Uva de mesa: investigan las claves de la detención del crecimiento de brotes en Chile
Se ha transformado en un dolor de cabeza principalmente para productores de la Región Metropolitana y partes bajas del valle del Aconcagua. El problema de la detención del crecimiento de los brotes y falta de vigor generalizada ha significado mermas productivas y hasta arranques de huertos. Fallas en la injertación, complicaciones por la salinidad o la extendida sequía que afecta a la zona central podrían estar entre los principales responsables.
Por Francisco Fabres y Miguel Patiño
El lento tránsito de los barcos transportando la fruta por los congestionados puertos o las demoras en la provisión de fertilizantes no son los únicos retrasos que están afectando a los productores de vides en Chile. Hay uno que se está produciendo en la misma planta y que viene generando grandes problemas en la producción. Se trata del fenómeno de detención del crecimiento de brotes o también conocido como crecimiento retardado, el cual ha significado un fuerte impacto en el vigor de las plantas, un lento crecimiento de brotes, desarrollo de escasa masa foliar en floración y recuperación de crecimiento tardío a inicios de verano. Una situación que ha afectado directamente la productividad y calidad de la fruta y ha generado un serio dolor de cabeza para los agricultores.
La brotación detenida ha ocurrido de forma transversal con la mayoría de las variedades injertadas, pero varía dependiendo de la zona y el clima. En Copiapó el problema se presenta en la zona más cercana al río Copiapó, mientras que en el caso de Aconcagua y la Región Metropolitana hay campos afectados en la parte alta de los valles, aunque tiende a ser más crítico en las partes bajas de los valles. En la Región de O’Higgins el problema es mucho menos frecuente.
Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta y socio de vivero Nueva Vid.
La situación descrita ha llevado a la empresa AIN Consultores, dirigida por el asesor Rodrigo Sapiain, a impulsar un proyecto de investigación que permita identificar los factores que inciden en la ocurrencia del problema y los manejos que permitan minimizarlo.
Esta iniciativa, en primera instancia cuenta con Univiveros, vivero El Tambo y vivero Nueva Vid como sus patrocinadores y promotores y asimismo participan productores, exportadoras y programas genéticos, como SNFL y Grapa.
Según Jorge Valenzuela, presidente de Fedefruta y socio de vivero Nueva Vid, este problema se viene observando en los últimos cinco a siete años. Se ha visto que “empiezan repentinamente a secarse las plantas, básicamente vides injertadas que no tienen problemas sanitarios”. “Razones pueden haber muchas –agrega–, yo particularmente creo que la sequía nos ha llevado a un proceso de salinización de los suelos y eso afecta el potencial de la planta de absorber agua. El problema ha venido creciendo y hay que revisar las razones”.
Sebastián Díaz, gerente técnico para Latinoamérica de SNFL
Para Sebastián Díaz, gerente técnico para Latinoamérica de SNFL, hay varias aristas que se deben estudiar:
“Uno busca líneas para poder tratar de resolver el problema o buscarle una explicación. El punto es que ninguno de nosotros en la industria ha definido cuál es el problema real. Esto se asocia, por lo que hemos visto, a bajas temperaturas otoñales o bajas temperaturas en inicio de brotación, que se ha visto no solamente en Chile, sino en otros países con inviernos fríos. como México o Estados Unidos”, comenta. “El fenómeno es más notorio en lugares donde no se puede regar en invierno por falta de precipitaciones”, agrega, y es ahí “donde sobre todo los portainjertos americanos sufren más, siendo Harmony el más complicado”, detalla.
MUCHAS HIPÓTESIS QUE DEBEN SER PROBADAS
Rodrigo Sapiain puntualiza que “Chile por mucho tiempo produjo uva de mesa en plantas francas, cuando se extendió el uso de portainjertos, empujado por el recambio varietal, este problema pasó a ser mucho más frecuente”.
El asesor de uva de mesa para Chile y Perú señaló a Redagrícola que, en las zonas afectadas, “más que brotación retardada, la brotación se detiene”. El inicio de la brotación muchas veces se ve normal, comentan los expertos, pero cuando el brote alcanza 10 a 20 cm, la tasa de crecimiento cae, en algunos casos deteniéndose completamente. El problema es que el racimo sigue su desarrollo, lo que determina que se llega a flor con un brote con escaso desarrollo, en algunos casos de no más de 40 a 50 cm. Luego de esto, hay huertos que “despiertan” y el brote retoma el crecimiento, pero ya es muy tarde, por lo que el brote crece en periodo de maduración de fruta, resultando en vides de mala calidad.
