Agricultura regenerativa: con el claro objetivo de regenerar el suelo y el entorno
Este tipo de agricultura ha ido tomando fuerza como una opción productiva sustentable. Recientemente, en Chile se ha formado el Grupo Fruticultura Regenerativa, con el objetivo de incorporar sus conceptos principales en la producción nacional. Al año 2030, un 30% de la superficie regada del país podría trabajarse de esta manera.
Cultivo entre hilera de mostaza en un huerto de uva de mesa, en Paine, Región Metropolitana, Chile. Foto: Rodrigo Sapiain.
La agricultura regenerativa es una tendencia mundial que de a poco ha ido llegando a Chile, potenciada por el deterioro de los ecosistemas y de la calidad de los suelos. De hecho, algunos estudios señalan que el 33% de la superficie mundial se encuentra moderada o altamente degradada. “Los suelos de mayor calidad (aquellos de clase I y clase II) ya se encuentran con medios o altos niveles de compactación y con otros problemas de degradación, lo que limita la cantidad y calidad de la producción agrícola”, afirma Pascal Michelow, especialista en cubiertas vegetales.
A partir de esta situación, varias empresas internacionales de alimentos están buscando alinearse con las exigencias del Pacto Verde Europeo, presentado en diciembre de 2019 por la Comisión Europea, y que busca impulsar medidas contra el cambio climático hacia el año 2030. Entre ellas, destaca la producción de alimentos bajo un manejo sustentable y regenerativo, que se preocupe de recuperar la salud del suelo. Se busca, de esta manera, reducir el uso de plaguicidas químicos en un 50% y de fertilizantes en un 20% con respecto al año 2020, aumentar la superficie cultivada en producción ecológica del actual 9% al 15% al 2030 y revertir la pérdida de biodiversidad.
El viraje internacional desde una agricultura convencional hacia una más sostenible llamó la atención de Antonio Gaete, asesor en producción orgánica y director de la empresa de I+D Sociedad Raíces, dedicada hace una década a buscar alternativas para una agricultura más sustentable en Chile y Perú. “Bajo ese concepto, todos nos tenemos que alinear en lo que el mercado está solicitando, que es una agricultura más regenerativa. Con ella, los canales de distribución son más eficientes y fáciles, posicionando los productos en cadenas de distribución económicamente más atractivas”, afirma.
“A los consumidores no les interesa solamente que la fruta tenga calidad y sabor. También les interesa el proceso por el cual esta fruta se produjo. El ser eficiente en gestión de las huellas del agua y del carbono puede ser un ítem que defina qué fruta ingrese a un supermercado o a otro. Hay cadenas como Walmart que están hablando de agricultura regenerativa y probablemente va a ser un requerimiento para la fruta que llegue a sus tiendas”, comenta Rodrigo Sapiain, asesor especialista en uva de mesa y fundador y director de AIN Consultores, empresa dedicada a la gestión y manejo frutícola.
Hace aproximadamente un año, Sapiain comenzó a adentrarse en el concepto de agricultura regenerativa, basada en la filosofía de ‘holistic management’ (manejo holístico), desarrollada por el naturalista nacido en Zimbabwue, Allan Savory. Se unió a la Asociación de Viticultura Regenerativa, impulsada por Miguel Torres –director general de Familia Torres, una de las bodegas productoras de vino más importantes a nivel mundial, que cuenta además con viñedos en Chile– y formada en 2021 para promover prácticas sustentables, y facilitar el intercambio de experiencias y conocimientos en esta materia.
Fue ahí donde Sapiain conoció al agricultor catalán Francesc Font, fundador de la Regen Academy de Agricultura Regenerativa y autor del libro “Arraigados en la Tierra: propuestas para una agricultura regenerativa”. Empezó a profundizar en conceptos y prácticas para regenerar los suelos y reducir la erosión, potenciar la biodiversidad de los viñedos, contribuir a la producción de alimentos saludables y libres de tóxicos, disponer de cubiertas vegetales y usar productos orgánicos, entre otras. Comenzaron desarrollar juntos algunos proyectos “y el tema de la agricultura regenerativa comenzó a reventar por todos lados”. Decidió, entonces, unir ideas con Antonio Gaete para aplicar este nuevo concepto en la producción frutícola de Chile.
