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José Mery

Un menor volumen de aplicación permite bajar las dosis de fitosanitarios

15 de Marzo 2017 Equipo Redagrícola

José Mery estima que la forma actual de usar los equipos de pulverización lleva que se desperdicie parte importante del producto. Afirma que hay que pintar el huerto en vez de mojarlo, que no se debe regular la maquinaria por volumen y que las pruebas en terreno son esenciales.

José Mery, ingeniero agrónomo, Dr., se ha desempeñado por décadas como académico en su especialidad de maquinaria agrícola, primero en la Universidad Católica de Chile y luego en la Universidad Mayor. Durante toda su vida profesional ha combinando la docencia con la actividad práctica; actualmente trabaja en La Rosa Sofruco.

José Mery aclara que se referirá a los pulverizadores de líquidos, para diferenciarlos de aquellos equipos de aplicación destinados a productos en polvo y gases. Pulverizar, especifica, es dividir en gotas la mezcla del agua con uno o más productos.

HAY QUE PINTAR EL HUERTO EN LUGAR DE MOJARLO

Para José Mery el hecho de que una parte importante de los agricultores todavía regule los equipos sobre la base del volumen de solución por hectárea (ha) es un gran error.

–Incluso he visto recomendaciones que indican una cantidad mínima de agua para aplicar un producto, cuando el volumen por hectárea depende de factores que el vendedor no puede conocer en forma anticipada. Se dice, por ejemplo, vamos a “mojar” con 1.500 litros/ha. Otra equivocación: cuando mojo, el agua escurre y se pierde, como sucede al ducharse. Un concepto mejor es el de “pintar”, donde la mayor parte del compuesto queda en la superficie a la cual se aplica.

De acuerdo a lo planteado por el especialista, tampoco resulta muy útil la idea de ajustar la cantidad de agua al volumen de la canopia del árbol.

–Mi experiencia es que en el campo la fórmula TRV (tree row volume) en verdad no funciona. Por ejemplo, exagerando un poco, si aplico 1.500 litros en gotas de 500 micras, a lo mejor van a producir 800 millones de gotas con un cubrimiento deficiente; en cambio con gotas de 150 micras voy a tener 800.000 millones, que sí me va a garantizar un buen cubrimiento si alcanzo con ellas al árbol. A veces me argumentan: llevamos años haciendo esto y ha funcionado. Mi respuesta es que no se trata de un método ineficaz, sino ineficiente. Funciona, pero estoy perdiendo gran parte del agua y del producto.

NO SE DEBE REGULAR A PRIORI POR VOLUMEN

Al establecer la presión y las boquillas, definimos el caudal de la máquina. Este se debiera mantener constante, de manera que el volumen/ha dependerá de la velocidad del tractor.

–No se puede definir estas variables a priori o por volumen, porque no consideras factores como el viento, entre otros. Con viento, necesito gota gruesa. Para producirla puedo bajar la presión y también cambiar la boquilla, por ejemplo, a una de 250 micras. Al elegir la boquilla asimismo establezco el caudal.

Si preguntas a los operadores quién decide la presión –continúa el docente de la U. Mayor–, te van a decir: el jefe. ¿De dónde lo sacó el jefe? La presión depende de la boquilla que se use. Mientras una puede tener un rango de trabajo entre 1,5 y 4 bares, de acuerdo al manual, otra podrá operar entre 1 y 15 y su óptimo estará en 10 bares. No debemos salirnos del rango; por ejemplo a una presión sobre la recomendada la boquilla produce mucha gota parásita, incapaz de llegar al objetivo por más viento que lance el ventilador.

La velocidad en un pulverizador atomizador la determina el tractorista –agrega Mery–, porque es quien recorre el  terreno. Antiguamente se definía la velocidad en 8 a 10 km/hora, para cubrir muchas ha/día. El tractorista no era capaz de cumplir en suelos difíciles, pedregosos, rugosos, con surcos. Entonces bajaba la velocidad y botaba lo que le sobraba. Hay que acordar con el operador a qué velocidad realmente conducirá. Por ejemplo a 3,5 km/h puedo calcular que se va a demorar, supongamos, 35 minutos. Para quienes siguen partiendo de la base del volumen, 1.500 litros/ha aplicados en  35 minutos son 43 litros/minuto. Dividiendo por el número de boquillas da el caudal por boquilla.

EL CÁLCULO NO BASTA, LA PRUEBA DE TERRENO ES ESENCIAL

Cualquiera sea el método usado, la recomendación de José Mery es comprobar el resultado del cálculo en el campo, mediante un indicador como un colorante en la mezcla o papel hidrosensible, donde podemos medir la cantidad de impactos/cm2. Ello muestra adónde y cómo llega el producto, con el fin de hacer ajustes de velocidad o de presión, o cambiar las boquillas si es necesario.

–Por esta vía podemos llegar a que a una velocidad, presión y caudal determinado, el cubrimiento demostrado por el papel sea adecuado con 400 litros/ha o menos.

