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Visión Lima 2035

De la economía lineal a la circular: Soñando una ciudad que gire en torno a la alimentación sostenible

Un grupo multidisciplinario de profesionales busca transformar Lima en una ciudad que promueva una dieta sana y sostenible, a través del desarrollo de huertos urbanos, la operación de sistemas de captura de agua de niebla y una carga tarifaria que reduzca el consumo excesivo de agua. Su visión los ha llevado a ser uno de los semifinalistas del concurso global The Food Vision Prize. El proyecto permitiría además acelerar la transformación de la industria alimentaria, hacia una menos expuesta a químicos.

23 de Junio 2020 Miriam Romainville
De la economía lineal a la circular: Soñando una ciudad que gire en torno a la alimentación sostenible

Como una semilla que encontró las condiciones adecuadas para germinar. Así se creó la Visión Lima al 2035, proyecto que es uno de los 79 semifinalistas del concurso global The Food Vision Prize, organizado por la Fundación Rockefeller, SecondMuse y OpenIDEO; con el objetivo de fomentar el desarrollo de una alimentación que sea regenerativa y sostenible a su vez. “Esta propuesta, más que urbanista, es una propuesta de cómo soñamos la alimentación y la nutrición”, comenta Vasco Masías, presidente del grupo Alimenta y director del grupo La Calera.

La idea, que tuvo como punto de inicio una tertulia casual, comenzó a tomar forma gracias a la participación de un grupo multidisciplinario integrado por siete profesionales, entre los que se encuentran Soroush Parsa, científico del Centro Internacional de la Papa (CIP) y Gonzalo Villarán, CEO de TUMI Genomics y exdirector ejecutivo del Instituto Tecnológico de la Producción (ITP). La visión que los llevó a ser semifinalistas gira en torno a tres aspectos: la aplicación de una cargo tarifario extra sobre el consumo de agua; el desarrollo de sistemas de captación de agua de niebla en lomas —hoy este ecosistema ocupa 13,746 hectáreas en Lima—, y el desarrollo de un modelo de vivienda que incluya huertos urbanos.

El proyecto propone el desarrollo de huertos urbanos, que complementen la dieta alimentaria con nutrientes.

DE LA LLUVIA DE IDEAS AL ATERRIZAJE

La Visión Lima 2035, bautizada así por el año en el que se conmemorará el aniversario número 500 de la fundación de Lima, está siendo redefinida para así incorporar nuevas ideas que han emergido de distintos ciudadanos. Por ejemplo, se ha propuesto plantar árboles frutales en las avenidas, siguiendo el ejemplo de lugares como Berlín y California. “Estamos recibiendo aportes fantásticos que nos han ayudado a identificar nuestros ‘blind spot”, explica Masías.


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-¿Qué criterios siguieron al priorizar las propuestas que los llevó a ser semifinalista?

-La visión debía incorporar dos conceptos: la alimentación saludable y la alimentación regenerativa, es decir, que invite a regenerar los ecosistemas. Con esas dos guías, decidimos levantar información sobre Lima. Nos volvimos expertos en identificar los problemas detrás de la malnutrición, la obesidad, el consumo de agua. Decidimos también hacer un recorrido por la ciudad. Partimos teniendo una mirada agnóstica, buscando que la ciudad nos sorprenda. Comenzamos a darnos cuenta que no era posible hablar de alimentación y regeneración si no hablábamos de agua. Entonces, el proceso fue partir por entender toda la data posible y salir a la calle para que Lima nos invite a encontrar las soluciones. Adicionalmente, ya en esta fase de semifinales, estamos recibiendo una gran cantidad  de aportes. Los jueces valoran mucho que esta no sea una visión de dos o tres personas, sino que sea una visión que recoge las opiniones de la mayor cantidad posible de limeños.

-¿Qué experiencias existen respecto al cargo tarifario extra de consumo de agua? ¿por qué deciden proponerlo?

