Los desafíos técnicos para mantener y mejorar la sólida posición de Chile en la producción cereza
En un contexto mundial donde la demanda crece tanto como la oferta y prácticamente sin competidores amenazantes, Chile puede mantener su posición de privilegio. Pero nadie puede garantizar la eterna continuidad de los buenos precios y el tema de la mano de obra será cada vez más acuciante. Existen propuestas técnicas para modernizar los huertos y dar respuesta a ambos desafíos. Quedarse en la seguridad de lo que siempre dio resultado puede en realidad terminar siendo muy inseguro.
El especialista en producción de cerezas Carlos Tapia, ingeniero agrónomo M.Sc. director técnico de Avium SpA., postula que para orientar adecuadamente los desafíos técnicos del cerezo es necesario primero tener claridad sobre la posición que ocupamos en los mercados. Nuestro país representa alrededor de un 5% de los volúmenes totales de cereza en el planeta, ubicándose normalmente entre el 8º y el 10º lugar en un ranking liderado por Estados Unidos y Turquía. Sin embargo, participamos con el 25% de las exportaciones mundiales, y nuestras cerezas han constituido del 86 al 90% de los envíos en “contraestación” del hemisferio sur hacia el lejano oriente durante los últimos tres años. Muy de lejos nos siguen Sudáfrica, Argentina, Australia y Nueva Zelanda. Las cifras son decidoras, pero ¿qué tan segura es esta posición?
–Tenemos competidores bastante entre comillas –sostiene el especialista–. Es muy difícil que Argentina, con sobre de 3.000 hectáreas (ha), aumente sostenidamente su superficie, principalmente por la escasa disponibilidad de mano de obra, más que por razones climáticas o de suelo. Por otra parte, la imposibilidad de ir a China es una traba comercial importante pero en el corto/mediano plazo debiera cambiar. Eso, sumado a la casi nula posibilidad de optar a un traslado marítimo si no es por Chile, hace que su panorama sea muy diferente al nuestro. Sudáfrica no cuenta con los requerimientos de frío suficientes para el cultivo, por lo tanto sus potenciales productivos son bajos, aunque su clima cálido le permite salir un poco antes que nosotros. Australia y Nueva Zelanda, además de su costo para hacer fruticultura, enfrentan una baja disponibilidad de mano de obra, sobre todo en su área cerecera. De Perú se habla mucho, pero su estrategia debe ser producir fruta muy temprana (octubre) en zonas cálidas donde tienen una baja acumulación del frío invernal que la especie necesita para su desarrollo fenológico. Podría haber zonas con mayor acumulacion de frío, pero desconozco si cumplen con el mínimo requerimiento para optar a este negocio. Creo que algún día van a producir cereza en octubre, probablemente con un potencial más bajo que el nuestro. Por último, queda un espacio que nadie ocupa en marzo-abril (figura 1); si algún día se logra cubrir con cereza los 365 días del año, será en proporciones muy pequeñas en los periodos de transicion entre la producción de ambos hemisferios.
Por lo tanto, concluye de este análisis, Chile va a sostener su participación sobre el 80% de las exportaciones del hemisferio sur.
LA DEMANDA MUNDIAL CRECE TANTO COMO LA OFERTA
Con todo, señala, las plantaciones nacionales crecen a tasas del 10 al 12% anual. Tapia recuerda el 2007 como “el año en que la columna ‘regulación de carga’ apareció en todos los presupuestos de las agrícolas”. Hasta ese momento “se embalaba calibres M, L, XL y Jumbo ojalá”. Pero la gran producción para la superficie de la época provocó una insuficiencia de las instalaciones de procesamiento y “quedó muchísima fruta colgada en el huerto”. En los últimos 4 años se han plantado sobre 2.500 hectáreas en promedio, estima, y en 2017 se debería pasar de las 3.500 ha adicionales. Según sus cálculos, en 2017 vamos a llegar a las 37 o 38 mil ha plantadas. Se habla de 40 millones de cajas cuando el total de superficie existente se encuentre en plena producción. Cabe preguntarse si las instalaciones darán abasto para embalar y despachar esa cantidad y, como prácticamente todo se exporta, si los mercados serán capaces de absorber la oferta, en especial en las ocasiones en que el clima nos permita expresar todo el potencial productivo.
