Cómo enfrentar de mejor forma otro año seco en almendros
No sabemos todavía cómo terminará la actual temporada en cuanto a pluviometría, pero debemos asumir la factibilidad de completar otro año en déficit hídrico. El especialista Rodrigo Rivadeneira efectúa valiosas recomendaciones. Dependiendo del grado de escasez, mediante distintas estrategias sumadas, se puede lograr que los árboles ni siquiera noten que se trató de un periodo seco o, en casos más graves, salvar la producción de una parte del huerto mientras la otra parte se prepara para su recuperación en el menor tiempo posible.
Rodrigo Rivadeneira, administrador de la empresa Tunca Arriba que cuenta con 270 hectáreas de frutos secos, y asesor con más de 20 años de experiencia, entrega sus recomendaciones para enfrentar otro año seco en almendros.
Esta especie tiene que producir un gran volumen de fruta por hectárea (ha), constata el experto, pero además debe generar aceite; ambos objetivos se vinculan a un alto requerimiento hídrico. En las regiones Metropolitana, de Valparaíso y O’Higgins, Rivadeneira asume unos 9.000 a 10.000 m3 de riego/ha, incluidos los periodos de otoño-invierno y primavera-verano. La cifra corresponde a huertos altamente productivos, que alcanzan los 2.500 a 3.000 kg/ha sin ningún problema. “Con menos volúmenes de agua, créanme que no van a superar los 2.200 a 2.500 kg”, advierte.
Un mal riego afecta el tamaño del fruto, induce menor peso de pepa y después de cosecha reduce la diferenciación floral. A largo plazo disminuye tanto el crecimiento vegetativo como el potencial productivo del almendro.
Un buen riego es la base de un buen rendimiento, el cual es igual al número de pepas por su peso promedio. El número de pepas, a su vez, depende de la cantidad de flores, la cual deriva del número de dardos. Por supuesto el número de pepas se ve influido también por la polinización, la fertilización y el porcentaje de intercepción de la luz.
Dado que en la mayor parte de la zona productora de almendras no se cuenta con suficiente infraestructura de embalses que permita suplir el déficit de los ríos, en períodos de escasez del recurso lo primero que debemos preguntarnos es cómo regamos.
BOMBA DE SCHOLANDER, SONDAS, BARRENOS, CALICATAS
Una primera gran herramienta para responder a esta pregunta es la bomba de Scholander. Con ella podemos obtener una “foto”, una “radiografía” de cómo se encuentran los huertos en un momento dado. Sin embargo, implica invertir, capacitar al personal y preocuparse de usarla.
Otra estrategia, muy utilizada, corresponde a las sondas de capacitancia. Se trata de un muy buen instrumento tecnológico, pero no tiene movilidad. Por lo tanto, debemos contar con una batería de sondas y tienen que ser ubicadas en puntos representativos de los sectores de riego.
El empleo del barrenos resulta también muy práctico para sacar muestras hasta 1 a 1,2 metros. Y, finalmente, las calicatas constituyen otra metodología de diagnóstico importante.
SUBSECTORIZACIÓN PARA LLEGAR AL CAUDAL INSTANTÁNEO
A partir de un información original de Antonio Lobato, Rivadeneira plantea un ejemplo de un campo con tres cabezales de riego, cada uno con 4 sectores. La oferta hídrica del diseño considera una lámina bruta máxima de agua (base 20 horas/día) de 7 mm/día, 9 mm/día y 10 mm/día por cabezal. Si se riega todo el predio en forma simultánea, el caudal instantáneo requerido se ubica entre 64 y 72 litros/segundo, dependiendo de los sectores que se estén regando. Si no contamos con un tranque acumulador que nos grarantice ese caudal instantáneo, nuestras bombas van a parar, luego regar, nuevamente parar y así sucesivamente. Se trata del caso de la mayoría de las agrícolas de la zona almendrera centro-sur, constata el especialista, pues toman directamente el agua de un decantador o de los canales, subcanales o ramales de riego.
