Una carrera para proteger a la industria citrícola
Hunglongbing (HLB) ha azotado campos de cítricos de casi todas las principales zonas citrícolas del mundo, dejando a su paso pérdidas millonarias. Está presente en EE UU, México, Centroamérica, Brasil y, recientemente, se ha detectado el vector en Perú y Argentina. Si bien no está presente en Chile, la amenaza es latente. Para que la industria citrícola chilena no pierda su competitividad es preciso desarrollar un programa de certificación de plantas, que le permita enfrentar este complejo problema.
Podría pasar inadvertido porque no es más grande que un grano de arroz, pero una vez que el psílido Diaphorina citri se instala en un huerto de cítricos las consecuencias pueden llegar a ser devastadoras a nivel de industria. Transmisor de una bacteria que causa la enfermedad conocida como Huanglongbing (HLB), solo en Florida, EE UU, donde el valor de la industria cítrica es de US$10.000 millones, se calculan que las pérdidas económicas causadas por el HLB rondan los US$330 millones todos los años. Allí, las primeras detecciones ocurrieron en 1998, pero como eran pequeños focos, no se les consideró relevantes como para implementar un plan de erradicación. Quizás ese fue el gran error, porque en agosto de 2005 el HLB ya estaba instalado y a los pocos meses la enfermedad había ‘colonizado’ varias zonas productoras al sur de Florida… hoy está extendida en todos los huertos. El desastre ocasionado por D. citri se puede graficar del siguiente forma: 24.000 ha de cítricos destruidas en 2009, cifra que subió a 90.615 ha en 2013; las naranjas pasaron de un ‘peak’ de 14 millones de árboles plantados a solo 5 millones en 2013 y se calcula que se han perdido 8.300 puestos de trabajo.
Florida y Brasil son dos áreas relativamente nuevas donde se ha descubierto esta enfermedad, que se ha extendido a California, Texas y Arizona, en EE UU; y ha llegado a México y a algunos países de Centroamérica; mientras que en Argentina se ha descrito la presencia del vector (D. citri), así como también en el norte de Perú. La industria chilena en general, liderada por el Comité de Cítricos, están preocupada por esta enfermedad que, si bien no está presente en Chile, representa una amenaza permanente.
Si bien es nueva en algunas latitudes, el sur de China ha sido considerado como la zona de origen de la vertiente asiática de esta enfermedad, descrita por Reinking en 1919, aunque descripciones anteriores en India sugieren que también ha estado allí. Esa vertiente asiática de la bacteria Candidatus Liberibacter es la que además ha atacado plantaciones de EE UU, México y Brasil, por ejemplo. Fueron los chinos quienes bautizaron a esta enfermedad como Huanglongbing y la primera traducción fue al inglés: Yellow Dragon (enfermedad del dragón amarillo), aunque en los años ochenta se precisó que el nombre correcto era enfermedad del brote amarillo, porque este mal de origen bacteriano hace que las hojas de los cítricos se retuerzan y presenten un color amarillento. Pero hoy, para no caer confusiones, es común llamarla HLB.
EL PEQUEÑO CULPABLE DEL GRAN MAL
D. citri es el mensajero del mal, y también de las angustias y quebrantos de miles de productores en todo el planeta. Diminuto (solo mide entre 3 y 4 mm en su estado adulto) y de color marrón, es fácilmente observable cuando está en la adultez. Se alimenta por el envés de las hojas, pero también en el haz, sobre todo cuando hay altas poblaciones. A pesar de su pequeño tamaño, se le reconoce fácilmente, ya que cuando se alimenta pone su cuerpo a un ángulo de 45º respecto de la superficie (hojas y tallos).
