Declinación y muerte de plantas en nuevas variedades de uva de mesa en Chile
Se han detectado casos, correspondientes a varios de los nuevos cultivares de mayor superficie plantada, en que huertos muy jóvenes comienzan a presentar síntomas aislados pero relevantes: lento desarrollo, muerte de brazos e incluso la pérdida total de la parte superior de las plantas. La investigación comprobó la causa: hongos de la madera, cuyo origen principal se halla a nivel de material injertado proveniente del vivero. Afortunadamente la solución se encuentra a la mano.
IMPORTANTE PROBLEMA A RESOLVER
En las últimas temporadas se ha venido observando un rápido crecimiento de la superficie con nuevas variedades de uva de mesa de los distintos programas genéticos, los cuales entregan relevante información sobre algunas de sus principales características. Sin embargo, hasta ahora no se dispone de referencias respecto de su comportamiento fitosanitario en las condiciones chilenas, más allá de la experiencia de la susceptibilidad de algunas de estas nuevas variedades a enfermedades como el oídio, por ejemplo.
PRIMEROS INDICIOS: EXTRAÑOS SÍNTOMAS QUE PARECÍAN NO TENER EXPLICACIÓN
En ese contexto, en invierno de 2018 se solicitó la revisión de un parrón de Timco sobre portainjerto Harmony, en plena producción, plantado en 2012, ubicado en la zona central. En la temporada anterior se había observado que algunos brazos no brotaban en plantas de buen desarrollo, y al año siguiente moría toda la parte superior de aquellas. Este hecho llamaba la atención pues no se trataba de situaciones esporádicas debidas a un acontecimiento momentáneo ocurrido en el huerto, como tampoco se podía asociar a una pauta determinada, a alguna condición de suelo, clima o manejo: mientras unas plantas se encontraban afectadas, a su alrededor otras se hallaban sanas. En algunos casos se había cortado bajo la sección dañada y se lograba la emisión de un brote con el fin de rearmar la planta.
Al examinar ese material, se apreció una necrosis muy definida en el sistema vascular, en brotes de distinta edad. Se veían taponados los anillos del xilema, o sea los tejidos que transportan el agua y nutrientes desde las raíces hacia las hojas.
RACIMOS QUE TARDABAN EN MADURAR
Un caso similar se presentó con la misma variedad sobre el portainjerto Paulsen, en otra localidad, plantada el 2015. Al cortar una planta cuya parte superior había muerto, una vez más se detectaron signos de taponamiento en los anillos del xilema. Adicionalmente, en este predio se encontraron plantas que, aunque no morían, mostraban un atraso en el desarrollo de los cargadores y de la fruta. Llegado el periodo de cosecha, los racimos presentaban un calibre menor, permanecían más verdes que los de las plantas sanas y era evidente que les faltaba tiempo para llegar a madurez de cosecha. A simple vista no se observaba una manifestación en el follaje, pero sí había un efecto en la fruta.
También en la variedad Sweet Celebration, sobre portainjerto Harmony, se ha presentado el problema, aunque con una manifestación distinta. Muy cerca de la cosecha los brazos mueren bruscamente, quedando las hojas secas adheridas a la planta. Como en los anteriores casos, también se pudo observar el taponamiento u obstrucción vascular asociado a este colapso.
Asimismo, en el cultivar Iniagrape-one (Maylen) se han detectado plantas que han presentado brazos muertos, necrosis y racimos verdes, de menor tamaño, notoriamente retrasados en su madurez en comparación a los de plantas sanas.
EL NOMBRE DEL FACTOR CONSTANTE ASOCIADO AL PROBLEMA: PHAEOACREMONIUM SP
El factor constantemente vinculado al problema resultó ser Phaeoacremonium sp., género de hongos muy conocido a nivel mundial entre quienes estudian las enfermedades de la madera y del cual se conocen algo más de 25 especies. Genera poco micelio, lo cual dificulta trabajar con él en laboratorio, pero esporula abundantemente, lo que le permite ser un eficiente contaminante.
La detección de Phaeoacremonium sp. desde tejido de plantas enfermas se realizó mediante la amplificación de un fragmento génico específico del género Phaeoacremonium sp. (Laboratorio de Fitopatología Frutal y Molecular, U. de Chile). Para asegurar y confirmar que este fragmento corresponde a Phaeoacremonium sp. y no corresponde a una contaminación u otro hongo, se diseñó una herramienta de detección específica, cortando en determinadas zonas propias de Phaeoacremonium sp. La presencia de Phaeoacremonium sp. asociado a los síntomas de declinación fue detectado en tres variedades de uva y la identificación de especie predominante en las diferentes variedades se confirmó mediante secuenciación del fragmento de gen específico (foto 6).
