Citricultura orientada a proveer la exportación y el mercado interno, Casi todo el año
El diseño de la estructura productiva de Agrícola San Osvaldo se enfoca tanto al mercado interno como a la exportación y a tener presencia en el mercado el mayor periodo posible del año. Enfocados exclusivamente en cítricos y especializados en limones, hoy están en pleno desarrollo de variedades de cítricos dulces. Seis campos, tanto en zonas costeras como interiores de los valles, a los que se suman dos packings y un vivero, conforman la compleja estructura productiva, en pleno desarrollo, que hoy, como el resto, se ha debido adaptar al duro contexto de pandemia.
En la actualidad cosechan mandarinas en los sectores de Tambillo y de Pan de Azúcar, ambos ubicados cerca de la costa, por lo que son de cosecha más tardía que en los sectores altos de los valles. Debido al clima con influencia costera, la amplitud térmica es menor, con mínimas de entre 7-8°C y máximas de entre 12-14°C. Esta condición climática retrasa la toma de color de las mandarinas, considerando que, además, hay una menor luminosidad. Su especialidad hasta el presente han sido los limones, tanto para la exportación como para los supermercados nacionales, cultivados cerca de la costa junto a pequeñas superficies de otros cítricos. Sin embargo, el crecimiento futuro de la empresa está decididamente orientado a los cítricos dulces, en base a plantaciones que llevan a cabo en dos predios que están siendo plantados en la zona de Monte Patria.
El ingeniero agrónomo Christian Gisseleire explica que, en los sectores tempranos de Ovalle, ubicados principalmente en el interior de los valles, se están reemplazando parrones por cítricos dulces, principalmente clementinas, buscando anticipar las cosechas. “Las superficies de cítricos que se desarrollan en el interior en gran medida corresponde a reemplazo de la uva de mesa. Son las zonas donde se obtiene la fruta más temprana, la que obtiene mejores resultados en términos de precio”, señala. A este boom de plantaciones de cítricos dulces, en zonas tempranas, es al que se sumó Agrícola San Alfonso, luego de años cultivando principalmente limones en zonas costeras.
– ¿Qué buscan ustedes con su modelo productivo que hoy contempla el cultivo de diferentes cítricos en zonas bajas y altas de los valles?
CG – En el proyecto buscamos cumplir un amplio rango de los requerimientos de nuestros clientes, en el sentido de ser capaces de entregarles diversos productos, por un periodo largo, pero esto no solamente apuntando a la exportación, sino también al mercado interno. Hemos buscado desarrollar el mercado interno a través de los supermercados, lo que implica que tenemos que hacer un esfuerzo para ofrecer producto toda la temporada, especialmente cuando el producto es el limón. Eso, además, influye en los costos ya que tenemos fruta en las plantas empacadoras por un periodo largo. Considerando que tenemos dos empacadoras funcionando en paralelo, tener fruta la mayor parte del año, nos permite manejar los costos.
– ¿Fechas de cosecha de las diferentes variedades y especies?
– Nosotros partimos en el mes de mayo con clementina en el sector temprano. En la parte alta de Ovalle tenemos dos campos con clementina y obviamente que el principal destino de esa fruta es la exportación, a EEUU por excelencia. Sin embargo, también hay un cierto volumen de fruta que destinamos al mercado interno, el que puede ser descarte de packing, pero que también puede ser cosechado directo para mercado interno, especialmente supermercados, porque hoy las calidades exigidas son muy similares. Lo que pide en la actualidad un supermercado en Chile es muy similar a lo que se embala para exportar.
– ¿Cómo llegaron a esta estructura productiva con seis predios a diferentes altitudes, plantados con diferentes especies de cítricos?
– Partimos con un proyecto de desarrollo de cítricos basados en mi experiencia como asesor en cítricos y en proyecciones con flujos bien estructurados, en base a un diseño de plantaciones y variedades elegidas para cada zona, variedades que ya eran bien conocidas. Partimos con limones en el fundo San Osvaldo, pero al poco tiempo se adquirió el Fundo Tambillo, que ya tenía limones. Allí incrementamos la superficie de limones, pero además plantamos mandarinas. Después de eso compramos un fundo en el sector Pan de Azúcar, con suelo eriazo y derechos de agua, en el que plantamos limones, mandarinos, naranjos Cara Cara y una muestra de pomelo y de kumquat, esto en vistas a tener una oferta gourmet para los supermercados. Todo siempre con el enfoque de cubrir tanto la demanda del mercado interno como de la de exportación.
