Determinan impacto y definen el uso de manejo integrado para Neosilba pendula
En un inicio, la confundían con mosca de la fruta (Ceratitis capitata). Tras advertir la diferencia, desarrollaron una estrategia de control integrado. Aquí los resultados.
La mosca barrenadora de los frutos Neosilba pendula apareció sin que la advirtieran como tal en ensayos de cultivos orgánicos de la Facultad de Agronomía de la Universidad Privada Antenor Orrego (UPAO), de Trujillo. “Teníamos algunas áreas de ajíes, que comenzaron a ser infectadas por la mosca. Investigamos y no era mosca de la fruta”, cuenta Juan Cabrera La Rosa, entomólogo y profesor de la UPAO y autor del estudio junto al ingeniero Armando Rebaza Wu. Fue el taxónomo colombiano Takumasa Kondo de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Corpoica) quien los ayudó a identificarla. Entonces, supieron que la mosca ya había sido reportada en 2009 en Perú. Quisieron ir por más y se fueron a campos de las zonas de Santa (Ancash), Virú (La Libertad) y Chiclayo (Lambayeque). Recolectaron 72 muestras, entre híbridos de pimientos y blocky peppers o California, que les permitieron estudiar la incidencia del insecto. Así observaron que entre los primeros, en páprika, estaba presente en un 78%; en jalapeño, 76.5%; y en ancho, en 75.4%. Entre los segundos, en 82.6% en los cultivares Archimedes, 80.7% en Magistral y 78.9% en Corsario.
Asimismo, los especialistas de la UPAO concluyeron que la mosca causaba tres tipos de impactos: un mayor aborto y caída de frutos; dañaba la calidad, atrayendo y asociándose a otros insectos y patógenos como Pseudomonas fluorescens, Erwinia carotovora y E. Chrysanthemii; y generaba menores rendimientos en campo, con hasta 40% de descarte. “Es bastante oportunista. Aprovecha los frutos alrededor y si hay frutales con problemas de mosca de la fruta, incluso puede desplazarla”, señala el profesor y comenta que la mosca suele hospedarse en malezas como Momordica charantia.
PROPONEN MIP COMO ESTRATEGIA DE CONTROL
La investigación de Cabrera y Rebaza no terminó en la identificación del insecto. Su segundo objetivo fue definir una estrategia de control fitosanitario, justamente para evitar que se confunda a N. pendula con mosca de la fruta (Ceratitis capitata) y se vuelva más importante que esta última. “El control de la mosca de la fruta está basado en trampeo, proteína hidrolizada y feromonas sexuales, que son específicas en cada insecto. En este caso, si los están dirigiéndolo a mosca de la fruta, N. pendula no va a caer. Por eso, buscamos otras sustancias que ayuden a atraparla”, sostiene.
La estrategia que diseñaron está basada en tres pilares. El primero es la recolección de frutos infestados. Para lograr interrumpir el ciclo de vida del insecto es necesario estar atento al proceso de toma de color del fruto, que es verde en todo momento. “Si se hace una evaluación más cuidadosa de la coloración del pedúnculo y se observa que está amarillento, hay que arrancarlo”, advierte, aclarando que se trata de un indicio de la larva de antenas negras (ver foto comparativa). Con dos pasadas por semana, especialmente durante el pico de cosecha, es posible proteger la plantación al 70%, afirma. El segundo pilar consiste en la instalación de trampas Mc Phail con levadura torula para reducir la presencia de insectos adultos. Los investigadores sugieren colocarlas apenas se siembran los pimientos y mantenerlas de forma semanal. El tercero es fumigar con insecticidas selectivos cada dos semanas elaborados a partir de la fermentación del hongo actinomiceto Saccharopolispora spinosa. Este método redujo en 95% el número de adultos.
En la UPAO proyectan seguir explorando más soluciones. “Esto fue lo primero que trabajamos. La investigación no ha terminado. Tenemos que buscar sustancias más específicas”, proyecta Cabrera y agrega que en la Universidad Nacional Agraria La Molina les han pedido que estudien asimismo el grado de incidencia de la mosca en ajíes nativos. “Es interesante porque los registros en la literatura señalan que la mayor cantidad de especies de esta mosca está en Brasil. Y esa es una zona amazónica”, dice. Pero ese no es el mayor desafío que plantea N.pendula. El mayor es, subraya Cabrera, la falta de reconocimiento del fruto infestado en el momento oportuno. “Se ignora el problema hasta que se tiene el daño, cuando ya es muy tarde para poder reaccionar”, alerta.