LA AGRICULTURA REGENERATIVA BUSCA UNA BIORREMEDIACIÓN DE LOS SUELOS
Si bien la agricultura orgánica fue un primer paso en la industria para desarrollar una agricultura más sustentable, plantea algunas restricciones para la producción: prohíbe usar algunos productos que en ciertas agriculturas sustentables sí se pueden emplear –como los nitratos– y establece una estricta normativa para el uso de determinados insumos, pero con resultados que, en muchas ocasiones, no son los deseados. “No muchas veces un manejo orgánico es eficiente”, sostiene Rodrigo Sapiain.
Frente a esta situación, la agricultura regenerativa es una filosofía de trabajo con un enfoque distinto. “Busca un manejo productivo global que sea sustentable desde el punto de vista de la fertilización, del manejo fitosanitario y del control de malezas. Trata de recuperar la salud y aumentar la vida del suelo, usándolo para capturar carbono y para neutralizar la huella de carbono”, explica Antonio Gaete. “Tiene el objetivo de hacer una biorremediación de los suelos y manejarlo con el componente biológico como pilar fundamental, asumiendo también el uso de cubiertas para fijar carbono bajo la tierra”, puntualiza Sapiain.
La mejora en la estructura y porosidad del suelo, ayudar a la exploración de las raíces. Foto: Pascal Michelow.
Consiste en “meterle cabeza” y ciencia a las prácticas sustentables. “Ya no se trata solo, por ejemplo, de colocar cubiertas vegetales por un cierto romanticismo, sino porque otorgan ciertos beneficios a suelos que son capaces de revivir cuantitativa y cualitativamente en microbiología, lo que también ayuda a la sanidad de los huertos”, apunta Pascal Michelow.
En la práctica, la agricultura regenerativa implica un profundo trabajo de I+D para mejorar la salud de los suelos. En Sociedad Raíces realizan análisis nutricional, de masa microbiana, y de metagenoma para ver el aumento de la salud de los suelos, la distribución de los microorganismos y su eficiencia en las sucesiones microbiológicas. Además, efectúan análisis de los microorganismos presentes en las cadenas y rutas enzimáticas, metabólicas o nutricionales.
A su vez, en el manejo fitosanitario busca entender la biología de las plagas y los ciclos de las enfermedades, con el fin de efectuar manejos más eficientes. “No se trata de apagar incendios, sino de realizar manejos preventivos que tengan un control eficiente y el menor impacto sobre el medio donde se está produciendo”, comenta Antonio Gaete.
CLAVES DE FERTILIZACIÓN Y USO DE COBERTURAS
“En fertilización, desde el punto de vista del nitrógeno, hemos evaluado cómo se comportan los guanos, la urea, las bacterias fijadoras de nitrógeno, nitratos y los aminoácidos. Todos son fuentes de nitrógeno, pero la gran diferencia es cuál es más eficiente y con cuál gasto menos energía al metabolizarlo al interior de la planta”, agrega el director de Sociedad Raíces.
Así, por ejemplo, al efectuar un manejo regenerativo de un cultivo con 25 unidades de nitrógeno a nivel de suelo, cuando se precisa aportar 60 unidades y se cuenta con stock de nitrógeno, Gaete recomienda utilizarlo, pero complementándolo con un aminoácido para que sea más eficiente su asimilación por parte de la planta, lo pueda mover a nivel de la estructura y, además, lo deje alojado en reservas de energía.
Otra de las herramientas claves en la agricultura regenerativa son las cubiertas vegetales, las cuales otorgan múltiples beneficios a los huertos. “Corresponden a los cultivos sin fines comerciales que se producen en el huerto, para generar propiedades benéficas en el suelo o ecosistema”, define Pascal Michelow. Ayudan a captar carbono, fijar nitrógeno, descompactar, mejorar la estructura y porosidad del suelo, controlar malezas y aumentar la microbiología, entre varios otros beneficios. “Mejoran la oxigenación, la estabilidad de los agregados, la tasa de infiltración y la difusión de gases. Con todo eso, se mejoran propiedades químicas y biológicas del suelo”, agrega la ingeniera agrónoma.
Control de malezas (correhuelas), utilizando cubiertas vegetales, para disminuir uso de químicos. Foto: Pascal Michelow.