VENTAJA COMPARATIVA EN LIMONES
– ¿Por qué cultivan en la parte baja, cercana a la costa, a diferencia de la mayoría de los productores?
– El hecho de estar más cercanos a la costa nos permite trabajar en un clima más conocido, especialmente para el caso de los limones. Nos da la ventaja comparativa, respecto de la zona central, de tener mayores producciones en verano, porque acá estamos prácticamente libre de heladas. Eso nos permite contar con oferta de fruta en verano, siendo lo normal que la zona central no la tenga, ya que -la flor de la fruta de verano- del limonal de la zona central, es generalmente afectada por las heladas. Es así que, en términos general, nosotros estamos por sobre las 90 toneladas por hectárea/año, en tanto que en la zona central están en las 60-65 toneladas/año. La diferencia está en el volumen del limón de verano, para el mercado interno, el que logra los mejores precios, ya que en la zona central no se produce porque a la flor se la lleva la helada.
– ¿La calidad que buscan es nivel de exportación?
– Nos propusimos producir un limón que se defienda en cualquier mercado. Hoy día los supermercados nos conocen y saben que nos caracterizamos por una calidad uniforme durante todo el año. La idea es que llegue un limón que se defienda solo y no presente problemas de postcosecha. Que tenga una larga vida de postcosecha y que sanitariamente cumpla todas las condiciones para tener una etiqueta de prestigio. Producimos en una zona donde casi no llueve, tenemos baja presión de enfermedades, y no sufrimos heladas.
– Para lograr una producción interesante durante el verano, en el caso de los limones, ¿hay que sacrificar producción del invierno?
– No, nuestra política de manejo ha sido siempre mantener el árbol verde, no dejar que haya limón maduro colgado, de modo de que los ciclos fenológicos de la planta sean normales y tengamos la carga distribuida durante todo el año. Hacemos algunos manejos eventuales para retrasar un poco la toma de color, sobre todo del limón de primavera, con muy buenos resultados.
– ¿Eso significa que están cosechando casi todo el año?
– Prácticamente. Aunque históricamente tenemos una parada obligatoria para hacer un manejo más intensivo de poda y algunas aplicaciones de rigor, en el mes de octubre. Partimos suavemente las podas en septiembre y terminamos en octubre, y después ya todo es cosecha, manejo fitosanitario, fertilización y riego.
CÍTRICOS DULCES CULTIVADOS EN UN BARRIO DE CÍTRICOS
En los sectores altos de los valles de Coquimbo se observa un intenso recambio productivo, de variedades antiguas de uva de mesa, con problemas de rentabilidad, principalmente a variedades de cítricos dulces, ya que el cambio a nuevas variedades de uva de mesa requiere de muy alta inversión. “A la baja rentabilidad se les sumó el problema de la sequía, lo que generó una crisis muy fuerte a los productores de uva de mesa. Por otro lado, no todos pudieron optar al cambio debido a los cuantiosos recursos necesarios. Los que contaban con recursos se cambiaron, pero básicamente a cítricos dulces, un cultivo que para muchos es nuevo, pero que para otros era parte de lo que ya tenían. Hay agrícolas que eran, por ejemplo, 100% o 90% uva de mesa y hoy día son 70% cítricos y 30% uva de mesa”, contextualiza Gisseleire.
– ¿Hacia dónde apunta el crecimiento productivo futuro de San Osvaldo?
– En lo que estamos creciendo y lo que nos queda por plantar, corresponde casi en un 90% a cítricos dulces, clementinas y mandarinas en dos campos de Monte Patria, al interior de Limarí. Con eso vamos a terminar de desarrollar nuestro proyecto en lo que respecta a cítricos dulces. Entre los dos campos completaremos cerca de 180 hectáreas, las que terminaremos de plantar en la primavera del próximo año (2021).
