Diez años de investigación en manejo del riego en palto
R. Ferreyra E, Gabriel Selles V, INIA
En las cuencas regadas de la región de Valparaíso, (Rio Petorca, La Ligua y Aconcagua) la superficie bajo riego es de aproximadamente a las 97.400 has. En estos valles los cultivos principales son paltos y vides de mesa. En el valle del río Aconcagua se cultivan bajo riego aproximadamente 22.000 ha de palto y 14.000 ha de uva de mesa.
Los huertos de palto se ubican preferentemente en la parte media y baja del valle y las plantaciones de vides de mesa en la parte alta. Existen plantaciones en zonas muy cercanas al mar (70 m.s.n.m) y otras muy cerca del inicio de la cordillera de Los Andes a 1.300 m.s.n.m., por lo que las condiciones climáticas de los huertos de palto y vides son muy variables. Del mismo modo varia evapotranspiración potencial (ETo), humedad relativa, radiación solar y temperatura a lo largo y entre los valles de la región de Valparaíso. La ETo anual puede llegar a 1.700 mm/año en las zonas más altas en tanto que en las zonas costeras los valores son bastante menores y cercano a los 700 mm/años.
Según estudios realizados en Quillota el crecimiento radicular presenta dos períodos- El primero en primavera-verano seguido por un crecimiento que comienza a fines de verano y termina a mediados de otoño, correlacionado directamente con las fluctuaciones estacionales de temperaturas en el suelo y la presencia de otros “sink” de crecimiento en el árbol. Los árboles de palto presentan un sistema radicular relativamente poco profundo al compararlo con otros árboles frutales. La profundidad máxima de arraigamiento en suelo profundos y bien drenados son de 1,2–1,5 m, sin embargo 70 a 80% del sistema radicular se encuentra entre los 0–40 cm (Ferreyra y Selles 2007).
El periodo más crítico para el desarrollo del palto es durante la primavera e inicio de verano. Durante este periodo se desarrolla el sistema radicular (figura 1), crece la parte vegetativa, se producen los mayores requerimientos de zinc, boro y calcio, y se define el número de células en el fruto, de lo que depende el calibre potencial a obtener. Déficit o exceso de agua durante este periodo afectan la cuaja, reduce el tamaño de frutos y puede aumentar el número de frutos con desordenes internos, como pardeamiento de pulpa y bronceado vascular.
Tener excesos de humedad en el suelo en primavera es fácil ya que las demanda son bajas, entre 1,0 a 3,0 mm/días. Por lo que un error en la determinación de la demanda en este periodo de 1 mm/día, puede producir serios problemas de aireación en suelos pesados o mal estructurados, con baja capacidad de aire.
Periodos Críticos
Según esto, es muy complejo desarrollar técnicas de riego deficitario controlado (RDC) en paltos.
1) RESPUESTA DEL PALTO A PERIODOS DE DÉFICIT HÍDRICO
El riego puede se utilizar para controlar el crecimiento vegetativo tanto de árboles jóvenes como adultos. En árboles adultos el crecimiento excesivo inducido por riego frecuente (y fertigación) puede llegar a disminuir el rendimiento, principalmente debido a sombreamiento. Un programa de riego bien planeado pueda ayudar a controlar el tamaño de los árboles, el crecimiento de árboles jóvenes puede acelerarse y la producción adelantase o cambiar el equilibrio entre el crecimiento y productividad. Sin embargo, actualmente es más común acelerar el crecimiento de los árboles a través del manejo del agua de riego y restringirlo con reguladores de crecimiento.
En palto el tamaño de fruta tiene una significativa importancia económica y este parámetro es principalmente afectado por rendimiento (Adato y Levinson, 1988; Michelakis et al., 1993) y número de frutos en el árbol. Sin embargo el tamaño de fruta también se puede afectar con el manejo del riego (Ferreyra et al 2012). Cualquier estrés hídrico puede afectar el tamaño de la fruta, principalmente en los primeros 120 días después de plena flor, cuando se define el número de células del fruto (Cowan et al 1997) y queda definido casi totalmente el crecimiento ecuatorial del fruto.
