Se han identificado más de 60 virus que infectan a la vid
La vid (Vitis vinifera L.) es una de las especies más cultivada en el mundo y al mismo tiempo hospedante de numerosos patógenos, entre los que destacan los virus, cuya peligrosidad es acentuada por la existencia de eficientes métodos de transmisión, principalmente vectores tales como nemátodos e insectos. Sin embargo, la principal causa de la diseminación a grandes distancias de los virus se debe a la propagación y comercialización de variedades y portainjertos infectados.
Actualmente ha sido posible identificar a más de 60 virus que infectan a la vid, aunque solo algunas especies son importantes por el daño económico que generan, tanto por su intrínseca agresividad como por su amplia diseminación en los viñedos. En plantas con síntomas visibles, infectadas por Grapevine leafroll-associated virus 1, Grapevine leafroll-associated virus 2 (GLRaV-1, GLRaV-2), y Grapevine virus A (GVA), se ha observado una reducción de producción del 23% en promedio, con un decremento del contenido en azúcares del 5%. Con Grapevine fanleaf virus (GFLV) las pérdidas de producción varían entre 5% y 10 %, pudiendo llegar hasta 90%; con los GLRaVs el promedio es de 10% pero puede llegar a 60% ó 70%; con los virus involucrados en el complejo de la “Madera rugosa” (Grapevine virus A – GVA; Grapevine virus B – GVB; Grapevine rupestris stem pitting-associated virus – GRSPaV) la disminución de producción es de 20% ó 30%. Es difícil poder definir el nivel de daño causado por Grapevine fleck virus (GFkV), debido a su estado latente, aunque es un virus muy frecuente en todas las áreas de producción de la vid. De toda manera, se ha podido demostrar que causa una disminución del porcentaje de éxito de los injertos, limita la producción de raíces y reduce el vigor de las plantas.
Las infecciones virales en plantas que no presentan síntomas causan un decremento anual de productividad del 5%.
Los principales síntomas de virosis
La revisión de los principales síntomas causados por los virus más importantes, junto con los datos anteriormente expuestos, nos da una indicación de la peligrosidad de estas enfermedades. GFLV induce deformación y alteración de color en las hojas. Es muy común la aparición de hojas asimétricas con nervaduras principales muy juntas y con abolladuras de la lámina. Los sarmientos presentan entrenudos cortos, nudos dobles, fasciaciones y bifurcaciones. La alteración del color consiste principalmente en la aparición en primavera de fuertes amarilleces, mosaicos, manchas lineales y anulares que reducen notoriamente la actividad fotosintética de la planta. Los racimos son a menudo más pequeños y menos numerosos de lo normal, maduran irregularmente y pueden mostrar varios grados de corrimiento. Todo esto se traduce en una reducción de la vida útil de las plantas afectadas, del porcentaje de éxito de los injertos y del número de plantas barbadas obtenidas durante la propagación en viveros. El vector de GFLV es el nemátodo Xiphinema index. La enfermedad conocida como “Enrollado de la hoja de la vid” es probablemente la más diseminada en el mundo y están involucradas a lo menos nueve distintas especies virales.
Los virus que se encuentran con mayor frecuencia en los viñedos del mundo son GLRaV-1, GLRaV-2 y GLRaV-3. Los síntomas en las hojas consisten en un encarrujamiento hacia el envés, con leve amarillez de la lámina foliar en variedades de uva blanca y enrojecimiento en la de uva tinta, en la cual normalmente la modificación del color no incluye a las nervaduras. Este síntoma comienza a aparecer al final del verano y tiende a acentuarse en otoño. También hay corrimiento de racimos, los que son más pequeños, con bajo contenido en azúcares y mayor acidez. Siempre en variedades tintas es muy frecuente la decoloración parcial o total de las bayas al acercarse el periodo de cosecha, problema que afecta en manera especial a las variedades Crimson Seedless (foto 1), Red Globe, Black Seedless, Autumn Royal y Flame Seedless.
También se han observado casos de incompatibilidad en plantas injertadas, relacionados con una variante de GLRaV-2 (GLRaV-2 RG) en la varieidad Red Globe. Los portainjertos híbridos americanos, aunque infectados, no muestran síntomas, lo que sin duda ha contribuido a favorecer la propagación de la enfermedad en todo el mundo. Los estudios de epidemiología realizados en diferentes zonas productoras han dado a conocer la presencia de insectos vectores solo para cuatro de los virus (GLRaV-1, GLRaV-3, GLRaV-5 e GLRaV-9) que inducen el “Enrollado de la hoja de la vid”. Cóccidos y pseudocóccidos (conchuelas y chanchitos blancos), son los responsables de la transmisión. La “Madera rugosa” es una enfermedad compleja que se manifiesta sobre todo en plantas injertadas. Los virus involucrados son GVA, GVB y GRSPaV. Inducen disminución del vigor de las plantas, decaimiento generalizado y atraso en la brotación. A nivel del punto de injerto, en la madera bajo la corteza, tanto en la variedad como en el portainjerto, pueden aparecer los síntomas más específicos de esta enfermedad que consisten en acanaladuras de profundidad variable, a las cuales corresponden protuberancias en la zona del cambio.
Finalmente, estas anomalías reducen la funcionalidad de los tejidos conductores, por lo que a veces es posible observar una marcada diferencia de diámetro entre el portainjerto y la variedad, como es el caso de infecciones por GRSPaV en la variedad Superior injertada en Freedom (foto 2). Se conocen especies de cóccidos y pseudocóccidos vectores de GVA y GVB. GFkV, el agente de la enfermedad conocida como “Marbruna” o “Fleck”, es latente en Vitis vinifera y en muchos híbridos americanos, manifestándose sólo en V. rupestris St.George, con esclarecimientos de las nervaduras secundarias, deformaciones de las hojas y reducción del crecimiento vegetativo. Las alteraciones cromáticas son más patentes en primavera. Ha sido evidenciada la transmisión natural en campo pero no se ha identificado al vector responsable.
“Control de las virosis”.
El primer paso para realizar el control de estas enfermedades consiste en realizar un monitoreo o prospección para poder conocer cuales son los virus de mayor prevalencia en los viñedos de un país. Con estos datos disponibles será posible optimizar las técnicas de detección que permitirán obtener material vegetal libre de las principales virosis, implementando programas de selección clonal y sanitaria y/o de saneamiento utilizando una o más de las siguientes técnicas: termoterapia, cultivo de meristemas, embriogénesis somática. No hay que olvidar que el control constante de los vectores (nemátodos, chanchitos blancos y conchuelas) contribuye notablemente a la menor diseminación de los virus. Finalmente, un eficaz protocolo fitosanitario cuarentenario disminuye el riesgo de introducir en el país virus aún no presentes.