– ¿A ustedes no les interesa desarrollar otra especie, uva de mesa, por ejemplo, o ir a producir a otra zona del país, con más disponibilidad de agua?
– Nosotros nos especializamos en cítricos y es el negocio que mejor manejamos, pero eso no significa que no vamos a incursionar -en el corto o mediano plazo- en alguna otra especie interesante. Sin embargo, estamos en la etapa de consolidar este proyecto. Una vez que terminemos de plantar las 180 hectáreas de arriba y que estemos consolidados y generando producciones importantes, creo que habrá que ver cómo reinvertimos las utilidades o cuál es la voluntad de los dueños respecto de mirar hacia otro lado. Pero no podemos dejar de incorporar la nueva realidad a este análisis. Todo se complicó en términos de enfoque y de proyección cuando pasó lo que pasó en el mes de octubre, para luego dar paso a la pandemia. Hoy nuestro enfoque ha sido seguir operando con la mayor normalidad posible, lograr sacar adelante la cosecha y retomar cierta normalidad. Manejando costos y siendo muy disciplinados en lo que estamos haciendo, para que esta cuestión pueda reflotar. Llevamos prácticamente 11 meses de incertidumbre y la verdad es que no ha sido fácil, por lo que no es el momento para pensar en crecer con otro tipo de inversiones.
– Ustedes están incorporando diversas variedades de cítricos, ¿qué hacen respecto a las semillas? ¿Están entrando a alguna zona con potenciales problemas de semillas?
– Las semillas no solo dependen de la variedad que escojo, sino del vecino que tengo y de si llegó antes o si llegó después plantando algo que a mí me puede polinizar. En nuestro caso estamos tomando medidas de base y todo lo que podría sufrir de polinización cruzada, lo estamos desarrollando bajo techo o lejos de los cultivos que requieren abejas o incluso, con variedades que son menos susceptibles a las semillas. Es así que entramos al club de la variedad Tango, por ejemplo, pensando en bajar los riesgos en algunos sectores altos que plantamos; campos donde comenzaremos a producirlo este año. Pero el proyecto en la zona temprana, en los cultivos en que tenemos posibilidades de polinización cruzada, va todo bajo techo. Techado y con laterales, cubierto con mallas anti-polinización. Lo que también nos ayuda a ahorrar agua, pero principalmente nos permite llegar a los mercados con fruta sin semilla, en su gran porcentaje.
MANO DE OBRA Y COSECHA EN CONTEXTO DE COVID
– ¿Con cuánta gente trabajan en promedio y con cuánta en los peaks?
– Normalmente tenemos una carga de gente permanente baja, pero después del estallido social incluso tuvimos que jibarizarnos un poco en razón de los costos. Es decir, tuvimos que asumir las mismas funciones con menos personas. Lo normal -en un periodo de peak de cosecha- entre los 4 campos de abajo que cosechan en paralelo, tenemos más de 800 cosecheros, más los supervisores, que en promedio son uno por cada 15 personas. Tanto en campo como en los packing, trabajamos básicamente a través de contratistas, quienes hoy día manejan mucha gente extranjera. Haitianos, bolivianos, peruanos o provenientes de algunos otros países, que han llegado a trabajar acá y se han ido quedando. Algunos han trabajado ya hasta 4 o 5 años con nosotros en la cosecha. Producir todo el año es también buena estrategia porque podemos ir cambiando campos y ofrecer un periodo de trabajo más largo. Ofrecer estabilidad, lo que es importante en lo laboral, pese a que ellos sean transitorios.
– ¿Es una limitante la disponibilidad de mano de obra en el esquema de ustedes, a pesar de que sus requerimientos de labores puedan ser mayores en los meses de invierno?
– Si analizamos la mano de obra como recurso, en términos generales, resulta que hoy en día es uno de los recursos más escasos para la agricultura. Para atraer gente es importante que los periodos de trabajo sean amplios, de modo de asegurarnos que nos colaboren en cosecha durante todo el periodo en que tenemos fruta.
– ¿Y qué pasa con manejos más técnicos, como puede ser la poda?