–¿Es realmente un sistema práctico?

–Lo es, pero requiere mayor prolijidad. Muchas veces se prefiere aplicar los 1.500 litros/ha y dejar el papel empapado.

–¿Eso significa una pérdida de producto?

–Sí.

–¿Con qué frecuencia debemos evaluar en terreno?

–Basta una vez al principio de la aplicación y repetir si las condiciones cambian de manera importante.

LAS VENTAJAS DEL BAJO VOLUMEN

Sobre 1.000 litros/ha se considera volumen alto; 500 a 1.000, volumen medio; bajo, entre 200 y 500; muy bajo, de 50 a 200, y ultra bajo volumen menos de 50 l/ha. José Mery aduce razones técnicas, agronómicas, ambientales, de mano de obra y económicas para preferir aplicaciones con volúmenes bajos:

En primer lugar, la aplicación con bajo volumen es más rápida. Se ahorra tiempo porque, aunque la velocidad de desplazamiento no cambia, se necesita ir menos veces a cargar el estanque (ver figura 1).

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Figura 1. Cargas de estanque para turbopulverizador y pulverizador de bajo volumen.

Un tratamiento aplicado en menor tiempo incide en un mejor resultado sobre la plaga. Por ejemplo, si la recomendación técnica es controlar cuando se detectan 10 ninfas de un insecto por hoja, y tardo 5 días en cubrir todo el huerto, los sectores a los cuales llegué el último día ya van a tener un número mucho mayor de ninfas.

Además, las aplicaciones de bajo volumen consiguen un mejor cubrimiento, porque se trabaja con gota más fina (figura 2).

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Figura 2. Efecto del tamaño de gota sobre el cubrimiento.

Se logra una mayor eficiencia en el aprovechamiento del agua y se reduce la deriva, o sea la parte de la solución que se pierde porque no llega a su objetivo o es arrastrada por el viento. José Mery ha participado en estudios donde encontraron gotas a más de 300 metros de distancia de donde fueron aplicadas.

La distancia a los lugares de abastecimiento en predios grandes o en la fruticultura del norte suele ser considerable. Eso no solamente se traduce en tiempo, sino además en gasto de combustible y desgaste de los equipos.

En cuanto a la mano de obra, en este caso especializada, reducir el tiempo que toma la aplicación significa aumentar su productividad y disminuir su exposición al agroquímico.

LO QUE IMPORTA ES EL INGREDIENTE ACTIVO POR CM2 DE PLANTA

Hay otro aspecto esencial, a juicio de Mery las aplicaciones de bajo volumen abren la posibilidad de reducir dosis, con el consiguiente beneficio económico. La razón se encuentra en la mayor eficiencia lograda al usar volúmenes reducidos. Plantea que ha mantenido  polémicas al respecto con los fitopatólogos que siguen evaluando los productos con los sistemas de aplicación más tradicionales.

Arguye que lo importante es medir la cantidad de ingrediente activo por centímetro cuadrado. Un ensayo efectuado en el año 2002 en La Rosa Sofruco mostró que la aplicación de un producto con 400 litros de agua por hectárea lograba depositar la misma cantidad de ingrediente activo sobre la fruta que al usar 2.000 l/ha. Con una diferencia: en el primer caso se utilizó un tercio menos del producto para la misma superficie (ver figura 3).

Figura 3. Degradación de Azinfosmetilo en peras Summer Bartlett. La Rosa Sofruco 2001.

–He preguntado a profesionales de agroquímicas cuál se su recomendación por cm2, y no he obtenido el dato –cuenta Mery–, pienso que nos llevaríamos muchas sorpresas.

–¿Se necesitaría menos producto/ha?

–Yo creo que mucho menos.

EL EQUIPO SE PUEDE ADAPTAR, EL OPERADOR TAMBIÉN

–¿Para bajar de 2.000 l/ha a 400 se necesita cambiar el equipo?

–No, se puede mejorar un equipo de buena calidad, y controlar muy bien el proceso, porque el margen de error es menor. Técnicamente es más exigente y el operador debe saber muy bien lo que está haciendo.

–¿Cuáles son las mejoras que necesita un equipo?

–Una de las más radicales es duplicar el número de boquillas para lograr un tamaño de gota uniforme, útil, que no entre en deriva (ver foto 5). Hace años que en lugar de 8 boquillas por ramal le pongo 16, con un duplicador disponible en el mercado. La idea ya se ha extendido, sobre todo en el norte. Los productores no se atrevían a bajar el volumen porque encontraban que el huerto quedaba seco. Pero yo ponía los duplicadores y les mostraba que los papeles hidrosensibles quedaban pintados.

–¿Algo más que destacar?

–Finalmente esto se resume en controlar todos los parámetros que producen mayor deriva, para evitar que el producto vaya a un lugar que no le corresponde. Si no soy eficiente, estoy botando el producto. Pon un papel arriba del árbol y otro en el suelo. En la mayoría de las aplicaciones va a quedar mojado, ¿a qué conclusión te lleva eso?

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