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Experto en riego en frutales de INIA, Gabriel Sellés

“Las más críticas son las cuencas de la zona centro norte sin regulación”

La de 2019-20 será una temporada de riego extremadamente compleja, dado el déficit de precipitaciones que afecta directamente el caudal de los ríos del centro norte que no cuentan con obras de regulación. Principalmente la del río Aconcagua, pero también la de Maipo y las de la mayoría de los ríos de la región de O’Higgins. El experto en riego de INIA, Dr. Gabriel Sellés, en esta entrevista describe la situación y hace algunas recomendaciones técnicas para mitigar el impacto de la sequía en los frutales de la zona centro norte. Así mismo analiza el potencial de la zona sur de Chile en lo relativo a la fruticultura bajo riego. Se hace foco en la uva de mesa por ser una de las especies más afectadas en la zona deficitaria.

19 de Diciembre 2019 Equipo Redagrícola
“Las más críticas son las cuencas de la zona centro norte sin regulación”

Juan Pablo Figueroa Foessel

Dr. Gabriel Sellés, experto en riego en frutales de INIA.

En un escenario en que las precipitaciones en la zona centro norte de Chile vienen disminuyendo consistentemente desde hace 100 años o más, es difícil de precisar cuándo comenzó este largo período de restricción hídrica que estamos sufriendo, con temporadas de intensa sequía, como la presente, pero con un respiro de lluvias normales, como las del año 2016. Un estimado es que la sequía ya se ha extendido por cerca de 12 años, período en que -en paralelo- han ido subiendo las temperaturas y con ellas los requerimientos hídricos de los cultivos.

Una de las situaciones más críticas es la del río Aconcagua (gráfico 1), con cuyas aguas se riega una gran superficie de frutales, entre los que destaca la uva de mesa. La temporada 2018-19 el caudal del río Aconcagua medido durante la temporada de riego fue incluso menor al pronosticado y apenas superó el caudal que presentó el mismo río –medido en la misma estación- durante la temporada de riego de los años 68’-69’, punto álgido de una de las sequías más duras que se recuerden en Chile. Con todo, la situación para la presente temporada de riego parece aun más amenazante si consideramos que el año 2018 llovieron 71 mm en San Felipe (-66%), en tanto que este año se contabilizaron solo 31 mm en la misma estación pluviométrica (-85%), correspondiendo la precipitación promedio de la zona a 210 mm. Pero, además, hoy la superficie cultivada con frutales en el área de influencia del río Aconcagua es mucho mayor que cuando se sufrió la sequía de los años 60’… y en el intertanto nunca se construyó el proyectado embalse Puntilla del Viento.

Grafico 1. Caudal del río Aconcagua medido en Chacabuquito.
Tabla 1. Precipitaciones al 31 de agosto (lluvia).
Tabla 2. Acumulación nival máxima de la temporada (milímetros equivalentes de agua).

“Las cuencas de la zona centro norte que no tienen obras de acumulación de agua, son las más críticas. Por ejemplo Aconcagua, Maipo y la mayoría de las cuencas de la región de O’Higgins. Porque allí no se pudo acumular agua en los pocos años con algo más de lluvia que tuvimos entre medio”, señala Gabriel Sellés, doctor -experto en riego de INIA-, con gran experiencia en frutales, principalmente en uva de mesa.

En la tabla 1 se aprecia que la precipitación medida en una estación meteorológica de Santiago, este año fue de solo 70 mm, en tanto que el año pasado fue de 117 mm, en un contexto en que 298 mm corresponde al promedio de un año normal. En San Felipe, en tanto, este año cayeron 31 mm y el año anterior 71 mm, siendo que el promedio de un año normal es de 210 mm. “Cuando se observa la acumulación de nieve en Portillo, en la misma región, vemos que el año pasado se acumularon 170 milímetros equivalente de agua, pero este año solo 80 mm, en tanto que la acumulación máxima promedio es de 595 mm. Estamos en una situación realmente complicada”, advierte Sellés al comentar los datos de la tabla que muestra la acumulación de nieve (tabla 2).

FRUTALES: SOLO HAY AGUA DISPONIBLE DE O’HIGGINS AL SUR

Ya en 2011, desde la región Metropolitana hacia el norte, en términos promediales se aprecia una menor oferta de agua que la demandada por el conjunto de actividades económicas. Entre las diferentes industrias la principal demandante del recurso hídrico es la agricultura de riego, salvo en regiones mineras, como la de Antofagasta. Recién desde la región de O’Higgins al sur se quiebra el desbalance hídrico y la oferta de agua es -estructuralmente- mayor que la demanda (gráfico 2).