¿Cuál es la solución en caso de, por ejemplo, tener la mitad del caudal instantáneo, 36 litros por segundo, en lugar de 72 L/s? Debemos subsectorizar, lo cual puede llevarse a cabo cerrando válvulas, de modo que cada uno de los 12 sectores del ejemplo quede dividido en dos, de superficie similar. Cuando no tenemos válvulas eléctricas o no basta cerrar una válvula para reducir el caudal, es posible cerrar mangueras laterales, hasta llegar al caudal instantáneo realmente disponible. Así se mantendrá un riego constante durante el tiempo necesario para que resulte profundo.
Al cerrar válvulas, no se debe tener aprensión respecto de las bombas, ya que estas operan con un rango de caudal amplio. Por ejemplo, no habrá efecto de pasar de 80 L/minuto a 40 L/min en una bomba cuyo rango es de 30 a 120 L/min.
El resultado de esta práctica permite reducir a la mitad el caudal instantáneo. Obviamente el tiempo que tomará dar la vuelta a todo el campo para llegar de nuevo al mismo sector será el doble.
ASEGURARSE DE REGAR TODO EL SUELO QUE ABARCAN LAS RAÍCES
Otro aspecto fundamental cuando se presenta una situación de escasez de agua, corresponde a conocer muy bien las raíces de nuestro huerto. Su nivel de desarrollo va a depender en gran medida del tipo de suelo donde se encuentra el árbol.
Siempre se nos enseñó que el espacio ocupado por las raíces es proporcional a la canopia. Sin embargo, al revisar meticulosamente con calicatas, se puede observar que la raíz es más grande que la canopia. Por lo tanto, hay que verificar hasta dónde llega realmente el sistema radicular. El objetivo es que las raíces se desarrollen en todo el suelo, aprovechando la fertilidad, profundidad y buena estructura de la zona almendrera centro-sur.
Si se realizan riegos de frecuencia media o media-baja, con 8 horas, probablemente no se cubrirá ni un cuarto del suelo, ni un cuarto de las raíces. ¿Cómo verificarlo? Por ensayo y error: se riega un cierto tiempo y se efectúa una calicata para ver hasta dónde estamos mojando el perfil de suelo, como se muestra en la figura 1. La cifra de 24 horas que se muestra ahí es referencial, puede haber suelos que se mojen perfectamente en 12 horas. Por otra parte, podemos diferenciar riegos largos de riegos más cortos, de mantención.
LLENADO DEL ESTANQUE DEL SUELO EN OTOÑO E INVIERNO
Otoño-invierno es el periodo en que podemos cargar el suelo como nuestro estanque de agua. Tiene una considerable capacidad de almacenamiento, llegando fácilmente a 1.000 a 3.000 m3/ha. El árbol en receso no toma esa agua, la cual no se pierde, sino queda como una cuenta de ahorro para postergar lo más posible el inicio del estrés (ojalá no antes de la cosecha) si el año viene seco. Si se hace todo bien, puede que el árbol ni siquiera lo sienta ni vea afectada su producción.
Para hacerlo, una estrategia con muchos años, que hemos recuperado, corresponde al desplazamiento de las mangueras desde su posición normal, en la cual se efectúan los riegos de primavera-verano. Una vez que se alcanza la capacidad de campo en la ubicación normal, se desplazan 1 a 1,2 m en dirección al centro de la entre-hilera, para aplicar allí un riego largo. Será de 24 horas en la mayoría de los casos, pero esta cifra debe ser validada: hay campos donde 24 horas no son suficientes y se ha llegado a 48 e incluso más. Ha habido, asimismo, situaciones en las que la manguera se puso a 0,8-1,0 m, luego a 1,2 m y después se usó una tercera postura, regando 20 a 40 horas adicionales. Con prácticas como las indicadas se lleva el suelo a alrededor de un 80% hasta plena capacidad de campo, pero de la superficie completa, no solamente del bulbo de mojamiento acostumbrado.
