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Un sistema radicular interactuando es un sistema sustentable

Cuando pensamos en sustentabilidad productiva, sin lugar a dudas pensamos en las raíces. Las preguntas que debemos hacernos son: ¿Qué estamos haciendo al respecto? ¿Qué estrategias definimos para optimizar el status de éstas? Incorporamos analítica a nivel radicular para diseñar una estrategia productiva? O nos preguntamos qué análisis realizar para definir esa estrategia?

16 de Agosto 2018 Equipo Redagrícola
Un sistema radicular interactuando es un sistema sustentable

Cuando pensamos en sustentabilidad productiva, sin lugar a dudas pensamos en las raíces. Las preguntas que debemos hacernos son: ¿Qué estamos haciendo al respecto? ¿Qué estrategias definimos para optimizar el status de éstas? Incorporamos analítica a nivel radicular para diseñar una estrategia productiva? O nos preguntamos qué análisis realizar para definir esa estrategia?

En muchos casos miramos con más atención al órgano radicular, cuando comienzan los problemas de productividad asociados a factores como desarrollo de color, terminación de fruta, peso y forma de racimos, potencial de calibre, calidad del proceso de cosecha y otros, son en gran parte definidos por este extraordinario órgano que no es fácil de seguir.  Sin duda estamos todos muy conscientes de que la sustentabilidad radicular es sustentabilidad productiva y lo que hagamos por mantener su capacidad de explorar, almacenar y exportar tendrá una implicancia directa en la calidad y condición del producto. Tendrá una implicancia directa en sustentabilizar esa calidad y condición.

Relacionar suelo y raíz nada tiene de nuevo. Y tampoco lo es que uno de los atributos dinámicos que más se pierde con el paso de los años, es el potencial productivo del suelo en términos de calidad de aireación. Si hablamos de raíz, hablamos de capacidad de infiltración y por consiguiente, capacidad de aireación en profundidad. Bajo sistemas de producción intensiva tradicional, vamos perdiendo la capacidad natural biológica y química de los suelos en donde parámetros como la calidad de infiltración se mantenía, dando lugar a suelos compactados, inertes y vulnerables. Bajo esa condición de suelos, pensar en sustentabilidad radicular se hace más difícil.

Entonces la apuesta es mantener ese potencial de suelo vivo. Flocular suelo es lo que primero se viene a la cabeza si estamos por airear. Podemos flocular de diversas formas, unas más rápidas que otras, pero es una acción dramáticamente necesaria en casi todos los casos que conozco. Después de la floculación, viene la mantención eficiente de la floculación y ahí entra fuerte la materia orgánica en cualquiera de sus formas. Normalmente en cantidades que superan con largueza a las etiquetas cuando la promesa viene en un bidón. Humus de lombriz, ácidos húmicos y fúlvicos, compost, guanos maduros, leonardita y una lista larga de mejoradores de suelo van a funcionar muy bien si se agregan en cantidades que la situación amerite. La combinación de una floculación en profundidad y efectiva más la materia orgánica en una estrategia de largo plazo, van a hacer que al menos la aireación esté más o menos asegurada. El uso de una cobertera vegetal es absolutamente recomendable como parte integrante de una estrategia de recuperación o mantención de suelo, así como el uso de “mulching”, ambas muy estudiadas y reportadas como sustentabilizadores de suelo y actividad biológica.

Cuando hablamos de rizósfera, hablamos de interacción en el perfil. Esta interacción, es la relación natural que se establece entre los distintos agentes bióticos y abióticos presentes en el sitio. Mientras más rica sea la relación de la raíz con este sistema complejo, la posibilidad de estresarse, enfermarse o perder potencial de sustentabilidad es mucho menor. Los sistemas productivos tradicionales, tienden a empobrecer a través del tiempo esta relación de la raíz con su medio. Esto se produce básicamente afectando el intercambio gaseoso del sistema por compactación y desestructuración, además de la pérdida de actividad biológica.