La cantidad de aceite es afectada principalmente por el rendimiento y el tamaño de la fruta de modo que a mayor tamaño de fruto, mayor contenido de aceite. Como el riego afecta el tamaño de la fruta es difícil evaluar el efecto de esta práctica en el contenido de aceite. No obstante, en fruta uniformemente clasificada según tamaño se pudo observar que intervalos de riego cortos y cargas de agua altas aumentan el contenido de aceite (Lahav y Kalmar, 1977).
El porcentaje de aceite en fruta constituye un indicador importante para determinar la fecha de cosecha, de modo que es posible adelantar madurez aplicando agua adicional en intervalos frecuentes para incrementar el contenido de aceite y el tamaño de la fruta.
Generalmente es aceptado que se requiere un riego adecuado durante floración y al inicio del crecimiento de la fruta. El manejo del agua durante floración puede ser crítico para la cuaja (Whiley et al., 1988). Sin embargo, en climas mediterráneos ciclos de riegos cortos (riegos continuos) durante primavera pueden reducir la aireación y enfriar el suelo, con la posibilidad de destrucción de raíces. Efecto en este sentido fueron encontrado con ‘Ettinger’ en Israel, lo que produjo reducción significativas del rendimiento (Lahav y Kalmar, 1983).
La fase de crecimiento rápido de la fruta es el segundo periodo crítico de riego. Durante este tiempo el manejo efectivo reduce la caída de fruta e incrementa el tamaño final del fruto (Whiley et al., 1988; Wolstenholme et al., 1990). Lahav y Kalmar (1983) recomendó que el intervalo entre riegos se acorte en verano cuando el crecimiento de fruta es rápido para asegurar el máximo tamaño de fruta, considerando que el crecimiento de la fruta en otoño es más lento y no hay ventaja al acortar los intervalos de riego. No hay información respecto al efecto del riego de invierno sobre el rendimiento, sin embargo, en periodos de sequía, cuando las temperaturas son relativamente altas, el crecimiento de la fruta se reducirá si no se aplica agua. El estrés hídrico en otoño, que se utiliza para mejorar la inducción floral en limones, no sería eficaz en paltos (Lahav y Kalmar, 1983).
2) REQUERIMIENTOS HÍDRICOS DEL PALTO
El palto, al ser un árbol perenne, consume agua durante todo el año siguiendo la curva de demanda hídrica de la zona de cultivo. En el valle de Aconcagua, de clima mediterráneo, el consumo de agua anual del palto adulto regado por microaspersión varía entre las localidades bajas y altas en entre 7.000 y 16.000 m3/ha/año, si se considera un Kc de 0,72 y una Efa del 85% (Cuadro 1). En esta zona los meses de junio, julio y agosto, parte de la demanda hídrica es cubierta por las lluvias, produciéndose aproximadamente el 80% de la demanda hídrica entre octubre y marzo.
Cuadro 1. Evapotranspiración de referencia (Eto) y requerimientos hídricos en paltos (NB) en diferentes sectores en valles de la Región de Valparaíso (ríos Petorca, La Ligua y Aconcagua).
Trabajos realizados por Ferreyra y Selles (no publicados) entre los años 2010 y 2012 y Faber et al. (1995) entre los años 1992 y 1995, ambos en suelo de textura franca arenosa gruesa, indican que el cultivo del palto var. Hass, presenta los máximos rendimientos cuando durante la temporada se aplican volúmenes de agua de entre el 70 al 75% de la Eto (Kc = 0,7). Por el contrario, en los tratamientos donde se aplicaron cantidades de agua mayores, equivalentes al 110% de la Eto (Kc=1,1), los rendimientos disminuyeron en aproximadamente un 50% debido a un exceso de vigor o problemas de aireación en el suelo (figura 3). Por otro lado, cuando se aplica al cultivo una cantidad de agua inferior a 70% se afecta en demasía el rendimiento, el que decae en aproximadamente un 20% (figura 3). Sin embargo se disminuyen los calibre sobre 200 gr por frutos en un 60% (figura 4).