–Cuando un cliente me dice que quiere hacer un tranque –confidencia el asesor–, le pregunto cómo tiene su tranque de suelo regado. Si dejó de regar, le propongo que primero aplique el agua en su campo, que la junte en ese almacén que ya está disponible: no es necesario invertir, y permite juntar muchísimos m3. Lo que guardamos en el suelo en otoño-invierno se conserva y suple la deficiencia en primavera-verano. Si podemos alcanzar hasta 2 metros de profundidad, hagámoslo; si el suelo tiene solo 1 m, asegurémonos de llegar hasta ahí.
RIEGO EN FLORACIÓN Y CON LOS PRIMEROS DESHIELOS
Rodrigo Rivadeneira concuerda con otros expertos en evitar los riegos en floración porque enfrían en suelo en agosto, un mes de por sí bastante frío. Además, quitan oxígeno, aumentando el riesgo de una anoxia de las raíces que podría provocar incluso aborto de flores. No obstante, en caso de no haber sido posible regar en otoño e invierno, a veces solo queda dicha opción, reconoce. Con todo, el especialista recomienda evitar un riego “desesperado” y sí hacer uno bien “planificado”, porque si se ha llenado el estanque no se requiere de alternativas extremas.
En cuanto a la disponibilidad de agua por los primeros deshielos de setiembre o aun hasta octubre, la recomendación es aprovecharlos ya que el almendro tolera el exceso de humedad hasta un cierto nivel.
–Un nogal o un palto se mueren –asevera–, pero el almendro es capaz de seguir adelante con algún nivel de sobre riego, y se puede sacar partido de eso. Por supuesto, no digo que se sature y se deje con anoxia el árbol durante todo el mes, porque el almendro se moriría de Phytophthora.
LAVADO DEL EXCESO DE SALES, UN TEMA CADA VEZ MÁS DESAFIANTE
Por otra parte, continúa el especialista, mientras que en un suelo seco se produce una gran escorrentía, en un suelo más bien húmedo la entrada del agua de las pocas lluvias que haya va a ser mucho más fácil. Lo anterior se convierte en un complemento importante para el lavado de sales, aprovechando al máximo las ocurrencia de precipitaciones.
Un estudio publicado en Redagrícola en marzo de 2020 mostró que los ríos Choapa, Maipo y Rapel tienen problemas de sales y probablemente el Cachapoal, afluente del Rapel, también los tenga, agrega el especialista. Los efectos se están viendo desde hace un par de temporadas en almendro.
–Se mencionan excesos de cloro, manganeso, sodio, y yo añadiría boro. Un suelo bien regado en otoño-invierno contribuirá a su lavado, sumándose a las lluvias que ocurran.
EFECTO DE LAS LLUVIAS: SABER BIEN QUÉ BENEFICIO SE PUEDE ESPERAR
La figura 2 muestra la pluviometría de Codegua, en la región de O’Higgins. La línea roja corresponde al promedio histórico de agua caída, pero, como se observa, de los 17 años registrados en el gráfico casi el 80% se ubicó bajo dicha media.
–Las flechas azules –explica Rivadeneira– marcan las temporadas en que hemos tenido las mejores producciones. 2005 fue precedido de un invierno lluvioso en 2004; 2011 vino después de un 2010 en que se pudo regar en otoño; y 2018 y 2019 vinieron después de años con inviernos de pluviometrías sobre 300 mm. Obviamente no es el único factor, de manera que no basta que sean años antecedidos por buenas lluvias o con la posibilidad de regar en otoño-invierno para garantizar una gran cosecha. El cuadro 1, aportado por Carlos Anes muestra una relación similar en la región de Coquimbo.
Una medición efectuada por Rivadeneira entre hileras donde no llega el agua de los goteros, mostró que una lluvia de 15 mm infiltró 8 mm de profundidad en el suelo. Una segunda lluvia de 28 mm infiltró hasta 12 cm. Para infiltrar hasta dos metros se necesitarían más de 20 lluvias similares a las indicadas (sumar 400 mm), sin considerar la escorrentía. De acuerdo a lo señalado, la idea de que basta un par de lluvias para dejar de regar, resulta equivocada. En consecuencia, el experto reitera la importancia de hacer riegos largos y profundos con desplazamiento de la manguera hacia el centro.
