Cambios en los Límites Máximos de Residuos: Un desafío para la horticultura nacional
¿Está el consumidor chileno dispuesto a pagar más por hortalizas que entreguen información sobre los residuos de plaguicidas que contienen? En Europa todas las cadenas de supermercados ponen a disposición de los clientes información de esta naturaleza, lo que permite al consumidor decidir de manera informada. El resultado ha sido que el vegetal que contiene menos plaguicidas es el producto que más se vende.
Sin duda que hoy existe un nivel de conciencia pública distinta. En nuestro país, la legislación sobre los Límites Máximos de Residuos es reciente y el SAG es la entidad que lleva a cabo fiscalizaciones en el campo a los involucrados en la transgresión de la normativa sobre uso y manejo de plaguicidas.
Recordemos que el Ministerio de Salud promulgó la Resolución N°33 exenta que entró en vigencia en abril de 2010, donde se actualizó y fijó las tolerancias máximas de residuos de plaguicidas en alimentos, lo cual implicará un gran desafío para la horticultura nacional. Posteriormente en el año 2011, se publicó la Resolución exenta N° 762, modificando la Resolución 33.
El estudio del INIA –conformado por catorce especies hortícolas – reflejó que, en ciertas hortalizas, se superó los límites máximos de plaguicidas y sus investigadores y especialistas proponen mejorar los manejos técnicos para disminuir la presencia de residuos en las hortalizas de consumo interno.
Este estudio vino a alertar sobre un problema que incumbe a todos los involucrados en la cadena agroalimentaria de las hortalizas. Los nuevos requerimientos en materia de fitosanidad e inocuidad de los alimentos de origen vegetal para consumo en el país implican un enorme desafío para los productores hortofrutícolas, quienes tendrán que ajustar sus programas fitosanitarios para utilizar un número menor de plaguicidas, bajando la frecuencia de aplicación y además buscar métodos alternativos para el control de plagas y enfermedades.
El sector de las hortalizas para consumo interno no podrá permanecer ajeno a cumplir con los protocolos de fitosanidad e inocuidad alimentaria. Es así que hoy ya se está viendo que las cadenas de distribución de alimentos están imponiendo normas más rigurosas para este sector y Chile tiene que avanzar en esta materia, particularmente considerando la imagen que busca proyectar.
Hasta ahora nuestro país cuenta con una excelente posición asociada a protocolos de fitosanidad e inocuidad alimentaria en las especies frutícolas de exportación y, en general, no presenta grandes problemas de residuos de plaguicidas. Pero no ocurre lo mismo en las hortalizas para el mercado nacional donde se detectó la presencia de residuos de plaguicidas más allá de los Límites Máximos de Residuos (LMR) vigentes. La información de este estudio realizado el 2012 se enmarcó en el proyecto “Fortalecimiento de la competitividad del rubro hortofrutícola mediante la producción de alimentos inocuos en la Región Metropolitana”, financiado por el Gobierno Regional de la RM a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC).
RESULTADOS Y ALCANCE DEL ESTUDIO
El estudio se realizó en la RM durante 2010 y 2011 y abarcó las provincias de Chacabuco, Maipo y Talagante. Involucró a más de 100 hortaliceros de dicha región.
En total se analizaron 403 muestras de las cuales un 74,2% correspondió a hortalizas y el 25,8 % a frutas. En las hortalizas figuran acelga, espinaca, pimiento, lechuga, tomate, haba, poroto verde y alcachofa y, entre las frutas se consideraron ciruela, nectarino, frutilla, durazno, uva de mesa y nuez.
Los análisis sobre la presencia de residuos de plaguicidas en productos hortofrutícolas se realizaron en el Laboratorio de Residuos de Plaguicidas del INIA La Platina.