Afortunadamente, constata el asesor, la demanda mundial crece tanto como la oferta. En junio asistió al 8° Simposio Internacional de Cerezo en Yamagata, Japón, donde el Dr. Kaichun Zhang de la Academia de Ciencias Agrícolas y Forestales de Pekín, se refirió al crecimiento del cerezo en China. Las plantaciones en el gigante asiático alcanzaron las 180.000 ha, con 10.000 de ellas bajo algun tipo de cobertura plástica o invernaderos.
–¿Qué quiere decir eso? El país que se come el 90% de nuestras exportaciones aumenta su producción y calidad de su fruta; un favor para nosotros, que atendemos la demanda generada en contraestación. Según la presentación, el potencial de consumo chino ahora alcanza los 300 millones de kilos en su estación, con la posibilidad de duplicarse en 10 años. Nosotros, cuando mucho, les estamos enviando 85 millones de kilos.
Para Carlos Tapia, por lo tanto, el tema de la demanda no es uno que deba preocupar demasiado. Tampoco la capacidad de procesamiento para adaptarse a los volúmenes crecientes, lo cual estima rápidamente abordable por las exportadoras.
LOS PRODUCTORES Y TÉCNICOS TENEMOS QUE PENSAR COMO COSECHEROS
¿Cuáles son, entonces, nuestros principales desafíos?
–El aumento de la oferta a lo mejor va a bajar el precio, frente a lo cual la estrategia es ofrecer fruta de alta calidad y así mantener el producto P x Q: apuntar a calibre sobre 28 mm, sobre súper jumbo, buen contenido de azúcar, firmeza. Luego, producir fruta viajera. Nos reconocen por generar la mejor cereza del mundo, capaz de viajar más de 40 días a sus mercados de destino. A continuación, maximizar el potencial productivo, apostando sobre los 10.000 kg/ha. Estos factores te ayudan al otro desafío: ser atractivos para la mano de obra en cosecha. No quiero decir que implique necesariamente alta densidad de plantación y sistemas peatonales, pero sí huertos con gran cantidad de fruta de buena calidad y “amables” con los recolectores.
El especialista analiza que con 37.000 ha y una producción promedio de 6.500 kg por hectárea, el potencial de cosecha es de 240 millones de kilos. “Querámoslo o no, un 70% de ese potencial se va a cosechar en diciembre, incluso con las nuevas plantaciones en el sur o en el norte”. Si los cosecheros sacan en promedio 120 kilos/día, se necesitan de 55 a 60 mil personas en el último mes del año.
–Los productores y técnicos tenemos que pensar como cosecheros: ¿dónde voy a ir: a un huerto de 3,5 metros, con escalera, o a uno de 2,8 m, donde basta con un piso? En el primero voy a sacar 150 kg/día y en el otro 250. Voy a ir adonde tenga que hacer menos esfuerzo para ganar más dinero.
Los huertos altos ya no se encuentran en naciones como España, Italia, Alemania, Australia, entre otros, y solo subsisten en EE.UU. porque las normas les permiten “importar” mano de obra temporal.
Los sistemas modernos, fáciles, al menos semipedestres, competirán con ventaja para maximizar la productividad de los trabajadores. Sin embargo, el ingeniero agrónomo, M.Sc., ha detectado que se cometen muchos errores técnicos al optar por estos sistemas, en especial relacionados con la elección de la combinación de la variedad-portainjerto, y con los procedimientos en la etapa de formación.
