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Otros países de la región se han sumado al negocio

Perú ya no corre solo en la producción de banano orgánico

Históricamente, la producción de banano orgánico en Perú ha estado en manos de pequeños productores, sin embargo, este es un negocio que también interesa a las grandes empresas, que han instalado modernas fincas en Piura. El negocio está cada vez más apretado, y no es por la competencia interna, sino por la aparición de nuevos jugadores en la región que, a diferencia de nosotros, están mejor organizados y más cercanos al hemisferio norte -donde están los principales compradores de la fruta tropical- hasta donde llegan con menores costos logísticos y operativos.

14 de Noviembre 2018 Equipo Redagrícola
Perú ya no corre solo en la producción de banano orgánico

Marienella Ortiz

El valle del Chira, en la provincia de Sullana, Piura, es considerado por todos los expertos que lo visitan como la zona productora por excelencia de banano orgánico. Y las razones son dos: su buen suelo y un privilegiado clima que, con una humedad relativa por debajo del 85%, en esta zona no hay presencia de la temible Sigatoka Negra, enfermedad que puede afectar gravemente el cultivo en países con clima más tropical. Gracias a esta ventaja, los productores locales se consolidaron como uno de los principales proveedores de fruta orgánica durante los últimos 15 años. Sin embargo, esto ya no es suficiente, porque otros países de la región como Ecuador, Colombia, República Dominicana y, recientemente, México, han logrado producciones orgánicas que han puesto en los mercados a precios competitivos, captando la atención de los grandes comercializadores globales de esta fruta.

Nelson Núñez, asesor externo del área de Producción de BOS Salitral.
José Antonio Ferreira, gerente de Agronegocios Los Ángeles.

“La demanda mundial bajó este año para Perú; debemos prepararnos para ser competitivos”, advirtió un operador comercial que ha sido desde sus inicios un actor privilegiado del crecimiento del sector exportador bananero. Razón no le faltaría. Si se observa lo que está haciendo el primer exportador de banano orgánico del mundo, República Dominicana, se verá que al finalizar este año su fruta orgánica crecerá de un 63% hasta un 83% del total de producción, quedando solo un 17% para la producción convencional. Se trata de plantaciones nuevas con un mayor potencial productivo, recambio que fue casi obligatorio tras el paso de dos huracanes hace un par de años.

Igualmente, Ecuador y Colombia  han seguido el camino de la reconversión de las plantaciones convencionales a orgánicas y sus precios suelen estar entre US$2 y US$3 menores a la fruta peruana, cuyo precio está por encima de los US$12. En tanto, en el valle de Colima, en México, se han instalado 3,000 nuevas hectáreas de banano, todas con certificación orgánica. La ventaja de esta nueva oferta es que se encuentra a escasas horas de la frontera de EEUU, reduciendo sus costos logísticos. Por contrapartida, la fruta peruana va en barco y tardando siete días para llegar al puerto de Los Ángeles.  Adicionalmente, las operaciones (Ecuador, Colombia y México) en estos países se realizan en fincas más modernas y no están tan atomizadas como la producción peruana.

Con más fruta de distinto origen en el mercado mundial, algunos pequeños productores comentan que esto ya se estaría reflejando este año en el precio que reciben por los bananos. Si hasta hace poco los productores recibían US$6.5 por caja en campo, hoy estarían recibiendo solo US$5. El mayor temor es que los volúmenes de pedidos también caigan durante el 2019. Un factor que intensifica este nuevo escenario es que durante este año no hubo fenómenos climatológicos que regulasen de manera natural la oferta global, sobre todo, de Centroamérica. Los expertos advierten el panorama que se espera para 2019: un incremento en las producciones de la región.

