Defensa en el predio: estrategias de riego y uso de cubiertas
La infraestructura para enfrentar una creciente escasez de agua es muy necesaria; imprescindible. Lamentablemente no depende de la capacidad de resolución de un productor. Sin embargo, este dispone de una serie de posibilidades para aplicar dentro de los límites de su campo. No tiene por qué quedar indefenso, así se desprende de la conversación que sostuvimos con los especialistas del INIA Gabriel Sellés y Carolina Salazar.
La masificación de sistemas tecnificados, desde hace algunas décadas, ha posibilitado aumentar considerablemente la eficiencia del riego. Sin embargo, la creciente escasez de agua y los aumentos de temperaturas asociados al cambio climático, mantienen el manejo de los recursos hídricos como uno de los principales desafíos que se enfrentan en la agricultura, lo que, todo indica, continuará acentuándose en los próximos años.
–Un tema es la eficiencia del riego –plantea Gabriel Sellés, ingeniero agrónomo, Dr., de INIA La Platina– y otro la eficacia. Puedes llegar a una eficiencia de 100%, aunque tal vez estés sacrificando la productividad. Supón que aplicas 1 litro de agua a una planta, que lo aprovecha por completo pero queda en déficit para sus requerimientos, la eficiencia fue un 100%. Entonces lo que a nosotros nos interesa, además de una alta eficiencia es lograr una alta eficacia, vale decir más kilos por menos o la misma cantidad de agua. Apuntamos a reducir la huella hídrica con menor volumen de agua al mismo tiempo que fomentamos una mayor productividad.Esa es la filosofía, indica, de los trabajos de adaptación al cambio climático del programa de riego y drenaje del INIA. Las investigaciones al respecto tienen larga data; ya en la década de los 90 se comenzaron a probar estrategias de riego deficitario controlado (RDC) para enfrentar las restricciones hídricas. Lograron economías de agua del orden del 20 a 25%; no obstante, la tecnología –que da buenos resultados especialmente en frutales de carozo y en el mejoramiento de calidad de vid vinífera– no se popularizó en otras especies pues su implementación resulta compleja a nivel de productores.
MUCHA AGUA DISPONIBLE QUEDA SIN USAR IMPLEMENTE PORQUE SE EVAPORA
Por consiguiente, decidieron enfocarse en una línea orientada a riego deficitario sostenido, o sea aplicar menos agua durante todo el periodo de crecimiento.
–Ahí nos surgió la duda –señala el investigador– si realmente estábamos aplicando un cierto déficit, porque la cuantificación de evapotranspiración se había estudiado con técnicas de baja precisión. En consecuencia, pasamos a una etapa para determinar los requerimientos hídricos de las especies, concentrándonos en palto y uva de mesa. Al determinar el consumo de agua de las plantas nos dimos cuenta de que en la evapotranspiración un componente importante era la evaporación directa del agua del suelo, la cual puede llegar a representar cifras de un 20 a 30% del consumo total del huerto.
Esto les permitió plantearse la posibilidad de disminuir el uso de agua sin recurrir a ningún déficit hídrico para las plantas, ni controlado ni sostenido. En el caso del riego localizado se logra reducir la evaporación de los primeros centímetros del suelo mediante el uso de mulch artificial (plásticos) o natural (restos de poda y hojarasca, por ejemplo). También se ha comprobado que al reemplazar el método de microaspersión –que se utiliza en frutales como paltos– por goteros, disminuye el área mojada y por lo tanto la evaporación. Adicionalmente se observó una mejor distribución del agua en el perfil del suelo. Sellés afirma que el uso de la estrategia combinada puede significar una economía de agua similar a la obtenida con el RDC.
Actualmente se encuentra en evaluación, a cargo del investigador Dr. Alejandro Antúnez, el uso de riego subsuperficial (enterrado) en frutales, que constituye una técnica física de evitar la evaporación. La tecnología ha encontrado soluciones para los principales desafíos que se enfrentaban: evitar la introducción de raicillas en los emisores e impedir un efecto de succión que provoque taponamiento.
Las pérdidas evaporativas se producen igualmente en los sistemas de acumulación de agua y pueden ser importantes. Se realizaron simulaciones de control de evaporación directa a pequeña escala, utilizando para ello algunas cubiertas en bandejas evaporativas clase A. La evaporación directa disminuyó hasta un 40%, dependiendo del material utilizado. Una buena alternativa para evitar pérdidas de agua desde los acumuladores, además de controlar las filtraciones con el uso de láminas de polietileno, consiste en cubrir los tranques con, por ejemplo, malla Raschel, láminas de PVC o bolas flotantes anti evaporación. La selección del método depende principalmente de las dimensiones de la superficie por cubrir.
–Cuando estás en condiciones de sequía –afirma el especialista– tienes que reducir lo más posible las pérdidas que no son consumo productivo, incluso el que provocan las malezas.
CUBIERTAS PROTEGEN DE EVENTOS CLIMÁTICOS Y AYUDAN A AHORRAR AGUA
Por otra parte, Carolina Salazar, bióloga ambiental, Dra., especialista en fisiología, ha puesto a prueba y verificado que el empleo de cubiertas plásticas puede generar ahorros de consumo de agua del orden de 20 a 25% en comparación al cultivo al aire libre, gracias a la disminución de la radiación y la reducción de la velocidad del viento, además de los efectos de protección contra eventos climáticos como lluvias y granizadas. Asimismo, en términos microclimáticos existe una variación menor bajo las cubiertas. Se ha medido que los techos son capaces de producir un efecto favorable contra heladas de baja intensidad, con diferencias entre 0,5 y 1°C respecto de la temperatura exterior. Asimismo, cuando las temperaturas son más cálidas al aire libre, la cubierta plástica puede actuar disminuyendo levemente la temperatura interior, a menos que las temperaturas sean más extremas (sobre 35°C) donde las cubiertas podrían tener un efecto invernadero, aumentando la temperatura bajo el techo. Por otra parte, recalca la necesidad de ajustar el manejo agronómico, dado que se están modificando las condiciones ambientales.
