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Osorno, el polo de la producción sureña

Cereza, la nueva reina del sur

Producciones tardías despertaron el interés de empresarios de la zona central y también locales, quienes han decidió instalar huertos de cerezo en Osorno, proyectándose en un futuro cercano una superficie de unas 5.000 hectáreas.

20 de Agosto 2019 Equipo Redagrícola
Cereza, la nueva reina del sur

Hasta ahora, la gran historia del éxito de la cereza chilena se ha escrito en la zona central del país. Si bien esta producción no ha disminuido la velocidad de su crecimiento, sino todo lo contrario; en el último tiempo, productores y exportadores han fijado sus miradas en localidades sureñas, sobre todo para producir frutas tardías. La que más suena es Osorno, cuyas cosechas que se proyectan, dependiendo dónde esté ubicado el huerto, desde la primera semana de enero hasta la primera semana de febrero.

La combinación Regina y Gisela 6 es la que mejor ha funcionado, aunque como la tendencia es diseñar huertos peatonales, hay huertos de Regina sobre Gisela 5.
Idealmente, el techo debiera instalarse junto con la plantación, pero debido a la alta inversión que ello supone, muchos esperan techar antes de la primera cosecha, aunque sí instalan la estructura de hormigón.

No es el único sitio donde se puede producir cerezas en el sur. Otro nombre que asoma de inmediato es el de Chile Chico, que tiene mejor clima que Osorno y una potente barrera fitosanitaria. Además, allí se puede ‘copiar y pegar’ el modelo productivo de la zona central, con la única salvedad de que allí reinan los fuertes vientos. “Sin embargo, nos fuimos dando cuenta que la época de producción de Chile Chico, con todas sus ventajas y complicaciones, es la misma de Osorno. Eso es lo que ha motivado el despertar de esta provincia como zona productora de cerezas”, cuenta Andrés Valdivia, gerente de Viveros Rancagua y pionero en la producción de arándanos en estas tierras, donde instaló el primer huerto comercial en 1997.

Para Valdivia este no es un territorio desconocido. Osornino de nacimiento, tras estudiar agronomía en Santiago y dedicarse a la producción de cerezos en la zona centro, una vez terminada la cosecha volvía al sur y veía que los cerezos que estaban en los patios de las casas tenían fruta lista para ser recogida. “Así empezó la aventura”, recuerda. Y dos años después de ese primer huerto, en 1999, iniciaba la plantación en Chile Chico, localidad con condiciones climáticas similares a las de O’Higgins y Maule, aunque con tres grandes ‘peros’: la distancia, la falta de cosecheros y la imposibilidad para contar a tiempo con ciertos productos, necesarios para el manejo fitosanitario y de nutrición.

Así es como Osorno asomó como una alternativa real para la producción de cerezas en el sur, aunque también ha despertado como una zona frutícola, donde ya se pueden ver proyectos de avellanos y arándanos. “A muchos ganaderos se los están ‘pololeando’ para que pongan frutales”, cuenta Valdivia. “Esta, claramente, es una zona con proyección. Todo el desarrollo cerecero que se está dando, se ha pensado en ser un complemento de la zona central”, añade.

GRANDES EMPRESAS DE LA ZONA CENTRAL YA TIENEN PROYECTOS EN EL SUR

Por ello es que ya son varias las empresas del centro han llegado a la zona para instalar proyectos que van desde las 30 a las 400 ha. Prize, Ranco, Hortifrut y Agricom son algunas de ellas. El valor de la tierra aún es ‘accesible’, aunque los precios que se manejan hoy se parecen poco a los de antaño. “Hace veinte años, una hectárea costaba 3 millones de pesos. Esa misma hectárea, en 2015 valía 8 millones de pesos y hoy se está vendiendo a 15 millones”, grafica Valdivia.

 

Nuevos aires al negocio familiar 

Gonzalo Heise decidió la instalación de una superficie de cerezos en Pelchuquín, localidad ubicada a 22 km de Valdivia. No fue el único frutal que estudiaron, ya que también se había fijado en el maqui, el avellano y la murtilla.