Rodrigo Sapiain, director y fundador de AIN Consultores
Esta detención en el crecimiento limita la capacidad fotosintética de la planta, lo que produce un desequilibrio, y en muchos casos se ha reportado alzas en los niveles de amonio, afectando brotes y racimos. Esto tiene efectos en la cuaja de la fruta, donde es común encontrar intoxicaciones por amonio, sobre raleo y pérdida de racimos. Además, es más frecuente observar desuniformidad de bayas y menos potencial de calibre. Otro desorden que se hace más recurrente es el palo negro.
Al momento de la cosecha, es posible además encontrar desuniformidad en la maduración, más desgrane, pardeamientos, entre otros. “El problema limita la cantidad, pero también la calidad de la fruta, es por esto que es uno de los problemas mayores que enfrentan los productores”, comenta Sapiain.
Se ha planteado una diversidad de razones para explicar el fenómeno, sin embargo, ninguna de ellas ha podido ser confirmada. Una de esas posibilidades se relaciona con los portainjertos, “que pueden tener hábitos distintos a los requerimientos de las zonas, o cuya entrada en receso difiere de la variedad”, señala Sapiain. No obstante, hay realidades que rompen un poco la regla, porque el problema no se da en formas pareja en los huertos con un mismo patrón e injerto. En ese sentido, el experto señala “que diferencias de suelo en un mismo predio, sectores más arenosos o pedregosos o arcillosos, hacen pensar que las variaciones tendrían que ver con el drenaje, la fertilidad o la física del suelo, siendo el problema más frecuente en suelos pesados”
Otra posibilidad: En general, las partes altas de los campos presentan menos problemas que en las partes bajas. Por lo tanto, mucha gente sostiene que el origen del problema son las heladas, pero los datos no son concluyentes. “Hay zonas igual de frías que no presentan el problema”, explica Sapiain. Por ejemplo, hay áreas de la Región de O’Higgins, con las mismas variedades injertadas que en la zona central, donde el desorden fisiológico simplemente no ha aparecido.
Brote con detención de crecimiento en periodo de cuaja, durante el mes de diciembre.
Un planteamiento alternativo tiene que ver con el cambio climático o, más específicamente, con la sequía que afecta al país. “Entre las ideas comunes de quienes trabajamos en agricultura está la de que los inviernos lluviosos son años con brotaciones buenas. Y la verdad es que en los últimos diez años no llovió nada, salvo en algunas buenas zonas productivas de la VI Región que coincidentemente son las zonas con menos problemas” comenta el director de AIN Consultores.
“Las muchas hipótesis sobre las causas del problema, han significado también la propuesta de herramientas o manejos para enfrentarlo. Hasta el momento -afirma Sapiain- sin éxito”. Una de las prácticas más comunes es no regar las plantas en otoño para “forzar” la senescencia. Esta práctica común, que algunos agricultores repiten año a año, no ha sido una solución efectiva y, por el contrario, se ha visto y evaluado que si esta falta de riego determina un alto estrés hídrico, puede aumentar el problema más que disminuirlo.
Los expertos señalan además que la etapa de poscosecha es clave para “cargar las baterías” y acumular almidón para asegurar una mejor brotación en el siguiente ciclo de crecimiento. En este periodo el estrés limita la fotosíntesis y, por lo tanto, la acumulación de reservas. Lo mismo pasa con las prácticas que buscan defoliar las plantas de manera prematura.
Y de ahí surge otra clave posible: “dentro de las hipótesis se señala que el problema está asociado a reservas de almidón en cargadores, según esto debemos determinar qué factores son los que afectan su acumulación, ahí los portainjertos y el manejo agrícola puede ser determinante”, cierra Sapiain.
LAS EVALUACIONES SE HARÁN EN LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS DE LOS PARTICIPANTES
¿Cómo enfrentar una disparidad tan amplia de potenciales explicaciones? La propuesta de trabajo de AIN Consultores se basa en levantar información y tener datos que permitan entender la problemática.
“La idea en esta primera etapa es hacer un levantamiento, caracterizar y comparar los sectores con problemas respecto a los sin problemas. Nuestro objetivo no es validar alguna hipótesis en particular, no vamos a concluir nada hasta tener datos confiables, por eso el plan es hacer un seguimiento de la planta y su comportamiento en relación con el clima, suelo y manejo”, señala Sapiain.