Las viñas viníferas son los cultivos donde hay más experiencia en su uso en Chile y de a poco se han ido sumando otros como avellanos y cerezos. Sin embargo, más allá del tipo de cultivo, “lo que importa es que hay que tener convicción”, afirma Michelow. Es lo que sucede ante la falta de precipitaciones, situación que ha sido recurrente en varias zonas del país en los últimos años. “Muchos agricultores llegan y colocan cubiertas, pero no llueve o llueve poco y no les funcionan. O hay otros motivos como, por ejemplo, que se sembró mal la cubierta o se hizo con una especie que no era la correcta. Y ese agricultor queda frustrado por una mala experiencia”, sostiene.
Cubierta vegetal en huerto de avellano, Región de Ñuble. Foto: Pascal Michelow.
Qué cubiertas utilizar y en qué cantidad depende de diversos factores y objetivos (aumentar productividad, ahorrar en insumos, etc.). Por ejemplo, en avellanos y otros cultivos que emplean cosecha mecanizada, disturbar mucho el suelo pueden dificultar la estabilidad o el paso de las máquinas. En estos casos, se limitaría el uso de materia seca y se tendrían que buscar especies que puedan degradarse más rápido o no generar rastrojos. En tanto, los cerezos enfrentan dificultades como el ubicarse –en varios casos– en zonas de poca pluviometría. “Casi todos esos productores buscan algún pasto perenne en la entrehilera, que permita disminuir el polvo en suspensión y el tránsito de maquinaria en invierno, y eso requiere lluvia”, apunta la especialista en cubiertas verdes.
Manejo de vegetación espontánea en viñedo en Santo Domingo. Foto: Pascal Michelow.
Una de las claves, señala Antonio Gaete, es que el área de las cubiertas vegetales sea acotada, de manera de no competir con el cultivo por los recursos hídricos y los fertilizantes. También es importante hacer hincapié en las mezclas a utilizar como cubiertas. En estos últimos años, en SG 2000 están incorporando leguminosas, ya que fijan nitrógeno y plantean una alternativa frente al encarecimiento de los fertilizantes NPK. En tanto, las brassicas como la mostaza han mostrado ser buenas para romper suelo.
GRUPO FRUTICULTURA REGENERATIVA
En nuestro país, el manejo holístico inspirado por Savory se estaba aplicando en ganadería en el sur de Chile y en viñas como Miguel Torres y Montes. Pero no en la producción de fruta fresca. Y es que, si bien algunas prácticas como las coberturas vegetales son habituales en viñas viníferas, no son tan corrientes en otros frutales.
Es justamente en estos cultivos donde esta filosofía es más fácil de aplicar, ya que, al tener menos rotaciones, se mueve y se degrada menos la materia orgánica del suelo. “En avellanos, arándanos o uva de mesa, el único movimiento que se hace es en la entrehilera, que es donde hay que evitar hacer esos movimientos para poder establecer cubiertas vegetales”, dice al respecto Antonio Gaete.
De izquierda a derecha: Rodrigo Sapiain, Pascal Michelow y Antonio Gaete.
Gaete y Sapiain decidieron formar un grupo en Chile para incorporar los conceptos de la agricultura regenerativa a la producción de fruta. Pensaron, entonces, en buscar la colaboración de personas que trabajaran o estuvieran relacionadas de alguna manera con esta forma de trabajo, con la idea de difundirla y armar proyectos que permitieran aplicarla. Fue así como en agosto de 2022 invitaron a sumarse a Pascal Michelow, Eduardo Donoso, Fiorella Gattini, María Paz Rosés y Fernanda Álvarez.
“Es un grupo ‘multifacético’. Todos trabajamos en aspectos distintos, lo que nos permite abordar los problemas con diferentes focos, junto a profesionales en un nivel técnico en el que se pueden tener discusiones interesantes”, dice Pascal Michelow. Son, dice Sapiain, una suerte de ‘Siete Fantásticos’, cada uno con un ‘poder especial’: Michelow en cubiertas vegetales; Donoso en control biológico; Gaete en asesoría orgánica; Rosés en nutrición; Gattini en fitosanidad; Álvarez en gestión de proyectos; y Sapiain en viticultura.
La idea del este Grupo Fruticultura Regenerativa –que, en realidad, todavía no tiene un nombre formal– es mostrar los beneficios que plantea esta opción sustentable en el mediano plazo, como la disminución del uso de fertilizantes y de agua. “Nuestro desafío es validarles a los productores que, con este manejo, van a tener el mismo resultado productivo o mejor y con un uso de recursos menor que el actual”, dice Rodrigo Sapiain.
