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Industria del packaging ante los nuevos tiempos

Llegó el mundo de las alianzas al packaging

La industria del empaquetado para el sector frutícola enfrenta, al igual que otros rubros, una crisis logística. Para ello, se hace necesario que las empresas de packaging realicen alianzas de largo plazo con proveedores de materias primas, con el fin de acceder a papeles y cartones de buena calidad, de manera segura y oportuna, y a precios competitivos. A ello se suma la necesidad de incorporar tecnología para plantas empaquetadoras, de manera de poder armar embalajes de manera más rápida y eficiente, respondiendo a un mercado exportador que va al alza.

14 de Octubre 2022 Jorge Velasco Cruz
Llegó el mundo de las alianzas al packaging

“Llegó el momento de formar alianzas con proveedores, productores de envases y plantas exportadoras de fruta”, afirma Javier Mozó, director comercial de Mayr-Melnhof Packaging Marinetti (MM Packaging) en Chile, empresa que posee una alta participación en la industria frutícola en Chile. Estos vínculos, sostiene el ejecutivo, deben apuntar a tres aspectos básicos: asegurar la provisión de materias primas para realizar empaques, confeccionar envases más sustentables, de acuerdo a los requerimientos de los consumidores y ayudar a la competitividad de la exportación de fruta, a través de plantas de packaging de alta eficiencia.

Son conocidos los problemas logísticos que ha sufrido la industria frutícola a partir de la pandemia desde la temporada 2019/20. Sin embargo, el alto costo del transporte marítimo y el contar con las materias primas de manera oportuna, también afectan al rubro de los envases y embalajes.

Hay materiales que son de alta calidad, con el fin de garantizar que la fruta mantener su condición por varios días durante su proceso de exportación.

A ello se suma un explosivo crecimiento mundial de la demanda por productos que utilizan envolturas, potenciado por el ‘e-commerce’. Y, desde la perspectiva local, el alza sostenida en Chile de los volúmenes de fruta exportada también lleva a un mayor requerimiento de cajas y otros envoltorios que permitan despacharlas. Asimismo, el ascendente recambio de los empaquetados plásticos por otros más sustentables, donde los papeles y cartones desempeñan un importante rol, impulsan una fuerte alza en la necesidad de contar con estos elementos para el packaging.

Javier Mozó, director comercial de Mayr-Melnhof Packaging Marinetti (MM Packaging) en Chile.

Chile, explica Javier Mozó, es un país deficitario en la producción de materias primas para el packaging de exportación de fruta, como son el papel onda –que va al interior del cartón corrugado– y el papel liner –de gramaje ligero, pero de gran resistencia–, que se usa para elaborar sobres, bolsas, cajas de cartón, estuches y cartón corrugado. Son materiales de alta calidad, que permiten a la fruta mantener su condición por varios días durante su proceso de exportación. “Las materias primas deben tener una calidad que les permita proteger la fruta durante toda su vida útil, sin colapsar, soportando el peso de otras cajas en viajes de hasta 60 días y sin permitir que la humedad afecte a los productos”, sostiene el ejecutivo.

Hoy en día no hay grandes proyectos de inversión de crecimiento de la capacidad mundial de papeles liner y onda en el corto plazo. Por lo tanto, existe una oferta limitada y una demanda creciente. “Bajo ese escenario, hacer alianzas estratégicas de mediano y largo plazo con los proveedores es clave para acceder a papel seguro, de buena calidad y a precios competitivos. Si no se hace así, la preferencia de un comprador spot frente a uno que tiene un convenio pasa a ser mínima. Eso es un cambio radical”, explica Javier Mozó.

Esta nueva forma de funcionar se extiende también hacia los clientes de las empresas de empaques. De esta manera, se hace necesario para ellos formar alianzas con grandes productores y exportadores de fruta para garantizar también una demanda sostenida en el tiempo.

El mercado está apuntando, especialmente en el ‘e-commerce’, a formatos de empaques menores que buscan llegar a la casa de los consumidores con un producto final.

