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Un negocio más 'lento', pero 'rentable'

El nuevo impulso del pistacho en Chile

Gracias a nuevas variedades y portainjertos que no estaban disponibles cuando trató de insertarse en Chile a comienzos de la década del ochenta, y al know how acumulado por diversos expertos y agricultores en los últimos años, el pistacho podría tener un nuevo impulso en nuestro país.

16 de Abril 2020 Equipo Redagrícola

Con el boom de la nuez como algo que, poco a poco, ha ido quedando en el pasado, con precios que se han ido estandarizando, y con la almendra con valores que se han ido consolidando alrededor de US$5 para el productor, ¿qué otro nut se podría plantar en Chile que, por condiciones climáticas y geográficas, sea factible y atractivo económicamente para la exportación?

Carlos Rojas, especialista y asesor internacional en frutales de nuez.

“El pistacho es un negocio un poquito más lento que otros frutales de nuez, pero rentable”, afirma Carlos Rojas, especialista y asesor internacional en este tipo de cultivos. El inicio de la producción del pistacho comienza al quinto año. Puede lograr rendimientos promedio de 4 toneladas por hectárea, con una vida útil del huerto sobre los 40 años. En algunos predios de Estados Unidos e Irán –los mayores exponentes mundiales– se logran rindes de hasta 5 toneladas. “Lo importante para obtener resultados como estos es que el huerto sea parejo, uniforme y con plantas grandes. Cuando no se termina bien la etapa de formación, el agricultor se amarra a un huerto que nunca va a tener el 100% de su potencial productivo”, explica Rojas.

Si bien a nivel global se paga alrededor US$5 por kilo de pistacho a productor, experiencias como la de Argentina (país que este año debiera llegar a tener 4.000 hectáreas plantadas) son más alentadoras. En la Provincia de San Juan, el principal territorio pistachero de ese país, se obtienen rendimientos de entre 3 y 4 toneladas por hectárea, con precios de US$/kg 7 a productor y de hasta US$/kg 10 cuando el fruto ha sido tostado y salado, con costos estimados en US$/kg 2.

Se trata de una especie que, además, tiene un atractivo potencial de crecimiento. En Estados Unidos, por ejemplo, el consumo de nuts aumentó de 1,38 libras (0,62 kg.) por persona en 1970 a 3,69 libras (1,67 kg.) en 2016. En ese período, si bien el pistacho pasó de ser un producto casi inexistente (0,03 libras/pp) a tener un consumo de 0,33 libras/pp, es superado por la almendra (1,6 libras/pp), la nuez (0,43 libras/pp) y la nuez pecana (0,34 libras/pp), según el Food Availability (Per Capita) Data System del USDA.

NUESTRO PAÍS CUENTA CON LAS CONDICIONES ADECUADAS

¿Es Chile un país apto para producir pistachos en forma competitiva? “Si se mira el mapa de Estados Unidos, donde hay nogales y almendros también se han plantado árboles pistacheros. Entonces, deberíamos revalidarlos en nuestro país”, apunta Carlos Rojas.

“La especie se desarrolla en un amplio rango de tipos de suelos: pobres, delgados, rocosos, arenosos y con escasa materia orgánica”, agrega Alicia Barraza, técnico agrícola y viverista. El árbol de pistacho necesita de veranos largos y calurosos y de inviernos muy fríos para romper el proceso vegetativo, brotar y florecer en buenas condiciones. Requiere de una temperatura de 29,1 ºC para lograr un buen desarrollo del embrión, que este pueda abrir la cáscara y que el fruto sea manipularlo cómodamente para comer. Es también muy resistente a la sequía y a la salinidad del suelo –en la mayoría del mundo se cultiva en secano–, aunque bajo riego incrementa la producción. Lugares como San Felipe, Chacabuco, Colina, Talca y Chillán cumplen con estas características.

Al ser una especie de brotación tardía, no debiera tener problemas con las heladas en primavera. Se cosecha entre fines de febrero y abril, cuando el pelón cambia de color y se pone opaco. Un ejemplo de ello es lo que ocurre en la Abadía Santa María de Miraflores de los Monjes Trapenses, en la Región de O’Higgins. Ahí hay dos hectáreas de pistacho plantadas en 1984, que han llegado a producciones de 3.800 kilos por hectárea. En esta última temporada las primeras cosechas se realizaron con las variedades Avidon y Aegina el 28 de febrero, Red Aleppo y Larnaca el 6 de marzo y Kerman el 18 de marzo.