–¿Con qué problema nos podemos encontrar? –comenta–. A veces hay restricciones horarias. La solución consiste, por ejemplo, en regar 15 horas por día saliendo de los horarios punta. Dos riegos de 15 horas estarían perfectos.
ESCARIFICAR PARA MEJORAR LA INFILTRACIÓN DEL RIEGO
En riego por surcos en un huerto de almendros altamente productivo se tomó el tiempo que demora en salir el agua al final de hileras de 150 a 200 m de largo. En los riegos iniciales tardaba 6 a 8 horas, pero a medida que la temporada avanzaba, el lapso se fue reduciendo a 3, 2 e incluso 1,5 horas.
En tales condiciones se requiere escarificar para romper de manera mecánica el sello que se va creando con los limos de los riegos gravitacionales, hasta lograr que el agua nuevamente demore el tiempo original en salir de la hilera. Con frecuencia la salida del agua al final del surco se utiliza como índice para cortar el agua, lo cual, como se ve, puede ser un grave error si se ha formado un sello en el surco.
La escarificación es valida así mismo para evitar la escorrentía de la lluvia y lograr que quede almacenada en el suelo.
CONSIDERAR LAS INVERSIONES MÁS NECESARIAS
En zonas de catástrofe hídrica es posible hacer pozos, los cuales no se pueden inscribir pero se pueden usar. El costo llega hasta unos $400.000 por metro.
Hay que evaluar la conveniencia de construir tranques. No se requiere inscribir los que tengan menos de 50 m3, que hacen posible disponer del caudal instantáneo sin necesidad de subsectorizar, cuando la demanda sea mayor a la oferta que entregan los ríos o canales.
En muchos lugares se ha podido hacer fosos, donde hay napas subsuperficiales. En ocasiones se complementan con aguas superficiales de vertientes y drenajes.
–Hay proyectos que contemplaron drenajes en los campos y hoy se sostienen gracias a ellos. Sufrimos años secos, pero agua hay, debemos encontrarla y conducirla de mejor forma.
El revestimiento de canales y tranques, con plástico termofusionado, por ejemplo, evita pérdidas importantes.
MANTENCIONES Y MEDIDAS COMPLEMENTARIAS
El momento más apropiado para llevar a cabo las mantenciones se produce luego de verificar los riegos de otoño-invierno, cuando ya los suelos se encuentran a capacidad de campo y no se necesita regar nuevamente incluso hasta después de floración.
Rivadeneira propone una lista de labores para verificar si aplican en el caso de cada uno, chequear si se han hecho y elegir el momento más oportuno de realizarlas:
-Bombas y equipos: su desgaste lleva a problemas como disminución del caudal aplicado o falta de presión. Suele pensarse que la causa se encuentra en los filtros o en la bomba misma, pero lo lógico es primero revisar y limpiar, reparar o reemplazar aquello que presente deficiencias.
-Bypass de matrices y bombas: a menudo existen varios cabezales y cada uno riega de forma independiente. Cuando falla una bomba de riego o de fertilización, se corre el riesgo de perder el turno de una semana, de modo que el huerto puede pasar 12 a 15 días sin riego. Sin embargo, resulta perfectamente posible usar las bombas que están desocupadas mediante la conexión con cañerías y llaves de paso. Se necesita muy poca inversión para solucionar el problema, permitiendo luego regar con un simple cambio de llave.
-Arriendo de generador: no necesariamente se trata de comprar un generador ni de mantenerlo arrendado, indica el especialista, sino de tener el contacto de un proveedor con la capacidad de dejarlo instalado en el campo en el plazo de algunas horas. Para ello, advierte, se debe instalar previamente los enchufes adecuados. Frente a cualquier eventualidad, una pana, el robo de cables, el robo de un transformador, un cortocircuito, etc., se dispone de la alternativa para no perder el turno de riego.
