Nuevas alternativas, nuevos retos productivos
En el país, buena parte de la transformación productiva la han hecho las propias empresas agroexportadoras que, tras las primeras evaluaciones en campo y, luego de los primeros resultados, se han lanzado a una aventura productora y exportadora. El último ‘boom’ tiene nombre: arándano, pero ya se están buscando nuevas alternativas de producción. Hay muchas, y ya hay empresarios que están realizando ensayos con nuevas alternativas de frutales. Solo el tiempo dirá cuál o cuáles tendrán cabida en los mercados.
Renato Manrique
Tras los arándanos, el último ‘boom’ agroexportador del Perú, la industria agrícola, sigue en la búsqueda de nuevas alternativas frutícolas que permitan ampliar la canasta exportadora. Hasta hoy, este ha sido un trabajo que han realizado los empresarios del país. Al menos, esa fue la apuesta de los primeros ‘pioneros’ que se atrevieron con la baya de color azul, aunque mucho antes había sido el turno de otros frutales, por ejemplo, la palta. Para el consultor internacional de agronegocios y fruticultura, Odilo Duarte, los buenos tiempos del ‘boom’ agroexportador podrían terminar si no se piensa seriamente en diversificar la lista de productos con nuevas alternativas frutícolas. En tal sentido, asevera que básicamente el Perú exporta cuatro frutales y que los mercados no estarían respondiendo en forma satisfactoria. “En el caso del mango, los precios no son súper atractivos, pero todavía es algo respetable. Con palta estamos creciendo más que la demanda mundial”, sostiene sobre un producto que vio una fuerte caída de precios la campaña pasada, a raíz de la sobreproducción.
“Me da la impresión que siempre estamos pensando en los productos más visibles y nos quedamos con lo conocido”, analiza Duarte y enfatiza que el gobierno, a través del INIA, debería realizar más investigación en nuevos cultivos, como sí se hace en otros países, donde centros de investigación hacen pequeñas pruebas que permitirán luego dar al agricultor ciertas pistas de que ese cultivo puede tener un alto rendimiento.
Asimismo, acota que las empresas solo se animan por aquello que es atractivo, económicamente hablando. Y a este ‘club’ se han unido los arándanos. “Se deslumbran con los precios y empiezan a hacer cálculos, pero esto puede variar en el futuro. Las empresas grandes deben pensar en tener un pequeño apéndice que haga investigación y desarrollo. Algunas lo tienen, pero no en forma sistemática, ya que contratan a un ingeniero que está y no está en el asunto”, advierte.
A LA ESPERA DE LAS CEREZAS
Tras el ‘boom’ del arándano en Perú, no son pocos los que andan detrás de un cultivo que dé altas rentabilidades. Parece ser que el escogido es el cerezo, que en Chile se ha asentado en la zona central, pero que, desde hace unos años, se está cultivando en el sur, buscando producciones más tardías. Duarte explica que se hicieron algunas importaciones de plantas, pero las ha detenido Senasa por presencia de virus en ellas. “En el vivero que tenemos hemos conseguido la representación de la empresa californiana Zaiger Genetics que tiene variedades de cereza con bajos requerimientos de horas frío”. Sin embargo, el experto añade que estas no han podido ser introducidas en cuestiones sanitarias, desde el 2012, año en que consiguieron la representación. El tema no es menor, teniendo en cuenta que la mayoría de las variedades tienen mayores requerimientos de horas frío, como sí son muchas de las que se cultivan en Chile.
Según explica Duarte, Perú deberá esperar unos cinco años, antes de que se permita el ingreso de las plantas, aunque una vez que se resuelva ello, no significa que al día siguiente Perú estará embarcado en su producción. “Debemos estudiar muchos otros temas. Por ejemplo, qué portainjerto es el mejor para la variedad, cómo se deberá hacer la poda o cuál es el mejor sistema de conducción”, precisa.
Las zonas del país donde se podría producir cereza serían de Lima hacia el sur. El consultor indica que además se podrían realizar ensayos en la zona de Trujillo, aunque subraya que, de preferencia, y por cuestiones climáticas, es mejor realizarlos de Lima hasta el sur, en las quebradas, que son valles estrechos que suben a Los Andes, donde hoy se pueden ver duraznos, ciruelos, manzanos y membrillos. En ciertas localidades del Cusco, Cajamarca y Junín se pueden ver cerezos ya establecidos. “Se trata de variedades antiguas, de huertos informales, pero es una posibilidad que debería explorarse”.
