de cara a la siguiente temporada.
“No podemos esperar que ese árbol produzca lo mismo o más. Ese árbol será un árbol que tendrá alternancia productiva y caerán sus rendimientos. La planta no podrá soportar esa carga porque es una planta que está desgastada”, remarca el Dr. Sánchez.
Entonces, ¿qué hacer para evitar que el árbol se desgaste? El manejo del estrés en poscosecha necesario para recuperar el árbol rápidamente para la siguiente floración. “Y el uso de bioestimulantes es esencial”, destaca el experto, sobre un tema que se ha tornado esencial en países como Colombia, Guatemala, Costa Rica y México, porque son zonas de producción donde se pueden presentar tres e incluso cuatro floraciones. Para ello, será necesario aplicar extractos de algas, aminoácidos, ácidos húmicos o glicina betaína.
Así, por ejemplo, si en las raíces hay menos de 10°Brix y lo que se desea es subir esa cifra, se pueden aplicar traslocadores como boro, molibdeno o potasio quelatado; con lo que se está garantizando que se pueda llegar a la etapa de floración con más de 10°Brix.
Destaca además que, mientras más tiempo permanezca la fruta en el árbol, esté tendrá un mayor desgaste. Para que ello no ocurra, es necesario hacer un manejo del estrés de poscosecha durante la cosecha. “Para esto estoy iniciando unos trabajos en palto donde quiero hacer aplicaciones de bioestimulantes todo el año y evitar la alternancia”.
EL ROL DE LOS BIOESTIMULANTES
Las algas marinas son osmoprotectoras, es decir, ayudan a mitigar el estrés salino. Aunque normalmente hay muchos tipos de algas: pardas, rojas, azules o microalgas. Las algas pardas son las que más se usan, pero también se está utilizando mucho el sargazo, una macroalga flotante que forma colonias que llegan a cubrir grandes extensiones y se mueven de acuerdo a las corrientes marinas. Pero, independiente del tipo, las algas marinas, estas mejoran la absorción nutrimental de las plantas, principalmente del nitrógeno bajo estrés salino. Además, sirven para controlar fitopatógenos.
Mecanismos clave sobre los cuales actúan las algas marinas en las plantas (Modificado de Van Oosten, 2017).
“Las algas marinas nos ayudan a la apertura y cierre de estomas y esto es muy bueno en países como Colombia donde hay saturación de agua, porque permiten que siga habiendo una transpiración”, agrega Sánchez.
Por su parte, en los hidrolizados de proteínas, entran los famosos aminoácidos. Hay aminoácidos que sirven para generar raíces como el triptófano y la arginina; aminoácidos para combatir el estrés salino como la prolina; aminoácidos como la glutamina o ácido glutámico para estrés climático y la fenilalanina contra el estrés por plagas.
“Los aminoácidos, al igual que las algas marinas, son multifuncionales, ya que generan raíces, protegen a la planta contra las sales, el clima y fitopatógenos”, sostiene y subraya que un bioestimulante va a actuar solamente cuando la planta esté bajo estrés.
A todos ellos se suma la glicina betaína, que ayuda a mitigar el estrés abiótico, principalmente salino e hídrico, mediante el proceso de osmoprotección. Se ha demostrado su absorción y translocación vía raíces y hojas desde la primera hora después de su aplicación.
“Por eso destaco que sí es posible producir paltas en condiciones salinas, pero manejando drenajes, combatiendo sales y desestresando la planta con glicina betaína o con aminoácidos o algas marinas. Incluso podemos combinarlos, ya que no van a generar un problema en la planta”, añade. Así, por ejemplo, han empezado a combinar aminoácidos con insecticidas, aminoácidos con fungicidas y algas marinas con citoquinina. “Hemos notado que, cuando utilizamos aminoácidos con algún plaguicida se aumenta su eficiencia. Recuerden que cuando aplicamos un insecticida sintético es un estrés para la planta, entonces. Si lo combinamos con un aminoácido, estaremos ayudando a la planta a que no reciba ese estrés”.
Los microorganismos también son considerados bioestimulantes, ya que ayudan a eliminar especies reactivas de oxígeno, ayudan en la absorción de nutrientes y protegen contra el exceso de salinidad. Los ácidos húmicos sirven para potenciar la bomba de protones y son recomendados cuando la planta tiene poca raíz y cuando el clima no favorece. Son considerados como un enraizador biológico.
Mecanismos clave sobre los cuales actúan los ácidos húmicos y fúlvicos en las platas.
“La aplicación o combinación de ácidos húmicos y fúlvicos, extractos de algas marinas, aminoácidos, glicina betaína y microorgansimos edáficos, ayudan a minimizar la alternancia y a su vez, incrementan la productividad del cultivo de palta en condiciones de estrés biótico y/o abiótico”, finaliza el Dr. Sánchez, advirtiendo que es necesario que los productores sepan para qué sirven, cuándo aplicarlos y cómo aplicarlos.