PASOS A SEGUIR PARA DETERMINAR EL MODELO DEL HUERTO
En todo caso, antes de definir el sistema de conducción hay que determinar la mejor variedad de acuerdo al clima. Será de menor requerimiento de frío en sectores más cálidos y de cosecha temprana (ojalá antes del 25 de noviembre), para aprovechar comercialmente esa condición. En un área fría, en cambio, convendrá enfocarse a variedades que posibiliten cosechar después del 5-10 de diciembre. En zonas intermedias habrá que buscar un balance con gran volumen de fruta.
Luego, habrá que determinar el portainjerto adecuado al tipo de suelo, liviano, franco o pesado. Y después considerar la combinación patrón-variedad. En general se debe evitar utilizar una variedad de baja cuaja (o fertilidad) sobre pie vigoroso; y para variedades más cuajadoras, utilizar portainjertos de menor vigor, considerando además que el portainjerto cuando tiene menos vigor entrega un potencial de calibre más reducido (figura 2).
Resuelto lo anterior, se decide el sistema de conducción. Cuanto más débil sea la combinación, mayor enfoque hacia eje central, considerando no abusar de diluir un vigor predeterminado según las características propias del sitio a plantar. Cuanto más vigorosa, mayor tendencia a sistemas de dilución de vigor, como Y-trellis o KGB, entre otros.
Sin ser excluyente, Carlos Tapia aprecia que los sistemas de conducción se han ido decantando principalmente hacia las tres opciones mencionadas: eje moderno, Y-trellis y KGB.
EJE CENTRAL MODERNO: LAS VENTAJAS DE TENER MÁS PLANTAS/HA
Un factor determinante al momento de elegir un sistema de conducción tiene que ver con las características de cada productor, postula el experto:
–Si ha tenido eje toda su vida y se siente cómodo y seguro con este, que siga haciéndolo lo mejor posible, de la manera más eficiente y ojalá lo más bajo que se pueda en la medida que tenga los kilos, la calidad y la condición. Hay que adaptarse a la expertise de cada productor.
El asesor prefiere no referirse a la especificidad de modelos como el super slender axe (SSA) o el tall spindle axe (TSA), sino a un eje modernizado en un sistema de alta densidad.
–¿Cuáles son las características de un eje moderno?
–Es un sistema con ramas más simples, fructificando con dardos jóvenes, de 2 a 4 años, con una renovación permanente de ramas a través de la eliminación de un porcentaje de ellas todos los años para mantener siempre la buena condición y estructura. Eso es más fácil cuando tenemos muchas plantas/ha, con patrones menos vigorosos.
Carlos Tapia razona que para un proyecto que aspira a 12-13 toneladas (t)/ha y a un peso de la fruta no menor de 10 gramos, con una fertilidad de entre 3 y 3,5 frutos por dardo, se necesita del orden de 400.000 centros frutales/ha. Y compara lo que eso significa para distintas densidades de plantación cuando se tiene la posibilidad de utilizar patrones de menor vigor con variedades más cuajadoras:
En un huerto plantado a 2,5 x 4,5 metros, con 890 plantas/ha, cada planta debería tener 450 dardos para llegar a esos 400.000 centros frutales. Si hay 15 centros frutales por metro de madera, se necesitan 30 metros de madera frutal en cada planta, lo que equivale a 37 ramas de 80 cm por árbol e implica disponer de alturas de 3,2 o 3,3 m a fin de contar con ejes suficientes para esa cantidad. Si la plantación está hecha a 4 x 2 m, con 1.250 plantas/ha, ya no se necesitan 450 dardos por planta, sino 320, lo que baja la necesidad de madera de 30 a 21 m/planta y la de ramas desde 37 a 26/planta, para lo cual una altura de árbol menor de tres metros será suficiente (cuadro 1).
¿Y por qué no ir a 4 x 1,5, por ejemplo? se pregunta el experto.