SUMAR PREDIOS
Sin embargo, el discurso regenerativo podría ser difícil de asimilar para rubros como el de la uva de mesa, complicado en Chile por las complejidades en los fletes internacionales, la baja de precios, la demanda por nuevas variedades y la aparición de competidores que acortan las ventanas de exportación. “En la fruta de exportación hay una obsesión porque no haya ninguna maleza o planta que no sea el cultivo principal”, apunta Sapiain, lo que culturalmente complica la incorporación de algunas prácticas como el uso de cubiertas vegetales.
Vegetación espontánea y flores para aumentar diversidad en viña. Foto: Pascal Michelow.
Pero, por otro lado, podría plantear una ventaja comparativa frente a productores. De hecho, los miembros del Grupo Fruticultura Regenerativa no ven que esta sea especialmente complicada de implementar, requiriendo transiciones de tres años como ocurre con los huertos orgánicos. “En general –sostiene Rodrigo Sapiain– en la fruticultura de exportación hay más excesos que deficiencias. Se hace todo un poco más pasado, por lo que no debiera haber mermas productivas”. En síntesis, al mejorar las soluciones nutritivas, reducir las fertilizaciones o las aplicaciones de insecticidas, se obtiene un ahorro de insumos.
¿Cómo transformar un huerto tradicional a uno regenerativo? Lo primero –responde Gaete– es hacer un diagnóstico de la situación del predio desde el punto de vista nutricional, fitosanitario y del manejo de malezas. Posteriormente, se deben implementar herramientas más eficientes de manejo regenerativo. Después viene el cálculo de la huella de carbono y de la huella hídrica para, de acuerdo a estas cifras, establecer acciones que permitan avanzar en la implementación de este sistema.
El Grupo Fruticultura Regenerativa ya está trabajando en incorporar esta filosofía productiva en los huertos que asesoran sus integrantes. En uva de mesa, en la zona de Ovalle, la Agrícola Angostura está llevando a cabo un sistema de producción sustentable, que se enfoca en hacer más eficiente la fertilización y con manejos fitosanitarios que vayan en la línea de llegar con la menor cantidad de moléculas activas a la cosecha.
Uva de mesa bajo manejo regenerativo, Región de Coquimbo, Chile. Foto: Sociedad Raíces.
La Sociedad Raíces asesora también a Agrichile, del Grupo Ferrero, para sus cultivos de avellano europeo en las regiones del Maule, Ñuble y de la Araucanía. En ellos emplearon herramientas regenerativas para aumentar o retener materia orgánica en los suelos, según las necesidades de los predios. Además, en el control de plagas y enfermedades incorporaron estaciones experimentales para realizar manejos eficientes.
Avellanos europeos bajo manejo regenerativo, Región del Maule, Chile. Foto: Sociedad Raíces.
La Asociación de Viticultura Regenerativa será un ejemplo a seguir para el Grupo Fruticultura Regenerativa, en la implementación de la Certificación Internacional RVA (Regenerative Viticulture Alliance), en conjunto con la Regenerative Viticulture Foundation, que entrará en vigor a comienzos de 2023. La naciente agrupación chilena también quiere apuntar en esta dirección. Aunque, más que sumar un cúmulo de reglas a cumplir, lo que le importa es instalar esta filosofía de trabajo para la producción agrícola.
“Necesitamos productores que se atrevan a jugársela con este modelo, para avanzar más rápido. Agricultores que estén convencidos de que deben tener alternativas de comercialización más eficientes, buscando mejores opciones dentro de sus manejos productivos”, dice Sapiain. En este sentido, una de las claves está en convencer a los asesores. “Cada asesor cree o no, prueba o no prueba, y eso es lo que les transmite a los campos”, afirma Pascal Michelow. Así las cosas, el grupo aspira a que, para el año 2030, un 30% de la superficie frutícola regada de Chile tenga incorporada la agricultura regenerativa.
SE VIENEN UNA SERIE DE EVENTOS
Con todo, las primeras actividades más formales del grupo, especialmente de difusión, se llevarían a cabo entre fines de 2022 y comienzos de 2023. Sus miembros esperan organizar pronto algunos seminarios y un Simposio de Agricultura Regenerativa en Chile, que semeje de alguna manera los dos ya realizados por la Asociación de Viticultura Regenerativa en Europa.