El ‘mini boom’ de los cítricos en Chile
En zonas donde escasea el agua, los cítricos se han transformado en una vía de escape para productores que han debido abandonar huertos de uva de mesa y paltos. Y también se han convertido en un buen negocio, cuyos envíos se han triplicado en la última década, llegando a US$341 millones durante la pasada campaña. La superficie cultivada crece, aunque no al ritmo de los nogales y, por ello se habla de un ‘mini boom’; en una industria que enfrenta el reto de no ser tan dependiente del mercado estadounidense.
No hay un ‘gran boom’ de los cítricos en Chile. Ello, porque si se hace un catastro del crecimiento de la superficie plantada en los últimos años, se está muy lejos del área que, por ejemplo, en poco tiempo se ha cubierto con nogales. Lo que sí está viviendo esta industria es un ‘mini boom’, que se ha ido extendiendo por varios años. Por lo menos, así lo describe Juan Enrique Ortúzar, presidente del Comité de Cítricos – ASOEX, y explica que una de las razones de peso para que este sector ni siquiera haya llegado a las 20.000 hectáreas cultivadas, “es que los cítricos se deben plantar en zonas que posean condiciones climáticas muy favorables y no todas las zonas productoras presentan las mejores condiciones (en laderas, libres de heladas, con buenas temperaturas…) que sí hay entre las regiones de Atacama y O’Higgins”.
A pesar de que hace 25 años la Región de O’Higgins era la principal región productora de cítricos del país, su importancia fue disminuyendo con el arranque de plantaciones antiguas de cítricos y la plantación de esta especie desde la Región Metropolitana hacia el norte, especialmente en la Región de Coquimbo. Sin embargo, hoy O’Higgins está recuperando protagonismo, básicamente porque tiene una mayor disponibilidad de agua que zonas productoras más al norte, como las regiones de Coquimbo (Limarí) y Valparaíso (Petorca). Y, si bien Limarí ha sido una provincia duramente castigada por la sequía, los cítricos han sido una ruta de escape para los productores de uva de mesa y palto, cultivos que consumen mayor cantidad de agua o han enfrentado dificultades de mercado, como es el caso de la uva de mesa. “Esa es una razón de peso, por la cual los productores nortinos están evaluando no seguir con esos cultivos y planteándose la posibilidad de instalar huertos de cítricos, principalmente de mandarinas o clementinas. Este hecho es clave para entender que este ‘mini boom’ podría mantenerse en el tiempo”, sostiene Ortúzar.
En base a las estadísticas de plantación y los catastros, se puede estimar que en los últimos años se han plantado entre 800 y 900 ha de cítricos en el país. El cuadro 1 muestra que la proyección de nuevas hectáreas de mandarinas y clementinas para 2018 es de 694 ha, de las cuales 487 ha corresponden a W. Murcott, la principal variedad de mandarina tardía que se ha instalado en Chile en los últimos siete años (como muestra el gráfico 1), y también en Perú. Sin embargo, el crecimiento neto de la superficie citrícola chilena no es tan relevante, porque también ha habido arranque de huertos tradicionales, cuya producción se destinaba al mercado interno, mientras que hoy en día todos están orientados a la exportación. Así, la superficie nueva de cítricos ronda las 250 ha al año, según grafica el presidente del comité.
“No podemos arriesgarnos a enviar fruta con daños provocados por heladas”
Los últimos episodios de heladas trajeron más de un dolor de cabezas y graves daños en algunos huertos. Consciente de ello, es que el Comité de Cítricos trajo al país a un experto del Departamento de Agricultura de California, zona donde hace 70 años que se trabaja para resolver temas productivos y comerciales tras episodios de heladas o sequía. “Como Comité, nos interesa que nuestros socios, y también aquellos que no lo son, vean, aprendan y puedan identificar bien aquellos huertos que tienen daños por heladas. Pero no solo eso, sino también cómo separarlos y cómo evitar que esa fruta se comercialice. Ese es un gran trabajo porque implica controles a nivel de campo, de cosecha y de packing”, explica Juan Enrique Ortúzar.