–Tendría que incorporar algo más de 400 plantas/ha, las cuales a un costo de US$7/planta dan US$2.800 adicionales/ha. ¿Cuántos kg de fruta son 2.800 dólares? A un retorno de US$2,8/kg serían mil kg, algo muy marginal. Mediante este cálculo uno se da cuenta de la facilidad de pasar de 1.250 a 1.667 plantas/ha, teniendo un huerto menos exigido, más seguro, con más centros frutales disponibles por hectárea. Con ello le pido menos a cada planta, que cumple más fácilmente los objetivos de potencial productivo en términos de calidad y condición de la fruta. También probablemente quedaré mejor parado en caso de problemas climáticos. ¿Y podría aumentar mi potencial? Sí, con un buen manejo, aun no siendo el principal objetivo de esta estrategia.
–Tener mayor cantidad de plantas/ha –continúa– es hoy una muy buena inversión. Y yo prefiero producir con 1.700 plantas/ha en 5 ha que producir con 1.250 plantas/ha en 7 ha.
Con portainjertos de Maxma 14 hacia abajo, como Gisela 12 o Gisela 6, hasta Gisela 5 para el sur de Chile, en las condiciones adecuadas se llega a densidades de 2.000 a 2.200 plantas/ha con muy buenos resultados, testimonia Tapia. Pero cuando se utilizan portainjertos de mayor vigor, como Maxma 60 e incluso Maxma 14 en suelos “más potentes”, pasar de 1.500 plantas/ha no se justificación, afirma.
–Si me voy al extremo, un Colt muchas veces queda un tanto incómodo a 4 x 2 m. Conviene irse a unos 4,2 o 4,25 x 2 m, entre 1.100 y 1.200 plantas/ha.
Para las combinaciones de mayor vigor, se requiere diluirlo en favor de la fructificación, para lo cual los sistemas Y-trellis y KGB resultan muy atractivos.
Y-TRELLIS: INVERSIÓN PARA HACER UN HUERTO MUY AMIGABLE
El Y-trellis es una muy buena transición a huertos más bajos, opina Tapia, para quienes están habituados a la estructura en un eje y al uso de portainjertos vigorosos, porque es como manejar un eje central dividido en dos.
Sin embargo, no se trata de un doble eje, aclara. Se distingue de este por su ángulo preciso y por su objetivo de disminuir la altura de los árboles. La planta terminada se rebaja a 50-60 cm, desde donde se forma una verdadera i griega. Como se indicó, se trata de una alternativa para diluir vigor. Cuando se usa un portainjerto menos vigoroso, como un Maxma 14, el ángulo de la inserción se aproxima a los 40°; con un Maxma 60 o un Cab 6P el ángulo aumenta y todavía más con un Colt, pero sin superar los 60°. Un ángulo mayor comienza a generar un desbalance de ramas muy vigorosas abajo y débiles hacia arriba.
–Hablamos de calles del orden de 4 m y 2 a 2,5 m sobre la hilera, 1.000 a 1.200 plantas/ha. El volumen de copa no es muy grande, en cierta medida es un sistema en dos paredes, que se adapta a la mayoría de las variedades. Se necesita promover la ramificación, para lo cual yo prefiero el método de incisiones para adicionar Promalina®. Se requiere asimismo ortopedia y amarra de todas las ramas, en estructuras con 2 tutores de coligüe (1 por cada eje), cabezales y centrales de madera impregnada (a distancias de 20 a 22 m) y al menos tres alambres por lado para los brazos de la Y.
No es tan simple de armar, agrega Tapia, formar el huerto exige al menos unas 150 jornadas/ha, contra alrededor de 70 jornadas en un eje o 12 en un KGB. La estructura cuesta en torno a los US$2.500/ha. Por otra parte, demora un año más que el eje tradicional en entrar en producción. Sumando todos los factores, la mayor inversión comparada con un eje central podría llegar a unos US$5 a 7 mil extra/ha. Otro inconveniente (menor) es que no permite cruzar de una hilera a la otra, obliga a devolverse o avanzar hasta el final para pasar a la calle siguiente.
No obstante, “cuando el sistema está terminado resulta uno de los más amigables”: permite trabajar en un plano, con la fruta a la vista, “te va a ahorrar jornadas de poda, aplicación, regulación de carga y vas a utilizar menos gente en la cosecha”.
