Balance 2020: Tiosulfatos de TKI afianzan su reconocimiento tecnológico
Al igual que en Europa, Estados Unidos y otros lugares del mundo, los tiosulfatos son valorados no solo por el mejoramiento de la estructura edáfica, sino que resultan cada vez más considerados a nivel propiamente nutricional y una serie de beneficios adicionales. En Chile los consultores Antonio Lobato y Carlos Anes explican por qué los consideran una pieza relevante en sus programas de manejo. TKI crece en el país, facilitando el acceso de los productores a esta tecnología premium.
El grupo Tessenderlo Kerley, TKI, es el fabricante más importante de tiosulfatos en el mundo. Mauricio Sánchez, gerente general para los países del Cono Sur (excepto Brasil), destaca el positivo balance 2020 para su empresa en Chile, a pesar de las complicaciones logísticas y operativas de las que nadie ha podido sustraerse:
–El término tiosulfato ya es parte del lenguaje en la mayoría de los campos con un buen manejo técnico en el país. Tuvimos que duplicar nuestra capacidad de bodega, porque hemos crecido bastante y las proyecciones son muy positivas. Esto aumentó nuestra competitividad en términos de costo, lo cual es bueno ya que nos interesa que los agricultores obtengan una calidad premium a valores accesibles.
CARLOS ANES: HACER QUE LA “MÁQUINA” DE LA PLANTA TRABAJE PARA NOSOTROS
Carlos Anes, gerente general de la consultora Anros, analiza los beneficios en el comportamiento de las plantas:
–En términos prácticos, se logra una mejor oferta floral y cuaja, que se traducen en mayor cantidad de fruta, y esa fruta alcanza más calibre. El uso de tiosulfato hace tremendamente eficiente el movimiento de los nutrientes aplicados, desde el suelo hacia las partes de la planta que los requieren, en este caso brotes nuevos y fruta. Además, resulta estratégico por los tipos de suelos que tenemos en la zona centro norte y la situación hídrica que afecta a todo el país.
Anes agrega otro “efecto virtuoso”:
–Los tiosulfatos mejoran la estructura del suelo, por ende aumenta su calidad para albergar raíces, lo que gatilla una síntesis de hormonas. Y es gratis: lo hace la misma planta. De repente ciertas estrategias parecen caras a los productores, pero a través de ellas se consigue que la “máquina” de la planta trabaje para nosotros.
–¿Hay especies o variedades que necesiten especialmente del uso de tiosulfatos?
–Se trata de una herramieta transversal para los frutales. Todas las especies necesitan nutrirse y evitar problemas de cloruros, sulfatos o sodio, incluso aquellas que uno podría tildar de rústicas, como las vides o los mismos almendros. Estos últimos han tenido una respuesta impactante a la utilización de tiosulfatos. Un mensaje para los productores: en nueces y almendras estamos a 50% del potencial, nos queda mucho camino. Ese camino se recorre con nutrición de especialidad y uso de tiosulfatos, entre otros manejos. Lo he visto de manera consistente en mi área de actividad, desde la 3ª a la 6ª Región.
ANTONIO LOBATO: HERRAMIENTA MUY VALIOSA EN LA NUTRICIÓN DE BASE AL SUELO
En general los suelos de la zona central y centro-norte tienen un pH neutro a ligeramente alcalino, señala el consultor Antonio Lobato, lo que afecta en forma negativa la disponibilidad de los nutrientes y exige a las plantas un esfuerzo extra para obtenerlos. Ello se debe a la acumulación de carbonatos de calcio, caliza, que confiere a los suelos lo que se llama capacidad tampón de pH.
–Las cantidades de ácido que se necesitarían para llevar esos suelos a disfrutar de las bondades de un pH en torno a 6 serían gigantescas –constata el experto– y traerían acompasados problemas mayores que el beneficio. Los tiosulfatos, en ese contexto, tienen la gran ventaja de movilizarse en el suelo con el agua de riego y generar una formación tópica de ácido sulfúrico, en un proceso microbiológicamente mediado, de manera que se solubilizan los elementos no disponibles, como calcio, fósforo y microelementos, mejorando ostensiblemente la nutrición.
–Hay un segundo efecto que me encanta –prosigue el consultor–: con la reacción en que el tiosulfato forma ácido sulfúrico, se abren los intersticios obturados por carbonatos, y la velocidad de infiltración mejora maravillosamente. Se arrastran sales que antes no podías mover a través del suelo, entre ellas elementos como el cloro, de manera que disminuyen los niveles de cloruro en las hojas. Por otra parte hay un aporte directo de nutrientes, dependiendo de lo que acompañe: potasio (K), calcio (Ca), magnesio (Mg) o amonio. Es una herramienta muy valiosa, debiera ser contemplada en todos los programas de nutrición de base al suelo en la fruticultura.
EFECTO BENEFICIOSO RESULTA MÁS NOTORIO EN CONDICIONES DIFÍCILES DE SUELO, AGUA Y FERTILIZACIÓN
Marcela Ruiz, gerente técnico comercial de TKI en Chile, resume en cinco los efectos de los tiosulfatos:
Flocula suelos, mejorando su estructura.
Mejora la infiltración.
Moviliza el exceso de sales.
Es un fertilizante propiamente tal, aporta K, Ca, Mg o amonio según la formulación, y solubiliza nutrientes como Fe, Mn, Zn y P.
Retrasa la degradación de los fertilizantes nitrogenados, protegiéndolos de la lixiviación o volatilización.
–Esos cinco puntos –aclara Ruiz– se expresan de manera más notoria en la medida que la condición del suelo, del agua de riego o de la fertilización resultan más críticas. No necesita de la logística ni involucra los riesgos del ácido sulfúrico, y su efecto es más profundo. Respecto de los quemadores de azufre, este elemento es inestable a temperatura ambiente y por tanto tiene un corto tiempo de acción, en cambio el tiosulfato va accionando en el suelo a medida que encuentra oxígeno, agua y Thiobacillus, de modo que la reacción es paulatina.
Hoy, concluye Mauricio Sánchez, la mejora logística y progresiva masificación del tiosulfato, lo conduce de manera natural al nicho de la nutrición, al igual que ha ocurrido en California, Europa, e incluso Argentina o Uruguay.
–Chile –manifiesta– tiene las condiciones técnicas y capacidades para integrar estas tecnologías. El nivel de liderazgo regional alcanzado como país no nos permite dormirnos en los laureles, debemos seguir innovando y aprovechar el conocimiento desarrollado en otras latitudes, porque la competencia se viene dura, y de lugares tan distintos como África, Asia o Europa del Este nos están pisando los talones.
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