Ciencia visionaria pero muy terrenal
Eso de que Almería quiere ser el ‘Silicon Valley de la agricultura’ tiene sentido cuando se ingresa al moderno y vanguardista MAAVI, el centro de investigación que recientemente se inauguró en Almería, España, donde se desarrollarán productos biológicos para una agricultura del futuro que aspira a ser más productiva, rentable y saludable.
Rodrigo Pizarro Yánez, desde Vícar, España
El reto estaba lanzado. “Aquí trabajamos con el cultivo de la inverna, ¿sabes cuál es?, interroga Félix García, CEO de Kimitec. La pregunta en cuestión tiene truco y es una ‘coña’ (broma) que suele hacer a todo aquel que se viene integrando a la plantilla de esta compañía fundada en 2007 en Roquetas de Mar, Almería, España. “Todos, todos, todos, sin excepción, caen”, afirma sobre quienes vienen a trabajar a Kimitec, donde la disrupción es parte del corazón y cerebro de esta compañía que hoy tiene presencia en 90 países y cuatro delegaciones comerciales: EE UU, Perú, China y Brasil.
Pero ese no sería el único desafío que lanzaría Félix. “Tienen dos opciones. La puerta de la derecha es para los valientes, los innovadores y creativos. La de la izquierda, para los temerosos y aburridos. Pueden escoger la que quieran”. Así retaba a conocer el MAAVI, el moderno y vanguardista centro de investigación que la compañía inauguró a fines del año pasado en Almería, España. Los que optaron por la puerta de la derecha se encontraron que un tobogán transparente era el medio para llegar a los laboratorios del nuevo centro.
El MAAVI no es cualquier centro de investigación. La compañía invirtió 20 millones de euros para construir 6.000 m2 de laboratorios e invernaderos, donde se trabaja en cuatro áreas temáticas: botánica, microbiología, microalgas y química verde. “Hacemos ciencia visionaria, pero a la vez muy terrenal”, sostiene García. “El secreto radica en la sinergia entre estas cuatro áreas. Trabajamos sobre la base de un modelo de un modelo de biotecnología disruptiva, que impacta en la vida de los agricultores. Tenemos el objetivo de hacer una gestión más responsable de los recursos y conseguir cultivos más productivos, rentables y saludables”, añade. Y eso lo realizan con un equipo científico que en estos doce años de vida ha estado inmerso en un sinnúmero de proyectos, donde se incluyen los Horizon 2020, financiados por la Unión Europea, siempre teniendo como objetivo el desarrollo de productos que ayuden a producir de forma sostenible y sana.
“Muchas veces no pienso como CEO de una empresa biotecnológica, sino como un padre, que tengo dos hijos, y en la responsabilidad que tiene la agricultura de alimentarlos saludablemente. Nadie nos ha explicado que en un tomate hay veinte materias activas que generan efectos en nuestro organismo y que, como personas, no estamos preparados para convivir de forma natural con esas moléculas”, sostiene.
Por ello es que este economista de profesión creó junto a otros tres socios Kimitec, una empresa que como él mismo define, “es una pequeña gota”, en un mercado como el fitosanitario, que cada año es valorado en unos US$50,000 millones. “Somos una gota muy cabrona”, precisa, en el sentido de aportar con productos biológicos e innovadores a los agricultores. “A favor tenemos hoy a las grandes cadenas de supermercados (Walmart, Carrefour, Lidl…) que hace una década atrás veíamos que este era un tema, que si bien era importante, faltaba que dieran un paso más, pero hoy están imponiendo a sus proveedores un sistema de producción. Así es como la gran distribución está diciendo ‘basta de química de síntesis’. Por eso es que las grandes empresas del sector químico se están dando cuenta de que sus herramientas ya ‘no valen’ y deben dar un giro hacia lo biológico”, explica.
– Pero, ¿cómo le explicas a los agricultores, que han producido durante 20 años usando químicos, que hay nuevos e innovadores productos que producen el mismo efecto?
– El que manda es el consumidor final. Nosotros como empresa debemos ofrecer al agricultor una solución igual de eficaz que un producto de síntesis química, al mismo coste del químico que él está usando. Si lo conseguimos, el agricultor va a querer sentirse orgulloso de alimentarnos con frutas y hortalizas saludables.
– Pero estas herramientas biológicas tardan más tiempo en llegar que una convencional.