– En realidad, todas las faenas que se hacen en los huertos son técnicas, por lo que requieren de control y de gente especializada para que en la medida en que se va avanzando, no se pierda el esquema definido o el protocolo para efectuar los manejos. Por eso siempre hay una capacitación inicial y se controla que la labor se haga en base a la exigencia técnica. Eso vale también para la cosecha, en cuanto a requerimientos de color, de calibre, de condición interna, o para la arquitectura que se busca en la poda de los árboles.
– ¿Los supervisores son también tercerizados?
– Hay supervisores que son de jornada completa o permanentes y otros que se contratan por temporada, pero que llevan varios años con nosotros. Eventualmente aparece gente nueva y vamos seleccionando. Como hemos estado en un periodo de crecimiento en superficie, hemos tenido que ir armando equipos nuevos. Pero eso nos ha permitido ir seleccionando para quedarnos con los mejores, a los que incentivamos y motivamos, y en quienes buscamos un cierto grado de sana competencia para que se queden los que quieran seguir trabajando en esta empresa. Todavía no tenemos un departamento de recursos humanos, pero estamos en etapa de desarrollarlo. En la actualidad tenemos colaboradores capaces de formar gente nueva para seguir trabajando en ese esquema.
– ¿Cómo fueron las cosechas en plena crisis del Covid?
– En general diría que -para los productores- no ha sido un año fácil. Hemos tenido eventos y hemos tenido que modificar la normalidad. Definir una serie de protocolos que nos protejan a todos, pero especialmente a los trabajadores, ya que están sujetos a contagios diarios. Cuando la gente está en el campo uno puede controlar ciertas situaciones, pero cuando salen del campo no sabemos dónde van y con quienes se juntan. Por lo tanto, se requiere de cierto rigor en los controles y de seguimiento y de trazabilidad, hay que evitar las aglomeraciones y exigir que se respete permanentemente la distancia social. Hemos tenido que adoptar medidas que antes no existían, nos hemos tenido que ir adaptando y mejorando, siempre buscando proteger al trabajador. Nos afectó ya que tuvimos contagios y gente que estuvo en cuarentena y después volvió a trabajar, pero todo dentro de un cierto nivel de normalidad. La verdad es que se vieron disminuidas las faenas, pero las cuadrillas de cosecha y de supervisión sacaron adelante la recolección de la fruta. Si bien tuvimos oscilaciones en los volúmenes de cosecha semanal y en las ofertas de cosecha para los programas de embalaje, probablemente, por ser una actividad considerada esencial y porque no había mucho trabajo en otras áreas, la gente hizo el esfuerzo y nos acompañó en las cosechas y pudimos sacarlas adelante. No fue fácil ya que tuvimos mucha rotación y tuvimos que cuarentenar cuadrillas enteras. Los contratistas tuvieron que asumir muchos costos que antes no tenían y así mismo salieron adelante con esfuerzo. La verdad que ha sido duro para todos, no ha sido una tarea fácil.
– ¿Ahora que están en la cola de la cosecha es una etapa de más alivio?
– En realidad no, porque mientras no se solucione el problema o no haya vacuna, yo diría que el riesgo es permanente y no se puede relajar el sistema. Hoy día la realidad cambió y hay que acostumbrarse a que son otras las exigencias. Hay que tener mucho cuidado.
– ¿Probablemente lo más complicado fue a nivel de packing?
– En los packings también tuvimos eventos de Covid. Dentro de lo que pudimos, con las mismas medidas de protocolo y de seguimiento, logramos controlar el problema y reemplazar gente sin tener mayores contagios, pero siempre cumpliendo con rigurosas cuarentenas de las personas contagiadas. Afortunadamente tuvimos gente capacitada para reemplazar y llenar los espacios que se generaron. Sin embargo, no hubo eventos masivos, mantuvimos el control, y la gente contagiada volvió a trabajar. O sea, nos golpeó, pero no fue algo tan complejo como para decir que perdimos el control.