1. Luz Elena Francia González es socia fundadora de BOS Salitral, con un campo de 0,75 ha de bananos con una antigüedad mayor a los 20 años. Produce unas 100 cajas de banano cada 15 días. A comienzos de octubre estaban haciendo la limpieza de su campo para empezar a abonar a la espera que llegue el agua el fin de semana. 2. ANTES DE ENTRAR A PROCESO. Racimos esperando entrar a la empacadora. Las asociaciones de productores desean la construcción de mega empacadoras para trabajar como lo hacen las grandes empresas. 3. PLANTÍOS NUEVOS. Muchos campos tienen más de veinte años de anitgüedad, por ello es que se está iniciando un recambio de las plantaciones.


 

“Hemos recibido 20% menos de pedidos este año”

“En vez de cuatro contenedores, este año hemos recibido pedidos por solo tres contenedores a la semana. Esto significa que tendremos que llevar un poco de fruta al mercado interno, para no perder”, sostiene Ángelo Núñez, asesor externo en el área de producción de la asociación Bananeros Orgánicos Solidarios (BOS), sobre el pedido de un importante comercializador con el que trabajan. En total, ellos venden a la semana un promedio de ocho contenedores a distintos comercializadoras, entre ellos, Chiquita Brand y Port International.

De acuerdo a la información que ha recibido, este recorte de pedidos se debe al ingreso de otros jugadores internacionales. “Los productores de Ecuador, México y Nigeria están entrando a producir orgánico. Incluso Colombia está certificando con Comercio Justo. La competencia tiene que ver con los tiempos de llegada de la fruta y nosotros estamos más al sur. Y, es más barato para ellos. Esta es una razón por la que este año hemos percibido una reducción de los pedidos de 20% de fruta”, comenta para luego agregar que en las siguientes semanas (la entrevista se realizó a mediados de octubre) se comenzarán a firmar los contratos de compra para el 2019. “En noviembre fijamos un precio promedio de fruta. Esto es lo que estamos hoy trabajando con las comercializadoras. En base a estos contratos, se destinará nuestra producción estimada para los clientes”, explica.

Núñez se desempeña desde hace unos cinco años como asesor de la asociación Bananeros Orgánicos Solidarios (BOS), ubicada en el distrito de Salitral (Sullana).La asociación seconformó hace 15 años con el objetivo de iniciar las exportaciones. En la actualidad, cuentan con 659 socios que equivalen a 580 ha. Todos son pequeños productores con menos de 1 ha y unos pocos se acercan a las 5 ha, con plantaciones que tienen una antigüedad promedio de 20 años.

Si bien observa que hay un tema internacional, al asesor también le preocupa la competencia interna con las grandes empresas. “Los fundos como San José, Río Verde, Rapel, Ecoacuícola, siguen creciendo en número de hectáreas. Estos utilizanriego tecnificado y megaempacadoras. Esta es una realidad distinta que abarata mucho sus costos”, dice.

¿Una camino para seguir compitiendo en el negocio del banano? Para el asesor habrá que buscar más certificaciones. Por lo pronto, la asociación que asesora ha hecho una cuantificación de su huella de carbono para dejar claro que no contaminan cuando producen el banano. En base a ello, estarían próximos a anunciar una nueva certificación relacionada al cambio climático.

Sin embargo, Núñez es consciente que hay otras cosas que necesitan hacer las asociaciones de pequeños productores y una de ellas es compactar zonas geográficas,mediante bloques que se ocupen de los procesos productivos y de comercialización. “Por ejemplo, en Salitral somos unas cuatro o cinco asociaciones y lo ideal sería unirnos en un solo bloque; lo mismo en Querecotillo y en Marcavelica; de tal manera, que en cada zona se tenga una megaempacadora, para poder pelear por un precio más beneficioso. Este es un tema de gran preocupación entre todos los socios, pues más del 95% de las personas que viven en Salitral se mantienen directa o indirectamente del banano”, indica.