-Hay experiencias exitosas en el sur de California y el sur de la Florida en EE UU. No es fácil aplicar un sistema de este tipo, pero lo que se busca es que la gente tome conciencia. Una propuesta central de la visión es que el agua alcance y que no solo alcance para poner verde la ciudad, sino que sea un verde que alimente, es decir, que tengamos huertos domésticos.

De Izquierda a derecha: El grupo que lidera el proyecto está conformado por Gonzalo Villarán, Marina Vella, Daniela Sánchez, Soroush Parsa, Vasco Masías, Juan Manuel Bermúdez y Henry Juárez

-¿Qué sería necesario para masificar la propuesta de recolección de agua de niebla?

-Los sistemas de captura de agua de niebla que hay hoy son bastantes sencillos y tienen una eficiencia muy baja. Hay sistemas que se están evaluando en algunas universidades de Europa que tienen la capacidad de captar hasta 50 veces más agua por metro cuadrado que los sistemas actuales. ¿Qué haría falta para eso? Creemos que el Mecanismo de Retribución por Servicios Ecosistémicos, por la cual Sedapal cobra una tarifa y tiene un fondo llamado AQUAFONDO ya con S/140 millones, debería usarse para un proyecto que sirva para hacer un sistema masivo de captura de agua de niebla en las lomas cercanas a Lima. Hoy la gente puede decir: ¿para qué te complicas? Hay sistemas como la desalinización o las represas en la sierra. Las represas son válidas en la medida que haya glaciares, pero los glaciares están desapareciendo rápidamente. Y la desalinización es costosa porque está vinculada al costo de la tecnología y de la electricidad. Al final no es una ni otra, sino cómo hacer que una ciudad con 10 millones de habitantes tenga varias fuentes de agua en paralelo.

 

INNOVACIÓN PARA EL FUTURO

El Grupo Alimenta confía en que el futuro está en el desarrollo de opciones más amigables con el medio ambiente. Por esa razón, continúan desarrollando fertilizantes de liberación lenta, hechos a la medida de cada suelo, que son acompañados de un programa biológico completo. “Entre esas dos cosas se genera el concepto de agricultura más eficiente, de menor costo, más robusta y más productiva. Es un nuevo tipo de agricultura, que suma la química con el entendimiento del bioma del suelo para obtener mejores resultados, más estables año a año y con menores residuos”, agrega.

En los próximos tres años, el holding apuntará a profundizar el uso del ‘big data’, ‘data analytics’ y la metagenómica, que permite entender la vida en el suelo. “Con eso buscamos ayudar a que la agricultura sea más productiva, y al mismo tiempo sea más sostenible”, señala Masías.

-¿Cómo la agricultura puede incluirse en un modelo de vivienda? ¿eso qué tanta relevancia gana?

-Los huertos urbanos no pretenden reemplazar las calorías principales de la alimentación, sino pretenden una cosa completamente diferente. Por un lado, reducción de residuos, a través de elaboración de compost para el huerto urbano o en alimentos para cuyes. Los cuyes son importantes porque elevan el nivel trófico de los alimentos, es decir, reciben residuos y lo convierten en nutrición de alto nivel. Recordemos la revolución verde que se hizo en EE UU en los años 50. Antes, un pollo necesitaba 4 kilos de alimentos para producir 1 kilo de carne. Tras años de selección, se logró que el ciclo de producción de la carne de pollo pasara de 70 a 40 días y que se consumiera 2 kilos de alimentos para producir 1 kilo de carne. Lo mismo pensamos que se pueda hacer con el cuy, mediante la selección de los mejores reproductores. El otro elemento de los huertos urbanos es poder redondear la nutrición. Se trata de producir algunas hortalizas que permitan a las familias acceder a diferentes tipos de nutrición. Y el tercer elemento, que no es menor, es que el hecho de cultivar hace que regresemos a respetar y a entender la naturaleza. Nadie respeta y cuida algo que no conoce.

-¿Estos huertos se podrían instalar en departamentos o solo en viviendas?