En los países donde ha entrado, se le puede ver durante todo el año en su estado adulto y las hembras depositan sus huevos en cualquier brote que esté disponible. Estos, cuando recién son ovipositados son de color amarillo mate y se vuelven anaranjados a medida que se acerca el momento de la eclosión. La cantidad de huevos depositados depende de la planta hospedera. Así, por ejemplo, mientras en limón la media es de 572 huevos por hembra, en toronja sube hasta los 857 huevos. Estudios realizados en California, EE UU, demostraron que las hembras ponen un promedio de 740 huevos. Tras la eclosión hay cinco estadios ninfales hasta que el insecto se vuelve adulto, en un proceso que no tarda más de dos semanas, si la temperatura es óptima (entre 25ºC y 28ºC). Aquellas ninfas de 4º y 5º estadio son alargadas y es posible verlas a simple vista e incluso se reconocen por la gran cantidad de mielina excretada.
HOJAS ENROSCADAS, CLOROSIS Y FRUTOS DEFORMES
D. citri causa importantes daños directos a los cultivos de cítricos, sobre todo extrayendo la savia y produciendo mielina, la que cubre las hojas favoreciendo el desarrollo de fumagina. Pero además inyecta toxinas, las que detienen la elongación terminal de las hojas, causándoles malformaciones, así también en los brotes. Incluso, cuando el ataque es muy severo, los brotes pueden morir. En plantas jóvenes los daños suelen ser de mayor relevancia que en una planta adulta, ya que en estas últimas la pérdida de las hojas y brotes representa un pequeño porcentaje del total del follaje.
Sin embargo, el daño indirecto más importante es que D. citri tiene la capacidad de vectorizar la descrita enfermedad bacteriana HLB, que causa manchas asimétricas en las hojas (pero diferentes a las de deficiencia de zinc, que son manchas simétricas). “Los síntomas en general son un decaimiento generalizado de la planta y, también, lo más llamativo es una clorosis en las hojas. Estos síntomas muestran un patrón irregular, a diferencia de lo que causa normalmente la deficiencia de micronutrientes. Esto último genera un patrón regular en la hoja, pero tras el ataque de D. citri, este es totalmente irregular, es decir, si un sector de la hoja está verde, el otro está clorótico y viceversa. Ese es un dato muy relevante. Asimismo, las plantas se empiezan a decaer, a secarse y aparecen unos brotes amarillos, muy notorios”, explica Ximena Besoaín, investigadora de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
Una vez que la planta ha sido infestada con HLB, los síntomas más visibles están en los frutos, que son de un tamaño pequeño, deformes, deficientes en sabor y con presencia de semillas abortadas. Ello, imposibilita su comercialización en fresco y también para la industria del jugo, ya que este es bajo en sólidos solubles, alto en acidez y presenta un sabor amargo.
CANDIDATUS LIBERIBACTER, LA BACTERIA ‘ASESINA’
HLB es producido por tres especies de bacterias denominadas Candidatas, es decir, en las que se ha determinado el género, pero no la especie. Estas son Candidatus Liberibacter asiaticus, Candidatus Liberibacter africanus y Candidatus Liberibacter americanus. “Estas bacterias son parásito obligado, es decir, están asociadas a los tejidos, en este caso, del floema y, por tanto, no pueden ser reproducidas ‘in vitro’, ni aisladas para su estudio, ni demostrar que son las que causan la enfermedad”, explica la experta de la PUCV y añade que Candidatus Liberibacter americanus causa los mismos síntomas que Candidatus Liberibacter asiaticus, pero “pareciera que esta última se ha ido imponiendo, porque se estima que se dispersa más rápido”.
Tras una gira organizada por el Comité de Cítricos de Chile a Florida y California, EE UU, los especialistas chilenos conocieron cuáles son las estrategias de control, empezando por los viveros, que han tomado una serie de medidas muy importantes para evitar que su material sano sea contaminado, impidiendo el ingreso de D. citri a los bloque de incremento, los que deben ser aislados como invernaderos de última generación. “Esa una medida muy importante”, afirma Besoain. “También están haciendo aplicaciones de insecticidas y de bactericidas. Entonces, hay ciertos momentos que este problema es más crítico, que es cuando existen estos flujos de crecimiento en las plantas. Al haber hojas nuevas, ‘flushes’, son brotes nuevos de crecimiento, ahí es cuando más el vector llega, atraído por estos brotes”, precisa la especialista.