Es decir, en el sur de Chile -al día de hoy-, el agua todavía no es limitante, en tanto que siguiendo la lógica del cambio climático, podemos suponer que las temperaturas se harán gradualmente más propicias para el cultivo de algunas de las especies frutales que hoy se cultivan más al norte.

Gráfico 2. Balance hídrico, oferta y demanda de agua, por regiones de Chile.

En el escenario climático actual de la zona sur las especies frutales cultivadas más promisorias son manzano, cerezo, arándano y avellano europeo. A este grupo se puede sumar también el nogal, especie que se ha incorporado decididamente en el pool de cultivos, al menos hasta la región de Ñuble. Entendiendo que el cambio de clima en el territorio chileno no tiene por qué ser lineal, o sea, no necesariamente el clima de la región de O’Higgins va a pasar a la del Maule y el de la del Maule a la de Ñuble y que además se desconoce la velocidad a la que se producirá, consultamos a Gabriel Sellés sobre las posibilidades de un desarrollo más intenso de la fruticultura bajo riego en la zona sur de Chile.

Si bien está claro que en el futuro previsible, frutales subtropicales como paltos y cítricos no podrán pasar más al sur de algunos sitios de clima más benigno, o microclimas, de la región de O’Higgins, en el caso de la uva de mesa, el principal frutal de exportación de Chile por bastante tiempo, ya hay experiencias hasta la región de Maule, eso sí, con altos requerimientos de tecnología.

RESTRICCIÓN HÍDRICA Y NUEVAS VARIEDADES dE UVA DE MESA

-¿Ustedes tienen mucha experiencia y estudios de riego respecto a variedades de uva de mesa tradicionales, en las que llegaron a ajustar bastante el volumen de riego necesario para hacer producir una hectárea de, por ejemplo, la variedad Flame, Thompson o Crimson, ¿tienen alguna experiencia con algunas de las denominadas nuevas variedades?

-No hay experiencia con la nueva variedades, pero se podría asimilar a la experiencia con las antiguas considerando su condición de tempranas, media estación o tardías, aunque desconocemos el detalle. Sí sabemos, por ejemplo, que todas las variedades parten en algún período su brotación y que gran parte del desarrollo inicial de las bayas es conjunto, entre las varias tempranas, medias y tardías. El período de Pinta se podrá ubicar un poco más atrás o más adelante, pero es muy probable que igualmente un déficit hídrico temprano afecte el tamaño de la fruta. Uno podría quizás asimilar las estrategias que desarrollamos en Flame, Thompson o Crimson, como representantes de variedades tempranas, medias y tardías, y acomodar esa información a la toma de decisiones en el manejo de las nuevas variedades. Pero, efectivamente no hay información para estas últimas.

-¿Tienen datos que apunten a que las nuevas variedades sean más eficientes en el uso del agua? Al ser más productivas, por ejemplo.

-No tengo esa información, pero la mayor productividad tiene como consecuencia una mayor carga frutal que alimentar. Entonces, puede que sean más sensibles a situaciones de estrés hídrico, porque es difícil que vaya de la mano la economía del agua y la productividad. Edmundo (Acevedo) hizo montones de estudio de aumentos de eficiencia del uso del agua en cereales y lo que vio es que cada vez que aumentaba la eficiencia de uso del agua en las variedades, disminuía la producción.

-¿Se han descrito diferencias en la demanda de agua o eficiencia de uso según tipo de portainjerto? 

-La resistencia a sequía es un fenómeno multifactorial desde el punto de vista genético. De los trabajos en portainjertos que he leído de Larry Williams (UCDavis), resulta que al ser regados con distintas cantidades de agua, no mostraron comportamientos diferentes entre ellos y presentaron un mismo efecto sobre el tamaño de baya. Independiente del portainjerto, lo que más incide en el tamaño de las bayas es la magnitud del estrés hídrico. Puede que los portainjertos incidan en resistencia a nematodos y a otras enfermedades, pero respecto al uso del agua, al parecer no. No es que haya una gran diferencia cuando se utiliza un Richter 110, respecto de pie franco o Freedom, por ejemplo. En esas publicaciones se establece que todos reaccionan de la misma manera. A lo mejor podrían tener una diferente capacidad de sobrevivencia, pero sobrevivir no es lo mismo que producir.

-¿La uva de mesa, tal como ustedes lo han estudiado, se puede ir más al sur?