-Los techos planos son el lugar perfecto para tener huertos familiares. Como parte de la Visión Lima 2035, diseñamos varios modelos de casas. Hemos logrado un área cultivable de 18 m2 en los diseños. Adicionalmente, proponemos que en las escuelas se tengan huertos, un poco siguiendo el modelo de la Asociación para la Niñez y su Ambiente (ANIA), y luego también en espacios públicos de las municipalidades. Los huertos urbanos parten de un diseño que considera un porcentaje muy alto de materia orgánica, para evitar la evapotranspiración del agua, y un sistema biodinámico de bacterias, que genere una alta productividad por metro cuadrado. La idea es que haya muchas bacterias, de muchos tipos. Nosotros soñamos en que después exista un aplicativo en donde la gente diga: “yo tengo tomates y tu zanahorias, intercambiemos”.

-¿Se podría decir que esta propuesta se correlaciona con el debate de la seguridad alimentaria?

-La población en Lima se estima va a aumentar de 10 millones a 13 millones, pero eso no es tanto un problema, el mayor problema está en la falta de diversidad de nutrientes. Somos una ciudad que consume en exceso carbohidratos, como la papa y el arroz. Eso está derivando en problemas de obesidad, de malnutrición y anemia. Si no tienes una buena nutrición en los primeros tres años de vida tu cerebro no se logra desarrollar. Entonces ¿de qué sirve soñar con una educación avanzada si no aseguramos que los niños tengan una nutrición balanceada? No solamente una alimentación basada en arroz, papa y trigo, sino que considere una gran cantidad de nutrientes. Eso es lo que pueden traer los huertos urbanos: diversidad de alimentos, de nutrientes. Por otro lado, con el Covid-19 se ha hecho evidente que debemos tener formas de alimentarnos con lo que tenemos en la ciudad, porque las rutas de comunicación, la logística puede verse cortadas, ya sea por un virus, un huayco o un terremoto. Es inteligente que tengamos fuentes de alimentación y de nutrientes diversos en Lima.

-¿Qué tan viable es materializar la propuesta y aspirar al Lima que vio Francisco Pizarro hace más de 500 años?

-Creo que estamos proponiendo una visión bastante clara que está movilizando a la gente. Hay muchos jóvenes diciendo ¿por qué no hacemos esto? La Visión Lima 2035 va tomando forma de un movimiento. Ya hemos decidido que si ganamos el premio ese monto va a ser utilizado para hacer un ThinkTank, para seguir movilizando la visión. Ya sea para investigar cómo mejorar los cuyes o los sistemas biológicos en los suelos, o para ver si tenemos que proponer cambios en la reglamentación o convencer con resultados técnicos a Sedapal para que instale los capturadores de agua de niebla. Es impresionante lo que se puede lograr cuando los seres humanos se ponen a soñar en conjunto.

La visión plantea módulos de producción que podrían integrar plantas y cuyes, compatibles con la siembra en techos planos.

UN APORTE TRANSVERSAL A LA INDUSTRIA

La visión holística que desarrolló el grupo tiene mucho que aportar a la industria alimentaria. Parte de la propuesta traslada la experiencia que ha ganado Vasco Masías al estar al frente del Grupo Alimenta y al criarse en una familia que entendió la relevancia de la innovación al usar, por ejemplo, sistemas de riego tecnificado en La Calera.  Así, la Visión Lima 2035 se enfoca también en tener un suelo que tenga una apropiada carga de materia orgánica, en crear sustratos orgánicos y en usar agua de plantas de tratamiento de agua residual (PTAR).

-Observando la realidad de la industria agrícola en el sur costa-país, como el estrés hídrico ¿cómo las propuestas podrían contribuir al sector y acompañar su desarrollo?

 

COVID-19 COMO OPORTUNIDAD DE CAMBIO

La pandemia ha traído una serie de retos para el sector agroalimentario, principalmente de carácter logístico. Pero además se ha convertido en una oportunidad para reducir la exposición del sector a shocks externos, a través de una cartera más diversa de productos para exportación, de acuerdo a Masías. “Si podemos cultivar de manera extensiva y exportar, no solo cuatro o cinco productos que hagan el 80% de las agroexportaciones, sino 100 y 200 productos diversos, vamos a tener un sector mucho más fortalecido y resiliente a posibles cambios en el futuro”, considera Masías.