El coeficiente de cultivo está estrechamente relacionado con el porcentaje de cubrimiento que tiene el cultivo. Ya que el palto mantiene una canopia estable durante toda la temporada, el coeficiente de cultivo es bastante estable durante todo el año. En el Cuadro 2 se presentan coeficientes de cultivos (Kc) determinados en Chile y California que muestran valores promedio de Kc entre 0,7 y 0,76.
Sin embargo Grimer et al. 2000 indica que para zonas costeras estos valores pueden ser menores. Ellos midieron en dos predio de la zonas costera de California, a través Heddy covarianza, valores promedio de Kc de 0,64. Se cree también que los huertos de alta densidad pueden tener una demanda hídrica menor, por lo cual se planean trabajos a futuro utilizando técnicas de balance de energía, en palto del valle del rio Aconcagua.
3) AGUA APLICADA Y SU EFECTO EN LA POSTCOSECHA DEL PALTO
La calidad de postcosecha de la palta se puede definir de muchas maneras. Sin embargo, los factores más importantes desde el punto de vista comercial, se refieren a la vida útil (tiempo para madurar) y los desórdenes internos y externos.
Si bien las condiciones de almacenamiento tienen claramente un efecto sobre estos atributos de calidad, la fisiología de la fruta en el momento de la cosecha tiene un impacto importante sobre las condiciones de postcosecha y por lo tanto sobre la calidad final (Bower y Cutting, 1988). Condiciones de postcosecha como la temperatura, el tiempo de almacenamiento, la atmósfera y sus efectos, pueden ser fácilmente definidos.
Sin embargo, los factores de precosecha que afectan la calidad de postcosecha son más difíciles de evaluar. Las condiciones que afectan la fisiología de la fruta durante todo el período de crecimiento y desarrollo deben ser considerados. Estas son sin duda complejas e involucran factores climáticos y de manejo controlado tales como la nutrición mineral y relaciones hídricas, entre otros. La intención de este artículo es discutir el rol potencial de la nutrición mineral y la disponibilidad de agua (a través del riego) en la calidad postcosecha de frutas, ya que estos factores son prácticas importantes de manejo en periodo de restricción hídrica.
Los efectos de la nutrición mineral son complejos ya que hay muchas interacciones entre los elementos así como efectos sobre el árbol como un todo, lo que a su vez afecta a la fruta de diversas maneras. También hay efectos directos sobre la fruta a través de la estructura celular. Existen tanto micro como macro-elementos de importancia, sin embargo hay ciertos elementos que destacan en términos de la calidad final del fruto. El elemento mineral más conocido que juega un papel en la calidad de la fruta es el calcio.
3.1 EL ROL CLAVE DEL CALCIO
El calcio se ha asociado con muchos trastornos o desórdenes de fruta (Bangerth, 1974), en los que se incluye bitter pit en manzana, soft nose en mango, y la decoloración del mesocarpio en palta. La tasa de maduración de la palta también es afectada por el contenido de calcio en la fruta, donde un mayor contenido resulta en una maduración más lenta (Cutting et al., 1992). El calcio actúa en el tejido de la fruta de numerosas maneras y como componente estructural está presente en las paredes celulares (Ferguson, 1984). Durante la maduración las pectinas se solubilizan y actúan en la eliminación del calcio estabilizador. A mayor calcio presente más tiempo se tardará en completar el proceso, por lo que se necesitará más tiempo para el ablandamiento (Conway et al., 1992).
El calcio también estabiliza las membranas (Battey, 1990) disminuyendo la posibilidad de daño durante el estrés, especialmente en postcosecha. Además, el calcio actúa como un regulador bioquímico, ayudando a controlar una serie de importantes reacciones celulares. Entre ellas la respiración. Mayor nivel de calcio provoca menor respiración, lo que tiene un efecto positivo en la vida de anaquel de la fruta.