GS -La uva de mesa se puede ir más al sur, aunque le puede faltar un poco de temperatura todavía. Se han ido probando algunas variedades de uva de mesa hasta la región del Maule. Entonces, es una especie que se puede correr más al sur, pero todavía podría tener problemas por las temperaturas más frías en invierno, respecto de la zona centro norte. Necesariamente tiene que ir acompañada de tecnología, pero aun así puede ocurrir –entre otras cosas- que la madurez de la fruta llegue más tarde de lo óptimo. Hay que hacer una validación de variedades y hoy hay una gran cantidad de nuevas variedades de comportamiento poco conocido. Además el cambio climático no es una cuestión que ocurra de la noche a la mañana. También hay una cierta variabilidad. Por ejemplo hoy día -octubre-  me llamaron de la región de O’Higgins para informarme que en toda la zona de Lolol hubieron heladas que dañaron a las viñas que estaban brotando (región de O’Higgins hacia la costa). Te puedes encontrar con ese tipo de fenómenos relacionados con la variabilidad. Entonces, no es cosa de decidir trasladar mi sistema productivo hasta Maule. Para evitar los problemas por lluvia se puede usar tecnología, pero igual las variedades necesitan ciertas acumulaciones de grados día para madurar, entre otros aspectos.

-La superficie agrícola para frutales en situación crítica por falta de agua en el centro norte es bastante más pequeña que la superficie que potencialmente se podría cultivar a futuro en O’Higgins y Maule, por ejemplo.

-En el caso de muchas variedades de uva de mesa, es posible que todavía les pueda faltar clima. Aunque en el largo plazo es probablemente que se puedan empezar a desplazar. Frutales como paltos y cítricos, por su parte, son mucho más complicados de mover porque requieren un clima bastante especial, salvo que las condiciones climáticas se corran completamente. Entonces, en esos casos quizás tenemos que pensar en aumentar la productividad, en el sentido de en menos hectáreas producir lo mismo o producir más por hectárea. Eso pasa por selección de variedades, manejo del cultivo, quizás no se está cultivando en los suelos más adecuados, ya que por algún tiempo ese nivel de rendimiento fue rentable. Incluso más, lo que importa ahora es sacar más kilos por cada litro de agua. Mejorando la eficiencia riego, ya que todavía falta por tecnificar; disminuyendo las pérdidas por evaporación en conducciones y embalses; utilizando techos plásticos o mallas en algunos cultivos para disminuir la demanda hídrica; etc.

GESTIÓN DEL AGUA Y DEL RIEGO EN SEQUÍA

-¿Cuál sería el sistema de riego más eficiente para situaciones de restricción hídrica?, lo que no solo implica poca agua, sino que agua de mala calidad.

-Los sistemas de riego localizados son los que deberían ayudar más, aunque en algún momento habrá que hacer riegos de lavado para bajar las sales (riegos más largos). Pero la termodinámica es clara, puedes salvar la situación, pero no puedes vivir eternamente en esas condiciones. Por ejemplo, trabajamos varios años en riego deficitario controlado en varias especies y lo que ocurre, y así mismo aparece en la literatura, es que los cultivos permanentes se van debilitando y perdiendo reservas, las plantas se vuelven añeras, etc. Por otro lado, cuando se cultiva para la exportación, lo que interesa es fruta de buena calidad, buen tamaño y buen calibre… y con poca agua no se puede lograr todo eso.

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-¿Si el agua es de mala calidad cómo se puede hacer lavados para desplazar las sales?

-La calidad del agua puede empeorar en periodo de sequía porque hay mayor concentración de sólidos en suspensión y de sales presentes, pero si aumentan los volúmenes disponibles podría mejorar la calidad, lo que permitiría salir de la situación. Sin embargo, es complejo tener una estrategia permanente para vivir en condiciones de estrés hídrico, si no hay forma de aumentar la disponibilidad de agua.

-En lo que respecta al tipo de emisor de riego localizado, intuitivamente tendería a pensar que el microaspersor implica una pérdida de agua importante.

-Así es. La microaspersión, pese a ser un buen sistema de riego, efectivamente lleva a pérdidas mayores porque moja más allá de donde se quiere mojar. La evaporación en el caso del microaspersor es mayor que en el caso del riego por goteo, así lo demostró Raúl Ferreyra en algunos de sus trabajos. Solo por cambiar el método de riego se disminuyen las pérdidas por evaporación. Esa es una acción que se puede realizar, cambiar de sistema de microaspersión a goteo. También ayuda el uso de mulch en el área de suelo que se está regando por goteo. Así mismo se debe trabajar en función del tipo de suelo y de la retención de humedad que tenga, con riegos más largos para expandir más el bulbo mojado.

