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Tranques impermeabilizados: Una clave para sortear la escasez hídrica

28 de Febrero 2017 Equipo Redagrícola

En momentos de carencia se debe aprovechar cada gota de agua. Para ello, un embalse es una gran herramienta pero será mucho más eficiente si este reservorio está impermeabilizado.

Los informes de precipitaciones para este 2012, realizados por la Dirección Meteorológica de Chile, son lapidarios: en La Serena ha llovido un 69 % menos que en un año normal; en Valparaíso, un 17 %; en Santiago, -46 %; en las regiones del Maule y del Bío Bío, entre el 28 % y 38 % menos.

En la zona centro norte la situación es crítica. “Acá lo normal es la sequía”, dice Gregorio Correa, presidente de la asociación de agricultores Agropetorca en la Provincia de Petorca, Quinta Región, una de las principales productoras de palta y cítricos de Chile. “Hace cinco años que no corre ninguno de nuestros dos ríos, el Ligua y el Petorca”, sentencia.

Los canales prácticamente permanecen secos o traen muy poca agua. El Alicahue, por ejemplo, acarrea el menor volumen de los últimos treinta años, a decir de los lugareños. Si en julio de 2011 llevaba 400 litros por segundo (l/s), este invierno apenas alcanzó los 200. Y las aguas subterráneas han bajado de manera importante. Quienes disponían de 70 l/s, ahora acceden a 15 ó 20 lt/s, con pozos cuyas profundidades se han triplicado en la última década. Si bien la pluviometría esta temporada ha sido un 10 % superior a la del año pasado (129 mm en agosto 2012 frente a 114 la temporada anterior, según la red Agroclima), esto es apenas un detalle, pues el déficit de lluvias que se arrastra llega a un 50 %.

Es ante esta escasez que la construcción y revestimiento de tranques se hace fundamental. De lo contrario, cuenta Valentín Saldías, gerente comercial de la comercializadora Discentro, las pérdidas pueden ser grandes. Un agricultor de la zona, relata, perdió un millón de kilos de palta la temporada pasada, sólo por no tener capacidad de almacenamiento suficiente para regar. Si se proyecta una ganancia de US$ 1 por kilo, entonces dejó de ganar US$ 1 millón. Y, de igual forma, tuvo que construir los tranques posteriormente, por un costo aproximado de US$ 300 mil.

UN RESERVORIO 100 % HERMÉTICO

Con los tranques, el objetivo es que los agricultores se acerquen al 80 % de seguridad hídrica, que  le da viabilidad comercial a la producción. “El hecho de construir un tranque puede llevar a aumentar la productividad, porque se puede administrar mejor el recurso”, dice Gabriel Sellés, ingeniero agrónomo de Inia La Platina.

Si bien un tranque no genera más agua, permite aprovecharla mejor, almacenándola para usarla en otro momento. Se pueden utilizar como acumuladores nocturnos –para así tener mayor caudal de día-, de fin de semana o de temporada. Los tranques pueden recolectar las aguas de invierno, superficiales o de pozos, para utilizar el excedente en verano, el periodo en que se necesita más frecuencia de riego. Y es que, como explica Gregorio Correa, “ésta es la etapa del crecimiento de la fruta, la que va a determinar si se puede o no exportar. Entre menos riego, menos calibre”.

A su vez, para aquellos regantes con canales donde se tienen turnos de riego, estos reservorios ayudan a estabilizar el riego ante cambios de frecuencia en la recepción de agua (momentos de abundancia y escasez). Sirven también para acumular en altura el agua proveniente de varios pozos para así regar con menores requerimientos de energía. Y es que, en el caso del riego localizado, la cantidad disponible es vital para regular su uso y obtener una presión adecuada en el sistema.

Pero solo construir un tranque no es garantía de éxito pues las filtraciones pueden hacer que el agua desaparezca muy rápido. Se comenta sobre un agricultor de la zona de Petorca que vio desaparecer cerca de 150 mil metros cúbicos de agua en tres o cuatro semanas, por no impermeabilizar su estanque. La idea es contar con un reservorio 100% hermético, que pierde agua sólo por evaporación (lo que disminuye en hasta un 30 % con el uso de mallas sombreadoras).

MATERIALES PARA REVESTIMIENTO

Los materiales que se utilizan son principalmente termoplásticos tales como polietilenos de alta y baja densidad, geomembranas de PVC y polipropileno. Todas tienen características (resistencia a los rayos UV, por ejemplo), costos y formatos diferentes. Y es que tanto la construcción como impermeabilización de tranques son “trajes a la medida”.

“En el caso de las membranas de alta densidad –explica Valentín Saldías-, hay rollos de 7 m por 310 m de largo, que dan aproximadamente 2.200 metros cuadrados. El PVC, en cambio, tiene rollos de 3 m de ancho por 30 de largo. Por lo tanto, en grandes superficies, genera muchos cordones de soldadura. Y con más soldaduras hay más riesgo de infiltración”.

