Sincronización Perfecta con América Latina
Con ventas netas por más de 4.400 millones de euros, Greenyard se posiciona como una de las principales comercializadoras de productos hortofrutícolas del planeta. El 38% de la fruta fresca que vende proviene de América Latina, donde Chile es su principal proveedor, aunque ven con entusiasmo el crecimiento que han experimentado países como Colombia y Perú.
“Un año como ningún otro”. Así definen Hein Deprez y Marc Zwaaneveld, los co-directores ejecutivos de Greenyard al año 2020 en el último Reporte Anual de la compañía. Y es que para esta empresa de origen belga, este “año como ningún otro”, si bien estuvo marcado por las complejidades sanitarias, logísticas y de consumo planteadas a nivel internacional por el Covid-19, la firma pudo completar su ‘Plan de Transformación’. Este implica el desarrollo de más y mejores relaciones de largo plazo con el ‘retail’, sobre todo porque entre sus principales clientes están las 19 cadenas de supermercados más importantes de Europa.
A ello se sumó el establecimiento de economías de escala a lo largo de los países proveedores y consumidores y la disminución de las emisiones de sus operaciones. ¿El objetivo? Convertirse en una “fuerza impulsora para estilos de vida más saludables y cadenas de suministro de alimentos más sostenibles”.
Básicamente, la labor de Greenyard consiste en conectar a los productores agrícolas que cultivan frutas y verduras en distintas partes del mundo con el comercio minorista, supermercados, restaurantes y otros puntos de venta a través del suministro de productos frescos, congelados y preparados, principalmente hacia Norteamérica y Europa.
“Queremos buscar proveedores estratégicos que quieran una relación de largo aliento con nosotros. Cada mercado estaba trabajando de manera un poco independiente. Por ejemplo, Francia tenía su estructura de ventas y suministro, con sus conexiones en los países productivos. Y eso mismo pasaba, por ejemplo, en los Países Bajos o Alemania. Lo que estamos tratando ahora es de coordinar y consolidar las compras a través de una oficina de Group Sourcing, que es la que estoy liderando, para que toda esa experiencia y conocimiento que existe en cada uno de los mercados independientes se maneje más coordinadamente”, explica Andries Weber, director de Suministro de Fruta Fresca a Nivel Global de Greenyard.
De esta manera, se mejoran las eficiencias. Por el lado de los proveedores, estos ya no deben lidiar con diversas oficinas de Greenyard a la vez, sino que mantienen la relación con un solo interlocutor por categoría de productos. Y, por la parte de los clientes, Greenyard está apostando por vínculos de mayor valor agregado también de largo plazo, ofreciendo programas completos de suministro que les evite lidiar con una gran variedad de surtidores. “Están viendo a Greenyard como una solución integral y una compañía que les puede entregar una gran gama de productos de buena calidad y en las cantidades correctas a lo largo del año”, afirma Weber, quien destaca que hay un ‘timing’ perfecto entre la empresa y sus clientes.
La gestión logística, apunta el ejecutivo, es esencial para el negocio de Greenyard. En este sentido, la empresa ha reforzado su equipo, liderado por un director de área nombrado hace poco más de un año. “Queremos aprovechar nuestro tamaño como empresa para tener mejores relaciones y condiciones comerciales con las diferentes navieras y proveer un producto con un costo menor para los clientes, gracias a las eficiencias logísticas”, describe el ejecutivo de Greenyard.
Esto le ha permitido sortear la compleja coyuntura internacional, marcada por el Covid-19 y la escasez de embarcaciones y contenedores para realizar envíos. De esta manera, los resultados de la gestión de la empresa han sido positivos. En la temporada 2020/21, sus ventas netas llegaron a los 4.416 millones de euros, con un alza de 8,7% en relación al período anterior, con un volumen de dos millones de toneladas de frutas y hortalizas frescas y otras 780,000 toneladas de productos congelados y preparados, incluyendo orgánicos. Además, hubo un importante aumento de capital por 50 millones de euros y una consolidación de su modelo de negocios.