Cada vez que ocurre un evento climático importante, el comité tiene el objetivo de difundir la mayor cantidad de información posible para que los productores estén en alerta y nadie cometa errores. La preocupación, sin embargo, no es nueva, ya que el comité viene trabajando en esto desde 2011 cuando se publicó un Manual de Acción Frente a Heladas para Productores y Exportadores. “No creemos que haya mucha fruta dañada que se exporte, porque vemos que la gente está más educada, aunque es un aspecto en el que debemos generar más cultura. El objetivo es unificar criterios, cuantificar los daños, porque la fruta con daños muy leves no presenta ningún problema. Es la fruta con daños moderados y severos la que presenta problemas.
Y esos daños pueden evolucionar en poscosecha”, explica.
Por lo tanto, hay que respetar ciertos protocolos, porque si bien la fruta cuando se cosecha puede que se vea bien, al cabo de tres semanas esa fruta puede sufrir serios problemas. “Hay un riesgo comercial, porque si en el mercado esa fruta muestra un daño, el exportador tendrá un problema. No podemos arriesgarnos a enviar fruta con daños provocados por heladas. Por eso es muy importante destacar que el cuidar la calidad de los productos que exportamos, es la base de nuestras campañas de promoción en el exterior. Sin calidad no podemos realizar campañas de promoción exitosas”, afirma.
MANDARINAS Y CLEMENTINAS PARA LA ZONA NORTE
La zonificación de la producción de cítricos está bien delimitada en la zona centro-norte del país. La Región de Coquimbo, según explica Ortúzar, es la principal zona de clementinas y mandarinas. Desde allí se sale con una producción temprana para aprovechar una ventana comercial. “Eso siempre será valioso”, sostiene. Por el contrario, las zonas productoras ubicadas entre las regiones de Valparaíso y O’Higgins son bastante polivalentes, es decir, aptas para la producción de mandarinas, naranjas y limones. “Lo único que debe tener claro un productor que desea iniciar un negocio de cítricos es no plantar en zonas cercanas a la costa porque, en general, hay disminuciones de calidad evidentes. Por ejemplo, la fruta tiene más cáscara y menos jugo”, advierte el experto. Respecto al futuro, subraya la importancia de abrir nuevos mercados y que la industria debe evaluar cómo ordenar su oferta para evitar saturar el mercado de EE UU (el principal destino de las exportaciones chilenas), porque no solo Chile está creciendo en producción, sino también Perú, Argentina y Uruguay; “países que también están pensando en EE UU como un mercado al cual abastecer”, sostiene.
EE UU ha sido y sigue siendo el gran mercado de destino de las exportaciones chilenas, aunque la industria tiene el reto de diversificar los mercados. “En la medida de que este crecimiento continúe, debemos pensar en huertos que vayan orientándose a nuevos mercados, por ejemplo, a China, con el tipo de fruta que demandan esos consumidores”, explica. Pero la apertura de China, no es un tema inmediato. Ortúzar señala que el proceso toma tiempo, y solo se iniciará una vez que concluya el ingreso de las peras, por lo que siendo optimistas, podríamos pensar que la apertura del ‘gigante asiático’ para los cítricos, difícilmente ocurrirá antes de tres años.
Si bien falta tiempo, el sector debe evaluar si la oferta exportadora actual es del gusto de los consumidores chinos, que generalmente buscan frutas de un sabor muy dulce. “Es parte del análisis que deben hacer las empresas. Quizás las nuevas plantaciones deberán ser con variedades de poscosecha más larga y de gusto de los chinos, aunque no sabemos bien cuál será el comportamiento, porque son tendencias que están en permanente evolución”, sostiene.
Sin embargo, en la medida que la industria pueda abrir nuevos y más grandes mercados, el crecimiento será sostenido, pero su impacto nunca será tan relevante como para generar una sobreoferta y una posterior caída de precios. Lo que sí está claro, y según sostiene Ortúzar, es que el negocio de los cítricos seguirá creciendo. “Hay espacio para que eso se produzca”, remarca el presidente del Comité y advierte: “Chile tiene ventajas fitosanitarias que debe aprovechar, hay mercados que están creciendo y debemos ser cada vez más inteligentes en adaptarnos, aprovechar el potencial productivo de los huertos, en la búsqueda de mercados de nicho dentro de EE UU y trabajar en el desarrollo de otros mercados y productos, con lo que sea posible mantener un crecimiento sostenido, ya que no creo que sea posible que toda la fruta tenga un solo mercado de destino”.