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-¿La recomendación general es regar hasta llenar el tanque del suelo? Es decir, evitar los riegos cortos o superficiales.

-Si en circunstancias de restricción hídrica se va a riegos cortos y no se tiene cuidado en evitar la evaporación, por ejemplo al no usar mulch, gran parte del agua de los riegos cortos se va a evaporar. Es razonable dar riegos más largos para meter más agua en el perfil de suelo, aprovechando lo mejor posible la capacidad de estanque del mismo. Eso se puede hacer con el apoyo de algún sistema para medir humedad de suelo, ya sea calicata, barreno, sondas de capacitancia u otro; lo que se tenga disponible. La idea general es que el agua penetre más en el suelo para que quede en el perfil. En algunos trabajos que hicimos vimos que si se riega de manera más frecuente versus riegos más distanciados, aplicando las mismas cantidades de agua, disminuye más rápidamente el agua en el perfil de suelo en los riegos más frecuentes que en los riegos más distanciados. Eso, al menos en parte, es debido a un componente de evaporación. El agricultor se puede hacer la ilusión de que está mojando, pero el agua se perderá muy rápido. Mientras más frecuente se haga, más agua será la que se evapore.

SISTEMAS DE ACUMULACIÓN PARA LA SEQUÍA

“En el caso riego localizado, cuando se enfrentan periodos de sequía, se requiere disponer de acumuladores de agua, porque normalmente en estas situaciones los canales entran a turnos. Entonces, si no se cuenta con acumuladores para poder aprovechar el agua del turno, se tendría que regar por surco, tal vez no en todos los surcos sino que surco por medio, cerrándolos al fondo para evitar el escurrimiento superficial. He visto muchas instalaciones donde el sistema de regulación de agua corresponde nada más que a un desarenador. Ese es un aspecto importante que deben considerar quienes trabajan con riego por goteo, se debe disponer de un acumulador para que el agua se pueda guardar hasta que corresponda regar nuevamente. No sé qué porcentaje de los productores cuenta con tranque, pero hay gente que no lo tiene y en circunstancias como estas todos los debieran tener”, señala Sellés.

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-Ustedes en INIA también estudiaron tecnologías para evitar la evaporación y calcularon las pérdidas por agua que se evapora.

-Tratamos de ponerle números a diferentes prácticas para demostrar que si se realizan ciertas acciones, se pueden lograr importantes ahorros de agua. Evaluamos, por ejemplo, lo que significa la evaporación directa de agua desde embalses, usando mallas raschel versus sin malla raschel y las economías resultaron bastante significativas. Por esa vía es posible reducir del orden de un 40% de la evaporación directa. Cuando se pierde agua por evaporación, además se concentran las sales en los reservorios, aunque lo fundamental es que se pierde una importante cantidad de agua. Cuánto se perderá en volumen, dependerá de la superficie del acumulador. En la zona de Petorca La Ligua, donde la oferta de agua es muy deficitaria, los productores implementan unos acumuladores a los que llaman ‘guateros’, ya que el tranque también está cubierto con membrana de PVC por encima. Puede ser un factor importante controlar la evaporación cuando se está en situación de restricción hídrica.

-¿Vieron alguna otra alternativa?

-Otra técnica consiste en cubrir la superficie del embalse con bolas que flotan sobre el espejo de agua. Esto es particularmente útil cuando son tranques grandes, con capacidades cercanas a los 50 mil metros cúbicos o más, ya que en los embalses de gran tamaño se dificulta tensar las mallas, por ejemplo. Desconozco el costo, pero las esferas solo se desparraman en la superficie y quedan flotando. Por el peso que se da a las esferas, parcialmente llenas de agua, se supone que soportan vientos de más de 100 km/hora y no requiere de ningún tipo de estructura. En un tranque grande, con una tasa de evaporación que puede ser de seis o siete milímetros al día, la pérdida se puede reducir en un 40%, por lo que se está ahorrando del orden de 60 litros por metro cuadrado por día. Si eso se amplifica por todos los metros cuadrados del espejo de agua, resulta que son una buena cantidad de metros cúbicos que se pierden al día. En los tranques más pequeños, en tanto, se puede usar malla raschel o PVC. En la práctica, en el mercado hay proveedores de tecnología para evitar la evaporación desde los reservorios de agua.

