Cómo duplicar la producción manteniendo la calidad
Las claves para duplicar la producción de nueces en solo siete años, pero manteniendo la calidad del producto, las entrega Fernando Cabrera, gerente agrícola de la empresa Huertos del Valle. Además, entrega algunos consejos para alcanzar o mantener ciertos estándares, los cuidados a tener en cuenta en las distintas etapas del proceso productivo y los potenciales de riesgo.
Entre 2018 y 2025 Chile espera duplicar su producción de nueces. En ese periodo, calculan los especialistas, esta crecería 5% en promedio al año para llegar a 205.000 toneladas y acaparar el 18% del comercio mundial de este fruto seco. Gracias a su excelente calidad, las nueces chilenas se han ganado un espacio en el mercado y están en buen pie para continuar incrementando su participación. Sin embargo, ¿es posible aumentar la cosecha al doble en solo siete años, manteniendo o incluso elevando los estándares?
“A muchas de las hectáreas que hoy cultivamos les vamos a tener que exigir más para llegar a esta meta. Algunas de ellas presentan amenazas desde el punto de vista técnico, relacionadas con la calidad y también con la producción”, dice Fernando Cabrera, gerente agrícola de la empresa Huertos del Valle. Las claves para el futuro, apunta el ingeniero agrónomo, apuntan a obtener más fruta, pero con mejores características. “El precio va a ser el resultado de cómo trabajemos nuestros huertos. Mientras más kilos por hectárea logremos obtener, nuestros retornos van a ser mejores”, agrega.
Según un estudio realizado por Chilenut, la productividad de los huertos de nogal en Chile, en 2017 alcanzó a 3.226 kilos promedio por hectárea, esto es, 100.000 toneladas producidas en 31.000 hectáreas. El desafío, sin embargo, está en obtener un promedio de 4.271 kg/ha al año 2025, para así llegar a la meta de 205.000 toneladas. Esta cifra corresponde a un 10% menos de la producción promedio por hectárea de California el año pasado, cuando alcanzó 650.000 toneladas en 136.000 hectáreas, promediando 4.779 kg/ha. Se trata de un ejemplo que demuestra que el desafío es alcanzable, pero la base para hacerlo radica en fijarse diversos parámetros y objetivos de trabajo.
LOS PRINCIPALES PARÁMETROS DE CALIDAD
Las empresas exportadoras, explica Cabrera, solicitan a los productores cumplir con siete parámetros principales: color, con altos porcentajes de extra light y light; nuez sin daño interno (libre de hongos); un buen rendimiento de pulpa-cáscara, que plantea también diversas decisiones comerciales (¿a dónde se envía una nuez para obtener buena utilidad?, ¿se comercializa con o sin cáscara?, ¿es mejor partirla de forma manual o mecánica?); calibre (que también permite apuntar a los mejores precios); y daño externo (relacionado con el manejo del huerto en aspectos como polilla y pelones adheridos).
A ellos se suman otras dos características. La fruta debe ser inocua y estar libre de residuos químicos, y presentar buena firmeza de cáscara, un aspecto relevante para la exportación. “Hemos encontrado rendimientos extraordinarios en Chandler, en algunos huertos, pero con una firmeza de cáscara mínima, que no permite un transporte que facilite su buena venta”, apunta el ejecutivo de Huertos del Valle.
Fernando Cabrera establece, básicamente, los siguientes rangos de calidad deseables. Para la variedad Chandler, 82% – 86% de color extra light y light; rendimiento de pulpa de 51% – 52%; daño interno de 0,60% – 0,30%; y daño externo de 20% – 18%. Para Serr, en tanto, color extra light y light de 68% – 73%; rendimiento de pulpa de 56% – 57%; daño interno de 1,40% – 0,80%; y daño externo de 22% – 20%.
CÓMO LOGRAR LAS SIETE METAS
El experto plantea planificar el trabajo de acuerdo a tres grupos de actividades. El grupo uno se refiere a realizar una buena preparación de suelo, contar con material vegetal de calidad y llevar a cabo un buen desarrollo de plantas, además de ejecutar un adecuado control de malezas, plagas y enfermedades.
En tanto, el grupo dos consiste en realizar adecuadamente las labores de riego y nutrición, poda y de aplicación de reguladores de crecimiento. “Hace diez años, las unidades de nitrógeno y de potasio con las que trabajábamos en los huertos eran al menos la mitad o un tercio de las que usamos hoy. Por lo tanto, hemos tenido respuestas excelentes en algunos huertos a ciertos niveles de fertilización y nos damos cuenta de que el nogal responde bien”, comenta Cabrera.