KGB, SOLUCIÓN SEMIPEATONAL DE BAJO COSTO
El sistema KGB, creado por Kym Green, corresponde a un sistema muy exitoso en Chile entre quienes han logrado mantener la disciplina que requiere su formación, a juicio del entrevistado. “No es para todas las variedades, ni para todos los portainjertos, ni para todos los productores. Se ha hablado mal de él porque se ha hecho mal”, lamenta.
–Yo he sido un defensor de este sistema, basado en una idea muy simple aunque no sea fácil de armar. Necesita instrucciones súper claras ejecutadas en plazos determinados. Juega a favor que se necesita poca gente para ejecutarlas, con lo cual disminuye el riesgo de error existente cuando actúan muchas personas distintas.
El KGB apunta a formar ramas equilibradas en un número con el cual la planta se sienta cómoda, cantidad que varía de acuerdo al portainjerto y condiciones del huerto, pero difícilmente van a ser menos de 15 o más de 25 una vez terminado. “Yo creo en los KGB de vigor medio a alto, capaces de soportar la fruta en estado de plena producción”.
Se puede usar con variedades dardíferas como Lapins, Sweetheart, Bing, Stella, Skeena, Royal Dawn y Santina, combinándolas con patrones de vigor medio a alto como Colt o Maxma 60. También admite en ciertos casos portainjertos menos vigorosos, como Maxma 14, e incluso Gisela 12. La distancia de plantación más común en Chile es de 4 x 2 m (1.250 árboles/ha), aunque se podría llegar a un marco de 4,0 x 1,5 m (1.667 árboles/ha), dependiendo del portainjerto y condiciones de suelo.
Al igual que el Y-trellis, necesita un rebaje inicial y tarda un año más que el eje en entrar en producción. En las podas, son factores claves el momento de hacerla, el vigor de las ramas y la longitud a la cual se dejarán. Los errores en KGB “se pagan caro”.
A la facilidad de operación como huerto peatonal, el KGB suma su menor costo de formación.
JOSÉ MIGUEL VALDIVIESO, DE AGRÍCOLA LOS ENCINOS: OPTÓ POR EL EJE
José Valdivieso, en Agrícola Los Encinos, Chimbarongo, tiene cerezos en eje, KGB y en Y-trellis, pero en sus últimas plantaciones está optando por el primero de los tres, y explica sus razones:
–El eje es más seguro. El tatura produce más, pero se demora un año extra en entrar en producción, y es más caro. Pasamos de 20 hectáreas a 50 y el próximo año llegaremos a 65, así es que nos vamos a lo sencillo y probado.
–¿Usarán el eje tradicional o apuntarán a mayor densidad?
–Yo soy de la política de plantar lo más densamente posible. Tú miras en Europa, están en otras densidades, en manzano, en esta especie y en todos los frutales. Prevés que el día de mañana se caiga o se muera una planta y no te das ni cuenta. Es un problema de cantidad de kilos por hectárea, básicamente.
–¿Y el KGB?
–Hicimos una prueba, es muy económico hacerlo, pero al igual que el tatura se demora en entrar en producción. El KGB requiere menos inversión: no tienes que ponerle tutor, no bajas las ramas; podas y chao. Le veo buenas posibilidades en sectores especiales, como lomas de cerro. Pero aquí se va ir todo a eje, que es el sistema más tradicional y funciona.
LOS TRES SISTEMAS PUESTOS EN LA BALANZA
–¿Cuándo recomendarías un eje moderno, versus un Y-trellis, versus un KGB?
–Dejando de lado las condicionantes clima y suelo para la combinación patrón-variedad, si esta es de vigor medio a alto, optaría por un sistema que lo diluya, Y-trellis o KGB. Si el vigor es medio hacia abajo, iría a un sistema de eje a mayor densidad. Esto no quiere decir que niegue que los ejes tradicionales sean un buen camino para producir cereza. Pero creo que hay que darles un toque de modernidad: mayor densidad de plantas, con estructuras más simples, tratando de inducir el endarde rápidamente, usando poca intervención una vez que se formen: poda en función de cambiar ramas de manera permanente. Y lo otro es “leer” al productor, su expertise, sus ganas y cuan conservador o innovador puede ser. No se trata de imponer el sistema de conducción que le guste al asesor. Uno debe dar alternativas y elegir en conjunto lo mejor para el nuevo proyecto pensando en al menos los próximos 20 años.