Estos estudios, efectuados en uva de mesa en la Región de O’Higgins con la exportadora Subsole, en las variedades Thompson (blanca) y Timco (roja) muestran que el uso de cubiertas, con un manejo adecuado, mejora el rendimiento y la calidad de la fruta, incluyendo una mejor firmeza, sin que se hayan observado efectos sobre las plagas o enfermedades. Se están evaluando huertos (variedad Crimson) en la localidad de Molina, Región del Maule, con la idea de usar este tipo de protección para avanzar hacia nuevas zonas de cultivo más al sur.
De hecho, el fenómeno del traslado de frutales hacia el sur ya ha inducido a INIA a reforzar sus equipos de especialistas en fruticultura en los centros de investigación de Carillanca (Araucanía) y Remehue (Los Lagos).
AVANCES EN SENSORES, TELEMETRÍA, PLATAFORMAS SATELITALES
El uso de sensores y telemetría para control de la humedad constituye un instrumento valioso en la racionalización del recurso hídrico. La investigación de INIA se ha orientado a establecer los umbrales críticos a los cuales se necesita regar para no provocar un déficit en las plantas.
Una iniciativa con financiamiento FIA, en la cual el INIA participa junto a las universidades de Chile, Católica de Chile, de Talca y de Concepción, corresponde a la creación de una plataforma para determinar los requerimientos hídricos entre las regiones de Coquimbo y Biobío. El sistema permitirá estimar las evapotranspiraciones de referencia en forma dinámica y seguir los cultivos mediante imágenes satelitales para establecer su desarrollo.
–Estamos relacionando –explica Sellés– el índice normalizado de vegetación (NDVI), que refleja el desarrollo del cultivo con los Kc, de manera de determinar los consumos de agua a partir de imágenes satelitales (Sentinel y LandSat), o sea, analizar la variación espacial y temporal de los requerimientos hídricos, poniendo la información para superficies de 1 hectárea o más a disposición de los productores.
UN CASO EN UVA VINÍFERA
Desacoplamiento fisiológico provocado por el cambio climático
En los últimos 50 años se ha producido un aumento significativo de las temperaturas máximas en el valle del Maipo, indica la Dra. Carolina Salazar, por lo cual diseñó una investigación para estudiar en condiciones reales de campo los efectos de esta variable. Adaptó una metodología australiana que utiliza paneles de policarbonato para concentrar calor y luego llevarlo por convexión hasta la canopia de plantas de Cabernet Sauvignon y Syrah, con lo que aumentó en 1°C promedio la temperatura de los racimos.
Las variedades –cuenta la investigadora– tomaron estrategias distintas ante el estímulo: una, cerrar estomas y retener agua para no perderla por exceso de calor; la otra, disminuir la cantidad de racimos de manera de no tener que ahorrar agua en los que quedan. Ambas estrategias, muy distintas, dieron resultados similares, pues significaron una menor producción del orden de 10%, porque las bayas fueron más pequeñas en el primer caso y por el menor número de racimos en el segundo. Pero lo más llamativo fue el desacople entre la acumulación de azúcar y la de antocianos que dan color al vino. Desde envero a madurez, la acumulación de grados Brix se adelanta mientras la de antocianos se retarda. Aunque el viñatero tiene el dulzor para cosechar, debe esperar el color y se ve obligado a cosechar con mucha azúcar, dando origen a una vinificación con más alcohol. En Francia han calculado un aumento de un grado alcohólico cada 10 años y Salazar opina que en Chile será parecido.
Una solución es el recambio varietal, aunque las preferencias de consumo lo hacen poco auspicioso por ahora. En consecuencia, las investigaciones se dirigen a prácticas de manejo para retrasar el envero y madurez desde enero a las temperaturas menos cálidas de febrero.
FÓRMULAS PARA EVITAR CRISIS COMO LAS DE COPIAPÓ O PETORCA
¿Cómo evitar la repetición de casos críticos en cuanto al recurso hídrico, como los que se han producido en las cuencas de Copiapó o Petorca?
A nivel de productor, probablemente una de las conclusiones más relevantes a las que han llegado las investigaciones se refiere a la forma de calcular si el agua será suficiente para un proyecto de cultivos permanentes.
–Si haces un análisis de una serie de temporadas, en 30 años, por ejemplo –propone el investigador del INIA–, puedes establecer cuál es el caudal con el que puedes contar en el 85% de los casos, o sea que solamente tendrás menos agua que esa en 15 años de 100. Esa cifra te dará el límite de superficie de cultivos permanentes, lo que se conoce como 85% de seguridad de riego. Los análisis demuestran que a veces incluso la productividad de un huerto ya existente puede aumentar al disminuir la superficie de un frutal para ajustarla a ese caudal.
A nivel supra predial, Sellés plantea la necesidad de un manejo de cuencas, incluyendo aumentar el conocimiento de lo que ocurre con las aguas subterráneas, porque en muchos casos no se tiene certeza sobre el balance de los acuíferos. Adicionalmente considera relevante acompañar las inversiones en infraestructura con un apoyo en transferencia tecnológica y el financiamiento para la capacitación de los usuarios del agua y la efectiva puesta en riego. Finalmente, plantea una mayor conexión entre el enfoque hidrológico y el enfoque agronómico: “mal que mal, la agricultura va a seguir siendo el principal usuario de los recursos hídricos”.