Lo que se utiliza más, especialmente en tranques con volúmenes cercanos a los 50.000 m3, son las geomembranas de alta y baja densidad. Ofrecen, respectivamente, mayor capacidad de resistencia y adaptación a las irregularidades del terreno. Hay en espesores de 0,5 mm; 0,75 mm; 1mm; 1,25 y hasta 2,5 mm. “No se degradan con los ácidos ni con los rayos UV. Pueden permanecer durante 25 ó 30 años sin problemas, aunque las garantías de fábrica es de 15 años”, dice Saldías. A su vez, las alternativas de PVC y polipropileno son membranas más dúctiles y con mejor capacidad de amoldamiento a estructuras rígidas y de formas irregulares. Por ello, son mejores para pequeños estanques en hormigón o australianos. Hay de 0,5; 0,8; 1; 1,2 mm.

Los expertos recomiendan acompañar la instalación de los diversos tipos de membranas impermeables con aquellas geotextiles. Estos, que también tienen diversos gramajes, se utilizan entre el suelo y la geomembrana. Cumplen con diversas funciones: estabilizar la superficie redistribuyendo las cargas; al dilatarse y contraerse, producen una protección mecánica contra el roce  con el suelo; protegen contra piedras o cantos que puedan producir fisuras o grietas.

CONSEJOS DE LLENADO Y MANTENIMIENTO

El periodo ideal para llevar a cabo la impermeabilización es al término del verano y antes del invierno, lo que da tiempo para tener los tranques listos para llenarlos en los meses de lluvia. Hay que considerar que, estando la obra civil terminada, el recubrimiento puede demorar unas tres semanas, dependiendo de la cantidad de material a colocar y del tipo de estanque. El inicio del llenado se realiza en la tarde, cuando la membrana está contraída por el frío. En el momento en que el tranque está a un tercio de su capacidad y la membrana se amoldó el piso y a los cambios de ángulo, se procede al tapado de la zanja de anclaje con el lastre. Después viene la etapa del cierre perimetral, que evita el ingreso de personas y animales.

Los costos de instalación de las membranas protectoras, dependen de diversos factores: tipo de revestimiento, logística (transporte de los rollos), despliegue en terreno (cantidad de maquinaria utilizada), la posibilidad efectiva de desplegar y cortar los rollos en el lugar (aunque se dimensionan en la distribuidora), distancia y accesibilidad de la obra, y disponibilidad de energía. Para embalses de 50.000 m3, el costo de impermeabilizar un tranque podría ser de $3.000 el metro cuadrado de revestimiento, lo que se traduciría -aproximadamente- en unos $1.500 por metro cúbico embalsado.

Cuando se termina de instalar la obra, se entrega un instructivo para usos y cuidados. Esto se resume en ejecutar un cierre perimetral y colocar señalética que prevenga el ingreso de personas, y realizar una limpieza adecuada. Para el tratamiento de algas hay diversos sistemas: colocar una cubierta sobre el agua, utilizar sulfato de cobre, cloro o incluso pejerreyes. “Lo ideal es tener mallas sombreadoras en el caso de aguas alimentadas por pozos. Para los que almacenan agua de canal, lo preferible es hacer desarenadores antes del paso hacia el tranque, para que los sólidos en suspensión decanten”, explican en Discentro.

Para el mantenimiento de las membranas, las principales amenazas son la acción de las personas, a través del uso de medios no adecuados para –justamente- realizar los mantenimientos, y las de animales, que pueden caer a los embalses y rasgar el material tratando de salir. En cuanto a la limpieza, cuando se acabó el agua del tranque se puede barrer el fondo en seco, utilizando palas de goma para extraer las algas secas. Es posible también lavarlo con manguera.

Lo importante, en todo caso, es revisar si hay cortes en el plástico. Ante cualquier problema existe la posibilidad de reparar las membranas, colocando parches en los sectores dañados. Para hacerlo, no es necesario vaciar un tranque por completo. Con bajar el nivel del agua hasta el lugar del problema –suponiendo que sea en una de las paredes- es suficiente.

FRASE DESTACADA

“La mayoría que presenta sus proyectos para financiarse con la Ley de Fomento al Riego, construye tranques entre 20 mil y 50 mil metros cúbicos. Pero, en general, un gran porcentaje los ha construido de su propio bolsillo”, dice Gregorio Correa, presidente de Agropetorca.

TRANQUES Y EMBALSES

Los tranques pueden ser prediales o extraprediales. Éstos tienen un volumen que oscila entre los 3.500 m3 y los 50.000 m3. Hay de regulación corta, que se utilizan principalmente para la regulación nocturna o de fin de semana, y también para guardar agua de temporada.

Los embalses, por otra parte, se destinan principalmente a la regulación estacional o incluso anual. Por lo general, consisten en un muro que interviene un cauce mayor – un río- y acumulan el agua durante la temporada. Superan los 50 mil m3 y pueden llegar hasta el millón de metros cúbicos de capacidad. Es una obra mayor de ingeniería que requiere la construcción de una presa o barrera fabricada con distintos elementos (rocas, hormigón o materiales granulares), que se construye generalmente en un estrechamiento del valle o desfiladero sobre un río o quebrada con la finalidad de embalsar el agua.