De las 403 muestras analizadas, 155 (38,5%) no presentaron residuos de plaguicidas y 248 (61,5%) presentaron residuos de plaguicidas. De estas 248 muestras con presencia de residuo, un 41,4% presentaron valores bajo los LMR; en tanto que un 20,1% presentaron valores sobre los LMR permitidos de los respectivos plaguicidas. Sobre la presencia de residuos, Marcelo Zolezzi, ingeniero agrónomo del INIA, acota que, “hay que hacer la salvedad de que, aun con presencia de residuos, estando bajo la norma, son productos inocuos”.
Sobre la presencia de residuos sobre el LMR permitido en hortalizas como la lechuga, Zolezzi explica que se trata de cultivos que tienen un corto período vegetativo, por lo que, “las alternativas de plaguicidas con que cuenta el agricultor son muy pocas y, en caso de no respetarse a cabalidad el período de carencia, se traducirá en presencia de residuos de plaguicidas en el producto final. Más aun cuando muchas veces no se tiene claro el concepto del ‘período de carencia’. Es así que, un porcentaje no menor de agricultores, lo considera como el período entre la última aplicación y el consumo del producto, cuando en realidad es el lapso entre la última aplicación y la cosecha”.
Sobre lo que ocurre con la acelga y espinaca Zolezzi comenta que, “observamos que venían ataques de pulgones tardíos en la temporada que no era posible de controlar dado la inexistencia de productos que tuvieran el período de carencia adecuada, siendo lo más recomendable cosechar antes que se produjera el ataque de la plaga. Información que podría obtenerse mediante la implementación del sistema de Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades (MIPE)”.
De acuerdo al análisis que realiza Zolezzi, otros datos interesantes que arrojó el estudio es la cantidad de analitos por muestra que se detectaron en algunos cultivos (sustancia química buscada o determinada en una muestra asociadas a los distintos plaguicidas), llegándose en algunos casos a detectar alrededor de siete analitos. Al respecto Zolezzi advierte que, “hoy en los mercados internacionales ya no solo la transgresión de los LMR es causal de rechazo, sino también de la cantidad de analitos presente en la muestra”.
En dicho estudio se evaluó la presencia de más de 120 ingredientes activos (i.a.) de los plaguicidas más utilizados en la hortofruticultura, mediante la utilización de diferentes protocolos que permitieron la detección de compuestos clorados, nitrogenados, fosforados, metilcarbamatos y ditiocarbamatos.
Cabe mencionar que los insecticidas encontrados con mayor frecuencia en las muestras de hortalizas fueron Metamidofos, Lambdacihalotrina, Clorpirifos, Metomilo e Imidacloprid. Es así como en acelga se detectó un total de siete i.a., siendo el Metamidofos el más frecuente, el que estaba presente en el 36,8% de las muestras y con un valor máximo que sobrepasa la norma chilena en 700 veces.
En espinaca así mismo se detectaron siete los i.a., resultando el grupo de los ditiocarbamatos el más frecuente ya que estuvo presente en un 45,1% de las muestras con un valor máximo superior en 750 veces lo permitido.
En las muestras de tomate, en tanto, se detectaron 11 ingredientes activos, pero todos por debajo de la norma chilena. Sin embargo, de acuerdo a la normativa vigente en otros países, en los mercados internacionales podría presentar problemas de rechazo.
LOS RESIDUOS TAMBIÉN CAMBIAN SEGÚN LA CADENA DE DISTRIBUCIÓN
Otro de los aspectos considerados fue la procedencia de la muestra. Es así que se analizaron frutas y verduras procedentes de supermercados (191), centros de abasto (124) y campo de agricultores (88).
En términos generales el porcentaje de muestras sin residuos más aquellas que presentaron residuos pero bajo los LMR fluctuó entre 73% y un 86%, observándose en las muestras provenientes de los centros de abastos el mayor porcentaje de muestras sobre la norma (27%).
Consultamos a Marcelo Zolezzi, qué ocurre con el agricultor que no es capaz de cumplir con los límites deseados.
-¿Deja de ser competitivo?