En temas de productividad, la asociación produce un promedio de 1,500 cajas/ha, pero el objetivo es tomar algunas acciones para superar ese pobre indicador. “Tenemos la meta de llegar entre 2,200 y 2,500 cajas/ha en tres años con capacitaciones a los agricultores, poniendo los fertilizantes y foleares necesarios y que sean orgánicos. Para esto, estamos buscando financiamiento de entidades del gobierno para hacer un estudio de suelos, con el fin de saber qué fertilizantes y que materia orgánica requiere el suelo donde estamos asentados”, explica.Durante la primera semana de octubre, un gran número de racimos estaban enfundados con la cinta azul, lo que quiere decir que en 12 semanas serían cosechados.

EL VALLE NO SE DESARROLLÓ SOLO

Para el cierre del 2018, el Perú calcula un volumen de exportación de 13,5 millones de cajas de banano orgánico cuando hace unos cinco años atrás se llegaba a las 9 millones de cajas, es decir, un crecimiento del 50%. La superficie de bananos certificados como orgánico llega a las 8,000 ha Perú, que están en manos de unos 10,000 productores, es decir, 0.8 ha por cada productor. Sin embargo, este es un negocio que también interesa a grandes empresas. A día de hoy, el proyecto más grande es de 453 ha y corresponde a AgroAmérica, una compañía de origen guatemalteco. A ella le siguen en tamaño Agrícola San José con 175 ha; Rapel, que acaba de instalar 150 ha, Agronorte con 100 ha y Musterion con 80 ha.

Sin embargo, todo este desarrollo bananero fue progresivo de la mano de importantes firmas comercializadoras. Dole Food Company fue, junto con el gobierno de turno, el responsable de la exportación de la primera caja exportada de banano orgánica a comienzos del 2000. Durante los últimos 18 años, esta firma global lideró el proceso de organización de las asociaciones en el Valle del Chira, así como el trabajo laborioso de capacitación para que los productores pasaran de un manejo casi silvestre de las plantaciones  -destinadas al mercado interno en un primer momento- a uno más profesional, que implicaba, por ejemplo, a aprender hacer el enfunde del racimo. Incluso, hasta el 2008, la misma empresa compraba el racimo desde el árbol, asumiendo el costo del corte y procesamiento de la fruta. Esto ahora lo realizan las propias asociaciones de productores.

En cuanto a la compra de la fruta, Dole tiene un área de influencia de 2,500 a 3,000 ha en la zona norteña del Perú, que abarca la comercialización con aproximadamente 4,000 productores. Adicionalmente, Dole instaló su propia finca de 160 ha, mediante la compañía subsidiaria Copdeban.

El resto de comercializadoras que han aparecido en los últimos cinco años no están afincadas en Piura y, usualmente,  trabajan con representantes locales que se responsabilizan de la compra de fruta con estándares de calidad de exportación. Ese es el caso de Chiquita Brands International ,que se asoció con la firma local Agronegocios Los Ángeles, cuyo gerente es José Antonio Ferreira, un ingeniero agrónomo de origen colombiano con 22 años de experiencia en este cultivo. Desde el 2013, Agronegocios Los Ángeles se dedica a consolidar la fruta de 20 proveedores, 14 de los cuales son asociaciones de pequeños productores y 6 son fincas grandes. Además, tiene un par de fundos propios que suman 70 ha. Este año proyectan exportar 2,5 millones de cajas con destino a EEUU, el 90% de ellas a través de Chiquita.

Otras operadoras como Port International, Pronatur y AgroFair también compran fruta a los pequeños productores y destinan la carga a los mercados de Europa. Lo destacable de todas estas empresas en el país es que adquieren fruta las 52 semanas del año, gracias a la firma de contratos anuales para fijar precios y volúmenes estables. Además, estas grandes firmas pagan la mercadería a precio FOB.

PROBLEMAS DE RESIDUOS EN ALEMANIA Y HOLANDA

La mayor presencia de estas comercializadoras internacionales en los valles bananeros del país originó un ‘boom’ de precios y pedidos en los últimos tres años. Si bien generó gran flujo de compras, también trajo como consecuencia desorden e informalidad en un sector de pequeños productores que, como relatan los expertos, han venido descuidando temas de calidad.