Y menos, cuando las producciones están creciendo, como pronosticaba el Comité de Cítricos. De hecho, la campaña de clementinas ha concluido con un 10% más de exportación, en relación a lo que había proyectado el comité. “Habíamos estimado 50.000 toneladas y se embarcaron 61.000 toneladas, mientras que la campaña pasada habían sido 41.000 toneladas”, precisa Ortúzar. En cuanto a las naranjas, se ha cumplido la estimación inicial, aunque el presidente del comité explica: “Es un año que está más apretado porque hay más oferta. Partió bien, pero se ido frenando”. Por su parte, los huertos de limón estuvieron menos expuestos a las heladas y la campaña se está terminando en un muy buen pie, mientras que la producción de mandarinas, a inicios de septiembre, venía con retraso. “A la semana 35 llevamos un 31% de avance, cuando en la misma fecha de la campaña anterior llevábamos un 71% de avance. El pronóstico es que terminemos con un 25% más de producción”, vaticina y explica que el retraso se ha debido a que la acidez de la fruta ha estado más alta, lo que ha motivado que los productores hayan decidido esperar que la fruta madurase bien. Asimismo, en diferentes zonas productivas se ha visto una falta de color en la fruta. “Una primavera y un verano más frío serían los culpables de que se haya corrido todo”, sugiere el presidente del comité.
HAY INTERÉS EN EL RECAMBIO VARIETAL
Una industria que está en crecimiento y evolucionando de forma positiva no está ajena al recambio varietal. “Hay bastante movimiento”, precisa Ortúzar, aunque aclara que el comité no participa en ninguna acción de promoción ni de búsqueda de nuevas variedades. “Son las empresas las que están haciendo sus propias búsquedas y apuestas”, confirma el especialista. Ello, porque aunque una nueva variedad implica una potencial ventaja comercial y una gran ‘recompensa’, también implica un riesgo porque habrá muchas variedades que no funcionarán, que no van a ser mejores que las actuales, que serán peores o incluso puede que haya algunas que sean demasiado exigentes en cuanto al manejo agronómico.
“En Chile, cada empresa está teniendo sus propias apuestas, evaluaciones o ensayos y, si pensamos en crecimiento y diversificación en el mismo mercado (EE UU), necesitamos nuevas variedades”, explica Ortúzar. Y esa necesidad, pasa en algunos casos, por satisfacer al mercado en fechas donde no hay producción. En Chile, por ejemplo, eso sucede en el periodo que va desde que termina la cosecha de clementinas, hasta que comienzan las mandarinas tardías; es decir, hay un espacio de entre 30 y 45 días, donde no hay fruta que cosechar. “Nos hace falta una variedad para cubrir esa ventana que, de alguna forma, la está aprovechando Perú con las producciones de W. Murcott más tempranas. Pero no solo Chile está mirando opciones para aprovechar esa ventana, también otros países del hemisferio sur lo están haciendo”, advierte.
El apetito por desarrollar nuevas variedades está, pero quizás no ha sido tan marcado como en otras especies, como la uva de mesa porque, según subraya Ortúzar, a la industria chilena le ha ido bien con los productos que ha puesto en el mercado. “Por ejemplo, la W. Murcott se produce muy bien en Chile y los productores están muy satisfechos, entonces la necesidad de algo nuevo, con más riesgo no es tan atractiva. En la medida que se toque un techo o que tengamos alguna dificultad, ese apetito ‘por lo nuevo’ despertará con más fuerza”, explica. También puede ser arriesgado apostar todo a una variedad como W. Murcott, con la que las empresas peruanas están haciendo grandes apuestas. “Ese es el riesgo de producir fruta en un determinado periodo. Con Perú tenemos periodos de traslape, pero aún no representan un riesgo comercial importante”, responde el timonel del comité.
En esa búsqueda varietal hay un tema clave, que los consumidores de medio mundo tienen claro que no quieren: semillas. Y una forma de evitar su aparición en la fruta es enmallando los huertos, evitando así la polinización. Gracias a la postura de mallas, el porcentaje de frutas con semilla han disminuido considerablemente, aunque hay muchos huertos que están aislados y no usan mallas. “Pero, aquellos huertos en que la fruta puede tener presencia de semillas, sí o sí deben considerar la postura de mallas”, afirma Ortúzar, sobre una tecnología que a su juicio está siendo un real aporte en el sector. Sin embargo, también tiene sus desventajas: es cara, se deben calibrar bien las máquinas al momento de aplicar giberélico y es posible que un 5% de la fruta sufra daños por ‘russet’. “Sin embargo, es una herramienta que se hace cada vez más imprescindible”, sostiene.