El entrevistado advierte que los sistemas con árboles más bajos son más sensibles a heladas. Sin embargo no considera que sea un factor como para no optar por ellos, ya que “en una zona con riesgo de heladas la medida básica es considerar su control efectivo”.
Respecto de la idea de que la calidad de la fruta en madera vertical resulta mejor que en madera horizontal, de acuerdo a Carlos Tapia en la práctica en Chile no se ha observado de manera concluyente. Tal vez, añade, se podría plantear una mayor fertilidad de los dardos en la fructificación horizontal, pero habría que probarlo.
RODRIGO ORPIS, AGRÍCOLA EL MAITÉN: OPTÓ POR EL KGB
Rodrigo Orpis en su campo de Agrícola El Maitén, en San Fernando, se decidió por KGB:
–Es bastante más simple que los tradicionales en eje, bastante más barato, y, lo principal para el futuro en el tema de la cosecha, permite hacerla en forma peatonal, sin uso de escalera. Eso te da más velocidad en el trabajo y disminuye los costos.
–Pero tarda más en entrar en producción.
–El atraso es su desventaja.
–Y a muchos les cuesta llevarlo bien.
–Mira, yo tengo otra parcela en eje. Los mismos operarios una vez que se acostumbran lo manejan fácilmente. Los tres primeros años tienes que meterle mucha mano de obra en ortopedia de ramas para formar el árbol. Ya una vez que vas tomando la mano al KGB, te das cuenta de que es mucho más simple en cuanto a la formación y en cuanto a los manejos posteriores de poda. Y lo que te explicaba, esta formación da esa facilidad de encontrar gente para las cosechas. Si miras en forma cortoplacista, a lo mejor vas a entrar antes en producción en un sistema tradicional, pero mirando a 20 años yo creo que es un beneficio el KGB.
UNAS PALABRAS SOBRE LA INVERSIÓN INICIAL Y LA PRODUCTIVIDAD EN CHILE
Pasando a otro tema, al momento de evaluar los costos, advierte Tapia, es un error ver solamente la inversión inicial en el sistema que se ocupará. Aconseja considerar que al menos un 50% de los costos de la temporada están relacionados con la cosecha, de manera que una inversión inicial más alta e incluso un incremento del valor total del proyecto puede traducirse en un menor costo/kg vía productividad del huerto y de los trabajadores, o un mayor retorno por los porcentajes de fruta de mejor precio. Naturalmente sí es un factor la disponibilidad de ese capital al inicio.
Por último, el ingeniero agrónomo, M.Sc., plantea que “en Chile no se arrancan huertos de cerezo”, sino que se mantienen huertos antiguos, mal trabajados o que enfrentan adversidades climáticas y que tienen producciones entre 4 y 5 mil kg/ha. Con todo, sus números resultan azules, porque si embalan 4 t a US$4 o 5/kg el retorno se sitúa entre US$16.000 y 20.000. Extremando los costos de ese tipo de huertos, la cifra podría llegar a US$8.000/ha, lo que daría una utilidad de US$8 a 12 mil dólares/ha. Hoy, casi ninguna especie frutal puede ofrecer dicho margen.
Además, quizá un 30% de las plantaciones de cerezo todavía está en formación.
–Eso no ayuda al promedio de rendimiento –constata el especialista–. Y no sé si va a ir cambiando tan velozmente, incluso con el incremento de las nuevas variedades más productivas, principalmente Lapins, Santina, Sweet Heart y Regina.
Con los precios obtenidos hasta ahora, es probable que la situación de productividad continúe. ¿Será cuestión de esperar un crisis que algunos temen y nadie desea?