Debido a la importancia del calcio en la postcosecha de fruta de calidad, los exportadores sudafricanos utilizan la concentración de calcio en el fruto como una herramienta de determinación de la calidad. La concentración de calcio en la fruta tiende a aumentar rápidamente durante la etapa de división celular principal, luego disminuye a medida que la tasa de absorción disminuye y el elemento se diluye con el crecimiento del fruto (figura 5) (Bower, 1985). El trabajo sudafricano ha encontrado que se requiere una concentración de calcio de >1.000 mg kg-1 al final de la mayor división celular (aproximadamente 8 semanas después de la caída de pétalos) (Snijder, 2002) y en Chile se ha encontrado que la fruta que presenta una mejor post-cosecha es la que presenta concentraciones de calcio en pulpa a cosecha superiores a 0,05% (Ferreyra y Defilippi 2012). Se han estudiado aspersores con calcio para aumentar la absorción de elemento (Penter et al., 2001), pero el éxito es limitado. Por lo tanto la absorción de calcio y su distribución en el árbol es de particular importancia.
La absorción de calcio y su distribución se ve afectada por numerosos factores. El calcio generalmente no es deficiente en el suelo pero una vez tomado por el árbol debe ser llevado a la fruta durante el desarrollo inicial, para que desempeñe un papel en la pared celular y la estructura de la membrana. Desde la experiencia sudafricana el calcio es utilizado como un indicador de calidad de postcosecha de la fruta. Se necesita que suficiente calcio llegue a la fruta en el desarrollo temprano, coincidiendo con la velocidad máxima de la división celular. En un trabajo en tomates, Bangerth (1979) mostró que el movimiento de calcio en la fruta depende del movimiento de auxina fuera de la fruta. Cuanto mayor sea la tasa de división celular, más auxina se produce para el movimiento fuera de la fruta, lo que explicaría el patrón de cambio de calcio indicado en la figura 5.
Otro factor que afecta el movimiento del calcio es el agua. El calcio se mueve de las raíces hacia la fruta y las hojas por el xilema, y la tasa de movimiento se ve afectada por la velocidad de movimiento del agua, que es a su vez depende de la transpiración (Witney, et al., 1990). La disponibilidad de agua afecta la transpiración y con estrés hídrico se restringe el movimiento debido al cierre de estomas. La figura 6 indica los efectos de un riego deficitario en contraposición a un riego adecuado sobre la concentración de calcio en el fruto durante su desarrollo (Bower, 1985). Además, las hojas, especialmente aquellas que rodean a la fruta, tienen una tasa de transpiración mayor que la fruta, por lo que la relación hoja fruta se vuelve importante.
Mientras más hojas hay en relación a las frutas más calcio se dirigirá hacia ellas en lugar de hacia el fruto. Cuanto mayor sea el crecimiento de las hojas nuevas durante el crecimiento del fruto, mayor será la competencia por calcio. Mientras que el crecimiento vegetativo de primavera, luego es necesario para el desarrollo del fruto, la competencia con el crecimiento de este durante el período de división celular temprana afecta los niveles de calcio en la fruta. O sea, cuanto mayor sea el vigor vegetativo menos calcio se moverá a la fruta (Van Rooyen, 2005). Por consiguiente es necesario controlar el vigor vegetativo de la floración hasta el final del período principal de la división celular de la fruta. Un fuerte impulsor de vigor vegetativo es el nitrógeno. Trabajo realizados por Ferreyra y Defilippi 2012 muestran cuando los niveles de Nitrógeno en pulpa a cosecha son superiores a 1% la fruta tiene mayor probabilidad de presentar una baja vida útil en post-cosecha.
3.2 EL RIEGO ADECUADO ES ESENCIAL
Un buen riego supone una gestión eficaz del agua, sin producir un estrés hídrico. Esto incluye tanto contenidos insuficientes como niveles excesivo de agua en el suelo (Bower, 1985). Del estrés hídrico resulta el cierre de estomas conduciendo a una disminución en el flujo de agua a través del árbol, así como la disminución de la fotosíntesis. Un flujo de agua menor afecta la absorción y distribución del calcio y otros elementos minerales. Una disminución de la fotosíntesis dará lugar a una reducción de la acumulación de carbohidratos, no sólo en el árbol y la carga frutal, sino también impactando potencialmente en la calidad del fruto y su vida útil (Bertling y Bower, 2005).