Aunque, el siguiente paso será la aparición de variedades estériles, que no necesitarán ser enmalladas. “Eso, de momento, aún no sucede. No es algo inmediato. Supongo que conoceremos los primeros desarrollos de este tipo de variedades en diez años. Recién en ese momento podremos decir adiós a las mallas”, subraya.
Huanglongbing, el riesgo es permanente
“Como industria, debemos estar preparados ante el potencial ingreso del Huanglongbing en Chile”, afirma Juan Enrique Ortúzar. ¿Posibilidad real de que entre al país?, “sí, la hay”, responde. ¿Detecciones en puestos de vigilancia?, “no ha habido”, afirma. Y, si bien el vector de la enfermedad, Diaphorina citri, no está en el país, nuestros vecinos (Brasil, Argentina y Paraguay) ya están conviviendo con una enfermedad que ha devastado miles de hectáreas en todo el planeta.
Hoy una de las acciones principales es la vigilancia y esta se realiza a través del SAG. “El reforzamiento de la vigilancia es importante, para así ir ganando tiempo en la formación de un banco de germoplasma donde pongamos a resguardo todas las variedades comerciales que hay en el país. De manera que, si encontramos que el vector y la enfermedad han llegado, tendremos un banco de germoplasma que permitirá asegurar la entrega de material sano a los viveros y así poder partir siempre con huertos libres de la enfermedad. Una vez plantado el huerto, deberán incorporarse tratamientos con insecticidas para retardar la diseminación de la enfermedad en el huerto y solo así podremos mantener una industria exitosa que se mantenga en el tiempo. De hecho, eso lo saben muy bien en Sudáfrica, donde tenían otra forma de ‘greening’, que es más suave pero el trabajar con material libre de patógenos les ha permitido replantar ciertas zonas productivas que, hace algunas décadas fueron devastadas por la enfermedad.
HLB Y LA BÚSQUEDA DEL MEJOR PORTAINJERTO
Si bien el tema varietal es exclusivo de las empresas del sector, el Comité de Cítricos sí está evaluando nuevas alternativas de portainjertos para los cítricos, en un proyecto en conjunto con la Pontificia Universidad Católica de Chile, básicamente porque en el caso del limón toda la industria está basada en una sola alternativa: Citrus macrophylla. “Actualmente trabajamos con Citrus macrophylla porque con este portainjerto se obtiene fruta de muy buenos calibres y excelentes producciones. Los otros que hay en el mercado no nos dan eso, por lo tanto, andamos en la búsqueda del ‘segundo mejor’ portainjerto”, explica Ortúzar. A pesar de que Citrus macrophylla es un buen portainjerto para las necesidades de la industria chilena, no es adecuado para situaciones de replante. La experiencia de los productores con Citrumelo, Citrumelo Swingle o Carrizo; no ha sido del todo positiva, porque son portainjertos que no son tan productivos ni el calibre de la fruta es el óptimo.
Asimismo, y a raíz de los efectos que ha tenido el ‘Huanglongbing’ (HLB) en Florida, EE UU, en ese estado ha habido un desarrollo de un programa de portainjertos tolerantes a esa enfermedad. “Es importante realizar evaluaciones de este tipo porque por años la investigación de portainjertos se abandonó, ya que se consideraba que los portainjertos de cítricos que ya existen son muy buenos, pero a raíz de esta enfermedad se están buscando nuevos cruzamientos con el objetivo de obtener portainjertos tolerantes al HLB y que tengan una mejor respuesta de los huertos una vez que son atacados”, explica el timonel del comité y resalta que lo importante es buscar una solución lo más integral posible. “Lo primero es prevenir la entrada de la enfermedad, pero si esta ha llegado al país, queremos acotar y disminuir la velocidad de diseminación y también el impacto de la misma. Para ello necesitaremos tratamientos entomológicos, pero también debemos partir con material limpio, de modo que la incidencia sea la más baja posible desde un inicio, así como otros factores que retarden la diseminación y retrasen el impacto económico de la enfermedad”, continúa.