-Aforo de goteros: ¿estamos regando nuestro huerto, cada sector, en forma homogénea? A veces se atribuye a la desuniformidad del suelo si una parte de los árboles crece menos, cuando posiblemente el problema sea que no reciben la precipitación establecida en el diseño del riego. Medir la entrega de agua de los goteros con un recipiente milimetrado, permite verificar que el riego se encuentra en perfectas condiciones antes de iniciar la temporada.
-Desarrollo de pozos y pruebas de bombeo: suele escucharse que el pozo se está secando y ya no entrega los litros por segundo de antes. Hacer las pruebas de bombeo a través de una empresa especializada posibilita saber si se debe cambiar la bomba o ubicarla a mayor profundidad. Asimismo, los pozos se desarrollan: se les hacen mantenciones, se limpian cribas, para lo cual también hay servicios especializados que diagnostican, incluso con el uso de cámaras, y reparan con fuertes presiones de aire o agua para dejar el pozo funcionando en su potencial sin tener que perforar uno nuevo.
SI NO HAY OTRO REMEDIO, REDUCIR EL TAMAÑO DEL ÁRBOL
Si, agotados todos los recursos descritos, el catastro hídrico aun nos indica que el agua no alcanza, habrá que recurrir a medidas más drásticas. La peor opción es regar todo mal: no solo habrá menos kilos en la temporada, también se afectará la renovación de dardos para el año siguiente, no se contará con la cantidad de flores y el huerto seguirá lejos de su potencial productivo.
Una de estas medidas severas consiste en reducir los árboles. Se trata de una poda extrema en que el sector se recupera con un tercio del agua, perdiendo la producción, pero no los árboles, además de ahorrarse el programa fitosanitario y de fertilización casi por completo. Así se deja el agua suficiente para regar el resto del campo de manera adecuada.
Si el riego no alcanza ¿cómo elegir los almendros que seguirán teniendo un manejo normal y los que irán “al sacrificio”?
–Primero –responde Rodrigo Rivadeneira– trataría de salvar los que me dan más kg/ha y sacrificaría los que me dan menos. Antes de llegar a este extremo, conviene prever: revisar el balance hídrico para decidir dónde hacer podas drásticas. En el peor de los casos, tal ve sea el minuto de arrancar y empezar a renovar los sectores que ya no están siendo tan buen negocio. Ahora, si se trata de un huerto con polinizantes, yo los sacrificaría y no la Nonpareil, que por lo general da más kilos y tiene mejor precio. Cosecho esta variedad, la riego muy bien en postcosecha y trato de recuperar los polinizantes después en otoño. Esto se puede hacer cerrando las mangueras del polinizante y dejando abiertas las de Nonpareil. En los proyectos nuevos hemos diseñado los riegos del sector de Nonpareil separados de los correspondientes a polinizantes.
APLICACIÓN DE MATERIA ORGÁNICA
Otra medida corresponde a la incorporación de materia orgánica, abriendo un surco y aplicando guano estabilizado, aun cuando se genere un corte de raíces. “Si podamos arriba, perfectamente se puede hacer poda de raíces abajo”, argumenta Rivadeneira. La adición de dicho material facilita la recuperación del sistema radicular, activa la microbiología de suelos y ayuda a retener la humedad.
SER MUY CUIDADOSOS EN EL RIEGO DEFICITARIO
La aplicación de un riego deficitario debe ser muy controlado para no cometer errores. Se utiliza desde 35 días antes de cosecha, sobre la base de un buen manejo del riego anterior en la temporada.
Entre sus ventajas está la de disminuir la presión de Hull Rot, enfermedad que genera una pudrición del pelón; adicionalmente adelanta un poco la cosecha y la empareja, disminuyendo las frutas verdes en la parte central del árbol que no abren el pelón.
La implementación del riego deficitario parte de un estado de plena capacidad respecto de la demanda hídrica del cultivo, para desde ahí reducir el aporte de agua al 65-70% de dicha demanda. Hay diversas formas de ejecutarlo. Una sería disminuir un 10 a 15% de agua por semana. Otra alternativa consiste en saltarse algunos días; ya no se regará cada 3 a 5 días, sino 1 vez a la semana o incluso cada 10 días. También se puede dar una seca (opción más radical y de mayor riesgo) en que si hay mucha humedad se deja de regar y luego se vuelve a aplicar 65-70%.
