Un vistazo al manejo sanitario de uva de mesa: ojo con las sorpresas en destino
En entrevista con Fernando Riveros, el destacado fitopatólogo plantea que tener fruta sana en el huerto no es sinónimo de fruta sana y de buena condición en destino. Los programas de control deben ser diseñados incluyendo, sí o sí, subraya, la prevención de enfermedades que aparecen en postcosecha, para poder mantener una adecuada condición al momento de su comercialización. Hace hincapié en que muchas veces la condición se ve deteriorada por cosechas de frutas sobremaduras. Respecto de las nuevas variedades, señala que todas ellas presentan un alto vigor y esta característica las hace susceptibles a infecciones de oídio.
–¿Qué conclusiones se pueden sacar de lo ocurrido en la última temporada en términos fitosanitarios?
–La última temporada desde el punto de vista fitosanitario fue muy sana. Esto en función de las condiciones ambientales. En general en toda el área de producción no hubo mayores problemas de oídio ni tampoco pudriciones de precosecha. Con una mirada más fina, se podría decir que hubo casos de pudrición ácida. Este fenómeno en precosecha se asocia a daños de insectos o pájaros. En postcosecha la exigencia del mercado por frutas de calibres grandes y extras aumenta el riesgo de aparición de fisuras o micro fisuras que determinan posteriormente pudriciones. Pero lo que se observó en destino (Filadelfia) fue fruta con una buena condición de llegada. Experiencias de temporadas anteriores nos exigen contar con programas de control que funcionen eficazmente tanto en precosecha como en postcosecha. Actualmente, tener fruta sana en precosecha no garantiza necesariamente que esa fruta arribe a su destino con una buena condición sanitaria. Un ejemplo de esto fue la temporada 2016/17, donde las condiciones ambientales permitieron cosechar y embalar fruta sana, limpia y bonita, pero cuando observamos esa fruta en Filadelfia, no estaba sana, ni limpia ni bonita. ¿Qué había ocurrido? La fruta llegó a un mercado saturado y debió ser sometida a guardas obligadas, determinando lo que se define como “market desease”.
–¿Eso se repitió en 2018/19?
–El mercado estuvo muy extraño, inicialmente se supuso que habría dificultades para comercializar parte de nuestra uva, cosa que no ocurrió. Incluso, algunos guardaron fruta tratando de alcanzar mejores precios. Este tipo de decisiones es de alto riesgo, especialmente cuando se guarda fruta no preparada para guarda. En la mayoría de los casos esto puede ser un mal negocio pues son muy susceptibles a las pudriciones de post cosecha. Afortunadamente se trató de casos puntuales, porque la generalidad de la fruta llegó en buenas condiciones.
–¿Y cómo es que, de fruta sana, aparentemente sin inóculo, aparecen los patógenos?
–Inóculo siempre vas a tener. En un ambiente favorable para producción, puede que la fruta no exhiba ningún problema de pudrición en precosecha, pero una vez embalada es otro mundo. Estimo que un porcentaje no superior al 10% del volumen total de nuestra uva podría calificar como fruta de guarda. Esta fruta ha sido seleccionada de los mejores cuarteles, con racimos sueltos, de un mismo tamaño y cosechados con una adecuada madurez. Las condiciones de la última temporada favorecieron cosechas largas y voluminosas; obviamente, al final se sacó fruta sobremadura, con cutículas envejecidas y de inferior calidad, factor que no favorece una guarda prolongada. Actualmente el mercado pide fruta con altos grados de madurez, factor que dificulta la guarda exitosa de las variedades nuevas y tradicionales.
¿INCIDEN LAS EMULSIONES CONCENTRADAS SOBRE EL MANCHADO DE UVAS BLANCAS?
–¿Cómo has visto la evolución sanitaria de las nuevas variedades en las últimas temporadas?
–En general las variedades nuevas presentan características que las pueden hacer susceptibles a oídio, especialmente su alto vigor. En algunas variedades de uva blanca con alta susceptibilidad a la enfermedad, se ha sugerido evitar el uso de emulsiones concentradas en los programas de control, en función de que este tipo de formulaciones provocaría pardeamiento, oxidaciones, manchas u otro tipo de alteraciones en la cutícula de las bayas. Esto es una seria limitación, toda vez que una parte importante de los fungicidas de mayor eficacia de control están formulados como emulsiones concentradas. Por otra parte, es difícil identificar y separar el origen de estas alteraciones.
–¿Cuál es tu experiencia al respecto?
