Frutales en la nueva región de Ñuble
En la repartición de recursos al separarse de Biobío, su “región madre”, sin duda Ñuble salió favorecida en el sector frutícola. Desde hace bastantes años se ve un progreso vigoroso, inversiones, transformaciones, iniciativas exitosas. Aquí el cambio climático parece estar jugando a favor, aunque también plantea desafíos, principalmente relacionados con los recursos hídricos. La tradición agrícola y la presencia de importantes centros de formación e investigación, como el INIA y la Universidad de Concepción, entre otros, también constituyen una fortaleza. Para seguir por la senda del éxito, no obstante, se necesita avanzar en la productividad de la mano de obra, superar los obstáculos de plagas y enfermedades algunas de reciente aparición, incrementar el valor agregado y fortalecer la cultura emprendedora para enfrentar la competencia en los mercados mundiales.
Cuando Pablo Grau asumió la investigación de frutales en INIA Quilamapu, Chillán, a comienzos de los 90, la especialidad era casi una rareza en la zona. Se encontró con líneas de trabajo iniciales en avellano y castaño (entonces de producción muy artesanal), algo en fitosanidad de manzano y evaluaciones en frambuesa y arándano, dos especies que estaban entrando con fuerza en aquel entonces. Pueden mencionarse también los tradicionales cerezos de Quinchamalí con variedades antiguas, cierta presencia de ciruelo, casi nada de kiwi, pruebas de zarzaparrilla.
Hoy el panorama es completamente diferente. Al comparar los resultados del catastro frutícola de CIREN entre 2012 y 2015, solo en tres años la provincia de Ñuble, base de la actual Región, aumentó un 40% la superficie frutícola en números redondos.
Y la diversidad de especies con superficies de nivel empresarial se multiplica. Según las cifras oficiales: arándano, 3.428 ha; frambuesa, 1.379; cerezo, 1.300; nogal, 1.135; manzanos, 924; avellano, 760; castaño, 690; kiwis, 464; mora cultivada e híbridos, 396. Ello sin contar la superficie de viñas, que alcanza a 12.858 ha.
En la división de la región de Biobío, la de Ñuble se llevó la tajada del león desde el punto de vista de la superficie de frutales (figura 1), con un 79%. Entre los rubros más importantes los que en mayor proporción quedan radicados en la nueva región son la frambuesa (92%), el kiwi (89%) la uva vinífera (85%) y cerezo (80%).
Hoy las comunas con mayor presencia frutícola, incluyendo las viñas, son San Nicolás, con 5.552 ha; Coihueco, 3.084 ha (provincia de Punilla); Quillón, 1.923 ha; Chillán, 1.819 ha (provincia de Diguillín); y Coelemu, 1.452 (provincia de Itata). Si excluimos la vid vinífera, las tres primeras son Coihueco, con las mismas 3.084 ha, seguida de Chillán (1.308 ha) y San Carlos (1.257 ha).
UN CÚMULO DE RAZONES EXPLICAN EL PROCESO DE CAMBIO
–¿Cuándo se produjo el quiebre hacia la fruticultura?
–Yo diría que en el periodo 2005-2010. Lo que ves hoy corresponde a lo que partió hace una década. El giro se debe a diversas razones. Una, el clima fue cambiando para hacerse más templado y mucho menos lluvioso. En segundo lugar, importantísimo, la pérdida de rentabilidad de los cultivos tradicionales, que ha sido catastrófica para muchos productores. Asimismo ha influido la introducción de tecnologías, como el uso de coberturas para prevenir la partidura en cerezo o el golpe de sol en manzana, por ejemplo, y la disponibilidad de variedades que posibilitan el cultivo en el sur, como es Chandler en nogal. Otro elemento relevante: el incremento del costo de la tierra en el norte; mientras en la zona central una hectárea puede venderse en 35 millones de pesos, acá se encuentra en 8 millones. Y muchos de los proyectos corresponden a inversionistas que no son agricultores.
–¿Y la disponibilidad de agua? Lo que se llama “menos lluvioso” en Ñuble parece un sueño para la Región Metropolitana, donde se registran 356 mm anuales en un año normal.
–Ten presente que riego no es igual a lluvia, al menos en Chile. La falta de agua en la zona está siendo cada vez más grave. A partir de noviembre empieza a haber temperaturas muy altas y hemos tenido que empezar a regar antes, por la evapotranspiración. El último periodo de precipitaciones normales en Chillán fue el 2006. El año pasado cayeron 500 mm contra una media histórica de 1.300, y cuando tienes más de cuatro años seguidos con un déficit superior al 30% se habla de “megasequía”. De acuerdo a mediciones dendrológicas, de los anillos de los árboles, en los últimos mil años solo hay un evento de megasequía en Chile. Aquí llevamos 10 temporadas, aunque esperamos que se revierta ahora. Y si durante una década en vez de 1,3 metros de lluvia precipitan 50 centímetros, no hay recarga suficiente de los acuíferos. Desde hace años vemos comunas donde se termina el agua para bebida humana y la gente depende de los camiones aljibes.