Para alcanzar una cartera más diversa, sostiene que se podría desarrollar una variedad de papa apta para la industrialización, que deje poca merma y pueda ser usada por las ‘fast food’ del mundo. Además se podría, en vez de botar la cáscara del tomate, extraerle licopeno y desarrollar una industria de licopeno. Internamente, el holding La Calera ha continuado trabajando y ha incorporado mayores medidas de seguridad. Además, para garantizar la salud de sus 6,000 trabajadores, ha desarrollado un producto denominado InmunoPower. Se trata de una bebida que apunta a fortalecer el sistema inmune y que mezcla espirulina con clara de huevo, con vitaminas, zinc y varias hierbas de la Amazonia.

-En la costa tenemos principalmente terrenos desérticos. El desierto tiene una particularidad muy similar a la de un huerto urbano: tiene muy pobre cantidad de materia orgánica. Eso hace que el agua se pierde rápidamente, tanto por percolación como por fermentación. Por eso, lo que estamos proponiendo para los huertos urbanos se aplica perfectamente en la agricultura comercial. Se busca aumentar gradualmente el porcentaje de materia orgánica usando sistemas bacterianos. El 90% de la conversación en foros agrícolas, en las conversaciones de jefes de campo, y yo diría, en general, en el mundo de la agricultura, gira en torno al cultivo, la poda, pero muy poco se habla sobre el suelo. Y es precisamente el suelo donde comienzan muchos de los problemas. Tenemos que construir un suelo que tenga mayor carga de materia orgánica, para aumentar la capacidad de intercambio catiónico y ayudar a fijar los nutrientes. Al mismo tiempo, se debe aumentar la cantidad diversidad y actividad de los sistemas microbianos en el suelo. Finalmente es pasar de una agricultura química, a una agricultura química-biológica, mucho más eficiente. Este, igual, es un proceso que tomará algunos años.

-Su propuesta rescata varios principios de la economía circular ¿has observado avances al respecto en América Latina?

-El futuro va a traer mucho más de lo que hay ahora. Como ejemplo: la ciudad de Lima produce cientos de toneladas diarias de poda de los parques. ¿Qué se hace con esa poda? Parte se bota a los rellenos sanitarios, parte se quema, y el resto se pierde. Esa poda podría transformarse mediante sistema de pirólisis en biocarbón y en compost. Ambos crearían un sustrato fantástico para transformar el desierto de las zonas aledañas a Lima en zonas productivas agrícolas, que servirían no solo para alimentar a la ciudad, sino para la agroexportación. Además del recurso de la poda, tenemos los residuos orgánicos de los mercados, sobre todo los mercados de fruta y verduras.  Todos estos residuos, procesados en una unidad central de compostaje y piroóisis, podría producir, de acuerdo con nuestros estimados, suficientes sustratos orgánicos para desarrollar unas 100,000 hectáreas de cultivo de desierto alrededor de la ciudad de Lima. Si eso lo interconectamos con sistemas de riego modernos, o riego tecnificado de bajo consumo de agua, podemos tener una economía circular donde los residuos de la ciudad contribuyen a hacer un vergel verde alrededor de Lima. No puede haber un concepto de economía circular más sólido y en gran escala que ese. Un elemento más a considerar. Lima tiene plantas de tratamiento de agua residual (PTAR), en donde el agua se trata para reducir su nivel de contaminación y luego se manda al mar. Nosotros hemos demostrado que esa agua puede usarse en plantaciones de tallo alto sin problemas y con gran productividad. Hoy ya estamos regando 250 hectáreas de mandarinas para exportación con agua de la PTAR de San Bartolo. Eso, Lima lo podría hacer de forma masiva, a una mayor escala, para regar miles de hectáreas que hoy son desierto. 

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