La gran desventaja del riego deficitario se asocia al peligro de excederse en la disminución del agua. No se debe aplicar el déficit sin una evaluación previa realista del estado del huerto y del suelo, ya que se podría estresar los árboles y provocar una pérdida de peso del fruto (pepa chupada).
En un año seco, hay una alta probabilidad de que el huerto ya venga con un déficit forzado al no contar con agua suficiente. Si esa es la evaluación, no se debe aplicar una fórmula o estrategia adicional de déficit de riego para mejorar la cosecha o disminuir el Hull Rot.
MÁS RAZONES PARA EL RIEGO DE POSTCOSECHA
Retomando el tema ya tratado de los riegos de otoño, cabe señalar que las raíces pueden crecer hasta marzo-abril en la zona centro-sur del almendro, así es que se apoya un momento de desarrollo del árbol. Durante dicho periodo se define la producción de la temporada siguiente, porque hay diferenciación floral en ambos meses e incluso en mayo. La falta de agua disminuye la producción de carbohidratos y por ende la cantidad de flores de la próxima temporada.
Aplicando 70 a 90 mm mensuales de abril a julio, se suman unos 200 mm vía riego, que equivalen a 400-500 mm de lluvia, ya que las precipitaciones sufren escorrentía y el riego por goteo no. Por lo tanto, resulta mucho más eficiente que las precipitaciones.
EVITAR LA DESFOLIACIÓN DE LOS ALMENDROS
Por otra parte, Rodrigo Rivadeneira hace hincapié en que el remezón de los árboles en la cosecha debe tener la intensidad justa para evitar una desfoliación excesiva de los árboles, los cuales han de terminar con el máximo posible de hojas. En ese mismo sentido hay que controlar la típica presencia de arañita en un año seco, porque desfolia la planta, haciendo que las fertilizaciones postcosecha y la acumulación de reservas sean poco eficientes.
Los árboles, estresados por la cosecha, recalca, tienen que ser apoyados con buenos riegos lo antes que se pueda: “cuando tengamos agua, aprovechémosla, no la dejemos pasar”.
DURACIÓN Y FRECUENCIA DE LOS RIEGOS
Como se aprecia en el cuadro 2, si se aplica un factor de evaporación directa por riego (que se va a producir en los primeros 5-10 cm de suelo) vemos que al aplicar riegos cortos con mayor frecuencia versus riegos más largos de mayor duración, estos últimos resultan mucho más eficientes en cuanto al agua efectivamente aprovechable.
POSIBILIDAD DE ADELANTAR LA FERTILIZACIÓN
Previendo la dificultad de no contar con agua suficiente para fertilizar en abril y mayo, Rodrigo Rivadeneira recomienda adelantar del orden de un 25% del programa de fertilización a febrero, sin exagerar ese porcentaje, porque se podría atrasar la cosecha. Luego, en torno a la mitad de la fertilización restante se aplica durante la cosecha y se termina con el saldo en postcosecha.
COORDINAR CON ASOCIACIONES DE CANALISTAS PARA DISPONER DE AGUA EN OTOÑO E INVIERNO
En años con déficit hídrico, plantea Rivadeneira, quien por lo demás es director de un canal, se requiere un fuerte apoyo de las organizaciones de canalistas para disponer de agua en otoño-invierno. En algunas de ellas existe la costumbre de tomarse hasta 3 y 4 meses para hacer la limpieza de los canales, coincidiendo con la época en que se puede juntar agua en los campos.
–¿Vamos a dejar pasar el agua por nuestros ríos? No tenemos infraestructura de embalses donde almacenarla, en consecuencia debemos hacer lo posible para que quede en nuestros predios y no se vaya al mar. Hay que seguir el ejemplo de las regiones de Atacama y Coquimbo, donde no se demoran más de 2 semanas en hacer la limpieza.