Herbicidas residuales y herbicidas foliares
En la medida que aumentan las demandas del mercado frutícola, los herbicidas adquieren una mayor importancia, especialmente como tecnologías de punta para mejorar la eficacia y eficiencia productiva en los huertos chilenos. Estos agroquímicos son compuestos exobióticos (ajenos al medio ambiente biológico) de origen sintético u orgánicos (una minoría todavía) y que, hasta la fecha, son, lejos, las mejores herramientas disponibles para manejar y controlar malezas.
Todos los herbicidas registrados en especies frutales se asperjan dirigidamente, esto es, se aplican al piso de la plantación (a la banda de plantación o a superficie completa), sin entrar en contacto directo con el follaje del cultivo. La banda de plantación debe permanecer libre de malezas durante todo el año, particularmente en el momento de mayor demanda por los factores de crecimiento de los árboles (agua, luz, nutrientes y espacio). Por el hecho de aplicarse al piso (malezas y suelo), la selectividad de estos herbicidas es de tipo física o posicional y no metabólica, como ocurre en el caso de los cultivos anuales. Aplicados directamente al follaje del cultivo, estos herbicidas producirán daños, en algunos casos, irreparables a los árboles.
Un programa de control de malezas en frutales considera el uso de aplicaciones sucesivas de herbicidas, tanto residuales como de acción foliar, durante una temporada completa de crecimiento del árbol así también como a través de temporadas sucesivas a partir del establecimiento mismo del nocedal.
Dentro de la casi veintena de herbicidas disponibles en el mercado nacional, están aquellos que pueden entrar más fácilmente por el follaje de las malezas, otros que lo hacen mayoritariamente vía suelo, y un tercer grupo, la minoría, que entran por ambas vías de manera simultánea. A los primeros se les denomina herbicidas FOLIARES y, a los segundos, herbicidas RESIDUALES o SUELO-ACTIVOS.
HERBICIDAS SUELO-ACTIVOS O RESIDUALES (HR)
Los HR se aplican directamente al suelo antes de la emergencia de las malezas, por lo que también se les conoce como herbicidas pre emergentes (PRE). En estas aplicaciones el herbicida forma una verdadera película en la superficie concentrándose en los primeros centímetros del suelo. Es esta delgada capa superficial la que debe quedar húmeda para activarlos y que penetren a las plántulas. A medida que van emergiendo las malezas latifoliadas (hoja ancha) como gramíneas, al pasar el epicotilo/coleoptilo así como las raicillas seminales por la zona donde está depositado el herbicida, el herbicida entra por simple contacto y/o difusión desde la solución suelo a estos tejidos subterráneos, produciéndoles la muerte.
Su éxito como herbicidas radica precisamente en este punto ya que la acción herbicida la ejercen en el momento en que (1) la epidermis de la futura maleza está en su mínima expresión, esto es, en el momento de máxima susceptibilidad de las malas yerbas a los herbicidas y (2) el herbicida se encuentre efectivamente disponible en la solución suelo.
Todos los herbicidas suelo-activos apenas entran en contacto con el suelo, quedan retenidos (adsorbidos) por la fracción coloidal (arcillas y materia orgánica MO). Estas finísimas partículas coloidales poseen cargas eléctricas por lo que compuestos que vienen ya cargados eléctricamente en el pulverizado (solución/emulsión), se pegan y despegan de la misma forma que lo hace un metal a un imán. Cuanto mayor sea el contenido de materia orgánica y arcillas en el suelo, más fuertemente adsorbido o retenido estará el herbicida. Lo importante es que el despegado o desorción de los coloides se produce por medio del agua y una vez “liberados” en la solución-suelo, recién están en condiciones de entrar a los tejidos de plántulas emergentes en el momento mismo en que pasan por la zona donde está el herbicida en solución. Apenas el suelo deja de estar saturado con agua, el herbicida vuelve a pegarse al coloide, fijándose de nuevo. Cada vez que un suelo se sature en superficie (incluso un rocío fuerte en primavera), el herbicida va a volver a despegarse y podrá entrar a las malezas. Esta condición dinámica adsorción/desorción es permanente y se va producir mientras exista herbicida disponible en el suelo (ver valores de vida media en el Cuadro 1) y agua para desorberlo.