Phaeoacremonium sp. es un hongo transmisible a los huertos de vid a través del material de propagación proveniente de vivero, cuando hay plantas obtenidas a partir de una planta madre enferma o infectada.
Ya en el parrón, el hongo tiene el potencial de producir gran cantidad de esporas, pudiendo ser diseminado por la lluvia, el viento, artrópodos y herramientas como las tijeras u otros implementos de poda. Por añadidura, en restos de madera infectada es capaz de formar peritecios donde sobrevive para esporular en cuanto se dan las condiciones propicias.
La foto 7 muestra una planta de vivero contaminada por Phaeoacremonium sp. en la cual el injerto tiene altas probabilidades de fracasar. Sin embargo, tal vez otras vides afectadas sí lleguen a término sin mostrar síntomas externos, lo que significará muy probablemente que sea incluida en una partida de plantas aparentemente sanas.
OPORTUNIDADES PARA LA CONTAMINACIÓN DE LAS PLANTAS
Actualmente en Chile se injertan millones de plantas de uva de mesa y durante ese proceso existen muchas oportunidades para que la planta se contamine, pues la enorme cantidad de esporas de Phaeoacremonium sp. resulta altamente contaminante del ambiente, de los mesones, de las máquinas injertadoras, etc. Por ejemplo, las heridas provocadas por el desyemado de los portainjertos que se realiza para evitar su brotación, conllevan un gran riesgo de infección. Adicionalmente, un estudio realizado recientemente demostró que el corte tipo omega, predominante en nuestras vides injertadas, presenta mayor probabilidad de sufrir colapso en la unión variedad/portainjerto causado por infecciones de hongos de la madera que en otros tipos de injertación.
Los problemas que se están detectando en la actualidad en las nuevas variedades de uva de mesa se vivieron de manera muy similar en uva vinífera cuando se inició la plantación de vides injertadas masivamente en nuestro país a finales de la década de 1990. Las fotos 8 y 9 muestran las diferencias entre plantas sanas y enfermas de los cultivares Pinot Noir sobre portainjerto 1103 y Chardonnay sobre SO4, correspondientes a estudios de esos años. En aquella época, partidas de plantas provenientes de material contaminado se plantaron sin reparos en las viñas, causando posteriormente importantes pérdidas económicas.
La figura 1 corresponde a un esquema simplificado de las fuentes de infección en vivero. Como se aprecia, de plantas madres infectadas solo pueden resultar plantas enfermas, en tanto que plantas madres sanas solo darán origen a plantas de vivero enfermas si ocurre una infección durante el proceso de propagación.
La secuencia de fotos 10, 11 y 12 da cuenta de la evolución del problema en un cuartel de Timpson sobre Harmony entre enero de 2017 y enero de 2019. En ellas se puede observar claramente cómo ha ido aumentando la dispersión del problema a través del tiempo, en los espacios correspondientes a las plantas enfermas (pérdida de plantas).
MEDIDAS DE DETECCIÓN Y PREVENCIÓN
En consecuencia, la primera medida de prevención de la enfermedad consiste en no llevar plantas enfermas al huerto. Esto implica un cuidado en la producción de vides limpias. Y las herramientas para hacerlo están disponibles, para lo cual la investigación, realizada por el grupo de trabajo del laboratorio de Fitopatología Frutal y Molecular de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, fue fundamental, ya que permitió desarrollar técnicas de detección y diagnóstico a nivel molecular confiables y efectivas. Existen, entonces, los instrumentos para chequear si las plantas que se asumen como sanas lo están efectivamente, con el fin de asegurar la limpieza del material madre de propagación.
Asimismo, como se trata de hongos, a diferencia de los virus, se dispone del recurso de los fungicidas. Estos se pueden utilizar en las distintas etapas de la injertación, en la producción de plantas y también en el manejo en campo, como por ejemplo para evitar la contaminación de los cortes de poda. El cuadro 1 es un ejemplo de evaluación in vitro del efecto de un fungicida en diferentes concentraciones sobre distintos hongos asociados a enfermedades de la madera. En este se aprecia que, mientras concentraciones bajas son suficientes para controlar algunos patógenos, otros requieren de una mayor cantidad del fungicida para su eliminación.
