Por una industria agrícola y alimentaria ‘agrificiente’
La iniciativa de la Cámara Chileno-Alemana de Comercio e Industria (Camchal), busca dar un impulso a los sectores agrícola y agroindustrial, sin grandes inversiones ni intentos por encontrar la panacea, sino que con pequeñas medidas, gracias a las cuales se pueden disminuir las emisiones de CO2, los costos y aumentar la eficiencia en el uso de los recursos para que ambos sectores sigan siendo competitivos a nivel global. A fin de profundizar la transferencia de conocimientos, organiza en conjunto con Redagrícola el ‘Curso Internacional de Eficiencia Energética en el sector Agroalimentario’, que arrancará el próximo 25 de marzo. Inscríbete aquí.
Miguel Ángel Patiño
Alemana pero con más de una década en Chile ligada a la Cámara Chileno Alemana de Comercio e Industria (Camchal), Annika Schüttler lidera los proyectos de energía y sostenibilidad de esta entidad en nuestro país. No esconde la alegría u orgullo por los resultados obtenidos hasta el momento con Smart Energy Concepts, el programa que dirige desde 2015, y que comenzó prácticamente desde cero ante la falta de datos, ya que, tal como sostiene, en nuestro país casi no se medía o gestionaba la energía, mientras que actualmente hay cada vez más personas y empresas interesadas en aprovechar nuevas tecnologías o nuevos conocimientos para hacer los procesos más eficientes.
A través de la Camchal, Schüttler busca generar conciencia acerca de la importancia de implementar mejoras tanto en los sectores agrícola y agroindustrial en el país, aprovechando medidas de eficiencia energética con directo impacto en los costos y reducción de emisiones de CO2 que permitan a Chile mantener su competitividad ante las diversas adversidades que atraviesa, con ejemplos como sequías y alzas en los costos de mano de obra, entre otros. Hoy, señala que el panorama está cambiando, ve más disposición a la innovación y a la adopción de nuevos formatos de generación de energía, todo para un Chile ‘agrificiente’ y de ‘buenas prácticas’, como destacan en el sitio web de la iniciativa, www.agrificiente.cl.
El proyecto busca contribuir a un sector agroalimentario más verde, a través de la implementación de medidas de eficiencia energética y también de fuentes alternativas de generación de energías renovables y no convencionales. “Ese es básicamente el objetivo del proyecto, que partimos el año 2015. Hicimos primero un levantamiento del ‘status quo’ del sector. En ese sentido, sistematizamos una serie de auditorías y diagnósticos energéticos que se realizaron con cofinanciamiento público en el sector entre los años 2010 y 2015, al alero de Corfo y la ex Agencia Chilena de Eficiencia Energética, y eso lo sistematizamos para entender el consumo en cada subrubro del sector alimentario, de si había alguna tendencia o si se podía sacar un indicador promedio. Al final vimos que eran tan dispares los consumos que no hacía ningún sentido un indicador promedio, así que mejor sacamos un rango de indicadores energéticos y vimos las oportunidades de mejora mientras entendíamos qué hacían las empresas en ese momento para la gestión de energía, que era casi nula” explica Schüttler sobre cómo fue el punto de partida de este programa.
– ¿Hubo hallazgos relevantes en este primer análisis? ¿Había productores adoptando nuevas tecnologías o mejorando su eficiencia energética?
– Una empresa que contrata o pide una auditoría o un diagnóstico, obviamente quiere empezar este camino. En este análisis vimos cosas que ya se habían hecho, pero a partir de esto empezamos un trabajo más acabado con capacitaciones, que desarrollamos para el sector. Desarrollamos una serie de seminarios con aquellos casos de buenas prácticas que fuimos levantando durante los años, y los fuimos presentando para que se produjera una transferencia tecnológica. También hicimos misiones tecnológicas a Alemania y dentro de Chile y organizamos un concurso donde cofinanciamos estudios de factibilidad de medidas de eficiencia energética y energías renovables.