Desde hace muchos años, el estudio de la actividad biológica del suelo, nos habla de la extraordinaria forma en que las plantas manejan el estrés a través del establecimiento de relaciones fuertes y permanentes con hongos del suelo. Comenzamos a reconocer, que estos hongos que llamamos Micorrizas, término acuñado en Francia por Albert Bernard Frank en 1889, establecen relaciones simbióticas con las raíces de la mayoría de las plantas conocidas. Esta relación le permite a estos hongos obtener productos de las plantas que éstos no pueden producir. Las plantas por su lado y gracias a esta relación, podemos decir que ganan un segundo sistema radicular, por lo que decimos que las micorrizas son las raíces de las raíces.

Tipos de micorrizas, gentileza de Viviana Escudero.

En la naturaleza existen de acuerdo al hospedero, ecto y endomicorrizas. Las que nos interesan en frutales y praderas son las endomicorrizas, ya que son las que se asocian a estas especies.

En las endomicorrizas las hifas se introducen inicialmente entre las células de la raíz y luego penetran en el interior de éstas, formando vesículas alimenticias y arbúsculos.

Es aquí donde se lleva a cabo el intercambio de nutrientes, minerales y agua: el hongo absorbe agua y minerales que luego transloca hacia la planta y en retorno la planta le provee azúcares y otros productos de la fotosíntesis al hongo.

La utilización de nutrientes por las plantas es determinada principalmente por la capacidad de absorción de la raíz y por la difusión de nutrientes y subsecuentemente por la liberación de elementos en la solución del suelo. La morfología radical y el micelio externo de los hongos arbusculares determinan la utilización de iones de baja velocidad de difusión como fósforo, zinc y molibdeno.

La principal función de la micorriza es el incremento en el volumen del suelo explorado, para la utilización de nutrientes y así favorecer la eficiencia de absorción de los mismos desde la solución del suelo. La explicación de esta gran eficiencia de utilización, es que las hifas fúngicas que se extienden de la raíz, son capaces de absorber y transportar fosfato desde el suelo a la raíz hospedante. La superficie de absorción ofrecida por la ramificación del micelio externo alrededor de las raíces micorrizadas permite a la planta aprovechar el fosfato en el suelo más allá del límite radical.

El mejoramiento de la nutrición mineral es el resultado de la asociación micorrízica y se ve reflejada en incremento de supervivencia, crecimiento y capacidad productiva de la planta. Se reconoce que la respuesta en crecimiento de la planta es a menudo resultado del incremento en nutrición de fósforo y otros nutrimentos como cobre, zinc, magnesio, manganeso, calcio y nitrógeno. Si bien nutricionalmente es importante esta relación, las vesículas de la endomicorriza además son capaces de almacenar agua y minerales para mejorar el manejo del estrés en las plantas en momentos en que éstos falten. Bajo condiciones de alta salinidad, algunas especies de la familia Glomeromycota son capaces de “aislar” cationes e iones salinos en sus vesículas y así mantener el buen funcionamiento del hospedero.

Se plantea en numerosas publicaciones, que las hifas del hongo estarían mejorando también la estructura de suelo a través de exudados como la glomalina, que acomplejarían y estabilizarían los agregados de partículas del suelo, optimizando aireación y consiguiente actividad biológica.

Valent BioSciences lanzó en Chile su producto Endomaxx, que son endomicorrizas del phylum Glomeromycota y que contiene en su formulación 4 especies que son Glomus mosseae, Glomus intraradices, Glomus agregatum y Glomus etunicatum. Esta rica mezcla de especies asegura un establecimiento rápido y eficiente de los hongos. Han sido aisladas desde distintas condiciones ambientales y tipos de suelos, por lo que si en un lugar hay alguna que no prospere bien, las otras sí lo harán. Estas cuatro especies suman una amplia gama de atributos que van desde facilitar la adaptación de plantas a suelos salinos hasta mejorar su comportamiento bajo condiciones de sequía.

Cuando hablamos de inoculación, ésta puede ser directamente a las raíces por inmersión durante la plantación, como drenching en la zona radicular post plantación o a través del sistema de riego en huertos ya establecidos. Cada uno de los métodos de inoculación son eficaces y el establecimiento de las micorrizas se verifica rápidamente. Son extremadamente rústicas y la inoculación inicial debiera ser suficiente para no repetirla en años. Recomendamos cuando se inocule, la mezcla con PlantStart. Este es un bioestimulante complejo en base a Ascophyllum nodosum y que contiene una eficaz formulación de P (27%) más N y K. Excelente estrategia para un establecimiento exitoso.

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