“Estamos entusiasmados por los resultados positivos que nos confirman que vamos en la dirección correcta. Nos impulsan para seguir mejorando y buscando oportunidades que generen valor para nuestros socios comerciales, tanto en mercado como en producción”, dice Andries Weber.
EL ROL CLAVE DEL SUMINISTRO DESDE AMÉRICA LATINA
Con 9.000 trabajadores, 12 sitios de producción, 27 centros de distribución y ventas en 80 países, Greenyard le da a América Latina un papel fundamental en su cadena logística de fruta fresca. Sin embargo, en esta región no cuenta con plantas propias, sino que la logística de producción, embalaje y empaque corre por cuenta de sus proveedores. Por el contrario, en Europa y EE UU dispone de centros de empaque, distribución, maduración y cámaras de refrigeración, entre otras infraestructuras, para realizar una logística de manera eficiente y acorde a las necesidades de cada producto.
En general, los envíos son realizados de acuerdo a los tipos de empaque determinados por los clientes y los equipos con los que cuenten los productores para realizar embalajes específicos. La tendencia, destaca el ejecutivo de la multinacional, apunta al empaquetado ‘in situ’ en los lugares de origen, con pallets armados con fruta envasada y etiquetada. “Es –afirma– una manera de diferenciarse, evitando los reempaques y posibles daños a la fruta, y entregando un mayor valor agregado”.
Con todo, del volumen general de fruta fresca destinada por la empresa en 2018 a sus clientes, un 34% provino de América Latina, destacando la palta, el mango, la banana, la manzana y la pera; fruta que son destinadas en un 60% al mercado europeo, y el restante a América del Norte. En esta región, Greenyard trabaja con una larga cadena de productores y exportadores, especialmente en Chile, Perú, Brasil, Colombia, Argentina, Costa Rica y México, cuya oferta hacia los destinos es complementada por fruta de origen africano y, en el hemisferio norte, de Italia, España, Países Bajos y Turquía.
Un gigante del comercio hortofrutícola global
La compañía nació en Bélgica en 1987 de la mano de Hein Deprez como una empresa familiar que se dedicaba a la comercialización de hongos. Con el nombre de Univeg, al cabo de nueve años comenzó a extender sus actividades fuera de su país natal y a realizar una serie de adquisiciones, como la de su competidora neerlandesa Bakker Barendrecht, la italiana Bocchi, la productora de hortalizas congeladas Pinguin y otras compañías como la distribuidora alemana Atlanta. Todas ellas fueron fusionadas bajo el grupo Greenyard en 2015 con sus divisiones Fresh (frescos), Frozen (congelados) y Prepared (preparados).
CHILE, EL PRINCIPAL PROVEEDOR
“Para Greenyard, el proveedor principal es Chile. Las dinámicas van cambiando y a lo largo de los años los países van creciendo e incrementando su gama de productos. Por ejemplo, hemos visto un crecimiento en Colombia y Perú. México está más enfocado en Norteamérica, pero estamos explorando oportunidades de exportación de productos mexicanos a Europa también. Cuando veamos oportunidades de meter productos en ventanas en los que algún país no esté produciendo o en cantidades bajas, estamos viendo cómo aprovechar más la cadena de suministro. El principal factor es la demanda del consumidor. Cuando detectamos oportunidades o cuando nuestros mismos clientes nos empiezan a pedir nuevos productos o una mayor cantidad de alguno que ya tengamos, tenemos que ser flexibles y movernos en esa dirección”, explica Andries Weber.
El grupo de Sourcing Connections –que reúne a 18 personas con conocimientos agrícolas, productivos y comerciales a lo largo de América Latina– efectúa un intenso trabajo de campo para identificar nuevos agricultores, áreas y tendencias productivas que se estén desarrollando en cada país. Además, con los proveedores realiza una acuciosa labor para garantizar el cumplimiento de las exigencias y certificaciones de los mercados de destino y de los clientes en particular. Para lograrlo, la empresa busca que cumplan con estándares como GlobalG.A.P. o Rainforest Alliance. A través de su grupo de trabajo Sourcing Connections investiga y contacta a los proveedores y los asiste, en caso de ser necesario, en aquellas áreas donde la compañía tiene los conocimientos necesarios. “Nos aseguramos de que los agricultores tengan las certificaciones. O, si no las tienen, como socio comercial potencial les ayudamos a conseguirlas”, precisa Weber.