Curso internacional de eficiencia energética en la agroindustria
En la búsqueda por mayores retornos para el sector en tiempos de incertidumbre, Redagrícola y el proyecto Smart Energy Concepts de Camchal organizan en conjunto un curso sobre eficiencia energética, dirigido a los encargados de energía, sustentabilidad, producción y operaciones de empresas frutícolas de la región. Se realizará a través de Zoom por la plataforma de Educación Redagrícola, entre el 25 de marzo y el 22 de abril, en 8 sesiones (martes y jueves), de 18:00 a 20:00 horas de Chile. Tendrá un costo de US$250 (más impuestos) para los participantes.
Los expositores serán Raúl Guzmán, responsable de proyectos para el área de negocios en JHG Ingeniería, centrada en asesorías, servicios de ingeniería y proyectos de optimización energética en procesos industriales y mineros; y por otro lado, Ricardo Cereceda Ormazábal, ingeniero civil químico especializado en Gestión y Ordenamiento Ambiental, que ejerce como gerente de proyectos de la empresa de Ingeniería Proquilab y con más de 20 años de experiencia en la industria azucarera.
– ¿En qué tecnologías o casos se han enfocado?
– A nivel de campo, donde por un lado tienes maquinaria para los procesos o la aplicación de productos fitosanitarios, hemos visto ciertas prácticas para optimizar aquello que repercute positivamente en una reducción de petróleo y energía, así como agua. Asimismo, hay también sistemas de GPS para monitoreo, al igual que un servicio donde se mejoran los pulverizadores y, entrando más en lo específico, a la aplicación de productos fitosanitarios para que realmente haya una efectividad de cada gota que sale del pulverizador. En cuanto a los sistemas de riego, obviamente hemos visto la posibilidad de reducir el consumo energético relacionado al bombeo, y para eso lo primero que se necesita es aplicar efectivamente el agua, porque a medida que tú reduces la aplicación de agua, reduces el consumo energético. Aquí hemos visto diferentes procesos de optimización de riego, por ejemplo, a través de sensores de humedad de suelo, telemetría, control de la caseta de riego, óptimo funcionamiento de las bombas, instalación de variadores de frecuencia, y ahí lo podemos llevar a lo que son los procesos, donde hay diferentes medidas, como por ejemplo, mejoras en aislación y distribución de bodegas, migración a grúas eléctricas, o el uso de calor residual de un proceso para otro proceso a través de un intercambiador de calor, solo para nombrar algunos ejemplos de medidas. Además, se pueden aprovechar nuevas fuentes de energía como el sol, para reducir el uso de gas en el proceso de secado de nueces o con la instalación de sistemas fotovoltaicos para generación de electricidad, o el biogas.
– ¿Se han podido medir resultados en términos de eficiencia o uso de nuevas tecnologías?
– Hemos sistematizado los casos de buenas prácticas, y hemos pedido a la gente que nos indique cuánto es lo que ahorraron en procesos. Nosotros sí tenemos una sistematización de los ahorros que se lograron a través de diferentes medidas, en porcentaje. Por ejemplo, en la página agrificiente.cl, ahí hay una sección llamada ‘buenas prácticas’, y aparecen casos como el de una procesadora de nueces que necesitaba bajar la temperatura de la bodega de zinc, y solo con aplicar una pintura aislante, en vez de invertir en un tremendo equipo de climatización, lograron hacerlo.
– ¿Por qué es tan importante transferir estos conocimientos y tecnologías?
– Para Chile, su competencia no está entre las empresas nacionales, sino que en otros países. De repente, en algunos aspectos de la producción pueden tener menos problemas que Chile en lo relacionado a la escasez de agua, al encarecimiento de la mano de obra… Entonces, en ese sentido, hacer más eficiente un proceso y reducir costos, que es lo que se busca con este tipo de medidas, es fundamental para poder ser competitivos en el tiempo. Entonces, es súper importante que las empresas entiendan eso, y cada vez más empresas están abiertas a compartir sus experiencias con sus pares, porque al final su competencia no está aquí, sino en otros países, que producen los mismos productos que Chile y, tal vez, en muchos casos, con menos adversidades.