ESTUDIOS NECESARIOS PARA DETERMINAR LA SUSCEPTIBILIDAD DE LAS VARIEDADES Y ALTERNATIVAS DE MITIGACIÓN
La obstrucción vascular no se debe al crecimiento del hongo; corresponde en realidad a una reacción de la planta, la que, para defenderse de la invasión del patógeno, trata de aislarlo bloqueando el vaso en ambos extremos. La dimensión de los vasos influye en la habilidad de la planta para compartimentar y aislar al patógeno. La compartimentación del patógeno ocurre con mayor facilidad en los vasos más pequeños. En la Vid el mecanismo de tolerancia a las enfermedades vasculares estaría condicionado al aislamiento del hongo y a bloqueo del traslado de toxinas por el taponamiento de los vasos por tilosis y goma. Las variedades que carecen de la capacidad de desarrollar tilosis y goma son más susceptibles a los patógenos vasculares. Por otro lado, el volumen de material necesario para ocluir (cerrar) un vaso es mayor en el caso de vasos de mayor diámetro. La reacción de activación de mecanismos de defensa y el diámetro de los vasos condiciona una mayor o menor susceptibilidad de las variedades de vid a los patógenos vasculares.
El otro posible escenario es la correlación del diámetro de los vasos xilemáticos y la vulnerabilidad al estrés hídrico que causa con mayor facilidad la interrupción de la columna de agua (embolismo), variedades que presentan vasos de menor diámetro son menos propensas a este fenómeno. Ejemplo de ello es la menor susceptibilidad de la variedad Merlot (vasos de menor diámetro) respecto de la variedad Thompson Seedless que tiene vasos xilemáticos de mayor tamaño y que normalmente es mucho más susceptible.
Actualmente se encuentra en desarrollo en el Laboratorio de Fitopatología Frutal y Molecular de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la universidad de Chile un trabajo en el que se estudian los mecanismos de la respuesta de defensa de las nuevas variedades de uva de mesa que se han manifestado más susceptibles a los patógenos asociados a la declinación y muerte de plantas. El conocimiento de la respuesta de defensa de las plantas es fundamental para evaluar las potenciales alternativas de manejo mediante el uso de bioestimulantes con acción de resistencia sistémica adquirida (systemic acquired resistance, SAR) que se publicitan como promotores del metabolismo vegetal induciendo cambios morfológicos y bioquímicos en los vegetales y recuperadores de plantas después del estrés.
Finalmente, es importante reiterar que el disponer del conocimiento de los mecanismos de respuesta de defensa de las nuevas variedades de uva de mesa, así como de otras especies frutales, a los agentes fungosos asociados a la declinación y muerte de plantas, es un antecedente básico y fundamental que debería ser considerado en los programas de mejoramiento para la producción de plantas sanas.
La vid (uvas de mesa, para pasas o para vino), se cultiva en todo el mundo y con ella se encuentran presentes los hongos causantes de la degradación de la madera, complejo de hongos integrado por diferentes especies en las distintas regiones geográficas. Lo que ocurre en Chile no constituye una excepción ni debiera sorprendernos, pero lo que sí resulta sorprendente en este caso es que estos hongos se han manifestado tempranamente en huertos plantados con material proveniente de programas de mejoramiento que en su origen están libres de contaminación fungosa.
Los especialistas en hongos de la madera de la vid a nivel mundial han coincidido en establecer que alrededor de los 10 años ya un 20% de las plantas son sintomáticas, y a los 16 años la cifra llega al 75%. Esto coincide bastante con nuestra realidad, donde comúnmente se arrancan los parrones de Thompson Seedless y otras variedades a los 18-20 años, ya que son antieconómicos debido a que la cantidad de brazos muertos y enrollamiento clorótico supera lo aceptable. Si no nos preocupamos de esta situación con las variedades nuevas, entre las cuales algunas de las más plantadas aparentemente son muy susceptibles, ese plazo se acortará en forma considerable.
Los agentes causales de las enfermedades de la madera de la vid comprenden a un complejo fungoso, en donde los del género Phaeoacremonium sp. cumplen el rol de precursores, siendo transmitidos por el material de propagación y posteriormente contaminando vía los cortes de poda el resto del viñedo. Una vez que los hongos precursores han infectado las plantas, se favorece el establecimiento y avance de otros agentes fungosos como las Botryosphaerias y los Basidiomycotas, quienes son ayudados por el estrés biótico causado a la planta por los patógenos vasculares (Phaeoacremonium sp.). Todo esto finalmente provoca la degradación de la madera y síntomas que asociamos como el cuadro sintomático denominado enrollamiento clorótico. Hoy sabemos que debemos prevenir el problema y no tratar de controlarlo en la etapa final de manifestación de síntomas, como se planteaba tiempo atrás.
Artículo basado en la presentación del Dr. Jaime Auger en la Conferencia y Exhibición Redagrícola 2019 en Santiago.