“Es que ese es el problema. Hoy no deja de ser competitivo, porque nadie está pagando o estimulando al agricultor para premiar el hecho de que los productos no tengan residuos, hoy la inocuidad está asociado a la responsabilidad social que se debe tener, más allá de que se esté transgrediendo una norma. Hoy, la exigencia va por la calidad, como es la presentación del producto, ausencia de plagas o enfermedades, por aspectos cosméticos más que por el contenido de residuos de plaguicidas. Sin embargo, este escenario está cambiando y el consumidor, ferias libres y las grandes cadenas de supermercados, se están preocupando cada vez más de estos aspectos y están dispuesto a pagar más en la medida que se le asegure la inocuidad de lo que está vendiendo y consumiendo”. En Europa, agregó, “todas las cadenas de supermercados ponen a disposición del usuario información de esta naturaleza y permite al consumidor tomar una decisión informada. El resultado ha sido que el que tiene menos presencia de plaguicida constituye el vegetal que más se vende”.
“Sin duda, destacó, estamos en presencia de un nivel de conciencia pública distinta. En nuestro país, la legislación sobre los Límites Máximos de Residuos es reciente y aun falta un mayor cambio cultural y más educación a todo nivel”.
-Con la resolución exenta del 2011 del Ministerio de Salud, en la gran mayoría de los casos, bajaron considerablemente los Límites Máximos de Residuos. Sin embargo, se tendería a pensar que una norma más estricta se transgrediría más frecuentemente.
“Si a ti te bajan un límite máximo de residuo permitido de 0,05 a 0,01 mg/kg – estamos hablando prácticamente de trazas. Por lo tanto este nuevo escenario trae consigo mayores desafíos para los agricultores ya que las alternativas o las posibilidades de que los agricultores se desenvuelvan en este ámbito son mucho menores. Ahora bien, con los nuevos LMR no hay tanta información, como por ejemplo sobre la carencia de los productos, ya que la fijación de los LMR no ha ido asociado con la debida información teniéndose disponible aquella que dice relación, más bien, con los Límites Máximos de Residuos antiguos”.
-A qué cree que se debe que no se haya hecho una actualización o revisión, por así llamarlo, sobre la carencia de los productos asociado a estos nuevos LMR.
“Es un nuevo desafío para los equipos técnicos que estamos en este tema. Creo que es lícito y corresponde que nosotros respondamos a las pautas internacionales. A lo anterior se suma que si bien se bajaron los LMR en el país, la actualización de la información asociada a este nuevo escenario no ha acompañado a esta nueva realidad. Por lo tanto, los agricultores disponen de información poco actualizada lo que en muchos casos podría inducir a errores que, en último término, se expresarán en la presencia de residuos de plaguicidas en los productos que llegan al consumidor con una cantidad de residuos de plaguicidas fuera de norma”.
-Cuáles son las principales falencias por las que algunas hortalizas superaron los límites máximos de plaguicidas
“El origen del problema es multifactorial. Tiene que ver con un conjunto de factores que están interactuando, los que van desde una falta de claridad respecto a la identificación del patógeno, acompañado del uso y manejo inadecuado de los plaguicidas, pasando por un deficiente mantenimiento y calibración de la maquinaria. Un tema a relevar es la calidad del agua que se utiliza en las aplicaciones, especialmente en la parte norte de nuestra región donde las aguas son altamente alcalinas lo que hace perder eficiencia y eficacia de los plaguicidas, siendo la solución más recurrente por parte de los agricultores el aumentar la dosis en forma injustificada, trayendo consigo solamente un aumento significativo de la carga de estos productos en las áreas cultivadas. Junto a lo anterior se ha observado resistencia por parte de las plagas y enfermedades por el uso reiterado de plaguicidas con el mismo modo de acción”.