La lucha en Brasil
La estrategia en Brasil se ha divido en:
• Eliminación de todas las plantas que presenten síntomas.
• Realizar un análisis de la parte alta de los árboles. Si hay un exceso de brotes amarillos, hacen una prueba para ver qué grado de infección y, si están infectados, son eliminados.
• Control estricto del vector.
• Toda introducción de plantas debe venir de un programa de certificación.
Es decir, mientras más brotes nuevos, mayor presencia del vector. “Ese es el periodo más crítico”, advierte la investigadora. En Florida hay cuatro ‘flushes’ y, por lo tanto, ese es el periodo más crítico, según Besoain. “Aplican en esos períodos, tanto insecticidas como bactericidas, porque si llega el vector y se alimenta de un brote, ojalá el insecto tenga una baja población de bacteria en ese momento, para que de este modo no siga propagándola. Pareciera que está funcionando y se tolera la enfermedad, pero a un muy alto costo”, continúa.
La ventaja de Chile es que aquí no se dan los cuatro ‘flushes’ de crecimientos de Florida, sino que son solo dos. El primero es normalmente en primavera, entre septiembre y octubre, dependiendo de la localidad, que es cuando se produce el ataque de pulgones. Mientras que el segundo ‘flush’ ocurre entre febrero y marzo.
Ese alto costo es por las aplicaciones que se realizan, pero también por el programa nutricional, “que en Chile se maneja muy bien, incluso a través del fertirriego, que no está desarrollado en Florida”, precisa la experta. Pero, si el vector ha llegado al país y se encuentra la enfermedad, ¿cuál sería la mejor estrategia para Chile? La especialista señala que lo fundamental es contar con material sano para propagar. Además, también es importante, la labor que hace el SAG de fiscalizar las fronteras, no permitiendo el ingreso de material de otras zonas donde pueda estar este problema.
LA IMPORTANCIA DE UN PROGAMA DE CERTIFICACIÓN
Mientras la plaga no esté presente en Chile, la estrategia pasa por maximizar los controles para que esta no ingrese. Pero si es que D. citri, ha entrado, las plantas para las nuevos huertos deben venir de un programa con certificación fitosanitaria. Ese es un aspecto clave. “Si D. citri ingresa, la gracia es contar con material sano, libre de HLB y también de otras enfermedades importantes, como las causadas por virus o viroides”, sostiene la especialista.
Chile ya tuvo un Programa de Certificación que operó entre 1998 y 2010, pero que se cerró por problemas comerciales. Hoy, el objetivo del Comité de Cítricos es que este programa se reactive, “para que Chile cuente con material sano y protegido, de modo que, si ingresa el vector, todo replante o nuevas plantaciones puedan establecerse con material sano”, subraya Besoain.
Esa es la forma en que están luchando otros países contra esta enfermedad. Brasil es uno de ellos. EE UU otro. Y lo mismo ocurre en España. México no contaba con un programa así y desapareció un área de unas 40.000 ha. “Pero están muy preocupados y trabajando con material certificado, chequeando que todo el material presente en los huertos esté sano. El estado mexicano está destinando grandes recursos económicos para evitar que el problema se propague a otras áreas del país”, cuenta la experta de la PUCV.
Para reflotar el Programa de Certificación en Chile es necesario financiar un proyecto. En una primera etapa, el Comité de Cítricos, con recursos propios, está reactivándolo. “Como universidad, en 2014 publicamos una nueva metodología para tratar de hacer una reingeniería del proceso, donde usando una sola planta indicadora, en vez de cuatro, que es lo que usábamos antes, podamos detectar un problema. Incluso, queremos chequear si hay bacterias endófitas que se parecen al HLB, y ver si las podemos detectar con técnicas más modernas, como PCR a tiempo real o qPCR”, explica la investigadora, y señala que con esa nueva tecnología se espera abaratar costo y tiempo para tener un banco de germoplasma renovado.
