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Investigador de INIA La Cruz, Juan Pablo Martínez

Mejoramiento En Tomate Para Obtener Portainjertos

INIA La Cruz lleva años trabajando para que los productores de tomate, entre otras hortalizas, dispongan de herramientas para superar la prohibición de uso del fumigante de suelo Bromuro de Metilo. Aquí Martínez explica las ventajas de contar con portainjertos desarrollados especialmente para solucionar problemas locales, en este caso de Quillota y Arica, y el proyecto que intenta rescatar la variedad tradicional de la zona conocida como Tomate Limachino.

22 de Diciembre 2016 Equipo Redagrícola

Los agricultores medianos a grandes de Quillota que cultivan en invernaderos de madera hoy producen entre 150 y 180 t/ha. En Arica, en tanto, en base a mallas antiáfido y cubiertas térmicas se llega a las 200 toneladas. “Antes, en los invernaderos de Quillota, los buenos rendimientos eran de 120 t/ha pero hoy, con la incorporación de los portainjertos y nuevas variedades, se puede llegar a las 150 t/ha e incluso a 180. Esto sin cambiar la base tecnológica de plástico en invernadero de madera, sobre suelo y con fertirriego. La razón es que la planta sobre portainjerto tiene un mayor vigor por lo que la planta soporta producir por más tiempo y aumenta el calibre y la homogeneidad de la fruta”, explica Juan Pablo Martínez, especialista en fisiología y biotecnología en plantas.

Según Martínez en el cultivo hortícola existen dos saltos tecnológicos posibles de implementar, en vistas a mejorar productividad y calidad. Uno va por el lado de los materiales aislantes, como plásticos y mallas, el control de clima, el fertirriego, la polinización con abejorro y el uso de sustratos. El otro, donde él se involucra, va por el lado de mejorar el material genético. Por un lado el desarrollo de portainjertos resistentes adaptados a distintas condiciones de cultivo locales para superar limitantes de suelo y que aporten vigor a la variedad; y por otro lado el desarrollo varietal, o sea la búsqueda de variedades que aumenten rendimiento o aporten valor agregado, como es el caso del proyecto que rescata el Tomate Limachino, en que se gana calidad sensorial (ver recuadro).

PORTAINJERTOS LOCALES EN BASE A MATERIAL PROPIO

A nivel mundial, se han desarrollado -por ejemplo en España- portainjertos resistentes a problemas fitosanitarios y que aumentan el vigor de la variedad y por esa vía incrementan el rendimiento y, en algunos casos, incluso la calidad. Desde el punto de vista fitosanitario lo ideal es tener portainjertos resistentes a nematodos y a enfermedades. En la actualidad hay una gran cantidad de portainjertos en el mercado chileno, algunos evaluados y otros aun no evaluados. “Nosotros en INIA estamos desarrollando portainjertos y los estamos comenzando a evaluar en condiciones de salinidad, para la zona de Arica, y en cuanto a su resistencia a ciertas enfermedades. Buscamos adaptar portainjertos a cada zona, en el caso de Arica buscamos resistencia a salinidad y a nematodos, y en el caso de Quillota resistencia a alcalinidad, nematodos y ciertas enfermedades (fusarium, pseudomonas)”, explica Martínez.

Sin embargo, la genética de todas las variedades y de los portainjertos que hoy se utiliza en hortalizas en Chile viene del extranjero. Por este motivo, INIA está trabajando en el desarrollo de sus portainjertos en base a material propio. “El material para selección y cruzamiento para el desarrollo de los portainjertos proviene del banco de semillas de INIA y los resultados del proyecto serán propiedad de INIA. Los portainjertos serán especialmente adaptados a las condiciones particulares que se enfrentan en las principales zonas donde se cultiva tomate bajo plástico. Fundamentalmente Arica y Quillota”, dice el experto.

Si bien los problemas de suelo del tomate, la hortaliza más importante a nivel mundial, a primera vista son compartidos por las distintas zonas productoras del globo: nematodos, fusarium, pseudomonas…, las especies o razas de los organismos que causan las enfermedades o las especies de nematodos fitoparásitos que predominan, pueden ser diferentes de zona en zona. En Chile estamos cultivando con portainjertos que probablemente fueron desarrollados para ser resistentes a especies de nematodos, hongos o bacterias, que no son las que más afectan al cultivo en Chile. Del mismo modo en que ya hay diferencia entre Quillota y Arica. Lo que obliga a desarrollar distintas líneas de patrones para satisfacer los diferentes requerimientos.

Los portainjertos con que trabaja Martínez son mezclas de distintos solanum (categoría que incluye especies tales como tomate, papa y pimentón), es decir son interespecíficos. En el desarrollo de los portainjertos Martínez trabaja con variedades nativas guardadas en el banco de semillas de INIA Intihuasi (Región de Coquimbo), donde se conserva la genética de los tomates silvestres chilenos. “Hemos realizado ensayos, dice el investigador, con distintos portainjertos y ya hemos visto que se comportan mejor que la planta en su propio pié. Resisten mejor los nematodos y la salinidad y hemos visto que entre ellos no hay mucha diferencia”.

EXPERIENCIAS DISÍMILES DE LOS PRODUCTORES DE QUILLOTA CON EL USO DE PORTAINJERTOS

El portainjerto aporta mayor vigor a la variedad, mayor calibre a la fruta, mejor absorción de agua y de nutrientes, etc. Pero así mismo hay que manejar el cultivo de manera diferente. “El problema es que muchos agricultores han tenido mala experiencia con los portainjertos porque el manejo del cultivo es muy diferente al de una planta no injertada. Se ha hecho a prueba y error, primero a un eje, después a dos ejes, luego a tres ejes y ya vamos en cuatro ejes. Faltan, por ejemplo, las curvas de nutrición de cada portainjerto y las necesidades de fertilización ya que los requerimientos cambian. En el fondo lo que falta es más investigación aplicada”.

Pero, por otro lado, es usual que los productores de tomates o las empresas productoras que ya han incorporado el trabajo con portainjertos en tomate, terminen ampliándose al negocio de producción de plantines injertados, muchas veces a través de empresas con giro propio, las que abastecen de plántulas a los propios invernaderos del agricultor y a los de terceros. Esto debido a que para conseguir las condiciones adecuadas de germinación y de consolidación de los injertos, el agricultor debe invertir en tecnología, lo que lo obliga a buscar la manera de rentabilizar esas inversiones.

Sin embargo, ya está probado que se puede dar el salto tecnológico que todavía le falta dar a muchos productores de tomates, principalmente de Quillota, el que no solo les permitirá superar el fin del bromuro de metilo, sino que además les puede aportar mejoras productivas y disminuir sus aplicaciones de agroquímicos.

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