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Biológa Armenia Velázquez, CEO de Abiosa

"De cada diez suelos que analizamos, unos nueve tienen deficiencias en microorganismos solubilizadores"

La firma mexicana Abiosa busca penetrar en el mercado mexicano de bioinsumos combinando inteligencia de suelos con solubilizadores que favorecen la fertilización. La firma de casi una década de vida espera conseguir los registros de sus siete productos en los meses que vienen y analiza opciones para internacionalizarse.

20 de Diciembre 2022 F. Aldunate M. 
"De cada diez suelos que analizamos, unos nueve tienen deficiencias en microorganismos solubilizadores"

La roya del café es una amenaza para los cafetaleros de todo el mundo, pero para la bióloga mexicana Armenia Velázquez resultó ser una oportunidad. Hace casi 10 años, cuando vivía en la zona de Chiapas, al sur de su país, el Gobierno entregó financiamiento para encontrar soluciones que permitieran combatir a esa enfermedad causada por el hongo Hemileia vastatrix y que afectaba a cerca de 300.000 hectáreas de cafetales en esa región. Junto a su esposo, el también biólogo Marcos Ramos, aprovecharon esos fondos y crearon un producto basado en Bacillus subtilis para controlar esa enfermedad foliar. “Una cosa era formular el producto; pero otra era hacer los análisis sobre cuánta era la dosis adecuada, cuándo había que aplicar y de qué manera había que hacerlo”, dice Velázquez. “Eso implicaba hacer un análisis del suelo”.

De esta manera fue que surgió la filosofía de Abiosa, la empresa que ella y su marido crearon para el desarrollo de bioinsumos para el sector agrícola y para analizar las condiciones del suelo que guíen su aplicación. Y es que, según ella, el suelo entrega la información precisa de lo que la planta necesita. “Los suelos con baja diversidad microbiológica se enferman más, tienen más presión de nematodos, más pudrición”, dice. Esto es algo que ella percibió al analizar buena parte de los suelos de la costa pacífica de América. En un trabajo previo, ella debió analizar suelos desde el norte de México hasta el de las viñas en la zona central de Chile, pasando por Centroamérica, Perú y Colombia. “A pesar de ser suelos muy distintos, todos tenían problemas parecidos, lo que se debe a la pérdida de diversidad”, dice. “Entonces, ¿cómo era posible que no tuviéramos un laboratorio que testeara la diversidad en los suelos?”.

“Los suelos con baja diversidad microbiológica se enferman más, tienen más presión de nematodos, más pudrición”

A partir de 2014, Abiosa desarrolló una metodología para analizar los suelos de los campos, lo que ve como una tarea urgente para América Latina. “Hay regiones, como la de Sinaloa, en el norte de México, donde el suelo tiene solo 0,2% de materia orgánica”, dice. “Un problema cuando buena parte de nuestro PIB latinoamericano depende de una actividad primaria que se obtiene del suelo”.

SOLUBILIZADORES COMO EJE DE SU CATÁLOGO

De este análisis, comenzaron algunos años después, en 2019, la formulación y desarrollo de productos que respondieran a los requerimientos que se obtenían de ellos. “La tentación inicial era comenzar con productos de biocontrol; si tengo nematodos y no quiero usar un nematicida, pues opto por un nematicida que sea biológico. Si tengo plagas, opto por un insecticida biológico”, dice. “Pero lo que nosotros percatamos es que la pérdida de diversidad del suelo estaba dada porque faltaban grupos funcionales muy importantes, principalmente los relacionados con la nutrición, a los ciclos de los químicos”.

Así que, después de desarrollar el biocontrolador de la roya del café, lanzaron al mercado una formulación basada en un consorcio de microorganismos solubilizadores de nutrientes. Es decir, bacterias y hongos que conviven con las raíces de las plantas y que toman los elementos en el suelo y los transforman a para que sean más fáciles de ser incorporados para su nutrición. “Durante muchos años ha sido nuestro producto estrella, porque de cada diez suelos que analizamos, aproximadamente nueve tienen deficiencias en microorganismos solubilizadores”, dice. Esta formulación es la base de una línea de productos llamada Biota y que espera la pronta aprobación de su registro con las autoridades regulatorias de México para que pueda ser usado por el sector exportador. Entre ellos hay solubilizadores de zinc, de potasio y de fósforo, entre otros. “El inocular estos microrganismos solubilizadores hace que el proceso de fertilización sea más racional y más eficiente”, dice. “Con la crisis de fertilizantes que hay a nivel global, esto ha sido visto como una verdadera oportunidad en los campos”.

“El inocular estos microrganismos solubilizadores hace que el proceso de fertilización sea más racional y más eficiente”

Explica que buena parte de las soluciones biológicas que apuntan a la fertilización son fijadores de nitrógeno. “Pero los suelos, en general, tienen muchas bacterias fijadoras de nitrógeno, mientras hay mucha deficiencia en solubilizadores”, dice.

Armenia Velázquez creó Abiosa junto a su esposo biólogo con el objetivo de crear un biocontrolador para la roya del café.

Esta ha sido su especialidad, pues su catálogo de siete productos se ha enfocado en estos probióticos, dejando de lado otras soluciones basadas en aminoácidos, alga, extractos o ácido carboxílico. Velázquez dice que en estos años han invertido US$ 3 millones, 60% de los cuales han ido a investigación y desarrollo de productos.

NO A LA EXPORTACIÓN, SÍ A LA REGIONALIZACIÓN

Sus productos llegan a buena parte de México a través de una red de distribuidores y piensa ya en internacionalizarse. No obstante, descarta hacerlo a través de la exportación, debido a las complicaciones regulatorias que tiene México en este campo. Por ello, cree que es más simple instalar nuevos laboratorios en otros mercados, que aprovechen el expertise y el know how que han desarrollado como empresa en su propio laboratorio ubicado en Sinaloa. De hecho, cree que el negocio de los biológicos y del análisis del suelo no puede crecer de manera centralizada, sino que tiene que haber una diversificación productiva y analítica. Actualmente, la firma tiene conversaciones con inversionistas de América Latina y de EE.UU. para instalar laboratorios en los que estima se requiere una inversión de US$ 100.000. “Con los procesos de producción que hemos desarrollado, no se requiere tanta inversión”, dice. “La idea es hacer los mismos productos que hoy ofrecemos, pero con microorganismos nativos de la región. Nosotros ya tenemos unos protocolos para aislarlos, para desarrollarlos. Una solución global pero con microorganismos locales”.

Al final, dice, todo depende de un problema global: la falta de conciencia sobre lo que sucede en el suelo. “Una vez, en una conferencia agrícola en la que participe en Perú, pregunté a los asistentes quiénes conocían la diversidad de sus suelos. Pues sabemos que en Perú los suelos están degradados en el norte, en el sur, prácticamente en toda la zona agrícola. ¿Quién conoce el estado de la biología de sus suelos? Nadie levantó la mano”, dice. “Ese es el desafío que debemos resolver”.

 

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