El nombre correcto
Tras los ataques, el Dr. Hsiang, en 1956, vio como los árboles empezaron a presentar brotes de color amarillo, muy diferentes a los normales. Eso fue lo que le llevó a rebautizar al Huanglongbing como la ‘enfermedad del brote amarillo’.
CINCO AÑOS PARA REFLOTAR EL PROGRAMA DE CERTIFICACIÓN
Sin embargo, recuperar este programa no es algo que se pueda hacer de la noche a la mañana. Ni siquiera en dos o tres años. Los cálculos más optimistas dicen que podrían ser cuatro o cinco. “En la primera etapa queremos escalar un proyecto FIA para contar con recursos para empezar a activar y formar nuevamente el banco de germoplasma, además de realizar el proceso de indexación y demostrar mediante chequeos, pensados desde el punto de vista científico, para determinar si lo que estamos analizando efectivamente está sano o enfermo. Incluso, el objetivo es que seamos capaces de detectar bajos niveles de enfermedad”, explica Besoain. Pero no todo el trabajo anterior está perdido porque para levantar el primer programa de certificación se necesitaron nueve años.
Cuando se cerró el programa se dejó de chequear el material y se dejó de contar con personal especializado que permanentemente estaba analizando el material y protegiéndolo. “Hoy no sabemos el estado actual del material y, desde ese punto de vista, hay que hacer una serie de análisis”, precisa. Por ejemplo, se deben formar plantas nuevas porque las que estaban ya están muy viejas. Además, se debe renovar el material genético y comprobar que corresponda a una variedad determinada. “Posteriormente, se deben hacer pruebas con diferentes microorganismos para ver si esta nueva metodología de detección, donde solo usamos una planta, es más efectiva que la que teníamos antes, donde usábamos cuatro diferentes tipos de plantas para chequear. Ahora, nuestra propuesta es chequear con una sola planta las cuatro principales enfermedades, incluida una quinta que podría ser HLB”, añade.
Estas cuatro enfermedades son Tristeza, causada por el virus de la tristeza de los cítricos; Cachexia, causada por el viroide de la cachexia de los cítricos; el viroide de la Exocortis, que es un problema secundario que está asociado a huertos viejos o a plantas antiguas presentes en las casas y la Psorosis, que es un problema presente en varios predios, también en huertos antiguos y que es causado por el virus de la Psorosis.
“En Chile, al no tener un programa de certificación, puede volver a emerger estas enfermedades” advierte Ximena Besoain. Por ello es que el Comité de Cítricos, además de evitar que el HLB se disperse en el país, con el Programa de Certificación espera prevenir que estas enfermedades, que habían sido superadas anteriormente, vuelvan a resurgir.
Pero, ¿por qué se abandonó un programa que había demostrado ser efectivo? La respuesta está en la crisis que vivieron los viveros de cítricos en 2008. Hubo algunos que tuvieron que cerrar y los que sobrevivieron comenzaron a vender las plantas a un menor precio. Fue así como no pudieron sustentar el programa. “Además, había poco temor a estas cuatro enfermedades. Pero, cuando pasa un buen tiempo en que no se sabe cómo está ese material, es complicado. Y este es un trabajo complicado, porque las plantas se chequean con métodos complejos. Puede que haya alguien que esté propagando material que cree que está sano, pero es posible que esté en fase de incubación. Si se propaga ese material, con el tiempo se va a enfermar. Lo grave de esto es que, por ejemplo, la Tristeza de los cítricos tiene un periodo de incubación de dos años, pero el de Cachexia es de seis años y el de Psorosis es de nueve años. No sabemos si hay plantas con Psorosis. Creo que los viveros que tenían el material sano lo han tratado de cuidar”, explica la especialista.
Sin embargo, Chile quiere ser un país moderno, con una fruticultura moderna y competitiva. En ese caso, para que su citricultura no pierda competitividad, debe contar con un programa de certificación o de producción de material de propagación limpio, como los que tienen los grandes productores de cítricos del mundo, por ejemplo, EE UU, España o Brasil; que les permite superar problemas antiguos y también enfrentar otros más nuevos y complejos como el HLB.