– Hay muchas empresas que no tienen las herramientas que sí tiene Kimitec. Si las tuvieran cualquiera de las ‘Top 5’, habría una regulación en Europa rápida y barata, pero como no las tienen, hay una regulación cara y lenta. En EE UU, por un ejemplo, una herramienta biológica sale a los dos años al mercado, por ello es que como empresa estamos registrando en EE UU, Canadá, Brasil y en sitios; donde la regulación es más rápida y más barata.
– ¿Hay empresas que apuesten por registrar productos en Europa?
– Fundamentalmente las multinacionales que han comprado alguna empresa biológica. También lo están haciendo empresas medianas y pequeñas, que están registrando productos muy básicos.
– ¿Y cómo se relaciona una empresa como Kimitec con las grandes compañías?
– Genial, somos ‘partners’ con la mayoría de ellas. Cuando hablábamos de esa transformación, somos nosotros los que creemos de manera prepotente que vamos a hacerlo.
– ¿Crees tú que va a haber más absorción o compras de estas empresas grandes a firmas biotecnológicas?
– Ahora mismo en el mercado hay una liquidez bestial. El año pasado intentaron comprarnos 28 veces y en 2019 van 19 veces. Ya sea en forma de absorción o compra, el mercado se está fagocitando lo más natural es que en el mercado que se vaya reduciendo el número de empresas que contamos con este tipo de tecnología. El resto han sido compradas por multinacionales, pero es difícil la transformación de una multinacional, que toda su trayectoria ha hecho química de síntesis, que entienda de microbiología o de microalgas, porque no tienen nada que ver con lo que ellas hacen. En Kimitec no tenemos ningún profesional que venga de la química de síntesis. Y cosa parecida pasa con esas compañías, que no tienen un extractor, un fermentador o un tubular de microondas. Trabajamos con tecnologías muy diferentes. Por eso se generan esas compras, porque necesitan de esta tecnología, porque tienen dinero para hacerlo y porque hay empresas dispuestas a vender.
– ¿Y por qué son lentas y tienen dinero no usan ese dinero para hacerlo rápido?, ¿por qué crees tú?
– Tenemos maneras de pensar completamente opuestas. O sea, mi gente no se pone la bata hasta cuando lo sabemos todo. Y con ese tipo de armas químicas, realmente, te hacen falta menos visión. Ahora, yo creo que no son solamente las herramientas que usamos, que son completamente diferentes, sino la manera de pensar.
Actualmente, Kimitec está trabajando en varios proyectos, en diferentes países. Por ejemplo, están viendo el desarrollo de un producto contra la roya en soja, que es un problema gravísmo en Brasil, en un cultivo que solo en ese país cubre 35 millones de hectáreas. “Solo para atacar este problema en Brasil se gastan US$900 millones al año en productos químicos. Imagina el impacto de hacer una solución natural de la misma eficacia que la química”, explica.
– ¿No hay ninguna solución natural contra la roya en la soja?
– No es cuestión de que haya una solución natural, puede que sí. Pero, que sea de la misma eficacia que el químico y al mismo precio que el químico, no.
– ¿Y cómo se inserta el mercado de América Latina?
– Nosotros estamos en distintas fases de desarrollo en 92 países. En Sudamérica tenemos dos delegaciones: en Perú, que cubre todo Centroamérica y los países de habla hispana. Y la otra está en Brasil, un país estratégico para nosotros. Además de esas, tenemos una delegación en Norteamérica y otra en China. Y el resto lo cubrimos desde aquí.
– ¿Y qué porcentaje del negocio representa América Latina?
– Chile es nuestro mejor mercado sudamericano, aunque Brasil, por ejemplo, debe ser un mercado muy, muy importante el año que viene. Centroamérica, el año que viene va a ser bestial. China, por ejemplo, este año ha irrumpido bestialmente, ¿por qué? Porque tienen una preocupación extrema con salud. Cada vez, la esperanza de vida de los chinos es mayor, y se han dado cuenta que el sistema que tienen de producción, invadido de químicos no es, pues, ni sostenible ni saludable.
– ¿Cómo crees que será la agricultura del futuro?
– Una agricultura que entienda el sistema, nuevamente. La agricultura, realmente, es una farmacia natural.
– ¿Y tú crees que el agricultor está en la misma visión que tienes tú de la agricultura del futuro?
– Pues, el agricultor es inteligente. Puede que haya quien tenga más o menos información, pero creo que los agricultores, sobre todo las nuevas generaciones, cada vez están mejor formados. Entonces, el agricultor o se pone las pilas o se pone las pilas. Al final, todas estas tecnologías llegarán, tarde o temprano, pero llegarán, sobre todo si conseguimos hacerlas igual de eficaces y baratas que las alternativas convencionales.