Los efectos del estrés de agua en la calidad de la fruta no se limitan al contenido de agua justo antes de la cosecha sino también durante el período de desarrollo. Las deficiencias en esta etapa probablemente no pueden ser reparadas más tarde. También se ha encontrado que la fruta sometida a cierto estrés hídrico antes de cosecha parece más susceptible a trastornos internos y daño por frío durante el almacenamiento (Bower, 1986). Después de la cosecha y especialmente durante las etapas iniciales de enfriamiento, la fruta pierde agua en la atmósfera circundante. Cuanto mayor es la pérdida de agua y la temperatura es más baja, mayor podrían ser los daños externos por frío a los encontrados por Bower y Magwaza (2004).
Probablemente hay un umbral de contenido de agua en el exocarpio por debajo del cual se produce el estrés, lo que resulta en daño. Baja temperatura más estrés conlleva a daño. A menor agua en el exocarpio al momento de la cosecha más rápido alcanzará el nivel de umbral cuando se pierde agua durante el enfriamiento. Sin embargo, la fruta no debe estar demasiado turgente al momento de la cosecha ya que puede resultar en daño de lenticelas debido a la manipulación. El riego correcto es esencial.
En la figura 7 se presenta el modelo desarrollado en el marco del proyecto INNOVA que tiene por objeto estimar el efecto de déficit o exceso de agua en la vida de postcosecha que tendría de la palta (firmeza (lbf)) después de estar almacenada durante 35 y 45 días en frío (4 – 5 °C), lo que simula la condición de viaje en barco a destinos lejanos. En este modelo se aprecia que los factores que más afectan la vida postcosecha de la fruta (firmeza) son el nivel de Ca en pulpa a la cosecha (TF Ca), la aplicación de agua en septiembre (agua sep), la relación nitrógeno/calcio (N/Ca) y el agua aplicada en abril (agua abril) entre otras variables; lo que es consistente con la información reportada (Bower 1985). El modelo indica que cuando el nivel de calcio es alto, cuando no se producen déficit hídrico en septiembre, cuando el nivel de nitrógeno no es alto, cuando no hay exceso de agua en abril, la firmeza de la fruta a la salida de almacenaje en frío es mayor. Este modelo permite estimar, a través de dichas variables, cuál será la duración de la fruta en postcosecha.
Firm45 = Firmeza de la fruta a la salida de frío después de estar 45 días almacenada a 5°C. El valor más alto indica que la fruta presenta una mayor firmeza a la salida de frío. La variable “x” que está hacia los extremos influye sobre la variable “y”. La variable “x” en el mismo cuadrante de la variable “y” afecta directamente y la del cuadrante opuesto inversamente. El modelo indica que a mayor nivel de calcio en la pulpa (TFCa) mayor será el índice de área foliar (IAF), a mayor densidad de plantas por hectáreas (Plantp), altitud del huerto (altitud) y mayor amplitud térmica (amplituT) la fruta tendrá una mayor firmeza, vida de mostrador y menor viraje de color de la epidermis a la salida de frío.
Por otra parte el modelo PLS indica que mientras mayor es la materia seca (mseca0), la relación N/Ca que presenta la pulpa a cosecha, mayor porcentaje de brotes silépticos (Silépticos), mayor edad del huerto (edadarbole) y paso a través del follaje de la radiación fotosintéticamente activa (intercepci), menor será la firmeza, vida útil en mostrador y mayor viraje de color de la epidermis de la fruta a la salida de frío. En el caso de las temperaturas y agua aplicada en septiembre los valores bajos como altos afectan las variables “y” como se mostrara más adelante. Significancia R2y= 0,44; Explicación Q2 = 0,27 N = 366 en cada una de las tres temporadas (2009 – 2012).