Con la estrategia de abastecer de cítricos a sus clientes nacionales e internacionales, durante casi todo el año, Agrícola San Osvaldo ha desarrollado una compleja estructura productiva focalizada en los cítricos. La máquina productiva de San Osvaldo hoy da cuenta de seis predios productivos, ubicados a distintas altitudes, dos plantas empacadoras y un vivero, con proyecciones de flujos bien estructuradas y en base a un diseño de plantaciones y variedades de cítricos elegidas para cada zona.
FECHAS DE COSECHA Y COMERCIALIZACIÓN
Limas: abril y mayo
Limones: mayo a diciembre
Clementinas: mayo, junio y julio
Mandarinas: julio, agosto y septiembre
Naranjas: julio y agosto
VIVERO PROPIO: PLANTAS DE MUY BUENA CALIDAD EN EL MOMENTO REQUERIDO PARA PLANTAR
Christian Gisseleire también está encargado de la gestión técnica del vivero.
– ¿Por qué decidieron implementar su propio vivero?
– A partir del segundo proyecto que desarrollamos, Cruz de Caña, en Coquimbo, decidimos trabajar con vivero propio, por lo que producimos nuestras propias plantas. Incluso la variedad con royalty, la mandarina Tango, los licenciatarios de la variedad nos autorizaron para hacer las plantas, así como las de un productor que tiene una superficie muy grande de Tango. Al hacer las plantas en nuestro vivero para nuestros propios campos, tenemos una planta en el momento requerido para plantarla y terminada de una calidad conocida, ya que no la hacemos para venderla, sino que para plantar. Así mismo, hemos tenido la posibilidad de trabajar con algunos productores que nos han solicitado programas.
– ¿El problema más frecuente es la disponibilidad de planta y oportunidad de entrega o la calidad de planta?
– Digamos que el cumplimiento de los programas en la fecha de entrega es muy importante. Hoy día, en el negocio de los cítricos, demorarse un año en el flujo es mucha plata. Si tú tienes todo tu proyecto desarrollado para estar en la primavera de 2020 y la planta no está, ya te atrasaste un año. Es un golpe muy fuerte, que puede no verse en lo inmediato, pero si analizas tu flujo y desplazas todo un año, es algo que afecta al proyecto completo; a los 20 años la vida útil de un huerto. Entonces, la seguridad y la pronta reacción para tener todo plantado en la fecha que uno tenía planificado es clave. A lo que se suma la seguridad sobre la calidad de nuestras propias plantas. La experiencia me ha enseñado que mientras más uniforme son las plantas, el huerto nuevo es mucho más uniforme y así mismo el resultado, en cuanto a rendimiento, obtenido en el corto plazo. El objetivo, más que nada, es la uniformidad que se logra en los huertos. Mientras más uniforme es el huerto que se maneja, los resultados son muchos mejores y es más fácil lograr resultados óptimos. El resto es hacer difícil el asunto.
– A los viveros se les viene un asunto complejo, como es el riesgo de HLB (Huanglongbing). Lo que, al parecer,
– Si, el Huanglongbing es un problema que nos obliga a analizar si seguimos con el vivero una vez que terminemos nuestros proyectos. Es probable que dejásemos una especie de vivero de mantención, para replantes y para variedades que puedan ser interesantes. Me parece que los requerimientos que vienen para producir una planta libre o con menor riesgo de ‘greening’ son importantes. Creo que la tecnología de los viveros va a cambiar radicalmente respecto de lo que estamos acostumbrados. Las medidas de seguridad y de aislamiento y de sanidad del material madre que se va a exigir, va a ser demasiado distinto. Creo que estamos bien cerca de tener que enfrentar esa realidad.
– ¿Se viene un mundo de solo viveros grandes, ya que a los viveros chicos probablemente la pequeña escala no les va a permitir recuperar la inversión?
– Exactamente, si hoy en día no tienes economía de escala o un volumen importante de plantas vendidas en el año, no va a poder financiar las nuevas exigencias. Sin embargo, también está la velocidad a que están desarrollando variedades resistentes a HLB en EEUU. Eventualmente eso puede cambiar el enfoque respecto de la enfermedad. Dependerá de cuán rápido se pueda producir ese material y cuan fácil sea diseminarlo a través de los países productores, porque eso tiene un costo.