–Hemos observado que en temporadas con condiciones de alta humedad relativa, las variedades blancas nuevas o tradicionales, bajo programas de control que no han utilizado emulsiones concentradas, han presentado igualmente oxidaciones, pardeamientos u otras alteraciones en su cutícula. Al mismo tiempo en otras temporadas, programas de control que han incluido emulsiones concentradas en forma repetida, no han presentado ninguna alteración. Esto podría sugerir que están involucrados diferentes factores que aún no tenemos plenamente identificados. La última temporada obtuvimos alguna información preliminar al respecto, al establecer un ensayo cuyo objetivo fue provocar alteraciones en la cutícula de Arra 15, una variedad extremadamente susceptible a oídio. En el ensayo se comparó y utilizó, en forma repetida, emulsiones concentradas en dosis comercial y al doble de sus dosis, sin que se expresara ninguna de las famosas alteraciones de la cutícula.
–¿Debido a que no hubo humedad relativa alta?
–Podría ser un factor. Todavía se trata de un resultado muy preliminar, de una sola temporada en una localidad.
CUIDADO CON PENICILLIUM: ES MÁS FRECUENTE DE LO QUE SE PIENSA
–¿Qué otros aspectos han llamado tu atención en las nuevas variedades?
–En un cultivar como Thompson Seedless la protección de la floración es muy importante puesto que tiene una directa relación con las pudriciones pedicelares. Este tipo de pudriciones están asociadas a una mala protección en flor contra Botrytis. En las variedades de color el modelo de pudrición es diferente: muestran muy poca pudrición pedicelar y sus pudriciones son mayoritariamente laterales o apicales. Esto puede llevar a creer que la protección en el estado de flor no es tan importante. Desde mi punto de vista la protección de la floración juega un rol preponderante en el control de pudriciones para todas las variedades, especialmente porque los restos florales al interior del racimo pueden ser una fuente de inóculo importante.
–Por otra parte –continúa el fitopatólogo–, me llamó la atención en la temporada 2016/17, lo observado en Filadelfia, donde pude verificar que después de las guardas obligadas a las que fue sometida la fruta, el principal agente causal de pudriciones fue Penicillium sp. Esta es una tendencia que se ha mantenido. En Chile, desde hace tiempo, hemos identificado a este patógeno como uno de los componentes de la pudrición ácida. Al parecer, se nos había olvidado su efecto en post cosecha. Debo comentar que este es un patógeno complicado. No responde a fumigaciones con anhídrido sulfuroso y los generadores que van dentro de la caja contienen el avance de Botrytis cinerea pero no son efectivos para Penicillium sp. Para este patógeno el control químico es bastante limitado. Existen pocos ingredientes activos que ejerzan en forma efectiva un control simultáneo de ambos hongos. Diferentes trabajos han demostrado que el inóculo de Penicillium sp. se empieza a acumular sobre la cutícula de bayas sanas a partir de la pinta y alcanza su máxima expresión al momento de cosecha. En función de esto, una de las prácticas para el manejo de la enfermedad es reducir la población de inóculo que se acumula en la cutícula de bayas sanas, de manera de embalar fruta con una menor cantidad de inóculo. Penicillium sp. necesita heridas o fisuras para producir infección; por consiguiente, su ocurrencia alcanza mayores probabilidades en frutas con calibres grandes y de cutículas frágiles. Quiebres de temperatura, asociados a la fumigación obligatoria en EE.UU. con bromuro de metilo y su posterior reingreso a frío son importantes factores que inducen la expresión de heridas que favorecerán la infección de Penicillium sp.
NUEVAS HERRAMIENTAS PARA EL PROGRAMA DE CONTROL
–Las cosechas se han ido haciendo más tardías, ¿cómo afecta eso desde el punto de vista sanitario?
–Hay varios factores que inciden. En temporadas de condiciones ambientales que dificultan o demoran la toma de color, muchas veces, la fruta ha alcanzado su madurez, pero no se puede cosechar por falta de color. Esta sobremadurez, generalmente, se traduce en cutículas envejecidas que presentan a la cosecha fisuras o micro fisuras. Esta situación debe ser considerada para efectuar una protección que permita evitar la aparición de pudrición ácida, con presencia de Botrytis, Cladosporium y otros patógenos que suelen afectar a tejidos envejecidos. Si bien es cierto esta fruta la puedes limpiar en packing, podrías tener un serio problema en destino al embalar bayas con defectos en su cutícula, sin la debida protección y con poca capacidad de soportar viaje y guarda en destino.
–¿Y cómo es el panorama en cuanto a fungicidas, hay nuevas herramientas?
–He participado activamente en el desarrollo de nuevos fungicidas. Muchos de ellos son específicos y de alta eficacia en el control de botritis y oídio. Creo que en la actualidad contamos con muy buenas tecnologías para el control de enfermedades de la vid. Existen formulaciones de alta calidad, muy manejables y ambientalmente más amigables. Hay que comentar que dentro de los fungicidas 0 residuos existen muy buenas formulaciones. Por consiguiente, nuestro desafío será conocerlos mejor, seleccionar aquellos de mayor eficacia e incluirlos de manera segura en los programas de control.