Hoy ya están plantadas las primeras 5,5 ha y están próximos a instalar las 6 ha restantes, en un 80% de Regina. “Económicamente fue lo que más nos llamó la atención. La idea es estar atento a cómo se desarrolla el huerto y, de acuerdo a eso, seguir ampliando. No hay problema en plantar más. No soy de la idea de plantar sin ver resultados”, explica. 

En septiembre próximo esperan techar la primera etapa del campo, que se plantó en 2017. “La nueva etapa tengo planificado techarla desde un primer momento”, cuenta y señala que este es un cultivo que está dando que hablar en la zona.

Así, no resulta extraño que se proyecten 5.000 ha de cerezos en un futuro cercano. Pero, ¿hay tierra suficiente? “Sí. Además, los suelos son de buena calidad y tenemos la opción de elegir clima, ya sea en la cordillera o a la costa”, responde Valdivia y señala que la única complicación es la disponibilidad de agua en algunos campos, lo que obliga a construir un pozo.

Si bien hay muchas empresas del centro, se espera que para 2020 haya más inversiones locales. Dado este ‘boom’ es que hoy se están instalando más hectáreas de cerezos  en el sur que en las regiones de O’Higgins y Maule, aunque los productores sureños son más reacios al cambio y están propiciándolo tras ver las inversiones hechas por  empresarios de la zona central. “Este movimiento lo han empujado las nuevas generaciones, buscando alternativas productivas”, subraya.

LA CEREZA HA DESARROLLADO SU MERCADO

Y la cereza ha aparecido como la gran alternativa que, a diferencia con los otros frutales, tiene un mercado desarrollado. La apuesta de Osorno es salir post Año Nuevo Chino, aunque dependiendo del año, esta festividad puede atrasarse. Eso fue lo que ocurrió el año pasado, donde fruta de la zona central no se vendió. “Quedó un resago que nos golpeó  y los precios cayeron”, afirma Valdivia. Pero en 2019 el Año Nuevo Chino fue más temprano, el mercado quedó vacío y los precios fueron mejores.

“China es un gran comprador. Productores y exportadoras han hecho un muy buen trabajo, porque hoy se vende todo lo que se produce”, precisa. Si bien la producción sureña no se puede comparar, en cantidad, a la del resto del país, se vende toda. “Cuando esta aumente, ¿por qué no se podría vender toda también?”, se pregunta.

En la búsqueda de la mejor zona para producir cerezas en el sur, es que los huertos instalados por Andrés Valdivia en Osorno y Chile Chico partieron casi en paralelo, y han ido subsistiendo sobre la base de prueba y error, ya que han ido validando muchos manejos en terreno. “Chile Chico fue un poco más fácil porque se podía ‘copiar y pegar’ el modelo de la zona central, mientras que en Osorno debimos hacer ensayos con portainjertos, variedades y manejos”, explica el gerente de Viveros Rancagua y cuenta algunos errores que se cometieron esos primeros años: “Después de comprar el campo, plantamos y no teníamos el riego instalado. Eso hoy es impensado. A las variedades canadienses les pedimos producción y sufrimos ataques severos de cáncer bacterial e incluso usamos portainjertos que eran susceptibles a Phytophtora. Cuando estábamos a punto de tirar la toalla, apareció la combinación de Regina y Gisela. Ahí seguimos adelante”.

Andrés Valdivia.
Foto 1
Foto 2

REGINA, LA ELEGIDA

En un comienzo probó diez variedades diferentes (canadienses, europeas y otras que ya estaban en la zona central), con siete combinaciones distintas de portainjertos, tardando casi ocho años en acotar ese factor. De allí en adelante aprendió a manejar la combinación adecuada de variedad y portainjerto, pero a mitad de camino llegó el factor ‘techo’, añadiendo un nuevo ítem que no había contemplado.

Ese trabajo previo le permitió determinar que Regina y Kordia son las variedades más aptas para Osorno, sabiendo que la segunda actúa como polinizante de la primera. Regina es la más tardía de todas y lo normal es que recomienden polinizarla con Kordia, que florece entre 7 y 10 días antes. Es decir, solo hay coincidencia en la primera flor. “Así es como hoy, en vez de diseñar un huerto con un 11% de polinizantes, los diseñamos con un porcentaje mayor”, precisa y dice que los otros polinizantes que se usan hoy son Skeena, Sylvia y Sunburst..

