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“NO HAY FUTURO EN EL CONTROL DE PLAGAS SIN EL USO DE FEROMONAS”

28 de Febrero 2017 Equipo Redagrícola

Usadas para monitoreo y como trampeo masivo, pero las reales protagonistas son aquellas que se emplean para la confusión sexual. El uso de feromonas crece debido a tres situaciones puntuales: no afectan al medio ambiente; al contrario que los productos químicos, las plagas no crean resistencias y también debido a las dificultades de desarrollo de fitosanitarios convencionales para el control de ciertas plagas. Su único gran pero, en algunos casos, sigue siendo el precio, ya que si una feromona es muy cara los primeros en rechazarlas son los agricultores.

Por Rodrigo Pizarro Yáñez, desde Barcelona

Para Jaime Primo Millo, catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, la definición más sencilla de un semioquímico es “un producto químico que envía un mensaje”. Y en este grupo se pueden distinguir varios tipos: alomonas, sinomonas, kairomoas y feromonas, éstas últimas, las más usadas en campos de todo el planeta.

Implicados en la comunicación entre seres vivos, en el caso de los insectos, pueden ser de gran utilidad en la lucha contra plagas, como alternativas a los insecticidas convencionales. Esta herramienta fue descubierta en 1959, cuando el científico alemán Adolf Butermandt aisló la feromona sexual del gusano de seda (Bombiyx mori) y determinó su estructura. A partir de allí, todo fue diferente. Butermandt nunca pensó que necesitaría  500.000 abdómenes de hembras para obtener 12 mg de feromona, ni tampoco que la sensibilidad de los insectos fuese tal, que bastaba una pequeña cantidad de feromona para que los insectos fueran capaces de reconocerla.

El interés científico paulatinamente fue cambiando cuando se conoció su eficiencia como método de control de plagas. “Las feromonas no son moléculas grandes y deben ser relativamente volátiles y apolares para que se transmitan a través del aire. En ellas predominan los compuestos linfáticos, de cadena lineal, entre 10 y 21 carbonos, pero el 90% está en ámbitos muy restringidos, es decir, de cadenas lineales, entre 14 y 18 carbonos, que son las llamadas feromonas de lepidópteros de cadena lineal, que forman una familia, incluso de cara a los registros de aplicación”, explica Primo.

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Las feromonas más típicas son aquellas de cadena lineal como las de Chilo supresalis, Cydia pomonella o de Lobesia botrana; pero hay otras que no tienen nada que ver con éstas como son las de la mosca del olivo (Bactrocera oleae) o el piojo rojo de California (Aonidiella aurantii).

Indispensables para el monitoreo

“El uso de feromonas para el monitoreo de plagas es imprescindible hoy en día”, afirma el experto, “y se está usando en diferentes países”, agrega. Se trata de tener pequeñas trampas que simulan a una hembra, y detectar la presencia de una determinada plaga. “Esas trampas tienen carga de emisor muy pequeñas, de 1 mg, y la distribución es muy extensa, es decir, se pueden colocar entre 1 y 10 trampas/ha, y su función no es otra que detectar la población de la plaga o el nivel de ésta”, explica. 

El coste de las feromonas de monitoreo no es un aspecto determinante, porque se requieren muy pocos gramos de feromona al año. Pero hay veces donde se necesita de una feromona del alta pureza, que hace elevar considerablemente los costes. “Hoy existen más de 500 ejemplos de feromonas que se aplican en monitoreo, y su impacto ambiental es nulo. Creo que es una técnica que se debería usar sin ninguna restricción administrativa”, recomienda Primo. 

Mejorar los sistemas de ëatraer y matarí

Sin embargo, con los métodos de ‘atraer y matar’ la situación es diferente. “El problema es que las feromonas normalmente atraen a los machos y los que atraen a las hembras no son demasiado eficaces”, afirma el especialista. “Se simula realmente la atracción de una hembra con una ligera emisión y, por ello, para conseguir la ligera atracción de una hembra, se deben usar atrayentes alimentarios, y su distribución es más amplia. Y hay olores alimentarios que necesitan de grandes cantidades por cada emisor para que puedan tener un efecto real”, continúa.

Su ventaja respecto de los productos químicos es que nunca entran en contacto con el cultivo, dando seguridad al aplicador y minimizando el problema de residuos. “En general estos métodos tienen éxito, y pueden emplearse de manera integrada con otros métodos”, sostiene Primo.