CAQUI, YA HAY 200 HECTÁREAS EN LA COSTA
Un frutal que tiene un gran potencial para la exportación es el caqui. Se trata de una fruta muy apreciada en Europa, sobre todo, España donde hay unas 20,000 ha en producción, siendo el principal productor de la variedad Rojo Brillante, que se vende a diversos mercados. Duarte sostiene que el caqui no es un cultivo complicado y que podría ser una alternativa, aprovechando la contraestación cuando el hemisferio norte no se abastece de este producto.
“Es una especie con la que se puede pensar en el futuro. Por ejemplo, en el vivero estamos trabajando con la variedad Rojo Brillante, desde hace más de cuatro años. Ya hay plantas injertadas, listas para la venta. Y se está injertando un número importante para el 2020. Además, se cuenta con un número importante de patrones para abastecer la demanda en los próximos años”, cuenta.
El caqui es una fruta de sabor dulce y exquisito, de alta demanda en el mercado internacional debido a sus propiedades nutricionales para la salud al ser un poderoso antioxidante natural. “Hay variedades como la Rojo Brillante que tiene una vida de poscosecha sobre los 60 días, lo que es una tremenda ventaja para enviar al exterior”, precisa.
Actualmente, existen unas 200 ha instaladas en Lima e Ica, y el 50% del área instalada correspondería a la variedad Rojo Brillante. El Vivero Perufrut busca promover el cultivo de este fruto con la variedad Rojo Brillante. Por ello es que viene trabajando desde hace tres años en la introducción y validación de esta variedad en la costa peruana. De hecho, hay un grupo de productores, a los que una empresa comercializadora holandesa les proporcionó plantas, que están haciendo pruebas, con resultados alentadores en la mayoría de casos. La inversión aproximada es de unos US$4,000/ha solo en las plantas. El caqui requiere de un proceso de crecimiento de tres años antes de entrar en producción comercial.
Aunque hay más empresas que están haciendo pruebas, según Durte, todavía falta la decisión como fue en el caso de la palta, cultivo con el cual se hicieron ensayos de mayor envergadura. “Creo que, eventualmente, llegaremos a eso, quizás no a los niveles de palta, pero esa es una buena alternativa”, precisa e indica que el caqui se podría producir de preferencia en la costa central y sur, “en la costa norte podría llegar hasta Olmos o Chiclayo”, subraya. Más al norte también podría ser una real alternativa. De hecho, el experto comenta que incluso se están haciendo ensayos en Piura, donde se está evaluando su instalación y rendimiento.
FRUTOS EXÓTICOS: IDEALES PARA EL TRÓPICO
Lichi: Existen varios frutos exóticos de gran demanda comercial en el planeta y que, según Odilo Duarte, se pueden adaptar en los suelos del país. El lichi es uno de ellos. Se trata de una fruta originaria del sudeste asiático con sabor particular, cuyas variedades son ideales para trópico y subtrópico. “Si bien es una fruta que se podría instalar también en toda la costa, sus variedades son más apropiadas para el trópico y la selva alta”, sostiene e indica que al Perú las primeras plantas llegaron hace más de 50 años, “por curiosidad o nostalgia de inmigrantes chinos”. Sin embargo, no se ha avanzado mucho, ya que la mayoría de ellos no logró manejar el cultivo.
Si bien no existe información local, según el experto, este es un fruto que tiene un comportamiento errático en floración. “Hay que ser cuidadosos con el manejo, para que floree”, sostiene. “No se ha terminado de resolver todas esas interrogantes”, advierte. En el mercado externo hay una importante exportación de lichi de Madagascar y Sudáfrica para Europa. En el caso del Perú podría ser una alternativa para enviar a EE UU y, tal vez, a Europa dependiendo de la vida de poscosecha de las variedades.