La construcción de un embalse debe ser autorizada por la DGA y en su etapa de diseño debe ingresar al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), a través de una Declaración de Impacto Ambiental (DIA) o de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA). Según la Ley N° 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, esta condición la deben cumplir aquellos que tengan una capacidad superior a los 50 mil m3 o cuyo muro tenga más de cinco metros de altura.

RECOMENDACIONES PARA EL DISEÑO DE UN TRANQUE

  • Ubicación

El lugar donde colocar un tranque puede tener relación con aquellas zonas de tierra no productivas. “La idea es utilizar terrenos marginales”, dice Allent Vega, administrador de un fundo de paltos de Petorca. Otro criterio está relacionado con la utilización de economías de escala. Por ejemplo, si ya se ha construido un tranque, colocar otro cerca de él o entre el que ya está hecho y la fuente de agua, para así aprovechar las mismas tuberías de llenado.

Sin embargo, lo ideal es que se ubique lo más cerca posible de la fuente de agua –de manera de no perder recursos en el camino por filtración- y a una altura que le permite ahorrar energía e influenciar la mayor área de riego posible: en embalses de regulación nocturna la superficie del predio debe ser del 58 % y en predios con regulación de 38 horas o de fin de semana (nocturna más día domingo), tiene que cubrir el 64 %. A su vez, el vaso natural (la parte que tiene el agua embalsada),  debe tener una capacidad adecuada y se debe obtener la mayor relación entre agua almacenada a volumen de presa (relación agua/muro).

  • Suelo

El suelo de fundación debe ser impermeable. Para saber con qué tipo de suelo se cuenta, dice Lido Tortello, gerente de Maiposur Ingenieros Consultores, hay que sacar una o más muestras y enviarlas a un laboratorio que realice análisis de sus propiedades físicas, límite líquido, límite plástico y ensaye de compactación (cuánto se puede compactar).

Asimismo, se deben considerar otras variables como materiales disponibles para la construcción, ubicación y tamaño del vertedero y los problemas sísmicos a los que se pueden ver sometidos los tranques. Si al considerar todo estos factores, hay varias opciones de ubicación disponibles, entonces se deben considerar los aspectos económicos.

  • Muros

El muro nunca debe ser sobrepasado por el oleaje o las crecidas, para lo cual se sugiere que sea un poco más alto de lo necesario. En tanto, el coronamiento –como es el punto más solicitado en los movimientos sísmicos- debe ser más ancho que lo habitual (3 a 3,5 metros). Los taludes tienen que ser estables en todo momento y el muro, a su vez, debe ser diseñado para no imponer fatigas excesivas a la fundación. “La presa debe apoyarse sobre roca o suelos densos. Deben evitarse los suelos de fundación granulares finos (arenas) sueltos, ya que éstos pueden ser susceptibles de licuación espontánea durante un sismos”, apunta Lido Tortello.

  • Filtraciones

Se recomienda controlar el flujo de filtraciones para evitar peligros de erosión interna. Por ello, los rellenos de muro tienen que hacerse compactados y alcanzar un alto grado de densificación. Los rellenos granulares deben alcanzar densidades relativas superiores al 75% y los rellenos cohesivos tienen que ser compactados hasta alcanzar densidades cercanas al 95-100 % de la Proctor Standard (ensayo que se establece para determinar la relación entre la humedad y la densidad de un suelo compactado).

BALANCE HÍDRICO “TIPO” PARA DECIDIR EL EMBALSE A CONSTRUIR

Allent Vega aporta un caso de campo de 45 ha ubicado en Cabildo. Huerto adulto de paltos en plena producción

  • Lo primero que se hace es analizar la oferta de agua, asumiendo la oferta de agua superficial (canal)  y de pozos. Se expresa en litros por segundo.
  • En segundo lugar se analiza la demanda del cultivo para la localidad. Se expresa en litros por segundo por hectárea, lo que multiplicado por el número de hectáreas, arroja la demanda total del campo, en litros por segundo.
  • En tercer lugar, se hace el balance entre disponibilidad y demanda para poder determinar los meses en que la oferta es mayor a la demanda o al revés, en que la oferta es menor a la demanda. Con esto se puede estimar el volumen potencial a embalsar (meses de superávit) y el volumen necesario a embalsar (meses  de  déficit).
  • Finalmente, una vez estimado el volumen necesario a embalsar, se hace un ajuste considerando las pérdidas por evaporación del tranque. Según esto, con un tranque de 50.000 m3 se puede regar  cumpliendo con el 100% del programa de riego.

-¿Cuántas hectáreas puede regar un tranque de estas características?

-En el mes de diciembre se produce el máximo déficit (8 l/s) para el campo entero. Si eso se divide por la demanda por hectárea de ese mes (0,73 l/s/ha), da 11 hectáreas. De esta manera en diciembre sólo alcanzaría el agua para 34 ha. En resumen: con la construcción del tranque se pueden regar en forma íntegra las 45 ha plantadas. De lo contrario, sólo se hubiesen podido regar 34.

Fuente: Allent Vega

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