Los portainjertos que mejor funcionan son los Gisela y, por un tema de vigor, se partió con Gisela 6. “Como la tendencia es diseñar huertos más peatonales, últimamente también hemos puesto Gisela 5. Lo hicimos así para diluir las producciones, porque mientras más enanizante es un portainjerto, más temprano entra el árbol en producción”, explica.

OPCIONES PRODUCTIVAS EN LA COSTA Y LA CORDILLERA

Un aspecto que hace interesante la producción de cerezos en la provincia de Osorno es que los productores pueden escoger si producir en la costa o en la cordillera. Es decir, si un productor no quiere arriesgar mucho en el tema productivo, puede instalar su huerto en  la costa, donde hay menos riesgos de lluvias. Pero, si lo que se busca es una cosecha tardía, la opción es la cordillera, teniendo claro que deberá instalar un techo.

 

GTT Cerezas del Sur

Un total de catorce productores sureños, ubicados entre Máfil y Puerto Montt, formaron hace un año un GTT Cerezas del Sur, con el objetivo es compartir experiencias de un frutal que, poco a poco está ganando adeptos. Con un calendario que incluye 10 reuniones anuales, a ellas se han sumado asesores y fitopatólogos, quienes han dado luces sobre este cultivo. 

Ramiro Poblete es funcionario de Cooprinsem y responsable del GTT, remarca que el nivel de la inversión es alto en un cultivo como este y destaca que los retornos son más altos que los que se obtienen en la zona central, “con liquidaciones promedio entre US$8 y 9/kg”, grafica. Sin embargo, se ha dado el caso de productores que han obtenido retornos entre US$12 y 13/kg, gracias a la colocación de su fruta en mercados nicho.

El grupo que dirige Poblete es heterogéneo, uniendo a agricultores locales con otros de la zona central, algunos de ellos que están iniciándose en este rubro y otros que ya van por su cuarta cosecha.

“Hay varias opciones de clima en la misma zona. Incluso se está abriendo a otras, porque hay gente produciendo en Temuco y Valdivia; también en Futaleufú y Coyhaique”, cuenta el gerente de Vivero Rancagua. Ese primer proyecto que instaló en 1997 lo hizo a 18 km de la cordillera, una zona donde productores locales han ido replicando esa experiencia productiva. “Otros, tratando de disminuir el riesgo climático se han ido a la costa, como Río Bueno, donde la producción es más segura, pero no es más tardía”, explica Valdivia, quien asegura que la diferencia climática entre costa y montaña es relevante, lo que permite optar por cosechas más tardías en la cordillerana. Un aspecto que no debiesen descuidar son las lluvias y las temperaturas. “La floración parte el 15 de octubre y desde esa fecha debemos estar pendientes de las lluvias y de las temperaturas, ya que ni Regina ni Kordia son autofértiles. Somos dependientes de la polinización con abejas y, si estas no tienen el clima adecuado, no trabajan y la fruta no cuaja. Por eso también nos ayudamos con abejorros y compramos polen”, explica.

PRECIOS, EL DOBLE DE LO QUE SE PAGA EN LA ZONA CENTRAL

Esos son temas que deben tener en cuenta los productores para lograr una fruta de calidad, y que hoy se está pagando al doble del promedio nacional. “No hay problema en pensar en US$6/kg”, sostiene Valdivia. “La tendencia será nivelarnos al promedio de Chile cuando tengamos más producción. Hoy estamos en el momento adecuado invertir en el sur”, añade y sostiene que la viabilidad de un proyecto pasa por huertos de hasta 50 ha. “Si la superficie fuese mayor, se necesita un equipo potente para trabajar. Un huerto de 50 ha es una unidad manejable”, sugiere el gerente de Vivero Rancagua. Si la apuesta productiva pasa por la calidad y no la cantidad, el rendimiento promedio debiera estar entre las 10 y 12 t/ha. “Así nos aseguramos fruta de buen calibre y condición. Pedirle aquí ese rendimiento a una variedad como Regina es más riesgoso, sobre todo teniendo en cuenta que el diferencial de precio ante una caída de calibre es mucho”, continúa

 