“La cosecha comienza cuando el 10% aproximado de los frutos están maduros y se realiza en forma manual. Posteriormente, cuando ha aumentado el porcentaje de frutos maduros, se procede a utilizar la remecedora. Los frutos deben ser pelados durante el mismo día, para evitar que se manche la cáscara. Se deben poner en bandejas tipo harnero al sol por una semana, aproximadamente. Luego se colocan en mallas tipo limonero y se guardan en un lugar fresco, seco y oscuro hasta su procesamiento”, explica Alicia Barraza.

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DIFICULTADES EN CHILE Y LOS PRIMEROS CASOS DE ÉXITO

Si bien el pistacho tiene su origen en el Medio Oriente, su consumo en Estados Unidos comenzó a ganar terreno a partir de la década de 1880, gracias a su importación. Los primeros cultivos de prueba se plantaron en la década de 1930, se extendieron por los estados de California, Arizona y Nuevo México en la década de 1960 y comenzaron la producción industrial en la década de 1970.

En la actualidad, en Estados Unidos hay más de 950 productores de pistacho, con producciones sobre los 4.000 kilos por hectárea. Solo California representa el 98,5% del total de una cosecha que se realiza sobre 126.000 hectáreas plantadas, según la American Pistachio Growers, con una producción de 447.000 toneladas. Esta solo es superada por la de Irán, que en 2018 llegó a 551.307 de acuerdo con la información estadística de la FAO.

En Chile, sin embargo, la historia ha sido distinta. El cultivo del pistacho arribó a nuestro país a inicios de la década del ochenta, de la mano del INIA, institución que introdujo las variedades Kerman (utilizada desde 1965 en el mundo y una de las más tradicionales) y Sirora con polinizante Peters. Posteriormente, en 1984, el ingeniero agrónomo Carlos Rojas Maturana introdujo desde Israel variedades con menores requerimientos de frío como Red Aleppo, Larnaca, Avidon y Aegina. Como portainjerto comenzó a emplearse Pistacia Atlántica, utilizando la técnica de plantación e injerto en terreno.

Los resultados no fueron los esperados. “No había suficiente conocimiento sobre el manejo del huerto, los porcentajes de injertación fueron bajos y el Atlántica resultó un portainjerto poco vigoroso”, dice Carlos Rojas. Y, comparado con el nogal o el almendro, el negocio no aparecía tan atractivo para los agricultores chilenos, puesto que se esperaba su entrada en producción al séptimo año (y no al quinto, como ocurre actualmente). De esta forma, su progresión ha sido lenta y algunos cálculos estiman que los predios de pistacho en Chile no superan las 100 hectáreas. “Las plantaciones actuales presentan árboles desuniformes en tamaño y menores en comparación al estándar de California”, afirma Carlos Rojas, especialista y asesor internacional en frutales de nuez.

Hay, no obstante, algunos casos de cierto éxito como el del Fundo de Los Tranpenses en Rancagua y, más recientemente, el Fundo Las Águilas en la comuna de Padre Hurtado. Tiene 500 plantas en variedades Larnaca, Red Aleppo y Kerman con polinizante Peters, que se comenzaron a plantar por etapas a partir del año 2011. Su primera producción recién fue el año pasado, con 50 kilos, pero en esta temporada se estimaba una cosecha de 250 kilogramos. A diferencia de otros predios, la plantación se hizo en cerro. “El pistachero se puede plantar en suelo plano o ladera, en camellón o a ras de suelo, a una distancia sugerida de 4 x 5 metros bajo riego y de 7 x 7 metros en secano”, afirma Alicia Barraza.

NUEVAS VARIEDADES Y ALTERNATIVAS DE PORTAINJERTO

Estas y otras iniciativas abren buenas perspectivas para el pistacho producido en Chile, considerando que en los últimos años esta industria ha presentado diversas mejoras. “Hay mayor claridad en el manejo que permitiría llegar al año cuatro con plantas grandes y, sobre todo, vigorosas para enfrentar la entrada en producción a partir del año cinco”, comenta Carlos Rojas.