Como se indicó anteriormente se necesita suficiente calcio en el desarrollo temprano de la fruta (entre cuaja y 100 días posteriores a este evento), donde ocurre la división celular. Un déficit hídrico bloquea la absorción de Ca por parte de la planta (Bower, 1985), el que es fundamental en este periodo para asegurar una adecuada vida útil de la fruta en postcosecha.
En la figura 8 se presenta la relación existente entre el déficit hídrico en septiembre y la vida útil de la fruta en postcosecha de acuerdo a la metodología descrita por Jarvis (1976), que indica que al analizar fenómenos multivariantes por regresiones simples se genera una nube de datos con un límite superior relativamente claro y definible, donde se concentran los casos que indica la respuesta a la variable estudiada (déficit hídrico septiembre), cuando las otras variables no son limitantes (materia seca de la fruta, nivel de Ca en la Fruta, relación N/Ca en la fruta, etc.). Lo que se encuentra por debajo de este límite son variables dependientes, influenciadas por otros factores y no necesariamente por la variable independiente estudiada. En la figura 8 se observa que un déficit hídrico en septiembre, mayor al 60%, afecta en forma importante la firmeza de la fruta que fue almacenada en frío, lo mismo que un exceso de agua en el suelo de 40%.
El esquema presenta un modelo conceptual de los factores que afectan la firmeza; viraje de color de la epidermis de la fruta a la salida de frío y la vida de la fruta en mostrador.
4) AGOTAMIENTO DEL AGUA DISPONIBLE TOTAL DEL SUELO (ADT) Y SU EFECTO DEL PALTO
En goteo y microaspersión hasta hace algunos años atrás los programas de riego sólo consideraban altas frecuencias de aplicación de agua (riegos diarios) para reponer la evapotranspiración del cultivo, independientemente del tipo de suelo. En la actualidad la experiencia ha mostrado que los riegos de alta frecuencia son más apropiados para aquellos suelos de baja capacidad de retención de humedad, de texturas medias a gruesas, de alta macroporosidad y delgados. En suelos más pesados, de mayor capacidad de retención de humedad y de baja macroporosidad, los riegos de baja frecuencia (riegos cada 2, 3 o más días en verano) se han mostrado más promisorios. Las aplicaciones diarias de agua en este tipo de suelo pueden significar problemas desde el punto de vista de la aireación, el desarrollo de ciertas enfermedades y una escasa área de suelo mojada.
Para definir la frecuencia de riego más apropiada, que optimice la relación agua–aire en el suelo sin producir estrés hídrico en la planta, es necesario conocer la capacidad de retención de humedad del suelo, el porcentaje de suelo mojado por los emisores y el umbral de riego. En paltos, según experiencias realizadas por Ferreyra y Selles (2007), se puede agotar hasta un 60% del agua disponible total (ADT) antes de volver a regar, sin afectar los rendimientos del cultivo, lo cual difiere mucho de lo determinado para vid de mesa por Selles et al (2012) (datos sin publicar), que indica que esta planta cierra estomas cuando se ha agotado solo un 35% del ADT en el suelo. Lo que significa que la vid comienza a regular estomas antes que el palto.
En el cuadro 3 se presenta el resultado de un ensayo realizado en un suelo franco arenoso. Las plantas en esta experiencia fueron regadas con cuatro diferentes umbrales de riego (frecuencias) a través de microaspersión, concluyéndose que disminuciones de 60% de la humedad aprovechable antes de volver a regar no afectan el estado hídrico, rendimiento y calibre de la fruta. Las plantas que se regaban con un umbral del 60% (riego en verano cada 5 o 6 días) presentaron a medio día, en verano, potenciales hídricos xilemáticos entre -0.53 a -0.68 MPa.