Longan: También de origen asiático y desabor no tan dulce, a diferencia del lichi, sí se le puede inducir la floración. Su producción es más regular que la del lichi y tiene gran demanda externa. Duarte señala que podría ser ideal para su cultivo en toda la costa y zonas de trópico. Subraya que ha visto plantaciones en el norte del país (Chepén y Guadalupe), Lima y Chincha. España es uno de los países occidentales que se ha atrevido con esta fruta, también conocida como ‘ojo de dragón’. Concretamente, en la Axarquía, una comarca de Málaga, es el único sitio en Europa donde se produce esta fruta, aunque hay expertos que han señalado que Sicilia, en Italia, también sería posible su cultivo.
Rambután: también originario del sur de Asia, es un frutal que se cultiva en Guatemala y México, desde donde se exporta hacia EE UU y a Europa, vía aérea. “Nosotros, con un buen manejo del cultivo, podríamos estar en contraestación”, remarca sobre un frutal que es más de clima cálido, por lo que podría desarrollarse tanto en la costa norte como en zonas tropicales, por ejemplo, Tarapoto. Actualmente, solo existen entre 5 y 7 ha en Perú, con producción experimental, que se destina inmediatamente al mercado doméstico, aunque el gran reto es desarrollarlo para la exportación. Años atrás, el desaparecido programa Pronamachs, incentivó su cultivo en las regiones Amazonas y San Martín, aunque hoy se está adoptando en Chanchamayo, desde donde han enviado muestras a Europa y Japón, con la intención de exportar, esperando que haya un mayor volumen, porque hoy en día, todo lo producido lo absorbe el mercado doméstico.
Otros frutales: El chicozapote o sapodilla es nativo del sur de México y Guatemala, extendida en todo el sudeste asiático desde donde se exporta en gran cantidad. El experto refiere que en Perú hay algunas plantaciones de este fruto en Chincha, Chiclayo y Olmos. En relación al maracuyá, y si bien el Perú es un gran exportador de maracuyá amarillo para jugo, este fruto en fresco no tiene gran aceptación en el mercado porque su sabor es ácido. Duarte dice que una buena opción es el maracuyá morado, que es menos ácido y tiene demanda externa en fresco. “Aunque el maracuyá amarillo da mucho más volumen, el maracuyá morado también tiene un nicho de demanda en el mundo que se puede aprovechar”, sostiene. Las zonas propicias para producir en fresco, según el especialista, son la costa central, sur y las zonas de la sierra.
Así también, el mangostán, una de las frutas ideales para el trópico húmedo, por ejemplo, se produce muy bien en Tingo María. No obstante, se trata de un frutal que tiene una entrada lenta en producción. Tiene opciones en el mercado externo, sobre todo, de gran demanda en el mercado asiático, europeo y americano; aunque también ha tenido aceptación en el mercado local.
En el caso del higo, hay algunas variedades que se exportan en pequeñas cantidades vía aérea. Es un fruto muy sabroso que se consume en fresco o en almíbar. Según Duarte, es un árbol de fácil propagación, que puede dar dos cosechas en zonas de altas temperaturas y actualmente, hay producciones en Ica (Nepeña) y Ancash (Casma).
Igualmente, un fruto que puede tener aceptación en el exterior es la atemoya, se trata de un híbrido de chirimoya y anona del trópico. Es un cultivo más pequeño que la chirimoya y de sabor más delicioso. La chirimoya, al ser de un mayor tamaño, no ha tenido mucha aceptación en el mercado europeo, por lo que la atemoya podría tener una oportunidad en ese exigente destino. Otro cultivo con potencial es la feijoa, especie originaria del sur del Brasil, que es un pequeño fruto de color verde cuando madura, además, es ideal para su consumo fresco y en jugo. Los países que tienen grandes plantaciones de variedades de feijoa son Colombia y Nueva Zelandia. Este cultivo se comporta muy bien en zonas de la costa central y tiene fácil manejo.
De la misma manera, hay más frutales poco desarrollados que se pueden producir en mayor escala en el país y así diversificar la canasta agroexportadora peruana en los principales mercados internacionales. Para ello, las grandes empresas tienen el desafío de realizar de forma sistemática investigación y desarrollo de nuevos cultivos; además de reforzar esta tarea con un trabajo coordinado con organismos del sector como el INIA y el Senasa, para validar nuevas variedades de cultivos y abrir nuevos nichos de mercado, respectivamente.