Las tres claves, según Agricom, de producir cerezas en el sur

Puerto Lapi, a orillas del Río Bueno, fue el lugar escogido por Agricom para instalar 20 ha de cerezas en 2017. El huerto, está cubierto en un 90% con la variedad Regina (sobre Gisela 6) y el 10% restante con dos polinizantes, Skeena y Sylvia. “Fue una apuesta pensando en el mercado tardío, donde se pueden conseguir mejores precios”, sostiene Pedro Ossa, administrador general de los campos de Agricom en el sur de Chile. Pero no fue la única razón, ya que buscaron una zona que estuviese protegida de los vientos y heladas. “Antes de partir un proyecto de cerezos en la zona sur, hay que elegir el lugar con pinzas, sobre todo teniendo en cuenta el costo que involucra la inversión en un cultivo como este”, añade.

Para Ossa esta es una de las claves de producir cerezos en el sur. No es la única, ya que hay otras dos. Una de ellas son las coberturas. “Aquí se debe techar sí o sí”, afirma. Y las opciones de hacerlo son dos. Plantar ya con techo es una de ellas. “Hay productores que sí lo han hecho y el desarrollo vegetativo es extraordinario. Sin embargo, es una opción muy cara, que se debe evaluar detenidamente”, advierte. En el caso de Agricom, cuentan con la estructura ya montada y techarán unos meses antes de la primera cosecha, que será en enero de 2021. “Es bueno hacer la inversión de la estructura pre-plantación, para que esta se asiente en el suelo. Además, así no generamos tanta invasión en el huerto durante alguna de sus fases de crecimiento”, continúa.

La tercera clave es diseñar un huerto de alta densidad. En el caso de Agricom, la superficie está plantada con 1.667 plantas/ha. “Eso nos permite un ahorro, por ejemplo, en el techo y el riego, ya que estamos techando y regando una menor superficie. Por otro lado, con todos los problemas fitosanitarios que conlleva producir en una zona extrema, prefiero meterle más plantas al sistema y en caso de tener muerte de algunas nos afecte menos el potencial productivo del huerto”, dice.

La foto de la izquierda de octubre de 2018, fue tomada un mes después de la aplicación de Splendor más Giberelina. La foto de la derecha es del mismo huerto, en febrero de 2019.

Lo que sí está claro es que para lograr los rendimientos adecuados se necesita sí o sí una estructura que proteja la producción. “Techar el huerto es fundamental. De esa forma, se tiene la seguridad de que la producción no sufrirá las consecuencias, por ejemplo, de una lluvia”, remarca, diciendo que en dos décadas ha habido cambios importantes en el clima. “Esta temporada tuvimos 36ºC en plena cosecha, un ‘peak’ que no habíamos tenido”, cuenta.

Lluvias en verano las hay, en plena cosecha. Enero es el mes más lluvioso, pero en febrero no.. En primavera, había años que llovía hasta noviembre y diciembre, en cambio hoy solo son eventos puntuales, que complican, pero a un menor nivel que antes. Asimismo, llegar hoy a los grados Brix adecuados (entre 18 y 20) es más fácil que antes, porque hay más días con sol. En Chile Chico es más fácil porque no hay lluvias, hay temperatura adecuada y sol, aunque el viento es un factor que sí juega en contra.

MANEJOS MÁS ‘SIMPLES’

Tras esa primera fase de aprendizaje, Valdivia instaló un huerto en Rahue, en un campo que colinda con el río del mismo nombre. Se trata de una superficie de 84 ha, de las cuales hay 35 ha plantadas, en un 80% con Regina. “Nada más recibir la planta, nuestra estrategia pasa por rebajarla a 80 cm y estimulamos un piso productivo para la próxima temporada. Estimulamos el desarrollo vegetativo con los nuevos laterales, dejando cinco ramas basales productivas, otras cinco o seis en el segundo piso y un par de ramas arriba. Con eso logramos una cantidad de kilos por árbol que nos permite tener un huerto productivo. Nuestra idea es que dentro del mismo árbol podamos tener las tres edades”, explica Andrés Valdivia.

Para 2020 espera una primera cosecha de 5, 5 t/ha, que debiera pasar entre 8 y 10 t/ha en 2021, dependiendo de la cantidad de ramas y que, a partir del quinto año, la producción se debiese estabilizar en 12 t/ha.