Si bien las partículas coloidales del suelo son el elemento clave para determinar la capacidad de adsorción, tanto o más importante son las propiedades físico-químicas que tenga el herbicida que va a ser absorbido. Una de ellas es el Coeficiente de Adsorción del Suelo o Kd y que es una relación entre la cantidad de herbicida presente en la solución suelo versus la cantidad que queda adsorbida a los coloides del suelo. El Koc o Coeficiente de Adsorción de la Fracción Orgánica del Suelo y que se calcula dividiendo el Kd por la fracción de carbono orgánico en el suelo. Este valor que es propio de cada molécula y que se establece en el laboratorio, sirve como referencia para determinar el grado de movilidad que tendrá un herbicida en el suelo, fantasma apocalíptico que asedia a los productores frutícolas nacionales como extranjeros. Una derivaba avanzada y que se utiliza en estudios más finos es el Kfoc, coeficiente que considera la concentración del herbicida en el suelo como parte del proceso de adsorción. En el Cuadro 2, se indican los valores de estos dos coeficientes para los principales HR.
El Koc y el contenido de coloides del suelo establecen una relación biunívoca entre el tipo de suelo (textura y MO) y el tipo de herbicida que se ha aplicado. En efecto, suelos con menos coloides, como son los arenosos y limosos, retienen con menos fuerza los herbicidas al momento de saturar con agua, produciéndose una liberación masiva del herbicida en superficie. Esto va a significar un mejor control, ya que las malezas van a absorber los herbicidas masivamente desde la solución suelo. Pero también va existir una mayor probabilidad de entrada a las raicillas superficiales de los árboles. La mayoría, por no decir todos los casos de fitotoxicidad observados en el campo, se deben a herbicidas con Koc de valores medios o bajos usados en suelos con menores contenidos de arcilla y especialmente con baja MO. Por otro lado, de manera opuesta, la mayoría de las fallas de control o de baja persistencia de un herbicida se deben a que se le ha atribuido una vida media mucho mayor de la realmente posee o bien a que el suelo tiene tal contenido de arcilla y/o MO que las dosis empleadas fueron insuficientes al quedar retenido gran parte del herbicida. Este es el caso de las fallas de control observadas en suelos volcánicos del sur de Chile u otros suelos de tipo lacustre (lagunas drenadas) en la zona central. En la zona centro-norte y norte del país, la variedad y mezclas de suelos, salinidad y falta de agua, han hecho que los HR sean casi un tabú y los agricultores hayan quedado prácticamente huérfanos desde el punto de vista técnico.
La capacidad de intercambio catiónico (CIC) es la condición que tiene un suelo determinado para retener iones positivos (cationes), producto del contenido en arcillas y materia orgánica y del estado de saturación que tengan estos puntos de contacto (Porcentaje de Saturación de Bases). Las arcillas están cargadas negativamente, por lo que suelos con mayores concentraciones de arcillas exhiben capacidades de intercambio catiónico mayores. Asimismo, un mayor contenido de materia orgánica aumenta la CIC del suelo. Estos valores de CIC que son ampliamente utilizados con los fertilizantes minerales, también pueden usarse con los herbicidas residuales ya que, como compuestos ionizados en solución acuosa, ambos se comportan de manera similar en el suelo (Cuadro 1).
En términos generales se puede señalar que en suelos francos (valores CIC 15-30) se pueden usar todos los herbicidas residuales sin mayores restricciones. La mayoría de los frutales están emplazados en suelos de textura franca con CIC entre 15-30 (Cuadro 1). Suelos franco arenosos y franco limosos tienen algunas limitaciones especialmente con valores menores a 10. Bajo este valor, en suelos arenosos claros y oscuros, solo se deben emplear herbicidas residuales con altos valores de Koc y de bajo Índice de Lixiviación GUS (Ver Cuadro 2).
En el otro extremo del Cuadro 1, suelos arcillosos con alto contenido de materia orgánica (MO), los herbicidas van a tender a quedar fuertemente retenidos en el suelo, reduciéndose su disponibilidad para entrar a las malezas desde la solución-suelo. Bajo estas condiciones hay que aumentar la dosis y/o usar herbicidas residuales de mayor persistencia. En suelos orgánicos tipo turba (CIC >60) los herbicidas residuales actúan de manera errática o simplemente no actúan.