LA LLAMATIVA RENTABILIDAD DEL CEREZO TIENE UN PRECIO Y UN RIESGO
¿Cuáles son las opciones de frutales con mayor proyección en la región de Ñuble? Si se mide la rentabilidad actual, el primer lugar sin duda lo ocupa el cerezo.
–A un precio a productor de 4 a 5 dólares por kilo –contabiliza Grau– y con producciones que, si se hace todo bien, van de 12.000 a 15.000 kg/ha, estamos hablando de ingresos brutos del orden de 40 millones de pesos. Es una locura.
Opciones de altos ingresos son también el arándano, el manzano orgánico, eventualmente la frambuesa. Simple decisión, si fuera la única variable a considerar. Pero hay otros factores muy relevantes de observar, aclara el especialista en frutales, entre ellas la inversión requerida, las exigencias de suelo, la adaptación a las condiciones de clima imperantes, y, cada vez más determinante, el requerimiento de mano de obra.
El cerezo “es un Ferrari”, grafica Pablo Grau. Hoy la inversión se sitúa en el orden de los US$$47.000/ha, sin considerar cubiertas plásticas. Pero si después del segundo año no se dispone de cubierta plástica, se arriesga toda la producción, advierte. Aun cuanto entre los agricultores antiguos hay un dicho para el cerezo: “tres años malos por uno bueno”, afortunadamente eso ha cambiado gracias a los techos y al control de heladas. Claro que significa aumentar los gastos. Esta barrera del capital inicial necesario se acentúa porque se requiere de una superficie mínima para ser competitivo y por la escasa variabilidad genética de la especie en cuanto a fecha de cosecha:
–Si solo tienes 5 ha, tu vecino que tiene 20 va a atraer a todos los temporeros. Y como la cosecha dura unos 15 a 20 días concentrados en diciembre, también enfrentas la dificultad de que el productor de arándanos garantiza trabajo durante mucho más tiempo. Y si la variedad de arándano es temprana, por ejemplo O´Neal, se anticipa en captar a los cosechadores. En manzano, partes con Gala a fines de enero y continúas hasta las variedades más tardías en abril.
Por otra parte, dados los montos involucrados, cabe preguntarse qué pasaría en caso de que los precios bajaran. Si bien hay expertos que afirman que China es capaz de absorber muchísimo más que la producción chilena actual, Grau afirma la necesidad de tener en cuenta escenarios distintos:
–El año pasado los viveros comercializaron plantas para 10.000 ha de cerezo en el país; en 2017 se piensa que podrían llegar a 12.000 ha. Y de las mismas variedades, Regina, Lapins, Santina, Kordia, Sweet Heart, que van a requerir mano de obra y salir en la misma ventana. En China cuando llega nuestra cereza se produce una bataola, el precio se viene abajo. Hay quienes postulan que a largo plazo el precio tenderá hacia los US$2,5/kg.
ARÁNDANO Y MANZANO ORGÁNICO EN LA BALANZA
El arándano también ha gozado de buenos retornos, hasta ahora su precio ha sido el mejor luego del cerezo. Con todo, se cierne sobre él la sombra amenazante de la producción peruana, la cual penetra cada vez más profundamente en las fechas antes reservadas para nuestro país.
–Un productor de arándano cercano a Chillán me comentaba que anualmente necesita entre 1.000 y 1.100 personas. Nunca ha conseguido más de 700 a 750. Un 20% de la fruta queda sin poder cosechar. Cuando plantó la mano de obra era abundante y no lo hizo con marcos de plantación pensados para cosecha mecanizada de fruta orientada a industria. Actualmente hay que hacerlo.
De hecho, se aprecia una notoria desaceleración en los nuevos proyectos arandaneros. Otra opción rentable es el manzano orgánico, apunta el especialista. No obstante, enfrenta el gran problema de Venturia inaequalis en años lluviosos, que en manejo tradicional lleva a hacer hasta 20 aplicaciones de fungicidas solo para este problema. Por supuesto al desplazarse hacia al sur hay más pluviometría. De ahí la importancia del programa de mejoramiento genético llevado a cabo por el INIA, destaca el investigador, pues ya aislaron el gen de resistencia a dicha enfermedad. Comercialmente sería una gran ventaja en la manzana, el fruto símbolo de la salud, por excelencia, asegurar cero carga química. Sin embargo, el tema sanitario no es la única característica deseada, y todavía se trabaja para que, además, el nuevo material cumpla con las mejores características de productividad, apariencia, sabor, y, el mayor desafío, larga vida postcosecha.