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USAR EL AGUA DISPONIBLE EN LOS CUARTELES MÁS RENTABLES

Gabriel Sellés explica que previo a cada temporada de riego se debe hacer un balance hídrico. Pero especialmente antes de una temporada seca. Esto es, cuantificar la demanda de agua de los cultivos y cuantificar la oferta o la disponibilidad esperada. “Hay que evaluar qué significa regar todo lo que tienes con el agua de que dispones, para así determinar la magnitud del déficit. Por ejemplo, si mi demanda es de 8.000 m3/ha promedio y dispongo de solo 3.000 m3/ha promedio para todo el campo, significa que el déficit es muy grande y que con certeza tendré que tomar decisiones. Por ejemplo, se puede determinar cuáles son los cuarteles menos productivos o más viejo o la variedad menos rentable. Después se deberá decidir cómo ir disminuyendo la superficie a mojar. Disponemos de información muy interesante en base a un seguimiento que se hizo en Salamanca -región de Coquimbo- en uva de mesa, donde resultó que con menos de 6.000 m3/ha/temporada, es decir desde brotación a cosecha, no se logra producción exportable. La fruta resultó de mala calidad en tanto que se gastaron gran cantidad de recursos en diferentes manejos. Hay que tener en mente que a cosecha se debe lograr productos comerciables”, determina el experto.

POTENCIAL DEL SUR PARA LA AGRICULTURA DE RIEGO

Hay especies frutales, como el manzano, el cerezo y el arándano, entre otras, que se adaptan muy bien a las condiciones agroclimáticas del sur de Chile. Sin embargo, la infraestructura de riego se reduce drásticamente cuando se va avanzando hacia el sur del país. Es así que las últimas grandes obras de riego corresponden al canal Laja-Diguillín, en la región de Ñuble, y el canal Faja Maisan, en la región de la Araucanía; pero este último todavía con su área de riego en desarrollo.

-¿Debemos seguir pensando en el déficit hídrico y falta de infraestructura que tenemos en la zona centro norte o es hora de pensar en los futuros déficit que tendremos en la zona sur?

-Bueno, se requiere hacer un proceso de desarrollo y de planificación. En el sur la cordillera es más baja, pero además hay que ver aspectos como la “sequía legal”, en el sentido de quién es el dueño del agua en el sur o si están constituidos y actualizados los derechos de agua, entre otros aspectos. Pero aparte de desarrollar embalses o sistemas de canales, probablemente tampoco hay un conocimiento adecuado de los acuíferos. Solo en los últimos años se ha comenzado a conversar sobre el desarrollo de la fruticultura en sur. Lo ideal sería evitar que suceda lo mismo que en las zonas de riego de más al norte. Es decir, evitar que haya un crecimiento indiscriminado, sin una adecuada planificación. Hay que hacerlo bien. 

-¿Cómo se comportan los ríos del sur respecto a sus caudales? ¿Estos son más o menos variables en el ciclo anual que en el norte?

-Diría que son menos variables porque las precipitaciones son más abundantes y llueve por períodos más largos. Pero el asunto es que en la zona norte los ríos son pluvio-nivales y algunas cuencas definitivamente nivales. Es decir, el estiaje o mayor crecimiento del río es en verano (en el centro norte). En cambio el río Cautín, por ejemplo, es un río pluvial cuya descarga máxima no es en verano.

-¿Cómo se comporta el ciclo hídrico del río Cautín?

-En el río Cautín la máxima escorrentía se produce en invierno por ser un río básicamente pluvial, en tanto que durante los periodos de mayor demanda hídrica de los cultivos, en el verano, baja ostensiblemente la oferta de agua. Si bien, por un lado los requerimientos hídricos de los cultivos son menores, por otro lado el comportamiento de los ríos obliga a tener sistemas de acumulación de agua. Calculamos que en promedio los déficit de agua de los cultivos, descontada el agua aportada por la lluvia, serían de alrededor de 3.000 m3/ha/temporada, pero esto varía año a año y podríamos decir que el rango se movería entre 2.000 a 5.000 m3/ha/temporada. Si bien los requerimientos son menores, el problema es que de todas maneras se requiere de acumulación para aprovechar el agua invernal.

En vistas a la sequía -en el corto plazo- se deben realizar acciones para asegurar la eficiencia de uso del agua, así como para lograr la mayor rentabilidad posible del agua disponible. Además es aconsejable buscar alternativas técnicas para mitigar las pérdidas de agua en los predios. A futuro, a nivel macro, se debería planificar de acuerdo a los nuevos escenarios de disponibilidad hídrica, tanto los nuevos desarrollos frutícolas en el sur de Chile, como la superficie de frutales que es posible sustentar en la zona centro norte del país.

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