La medida básica de persistencia en el suelo se llama vida media o DT50 y corresponde al número de días necesarios para reducir a la mitad la dosis aplicada. La tenacidad misma que presente una molécula a la degradación así como la dosis del herbicida empleada, juegan un papel clave en la persistencia o duración de un herbicida en el suelo. Si un herbicida tiene un DT50 de 30 días y se aplicaron 2,0 L/ha, luego de 30 días en el suelo habrá 1,0 L/ha; al cabo de 60 días, 0,5 L/ha, y así sucesivamente. En términos generales, si la dosis de etiqueta de este mismo herbicida es de 1,0 a 2,0 L/ha, bajo el 50% de la dosis menor se produce el quiebre del control y comienzan a escaparse las primeras malezas. En este caso se hablaría de un efecto residual efectivo de 60 días.
Para los HR, la solubilidad en agua es un índice importante para estimar el grado de dependencia con el agua del herbicida una vez que es adsorbido por los coloides. A menor solubilidad, mayores cantidades de agua serán requeridas para desorber el herbicida del coloide para que entre a la solución-suelo y viceversa. En relación con esto, es importante indicar que el parámetro usado para estimar el potencial de lixiviación o movimiento gravitacional de un pesticida en el suelo es el Índice GUS (Groundwater Ubiquity Score), índice que varía dependiendo del Koc y de la vida media (DT50) de cada herbicida. Los valores GUS del Cuadro 2 indican que de todos los HR actualmente recomendados para frutales, cuatro están en la categoría de baja y los otros dos en el estado de transición. Para estos últimos, los valores de CIC que tenga el suelo van a determinar la viabilidad de su uso.
En síntesis, la permanencia activa de un herbicida en el suelo dependerá de la dosis empleada y de las características químicas que posea en términos de adsorción/desorción de los coloides así como del contenido de arcillas y MO (CIC) que posea el suelo de cada potrero.
Para distribuir bien el herbicida en la superficie del suelo este deberá estar bien mojado (color oscuro) al momento de la aplicación. Como regla general, se recomienda aplicar con volúmenes altos de agua (sobre 300 L/ha), pero la experiencia indica que con suelos ya húmedos (cambio de color a oscuro), 100 a 150 L/ha es más que suficiente. En caso de falta de lluvias, se recomienda hacer un riego corto y superficial para aplicarlos. Una vez incorporados al suelo, los herbicidas se activarán (desorberán) cada vez que la tierra se moje y se sature de agua en superficie.
Es importante indicar que la presencia de hojas viejas en el piso, especialmente sobre las hileras de árboles en receso NO es un problema. La razón principal es que la hojarasca en descomposición tiene una muy baja capacidad de retención (adsorción) de los herbicidas y pueden ser fácilmente lavados con lluvias, lloviznas o con riegos. Solo al llegar al suelo van a ser retenidos y desde ahí tenderán a permanecer anclados. La hojarasca no es una barrera significativa para la llegada de herbicidas residuales al suelo, sino que además puede ser un excelente complemento de control ya que, como mulch vegetal evitará la emergencia de nuevas malezas y, por otro, favorecerá la actividad de los HR al mantener húmeda la superficie del suelo al impedir la evaporación del agua por acción directa del sol y el viento.
En el valle central, la época de aplicación de los HR ha sido tradicionalmente asociada al invierno en los meses lluviosos de junio y julio. Como hemos visto, la presencia de agua en el suelo resultan claves para la acción de estos herbicidas. Sin embargo, con estos herbicidas se ha podido determinar que no es necesario esperar las lluvias para aplicarlos ya que basta un riego corto y superficial sobre la banda de plantación para asegurar la distribución inicial y la efectiva desorción del herbicida para poder llegar a la solución suelo. Estos riegos especiales no solo pueden emplearse para realizar las aplicaciones luego de largas sequías invernales sino que también para realizar una segunda aplicación de residuales en primavera.
En el Cuadro 3 se resume la eficacia relativa de control de malezas latifoliadas y gramíneas que poseen los principales HR registrados en frutales en Chile. Usar estos valores de eficacia como una guía preliminar para implementar un programa de control en un huerto en particular, teniendo siempre en cuenta que cada huerto, incluso cada cuartel, posee características propias y, especialmente, diferentes poblaciones de malezas.
*El capítulo sobre herbicidas foliares o postemergentes será publicado en próxima edición.