Zolezzi asegura que este estudio vino a alertar sobre un problema que nos incumbe a todos los involucrados en la cadena agroalimentaria de las hortalizas, en donde existen un cúmulo de información que permitiría rápidamente revertir la situación observada. “Este es un aspecto sobre el cual el INIA continuará trabajando. Los nuevos requerimientos en materia de fitosanidad e inocuidad de los alimentos de origen vegetal para consumo interno implican un enorme desafío para los productores hortofrutícolas de nuestro país, ya que tendrán que ajustar sus programas fitosanitarios para utilizar un número menor de plaguicidas, bajando la frecuencia de aplicación y además buscar métodos alternativos para el control de plagas. Asimismo deberán mejorar la calidad de la aplicación de los plaguicidas”, señala el experto.
“Durante el último siglo la cantidad de alimentos que se comercializan internacionalmente, ha crecido de manera exponencial, y una cantidad y variedad de alimentos nunca antes posible viaja por el mundo hoy en día. Por ende, estamos en presencia de un comercio internacional de productos de origen vegetal cada vez más exigente y hoy se suman a estas las exigencias de tipo fitosanitario aquellas relacionadas con el uso y manejo de plaguicidas”, agrega el profesional de INIA.
PROPUESTA DE POLÍTICAS PÚBLICAS PARA REDUCIR LOS PLAGUICIDAS
En el libro “Estrategias de manejo fitosanitario para reducir el uso de plaguicidas” escrito por Carlos Quiroz más un equipo de especialistas, se plantea una serie de propuestas:
-Protocolos de inspección y calibración de equipos de aplicación de plaguicidas y un programa de certificación oficial de equipos de nueva fabricación.
-Una correcta aplicación de plaguicidas permite realizar una distribución homogénea del producto y dosificar según lo recomendado y autorizado. La presencia de desperfectos, averías o desajustes en sus parámetros operativos pueden originar pérdidas por fugas y riesgos laborales al operador en la tarea de pulverización. En los tratamiento con pulverizadores hidroneumáticos se encontró pérdidas de más del 50% del volumen aplicado por condiciones de cultivo, de las condiciones ambientales y del equipo aplicador, correspondiendo un 33% de ineficiencia producto del mal uso de la maquinaria utilizada.
-Control de laboratorios de análisis de residuos de plaguicidas en Chile y mejoras en los requisitos técnicos de los laboratorios privados para realizar un análisis de multiresiduo.
-Se requiere mejorar los servicios de análisis de multiresiduos de los laboratorios privados ya que se observó disparidad respecto a los resultados de análisis entre un laboratorio y otro. Estos laboratorios desempeñan un papel fundamental para el control de la inocuidad de los alimentos ya que su rol se asocia a determinar que los productos alimentarios muestreados cumplan con las normas o exigencias establecidas. En los países desarrollados estas materias son cuidadosamente vigiladas y están descritas en una serie de documentos de la OCDE sobre buenas prácticas de laboratorio.
La finalidad de un laboratorio es producir resultados confiables para la toma de decisión y para ello se requiere que los datos sean obtenidos con instrumentos cuyos niveles de precisión y exactitud contribuyan a que la toma de decisión se realice con un cierto nivel de confianza.
-Plan de gestión integrada de plagas como parte de un modelo de desarrollo sostenible que ponga el énfasis en conseguir el desarrollo de cultivos sanos con la mínima alteración posible de los agroecosistemas y en la promoción de los mecanismos naturales de control de plagas. Este plan debería estar liderado por el Ministerio de Agricultura.
-Implementar una política público-privada de investigación mediante el financiamiento de recursos humanos y físicos que permitan estudiar en profundidad el comportamiento de plagas y enfermedades a fin de desarrollar métodos de monitoreo simples y confiables y criterios de control para bajar el número de aplicaciones.
-Desarrollar una investigación activa, permanente e independiente sobre carencias, residuos, uso de enemigos naturales, plaguicidas naturales o nuevos grupos químicos
-Ampliar la red nacional agrometeorológica de alerta temprana de enfermedades y/o plagas.
-Programas de capacitación que considere actividades de difusión y capacitación sobre uso y manejo de plaguicidas, dirigido a los agentes de la cadena de productos hortofrutícolas.
-Programas de capacitación que contemple el reconocimiento, seguimiento y manejo de las potenciales plagas y enfermedades que pueden afectar su huerto o parronal.