EL AVELLANO EUROPEO ARREMETE CON SU SENCILLEZ
Pese a no tener una rentabilidad tan deslumbrante, después del cerezo el mayor interés en la nueva región se dirige al avellano europeo. Requiere mucho menos inversión, se adapta sin restricciones al clima y, sobre, todo, se maneja con pocos trabajadores. Su “elasticidad” ante escenarios adversos es mayor, según el entrevistado:
–Haciendo un análisis donde bajamos el rendimiento por hectárea y el precio del avellano, todavía se logra una cierta rentabilidad. Mucha gente lo está prefiriendo, por su seguridad y sencillez, porque, en cuanto a personal, “una persona son diez problemas”. Adicionalmente, la raíz superficial hace que no necesite suelos tan profundos, y responde bien a situaciones que serían limitantes para otras especies. Eso es relevante, pues los suelos de Chile no son infinitos y los que van quedando disponibles son los más marginales.
–Podría argumentarse la debilidad de tener concentrada la compra en un solo actor: la empresa Ferrero.
–De acuerdo a la información que yo tengo, con la actual tasa de crecimiento de la superficie plantada en Chile, toda la producción nacional alcanzaría a cubrir el 15% de la demanda de Ferrero. La demanda a nivel mundial aumenta más rápidamente que la oferta. Esta compañía busca alternativas para su gran proveedor, que es Turquía. Nosotros le ofrecemos producto en contraestación, con una de las mejores calidades del mundo, y como estamos plantando, ponemos las variedades que le interesan. De hecho, Ferrero ofrece algo poco común en el mundo del agro: contratos a 3, 5, 7, 12 años, a un precio base mínimo determinado.
NOGAL, CASTAÑO, FRAMBUESAS Y FRUTILLAS
Otra alternativa con es el nogal, un frutal que ha crecido en la región y en el país, con retornos atractivos. Como el avellano, tiene bajo requerimiento de mano de obra, pero enfrenta mayores desafíos de manejo. En primaveras lluviosas, como la de este año, se dan condiciones favorables a la bacteria causante de la peste negra. Su control precisa de un número considerable de aplicaciones usando equipos más caros que en otros frutales, por el tamaño de los árboles. Además de ser sensible a heladas, el riesgo de precipitaciones al momento de la cosecha aumenta hacia el sur, por lo que las nueces deben sacarse rápidamente del suelo, y si llueve demoran más en secarse. En consecuencia, la disponibilidad de maquinaria y equipos debe ser mayor pues retrasos en estas tareas afectan la calidad, entre otros aspectos, del color extra light en la mariposa, el de mayor precio. Otro aspecto a considerar: el nogal necesita suelos profundos, de muy buena calidad, lo cual limita las opciones.
Agronómicamente también el castaño es una excelente opción. Se cuenta con los cultivares para producir marrón de calidad, muy apetecido en Europa. Los rendimientos son muy buenos, las necesidades de riego mucho menores en comparación a los otros “frutales de nuez”, y se adapta a zonas de precordillera. A juicio de Pablo Grau se trata de una gran promesa que se convertirá en realidad apenas exista un poder comprador, como ocurrió con el avellano, que dé la seguridad de poder vender su cosecha a los productores.
Dos berries se anotan también en la lista de frutales factibles para la región de Ñuble. Ambos se han asociado preferentemente a la pequeña agricultura: frambuesa y fresa o frutilla.
–La frambuesa es atractiva para los productores campesinos porque puede manejarse con mano de obra familiar y sin duda el potencial de ingresos es mejor que el de los cultivos tradicionales. No obstante, es muy variable, muchos entran y salen del negocio. La frutilla ofrece buenas oportunidades, pero ocasionalmente los precios bajan considerablemente. Necesita gran cantidad de cosechadores, el sistema de manejo en monocultivo se hace con fumigación de suelos los que se cubren con mulch plástico. Ello redunda en un altísimo costo, 50 millones de pesos/ha, pero hay productores a quienes les va muy bien con superficies reducidas, de un cuarto de hectárea a 1 ha.
ESTA REGIÓN VA A TERMINAR SIENDO FRUTÍCOLA, ABSOLUTAMENTE
–¿Cómo ves el futuro de la fruticultura en Ñuble?
–Esta es una región que va a terminar siendo frutícola, absolutamente. Las proyecciones climáticas a 30 años apuntan a que se va a dar todo lo que produce el valle central, incluyendo especies como uva de mesa. Los nogales ya están. Y paltos Hass también, en los faldeos del cerro Cayumanqui, Itata. Hay papayos en el microclima costero de Cobquecura. Sin embargo, tampoco hay que adelantarse y hacer locuras, como algunos fracasos que hemos observado. Junto con la presencia de capitales de agrícolas y exportadoras dela zona central, estamos viendo inversionistas externos al agro, la conversión de terrenos de cultivos y ganaderos, y predios forestales también están yendo a la fruticultura. Pero sin disponibilidad de mano de obra, en algunos frutales, y sin agua, en todos, no haces nada.