Foto 3. El cultivo de cerezos en el sur está asociado inevitablemente a la instalación de un techo protector.

Solo una parte del campo está techado. “Si tuviera el dinero, no dudaría en poner techo desde la plantación”, dice, comprobando el comportamiento de los árboles que, bajo techo están todos homogéneos, verdes y grandes. “Eso es solo por efecto que no están bajo techo”, confirma.

Los manejos son diferentes a los que se realizan en la zona central. “Casi no tenemos plagas. Estas y los trips aparecen después de la cosecha”, grafica Valdivia. El único insecto que los complica es la tijereta y el control de hongos se realiza con un programa muy básico de fungicidas. “Si bien tenemos el factor lluvia, con aplicaciones de control, podemos trabajar tranquilos”, afirma, al tiempo que subraya que el gran problema es el cáncer bacterial. “Cuando empezamos a probar todas las variedades, se nos morían los árboles. Tras una serie de ensayos logramos afinar un manejo que, si bien no hemos podido eliminar el cáncer, podemos convivir con él, manteniendo un huerto sano, con muy poca mortandad de plantas”, explica.

Para su control, en un primer momento realizaban aplicaciones de cobre cada quince días, pero se encontraron que las concentraciones de cobre en el suelo eran mayores. Hoy el manejo se ha simplificado, realizando aplicaciones de bacterias. “Si estamos atentos a que el árbol no sufra ningún estrés, tenemos la tranquilidad de que el árbol llegará bien y se defenderá solo”, precisa.

RIESGOS DE PRODUCIR SUR

Para no quedar fuera de este ‘boom’ cerecero en el sur, hay productores que están optando a instalar plantas de ocho meses, en vez de plantas de dos años. “Esa es una planta muy delicada, ya que no tiene madera. De partida, el control cultural es mucho más complejo y las aplicaciones son más complejas e incluso las liebres pueden morderlas o pisarlas. En cambio, una planta de dos años es una planta terminada que pueden empezar a formarla. Entonces, Por tratar de adelantarse uno o dos años, quizás está arrasando su entrada de producción uno o dos años”, explica el gerente de Vivero Rancagua.

 

Una real alternativa para productores locales

Catorce productores ligados al área Industrial, Produccion de leche, cereales y otros crearon hace un año Cerezos Prosecor, con el objetivo de diversificar sus actividades productivas. El proyecto original está diseñado para la instalación de 100 ha de cerezos en la comuna de Purranque.

La plantación de las primeras 30 ha se inició en julio, y la variedad escogida es Regina en un 80% y un 20% de polinizantes: Kordia, Skeena Silvia y Sunburst. “Nos decidimos por Regina, sobre Gisela 6, que es lo que ha funcionado en la zona. El huerto está diseñado con 1.400 plantas/ha”, explica Cristian Hernández, gerente de Cerezos Prosecor.

Si bien, la idea preliminar era plantar año a año una determinada superficie, “hemos decidido evaluar cómo anda esta primera superficie, para continuar con la instalación”, confirma e indica que la elección de Purranque no fue al azar. “Suelo y clima son óptimos. Además, en verano llueve menos que en otras zonas y tenemos mejores condiciones en cuanto a horas frío y grados día”, añade.  La zona donde está ubicado el campo les permitiría cosechar entre el 10 de enero y la quincena de febrero. Si bien hoy están concentrados en sacar adelante este proyecto, están abiertos a probar con otros frutales mecanizados.

Otro riesgo es cómo se deberá afrontar la cosecha, cuando haya una mayor superficie productiva. “En Chile Chile, desde hace dos años llevamos a cosecheros desde Rancagua”, cuenta. Ello, porque un cosechero de la zona central recoge entre 200 y 250 kilos diarios, mientras que uno de aquí cosecha entre 50 y 60 kilos diarios”, precisa. Pero, ¿qué ocurrirá cuando el día de mañana se necesite cosechar un volumen importante de fruta? “Estarán disponibles todos los cosecheros de la zona central para venirse aquí”, responde Valdivia. Solo se deberá acomodar dónde recibirlos y cómo moverlos. “De eso se encargarán los contratistas y, si les digo que necesito cien personas, las tendré”, finaliza.

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