-Programas de capacitación que considere actividades de difusión y capacitación sobre uso y manejo de plaguicidas, dirigido a los agentes de la cadena de productos hortofrutícolas.
-Programas de capacitación que contemple el reconocimiento, seguimiento y manejo de las potenciales plagas y enfermedades que pueden afectar su huerto o parronal.
-Apoyar a los agricultores brindándoles una asesoría técnica más relacionada con las condiciones agroecológicas de su sistema productivo, con información local.
-Mejorar las capacidades de los productores para el uso de técnicas de monitoreo.
MANEJO INTEGRADO DE PLAGAS EN HORTALIZAS: UNA PROPUESTA TECNOLÓGICA
Para producir hortalizas inocuas y de manera amigable con el medio ambiente, Patricia Estay, investigadora y entomóloga de INIA La Platina propone el Manejo Integrado de Plagas. “Este modelo implica un conocimiento de las plagas y sus enemigos naturales, conocimiento de las condiciones climáticas donde cultivamos, observación, supervisión y decisión de un programa de manejo de acuerdo a la infestación, estado de desarrollo de la plaga, condiciones de temperatura y estado fenológico del cultivo”.
Reconociendo que existen puntos críticos asociados al manejo de plagas y en el proceso del uso y manejo de plaguicidas en la gran mayoría de las hortalizas de consumo interno, la investigadora del INIA se han dedicado durante años a investigar y evaluar nuevas formas de abordar los aspectos fitosanitarios, proponiendo alternativas de mejoramiento y de tecnologías que mitiguen el uso de plaguicidas.
ROTACIÓN DE INSECTICIDAS CON DIFERENTES MODOS DE ACCIÓN
Patricia Estay propone un manejo de resistencia mediante el uso de grupos químicos de distinto modo de acción, lo que se denomina “tratamiento ventana”. Este Estay lo define como un periodo de 30 días consecutivos, basado en el número mínimo de días que dura una generación de la plaga. El objetivo de este esquema es minimizar el riesgo o selección de resistencia a un determinado grupo químico. Algunas de las reglas básicas de este modelo aplica a un ciclo del cultivo de 150 días, donde no se puede usar insecticidas del mismo modo de acción en las generaciones siguiente y las aplicaciones de insecticidas deben ser hechas de acuerdo al umbral de daño económico. Si se requiere una segunda aplicación, debe realizarse con insecticida con distinto modo de acción. No se puede aplicar el mismo modo de acción hasta 60 días después de una aplicación.
Este esquema, explica la especialista, requiere de un mínimo de 3 grupos químicos con distinto MA de probada efectividad. Además, otros grupos no tan efectivos pueden ser incluidos.
El sistema ha sido estudiado en el modo de acción de los insecticidas que controlan polilla del tomate Tuta absoluta y el modo de acción de los insecticidas que controlan mosquita blanca de los invernaderos.
La especialista plantea que existen modelos fenológicos que permiten predecir el comportamiento biológico de una plaga y de esa manera disminuir el daño que una plaga puede ocasionar en hortalizas.
USO DE FEROMONAS PARA MONITOREO, CONFUSIÓN SEXUAL Y TRAMPEO MASIVO
Otra forma de controlar las plagas de algunas hortalizas es con el uso de feromonas para monitoreo, confusión sexual y trampeo masivo. El trampeo masivo se utilizó en un estudio para controlar la polilla del tomate. La experta explica que “se basa en el uso de una feromona específica para atraer los machos de polilla del tomate (Tuta absoluta) y es una buena herramienta para los períodos iniciales de infestación con polilla ya que al no haber machos no habrá fecundación de la hembra y de esa manera bajan las poblaciones”. Patricia Estay recomienda mantener el trampeo masivo hasta tres a cuatro semanas después de haber retirado él o los rastrojos del cultivo. Al detectar tres a cuatro polillas en las trampas de monitoreo se debe iniciar trampeo masivo con 40 trampas con feromona por hectárea.