Existe, sobre todo, una mayor disponibilidad de portainjertos como Pistacia Integerrima y UCB 1 (P. Atlantica x P. Integerrima) y de nuevas variedades como Golden Hills, Lost Hills y Gumdrop, que son trabajadas por el Consorcio de Viveros y el Vivero San Martín.

“La tendencia es el uso de portainjertos vigorosos que disminuyan el tiempo de entrada en producción”, dice José Luis Galleguillos, gerente de I+D de Biofábrica, un laboratorio dedicado a la micropropagación de portainjertos clonales de frutales como nogal, cerezo y pistacho.

En este sentido, Carlos Rojas destaca el UCB 1, resultado de la hibridación realizada por la Universidad de Davis en California, entre P. Atlantica y P. Integerrima. Se destaca por su vigorosidad, alta oposición a Verticillium, Armillaria y Phytophthora, y buena resistancia a la salinidad del suelo. En experiencias realizadas entre 1997 y 2001 para pistachos comercializables secos en los condados californianos de Fresno, Kern y Madera, el UCB 1 logró rendimientos un 15,1 % mayores que el portainjerto PG II, 19,1% que el PG I y 45,3% que el P. Atlántica.

“La mayoría de los portainjertos UCB 1 corresponden a un clon obtenido de una poblacionde semilla. Hay que preocuparse de que el clon sea muy vigoroso. Este vigor es clave para formar las plantas y terminar al año 4 con una planta grande y con brotes de la temporada largos”, explica Rojas.

“Su uso podría llevar incluso a una producción comercial al tercer año”, afirma Alicia Barraza. En este sentido, se está llevando a cabo una experiencia piloto con 200 plantas en una parcela del agricultor José Ramón Valenzuela en la comuna de María Pinto, Región Metropolitana. En diciembre, Biofábrica y el Vivero San Martín le facilitaron portainjertos UCB 1 de 80 centímetros de altura, con la idea de realizar el injerto en primavera y hacer un jardín de variedades con Kerman, Red Aleppo y Golden Hills, entre otras. Sin embargo, en menos de tres meses las plantas alcanzaron los 2 metros de altitud, lo que podría llevar a adelantar el proceso.

En relación las variedades, el experto Carlos Rojas resalta la Golden Hills, liberada en 2002 y cuyo material vegetal lo tiene el Consorcio de Viveros. “Tiene muy buenos rindes tempranos y en plena producción sube un poco el tamaño del fruto y mejora el porcentaje de pistacho abierto desde un rango de 67% a 70% hasta un 80% a 85%. Se ha plantado más que cualquier nueva variedad y promete reemplazar a Kerman. Solo hay que injertar el patrón sobre 90 centímetros para evitar daño por el remecedor, debido a que la unión patrón-injerto es mas abultada que en Kerman”, explica Rojas. Además, agrega como virtudes, es un árbol más erecto y más cerrado, por lo que es posible plantarlo con mayor densidad a 5 x 3 metros y a 6 x 4 metros.

De hecho, al realizar una comparación de cultivos en el condado de Kern entre variedades estadounidenses e iraníes en períodos de plena productividad, la Golden Hills mostró diversas ventajas frente a la Kerman: una producción promedio de kilos secos por hectárea de 4.314 frente a 3.400, con unidades de 1,26 gramos de peso frente a 1,24 y un porcentaje de pistacho abierto de 84,6 % contra 67,8 %.

Lost Hills, que también fue liberada en el año 2002, si bien presenta producciones menores (3.245 kg/ha secos), tiene unidades de mayor peso (1,47 gr.) y con mayor apertura de cáscara (85,5 %). “A pesar de producir el mayor porcentaje de pistachos abiertos y tener mayor peso con cáscara, es muy poco plantada por su menor rinde. Aún así es recomendable plantarla en huertos de prueba, lo mismo que Kalehghouchi, Aria y Gumdrop, para evaluar su comportamiento bajo diferentes condiciones climáticas”, comenta Rojas.

Estas son algunas de las nuevas herramientas que ya están disponibles para los productores de pistacho en Chile. Luego de más de tres décadas de intentos, el escenario se abre para que el pistacho local pueda tener un nuevo impulso.

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