– ¿Hay algún problema de eficiencia en nuestro país que te llame particularmente la atención?
– En general, siempre es un poco de lo mismo: hay falta de control. Lo primero es que hay falta de preocupación en el tema energético, cuando tú no estás mirando esas variables, lo que tu no ves o no controlas, es difícil que empieces a gestionarlo para llegar a un estado óptimo de consumo, y ese es un problema generalizado. Creo que desde que el tema energético se volvió una preocupación, ha comenzado un proceso donde se están usando elementos de control. Pasa lo mismo con el agua, que es bien relacionado con el tema de la energía, porque si instalaste sensores, pero al final no les haces caso, o no pusiste a alguien a cargo de la interpretación de los datos y no tienes esa persona clave, no te sirve de nada haber instalado un sistema de sensores, y empiezas a hacer lo mismo que hacías antes. Entonces, lo importante es controlar los procesos y con eso lograr optimizar los consumos, con preocupación por el tema energético. Creo que eso es lo primero, y para eso necesitas poner una persona a cargo del tema e incluir la energía en los indicadores de rendimiento de las áreas que están a cargo de los diferentes procesos. Ahora salió la nueva ley de eficiencia energética, y eso aplica más bien a los grandes consumidores, y algunas empresas del sector agroalimentario caen ahí y deberán tener un gestor energético, deberán implementar un sistema de gestión de energía y deberán estar mucho más encima. Sin embargo, las empresas pequeñas y medianas del sector, no tendrán una mayor exigencia por ahora y tal vez tampoco van a poder tener un gestor energético exclusivo, pero sí pueden capacitar a las personas que están a cargo de los procesos en temas básicos de la gestión de la energía, preocuparse de que se instale una cultura de ahorro energético en la empresa e idealmente incluir un indicador energético general entre los indicadores que se monitorean. Con esto, ya podrá implementar mejoras.
– ¿Cómo ha sido el recibimiento de este programa en el país?
– Ha sido bien recibido, totalmente, e incluso cada año, cada vez más ha surgido la preocupación por este tema y, al ver resultados entre pares, a la gente le hace sentido. Además, en el ámbito de la generación eléctrica con sistemas fotovoltaicos hemos sido testigos de la baja de precios en los equipos, y también se ha masificado en el sector el modelo ESCO, que trata de empresas que ofrecen la instalación de paneles fotovoltaicos, cuya gran oportunidad para las empresas agrícolas es que en una superficie una empresa especializada instala esta tecnología. Así, en vez de que la empresa agrícola realice la inversión, la hace la empresa fotovoltaica y entran en un contrato de venta de energía donde se pacta un precio menor al que estaba pagando esa empresa a la red. Con eso, la empresa agrícola no está a cargo de hacer ni la mantención ni nada de eso de los paneles, que corre por cuenta de la empresa que instaló el sistema, a la que básicamente le comprará energía a un precio más barato, y además esa energía es renovable. Este modelo le hizo mucho sentido a las empresas agrícolas y por eso es que se ha masificado.
– ¿Existe en Chile aún la visión de que las energías renovables son caras o ha cambiado la perspectiva? ¿Se ha entendido que es una forma eficiente de utilizar los recursos?
– Las energías renovables han bajado un montón su precio y, en ese sentido, hoy los tiempos de retorno en una inversión son muchísimo más rápidos, especialmente con la buena condición de radiación solar de Chile. Hay una lógica económica en utilizarlas, porque se pagan bastante rápido las inversiones, o en el caso que mencionaba antes del modelo ESCO, donde te venden la energía más barata de lo que estabas pagando y además es energía renovable, creo que no hay donde perderse.