Para eso han definido una batería de análisis asociados al monitoreo del desarrollo de la planta en distintas etapas fenológicas, en distintas combinaciones de patrón-variedad. “Vamos a estudiar de manera comparativa los sectores que tienen el problema con los que no”, detalla Sapiain. Se medirán variables como el porcentaje de senescencia de hojas; crecimiento vegetativo, del fruto y de raíces (rizotrón); análisis de reservas; de suelo; de agua; humedad del suelo; conductividad eléctrica; porcentaje de brotación; área foliar; estado hídrico de la planta; grado de lignificación; presencia de defectos; incidencia de manchas y Palo Negro, todo asociado a temperaturas.
Gonzalo Tocornal, ingeniero agrónomo y propietario de Agrícola San José, vinculado a la exportadora Santa Elena, participará también en el proyecto, ya que manifiesta que la brotación detenida ha traído serios problemas: “La experiencia ha sido mala en muchos de nuestros campos propios y también de terceros, con alrededor del 20% de pérdidas en cantidad, pero también con efecto en la calidad. La incidencia varía año a año y no hay claridad de la causa, solo hipótesis relacionadas con las diferencias entre los patrones y las variedades”.
Gonzalo Tocornal, ingeniero agrónomo y propietario de Agrícola San José
Con su participación también busca despejar dudas, ya que, a diferencia de lo que se ha manifestado en plantas injertadas, “en todos los casos comparativos con las mismas condiciones, las plantaciones francas no presentan este desorden”, afirma Tocornal.
Para esta investigación detalla que su “participación será principalmente aportando huertos propios donde ha habido ocurrencia del problema y se pueden segregar situaciones para evaluar. Ya tenemos muchos ensayos que podrían llevar a resultados, pero aún requieren de más tiempo de evaluación”. Su objetivo es encontrar ya sea una causa o la combinación de causales que generan este fenómeno, “que hasta ahora hemos visto descrito en varios países de condiciones similares de clima mediterráneo, con otoños y primaveras frías, pero que preliminarmente no han producido resultados determinantes”.
Para Jorge Valenzuela, de vivero Nueva Vid, también es necesario investigar las relaciones entre portainjertos y variedades, para despejar dudas que se han manifestado entre productores. “Hay que estudiar si hay alguna tendencia o correlación con algún patrón en particular. El tema se relaciona no solamente con nuevas plantas, porque en huertos antiguos, ya establecidos, que se han injertado con variedades nuevas, igualmente se ha visto este fenómeno”.
En algunos casos (como en esta foto), se aprecian casos de intoxicación por amonio en racimos.
El también presidente de Fedefruta destaca en el proyecto la realización de “ensayos con estos patrones en distintas zonas, para buscar correlaciones”. La idea de hacer este estudio, subraya, ayudará a superar el prejuicio de que “las plantas siempre son culpables de todos los pecados del campo”.
Fernanda Álvarez, asesora y coordinadora del proyecto, indicó que ya empezaron con las visitas e identificación de las estaciones de evaluación, desde la segunda quincena de mayo, y la instalación se ha programado en los huertos comerciales que participan en el estudio.
Fernanda Álvarez, Asesora y coordinadora del proyecto.
La idea de estas estaciones de evaluación, describe Álvarez, es ver las condiciones contrastantes de este mismo fenómeno de brotación detenida, y evaluar distintos tipos de condiciones y tipos de manejo agronómico, por ejemplo el uso de plásticos, distintos tratamientos de disponibilidad hídrica, prácticas culturales, y condiciones de suelo que puedan estar afectando.
“Por el protocolo que definimos, es interesante e importante tener situaciones contrastantes de manejos en zonas en que no se ve el problema y que tienen prácticamente las mismas condiciones, pero están establecidos en otro lugar. Por eso tenemos que estudiar tanto los lugares donde pasa y donde no pasa”, concluye la experta.
Existen diversas formas de participar en este proyecto. Los interesados pueden consultar más antecedentes escribiendo a: info@ainconsultores.com
Esquema de una Estación de Monitoreo, para caracterizar de modo descriptivo la problemática de brotación detenida a nivel nacional. Busca determinar los factores fisiológicos y ambientales que inciden en la ocurrencia de brotación detenida (registro de temperatura atmosférica y temperatura de suelo, descripción de suelo, registro de riego, acumulación y movimiento de reservas e incidencia del portainjerto). También se considerarán factores específicos como presencia de eriófidos y hongos de la madera; y manejos agronómicos como uso de techo, riego restringido en poscosecha, fecha de poda, y aplicaciones RCV.