Pero las reales protagonistas hoy en día son las feromonas de confusión sexual. “Cuando se inunda un cultivo con una feromona de confusión sexual, el macho no es capaz de seguir la trayectoria de la verdadera feromona expedida por la hembra”, explica el especialista. Es el método más representativo de lucha con feromonas, el que tiene el mayor número de investigaciones, el que tiene el mayor número de venta y en las zonas productoras donde ha tenido éxito está muy consolidado.

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La principal ventaja de las feromonas de confusión sexual es su baja toxicidad, son específicas, se usan en pocas dosis, no tienen efectos sobre la fauna auxiliar, no dejan residuos sobre las frutas, son biodegradables, hay un gran volumen de conocimiento en torno a ellas y son exitosas en el control de plagas.

El uso de las feromonas, según Primo, crece debido a tres situaciones puntuales: no afectan al medio ambiente, al contrario que los productos químicos, las plagas no crean resistencias y debido a las dificultades de desarrollo de fitosanitarios convencionales para el control de ciertas plagas.

Sin embargo, en estos momentos la agricultura exige productos de bajo precio, y eso dificulta que haya más gasto en I+D. Hoy las patentes duran 20 años, mientras que el periodo de desarrollo de un insecticida convencional es de 8 a 10 años, por lo tanto a una empresa de agroquímicos le restan 10 años para vender el producto. “Es casi lo mismo que ocurre con la industria farmacéutica y el desarrollo de medicamentos para enfermedades raras, que es un desarrollo minoritario y no justifica los gastos necesarios para desarrollar un producto. Y es por eso que están apareciendo muchos más nuevos productos que hace años”, grafica Primo.

Pero, ¿qué puede determinar el desarrollo de una feromona para confusión sexual? “Su precio y el registro. El precio es lo que determina los costes de los tratamientos y, por lo tanto, su factibilidad, porque si es muy cara, el cultivo no admitirá”, responde. La solución que reclaman todos los sectores es hacerlas más baratas, “haciendo mejor química, usando la cantidad adecuada y emitiendo mejor la feromona”, explica el catedrático.

Para mejorar la síntesis aún hay mucho camino por recorrer, sobre todo porque muchas feromonas se han obtenido de forma artesanal y en poca cantidad, pero si se obtuviesen de una forma más ‘industrial’ los precios bajarían. Es aquí donde surge una nueva pregunta: ¿Qué pureza se necesita?, porque su precio dependerá mucho de la feromona exigida. “Muchas veces no hace falta una feromona de gran pureza en cuanto a mezcla de isómeros o estereoquímica”, afirma Primo.

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Para una plaga dañina como Tuta absoluta aún no se ha encontrado una solución a un precio razonable. Aún es complicado obtenerla a menos de 10.000 euros/kg, y eso complica mucho a los agricultores. Se podría obtener más barata, sobre todo si tenemos una feromona que provoca la confusión con una estereoquímica imprecisa y con algo de impureza. “Con esas características se puede obtener una feromona por bastante menos de 1.000 euros/kg, pero si se quiere una feromona de alta pureza es difícil obtenerla por menos de 10.000 euros/kg”, analiza el experto.

Y el agricultor también debe resolver una importante interrogante. ¿Cómo usar la cantidad adecuada? Según el especialista, lo más importantes es conocer aspectos que no son científicos, como la velocidad umbral de emisión, conocer a los insectos y a los mecanismos biológicos que producen la confusión sexual.

“Cuando colocamos trampas que simulan a la hembra, si emitimos por encima del umbral no habrá capturas, pero si lo hacemos por debajo sí que habrá capturas. Saber en qué nivel estamos es esencial para saber qué cantidad hay que emitir. También debemos conocer la cinética de la emisión, porque una cinética ideal sería lo que en química llamamos de ‘orden cero’, donde tendríamos mucho más tiempo de emisión por encima”, explica Primo.

Para el especialista, la regulación es un aspecto clave de cara al futuro de los semioquímicos en la agricultura, y tiene claro que una regulación muy estricta limitará su uso. “Los criterios de la ECPA son claros y Europa debería asumirlos. Son productos de bajo riesgo y en este momento son imprescindibles. Creo que en el futuro no se puede pensar en el control de plagas sin el uso de feromonas”, sentencia.

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