Según comenta Ferreira, al menos 30% de contenedores de banano orgánico han registrado presencia de trazas de químicos en los puertos de Alemania y Holanda, durante este año.  Por esta razón, los controles sanitarios en Europa tienen la orden de abrir cada contenedor de Perú para hacer un rastreo de químicos, medida que no solo eleva el precio del contenedor, sino que afecta la imagen del Perú como proveedor de calidad de banano orgánico.En su caso puntual, dice que no han tenido este tipo de problemas, porque los protocolos de Chiquita son muy estrictos y deben sacar muestras de los campos de los proveedores cada tres meses para que la fruta pueda ser exportada a EE UU.

¿LOS GRANDES DESPLAZARÁN A LOS PEQUEÑOS?

Sobre si la creciente instalación de fincas más modernas en las zonas productoras de Piura generará un repliegue de los pequeños productores, los voceros de las comercializadoras han dejado en claro que se quedarán quienes hagan las cosas bien, sean grandes o pequeños. Sobre este aspecto particular, Ferreira explica que el Perú, en su conjunto, debe ser una opción viable para los supermercados que quieren fruta de calidad y a un precio competitivo.

Con una mayor oferta en otros países es menos probable que los precios se mantengan al mismo ritmo. La intención de las grandes firmas comercializadoras es que eso se mantenga, por ello es que realizan esfuerzos e invierten en la capacitación de los pequeños productores.

Si bien en los campos pequeños ya aprendieron a enfundar la fruta y a empacar en cajas de cartón, todavía hay aspectos que se les escapan de la mano, en especial, en la contabilidad de su propia fruta, y que serán cada vez más relevantes a la hora de elegir proveedores grandes o pequeños. “Cuando firmas un contrato por determinado volumen, por ejemplo, un contenedor, cuando nos tienen que entregar la fruta, hay veces en que solo tienen medio contenedor o, por el contrario, tienen más contenedores y quieren que nos hagamos cargo de todo. Yo les explico que eso no es posible que el contrato se debe respetar”, refiere Ferreira.

¿Por qué ocurre esta aparente falta de seriedad del productor? En muchos casos, en los huertos se enfunda la fruta pero no se coloca la cinta que  orienta sobre la edad del banano. Diferentes colores se usan para saber cuándo parió la madre al hijuelo, cuándo fue enfundada y cuándo será cosechada, así como tampoco se lleva la contabilidad de la fruta que hay en el racimo y la que se cosechó para llevar a la empacadora. Ocurre que se han registrado casos en que la fruta maduró en el camino, porque se cosechó en una fecha que no era la adecuada. Entonces, si no tienen una contabilidad del volumen de fruta, no pueden garantizar un volumen estimado para la venta actual ni futura. Este es un tema pendiente entre algunos productores, según explica Ferreira, quien hace hincapié en que si no manejan estos conceptos básicos menos será posible que puedan adaptarse a la Ley FSMA de inocuidad alimentaria en EE UU que, entre otras cosas, plantea que hacia el 2020 se pueda usar solo agua de pozo profundo y no de un canal, como ocurre en Piura. Con ello se busca descartar la presencia del Escherichia coli.

A su entender, los pequeños productores pueden seguir en el negocio, siempre que se pongan ‘serios’. Una opción es que se mantengan con determinas certificaciones, como la de Comercio Justo, que no resulta atractiva para las grandes fincas, porque está enfocado más en el desarrollo de los pequeños productores. Considera que aún se puede mantener por muchos años el liderazgo de Perú en banano orgánico si se mejora la productividad de los campos que deberían alcanzar las 2,500 cajas/ha pero solo llegan a 1,500 cajas/ha, junto a otras medidas como una renovación de los huertos más antiguos y un mejor manejo del riego. A todo ello se debe sumar una reducción de los costos productivos que, en el caso de los pequeños, son tres veces más que en una finca moderna. El futuro del sector dependerá en gran parte de ello. 


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