En este contexto, la empresa está analizando nuevas oportunidades comerciales. Es el caso de EE UU, país consumidor de su propia producción e importador de una amplia gama de frutas, que podría transformarse en exportador hacia Europa. “En el pasado, por ejemplo, teníamos un programa muy robusto en uvas. Sacábamos producción de muchos países. En realidad, no le interesaba mucho exportar al productor en California, porque la demanda interna era muy alta. Pero esas dinámicas van cambiando a lo largo de los años y ahora estamos explorando diferentes alternativas”, comenta el directivo.
EN EL MERCADO CORRECTO
En Greenyard miran el futuro con optimismo. Cadenas de supermercados como Rewe y Aldi, dos de las principales de Alemania, y la francesa Carrefour están creciendo a más mercados e incluso llegando a América del Norte, lo que le permite a Greenyard seguir desarrollándose con ellas. A esta situación se suma el potencial que ofrecen los países de Asia, como China e incluso de Oriente Medio, aunque la compañía todavía está enfocada en mejorar sus procesos de abastecimiento y suministro en Europa y EE UU.
Esta situación va acompañada del progreso internacional en el consumo de productos sanos. A medida que se desarrollaba la pandemia, muchas personas comenzaron a redescubrir los beneficios del ejercicio físico y de la alimentación saludable. Esta tendencia –señala la empresa en su Reporte Anual 2020/21– se extendió a la forma en que la gente consume y prepara sus alimentos. “Cocinar desde cero se hizo más popular a medida que las personas se tomaban más tiempo para cocinar y comer juntas en casa. Impulsó un notable crecimiento de las ventas totales de frutas y hortalizas, estas últimas en particular. Las soluciones de conveniencia como nuestros kits de comida también se beneficiaron”, dice el documento.
Así las cosas, afirma Andries Weber, “la tendencia hacia alimentos más saludables no va a cambiar y, probablemente, se va a seguir acelerando”. La llegada del Covid-19 no ha hecho más que promover este consumo. Por ejemplo, en enero la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó un “Plan de acción para formular y aplicar políticas públicas relativas a la adquisición de alimentos para una dieta saludable”, estableciendo criterios nutricionales para los alimentos que se sirven y venden en las instituciones públicas, llamando a restringir la ingesta de sodio, azúcares libres y ácidos grasos, y a promover el consumo de cereales integrales, hortalizas, frutas, legumbres y frutos secos.
“El consumo en general de fruta fresca y vegetales se ha incrementado por cambio de hábitos del consumidor. Si bien es cierto que todo el negocio de los restaurantes y la industria de servicios ha bajado un poco por el cierre de establecimientos debido al Covid-19, los eventos de consumo en las casas, donde la gente va al supermercado a comprar fruta fresca y vegetales, se han ido incrementando”, sostiene el directivo de Greenyard.
EL CRECIMIENTO ORGÁNICO HACE MIRAR A ESTE SECTOR CON OTROS OJOS
La fruta orgánica sigue ganando terreno, con crecimientos de doble dígito. De hecho, según información de la consultora de inteligencia de mercado, Fior Markets, el segmento de frutas y hortalizas orgánicas tuvo un 38% de participación a nivel global en 2020. Un nuevo informe publicado por esta agencia pronostica que el mercado mundial de alimentos y bebidas orgánicas crecerá desde los US$ 255.200 millones de 2020 a los US$ 849.700 millones en 2028, lo que implica un aumento a una tasa compuesta anual de 16,42%.
“Puede ser que la disponibilidad de producto orgánico no esté al mismo ritmo de la demanda. Por ello, hay una oportunidad de crecimiento para productores, particularmente de Latinoamérica, para estar delante de la curva si pudiesen llegar a certificarse como orgánicos y, a la vez, tener buena productividad y buena calidad para un negocio sostenible”, finaliza Andries Weber.