EFICIENCIA Y REDUCCIÓN DE MANO DE OBRA

El alza en la cantidad de fruta exportada se junta con la tendencia del mercado hacia la reducción en el tamaño de los envases, con la complejidad que ello implica, considerando que hay que utilizar más unidades por kilo de fruta. “Todo el ‘e-commerce’ apunta a formatos menores, ya que busca llegar a una casa con un producto final. El resto es más tradicional y mantiene los formatos habituales”, afirma Mozó. Así, por ejemplo, en el caso de las cerezas y las ciruelas que se mandan a China, los embalajes de cinco, siete o diez kilos han ido dejando su lugar a empaques de 2,5, dos y hasta de solo un kilo, “con alto impacto visual y muy buena calidad de presentación”. Incluso hay un tendencia en Europa a tener envases más pequeños, con dos o cuatro paltas o manzanas.
A ello se agrega el envío de los mismos a sus destinos directamente desde el origen, con el fin de evitar agentes contaminantes y garantizar la inocuidad de la fruta. Todo esto tiene como consecuencia un aumento en el número de cajas elaborar y configurar en las mismas plantas de proceso en Chile, lo que lleva a tener que adelantar su fecha de armado para llegar adecuadamente al momento del embalaje de la fruta.

“Hay que empezar a armar cajas con mucha anticipación, porque la tecnología que existe es insuficiente para la demanda. En el caso de las cerezas, hay empresas que empiezan a armar sus cajas en junio o julio, porque si lo comienzan a hacer en septiembre, no alcanzan. Es tal el volumen de cajas que hay que exportar en un periodo tan corto, con la estacionalidad que tienen las frutas, que no tienen capacidad de armado. Por lo tanto, deben guardar cajas armadas en bodegas gigantes”, apunta Mozó.

Otro factor que incide en el sistema es el alto costo y la falta de la mano de obra. “Hay veces en que no se puede trabajar a plena capacidad, porque no hay gente para embalar todo lo que se necesita. Chile exporta cerca de 70 millones de cajas de cerezas y en cinco años más va a comercializar el doble. No puede ser que la solución sea colocar más personas. No va a haber ni el doble de gente ni al mismo costo”, sostiene. “Nosotros como packaging estamos en una campaña para ayudar a automatizar y subir las productividades de nuestros clientes, con envases de altísima calidad gráfica, que vayan directo al retail y al cliente final, para ayudarlos con el problema de la falta de operarios y el aumento de costo de mano de obra”, añade.

Gracias a estas tecnologías, la operación de packaging podría aumentar en un 20% a 30% en promedio. Así, se podría pasar de un aramado de 1.000 cajas/hora a unas 1.600 cajas/hora. Esto requiere, nuevamente, de alianzas con empresas proveedoras de tecnología, de tal manera de entregar a los clientes sistemas que mejoren sustancialmente el armado y el funcionamiento del packaging en sus plantas.

Cada vez más sostenible

Javier Mozó destaca al mercado europeo como el más exigente en materia de sostenibilidad, enfocándose principalmente a la reducción del uso de plástico. “Hoy día el cartón corrugado y las cartulinas están entrando con mucha fuerza para reemplazarlo”, sostiene.
Esto ha obligado a empresas como Mayr-Melnhof Packaging Marinetti, con casa matriz en Austria, a buscar alternativas que sustituyan al plástico, tanto en envases pequeños como de mediano y gran formato. “Llegar con fruta a Europa significa ser ‘plastic free’ no solo en la caja, sino que ojalá también en el envoltorio que rodea al producto y en el pallet”, dice Mozó.
El plástico, sin embargo, no puede ser reemplazado en todo, como ocurre con el clamshell. “Es necesario y se va a seguir ocupando –afirma Mozó– en la medida en que no haya otro producto que lo sustituya, que sea sustentable, biodegradable y tenga la seguridad de permitir que la fruta llegue en excelentes condiciones”. Sin embargo, la presión del mercado europeo apunta a integrar el plástico a la cadena de reciclado y también a buscar alternativas compostables o biodegradables. Asimismo, está la reducción en el uso de folia metálica –un film de aluminio impreso que se pega sobre el envase–, que es muy utilizada en China para productos de alta gama.

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