Finalmente, el tercer grupo de actividades se refiere a la cosecha y al proceso de despelonado y secado. “Lo podemos hacer excelente en el grupo uno y dos –agrega el gerente agrícola de la empresa Huertos del Valle-, pero la nuez aun podría salir de los secadores dejando mucho que desear. En Chile tenemos colores extra light y light muy por sobre lo que se puede ver en Estados Unidos, pero depende de nosotros mantener eso en el proceso de despelonado y secado”.
¿Cómo se relaciona cada uno de estos grupos de trabajo con la calidad final del producto? En el huerto, explica Fernando Cabrera, se determinan aspectos como calibre, color, daños por insectos y hongos, residuos de pesticidas y metales pesados, y la dureza de la cáscara. “Malos programas de fertilización, deficitarios en potasio, van a influir en tener nueces con poca firmeza”, afirma.
El color también se define en la cosecha, como ocurre también con daños por partidura, hongos, pelón y tierra adheridos. “Pero gran parte de la calidad se juega en la etapa de despelonado y secado”, agrega el especialista. De un total de 20 atributos o defectos de la fruta, que se producen en las tres etapas de producción, solo el calibre, la partida, el daño interno por insecto y los residuos de pesticidas y metales pesados no se producen en esta última instancia.
PLANIFICACIÓN DE COSECHA Y OTROS RETOS A ENFRENTAR
Junto con realizar adecuadamente el trabajo en cada una de los tres conjuntos de actividades, los productores debiesen prestar atención a diversas complicaciones que podrían presentarse adicionalmente en el futuro. Entre otras, limitaciones climáticas, de suelo, varietales, fitopatológicas y de capacidad instalada.
“¿Qué estamos haciendo como productores para minimizar alguna de estas situaciones? Hay que buscar instancias de investigación y conversar con los asesores. Ya llegamos a un piso y hay que llegar a un segundo nivel. Debemos nivelar hacia arriba”, propone Fernando Cabrera. Aspectos como realizar cosechas anticipadas, no contar con maquinaria o personal suficiente o disponer de una baja capacidad de despelonado y secado, podrían ser piedras de tope.
En este contexto, un tema clave está en proyectar adecuadamente la cosecha, de tal forma que se maximice el uso de la infraestructura: estimar bien dónde va a comenzar y dónde va a terminar, tratando de extender este plazo hasta 30 días. “No hay que olvidar que la nuez está mejor en el árbol a que en el suelo o en un bin”, afirma Cabrera. Y agrega: “Las planificaciones de cosecha comienzan de atrás hacia delante: a partir de cuánto soy capaz de secar, decido cómo voy a cosechar. Me ha tocado ver malas coordinaciones entre la cosecha y el uso de las plantas de despelonado, que no alcanzan a procesar el volumen necesario. Eso sucede porque se planifica una cierta cantidad de horas de secado, pero la realidad del campo es distinta. En vez de ser 18 o 20 horas, las plantas procesadoras demoran 24 o 26, porque hay veces que los secadores están calibrados para otras condiciones climáticas”.
Por otro lado, desde la perspectiva de la producción, cada zona del país se enfrenta a diversas amenazas climáticas, de suelo y fitosanitarias que podrían inhibir el logro de mayores rendimientos. Los productores ubicados en la parte norte (Regiones de Coquimbo y Valparaíso) debiesen buscar formas de contrarrestar sequías, lluvias en primavera y en cosecha, malas preparaciones de suelo y cultivos en suelos marginales, además de la incidencia de Phytophtora y polilla.
En tanto, en el centro (Regiones Metropolitana y Del Libertador Bernardo O’Higgins), las lluvias en primavera y en cosecha y las bajas temperaturas en cuaja también podrían afectar los rendimientos. Asimismo, las malas preparaciones de suelo o el uso de suelos marginales, la presencia de Phytophtora, polilla, peste negra y Botryosphaeria son aspectos a considerar. Y el sur (El Maule, Biobío y La Araucanía), finalmente, podría verse afectado por lluvias en primavera y en cosecha, heladas, mala preparación de suelo y amenazas fitosanitarias como peste negra, Botryosphaeria y Necrosis Apical (BAN por sus siglas en inglés).
“Es misión de cada productor, de los asesores y de los equipos técnicos de las exportadoras revisar cómo está cada huerto respecto a productividad y calidad. Debemos ser capaces de revisar cada aspecto que nos esté afectando y amenaza que nos pueda disminuir nuestro potencial. Todos los manejos productivos son transversales para las distintas zonas, la diferencia se produce en el nivel de amenaza que pueda existir para cada huerto”, resume Fernando Cabrera.