Resultados similares se obtuvieron en un experimento realizado en febrero de 2006 en un suelo franco arcilloso. En este ensayo se seleccionaron 12 árboles homogéneos de palto var. Hass sobre portainjerto Mexícola, regados en forma diaria por microaspersión. Seis de ellos se dejaron de regar por 13 días para producir estrés, mientras los otros seis continuaron con un régimen de riego normal (control). Después de dejar de regar por 5 días ya se había agotado aproximadamente el 30% de la humedad aprovechable del suelo y comenzaron a visualizarse diferencias en su estado hídrico al compararlas con las regadas (control). Sin embargo, la magnitud de los parámetros medidos no señalaban que las plantas estuvieran sometidas a estrés hídrico (Ferreyra y Selles 2007). Los árboles continuaron extrayendo agua del suelo a la misma tasa, lo que se deduce al analizar la pendiente con que disminuye la humedad en el suelo (figura 9), lo que indica que las plantas durante todo el tiempo sin riego (hasta agotar un 60% de la humedad aprovechable) mantuvieron una adecuada transpiración. Esto se corrobora con las mediciones de conductancia estomática que presentaron valores adecuados (0,6 a 0,4 cm/s) y similares a las plantas regadas.
En resumen, se puede indicar que los paltos en suelos de textura fina, con problema de aireación, pueden ser regados con baja frecuencia de riego, utilizando una fracción de agotamiento (p) entre un 0,6 a 0,4, lo que equivale a agotar un 40 a 60% del ADT, favoreciendo con esto la aireación en terrenos de baja capacidad de aire.
5) ESTIMACIÓN DE LA EFICIENCIA DEL USO AGUA EN HUERTOS DE PALTOS DE LA REGIÓN DE VALPARAÍSO
Los requerimientos hídricos totales del paltos (demanda bruta, DB), en los valles de la región de Valparaíso, varían entre 6.979 y 19.350 m3/ha, al considera un coeficiente de cultivo (kc) de 0,75 durante la temporada y una eficiencia de aplicación del agua del 85% (un 15% del agua se pierde por percolación profunda). También se pueden ver aumentados los volúmenes de agua aplicados si las pérdidas por percolación profunda son superiores a un 15%, valor que corresponde a la eficiencia máxima posible de lograr con riego por microaspersión. Las pérdidas por percolación profunda pueden ser mayores al 15% cuando se cometen errores en la estimación de los tiempos de riego y en las demandas hídricas del cultivo.
En la figura 10 se observa la relación entre la evapotranspiración estimada en 126 huertos encuestados durante tres temporadas y el agua aplicada. En los huertos encuestados algunos agricultores aplican volúmenes superiores a los requeridos y otros aplican menos agua que lo que las plantas necesitan, (figura 10)
Alrededor del 40 % de los campos aplican un volumen mayor al requerido y un 28% una cantidad inferior. En general los que aplican menos agua a la requerida están ubicados en los valles del río Petorca y La Ligua.
6) EL PALTO TIENE UNA MENOR REGULACIÓN ESTOMÁTICA QUE OTRAS ESPECIES
El palto es muy sensible a la falta de oxigeno en el suelo por lo que sus rendimientos se ven limitados en suelos de baja macroporosidad o cuando el manejo del riego agudiza la falta de oxigeno en el suelo.
Los mayores rendimientos en paltos se obtienen cuando se repone un 75% de la evapotranspiración potencial. Sin embargo los mayores calibres se podrían obtener con reposiciones mayores.
El palto cierra estomas y deja de transpirar cuando el contenido de aire en el suelo está bajo el 20% y cuando se ha agotado más del 60% del agua disponible total (ADT). Los resultados de este trabajo muestran que el palto tiene un mal ajuste estomático si se compara con la vid de mesa. De acuerdo a los resultados obtenidos en este ensayo el palto podría mantener la transpiración con contenidos de humedad bajos en el suelo. Esto se puede deber a que el palto tiene una menor regulación estomática que otras especies, lo que puede estar relacionado con las condiciones ambientales donde evolucionaron estas especies. Esta característica del palto, que puede ser una limitante en algunas ocasiones, podría ser una ventaja en el manejo del riego en suelo de baja capacidad de aire, ya que permitiría disminuir los contenido de agua en el suelo sin cerrar estomas, mejorando con esto el flujo de oxigeno en este tipo de suelo.