Principios para ajustar el programa de nutrición en arándano a la realidad del campo
Dada la inexistencia de información acabada en Chile sobre los niveles óptimos de cada elemento en arándano, dado que existen diferencias significativas entre variedades al respecto, y considerando la incidencia de suelos y climas distintos, el investigador Juan Hirzel propone una metodología para comparar los datos de referencia con los que se obtienen en el propio predio.
Juan Hirzel C., ingeniero agrónomo
Dr. Investigador en fertilidad de suelos y nutrición de plantas
INIA Quilamapu.
Las características físico-químicas de suelo apropiadas a los huertos de arándano (cuadro 1) son el punto de partida para establecer un programa nutricional con el fin de obtener fruta de calidad. Una vez que se ha seleccionado el suelo que cuente con las propiedades físicas adecuadas para el cultivo (bien drenado, con alto contenido de materia orgánica, de adecuada porosidad, profundidad media a alta, entre otras), el análisis de suelo pasa a situarse como la herramienta básica para establecer el plan de fertilización. Sin embargo, en estricto rigor, no hay trabajos en Chile que determinen cuál es la concentración óptima de cada elemento en el suelo para las diferentes condiciones de nuestro país, excepto los trabajos realizados en la Universidad Austral por el Dr. Dante Pinochet para los suelos del sur de Chile. De esta manera las tablas de interpretación de niveles de fertilidad química en el suelo deben considerarse como una referencia, y se puede ir ajustando los valores de acuerdo a la experiencia en cada caso particular por tipos de suelo.
UNO DE LOS PROBLEMAS MÁS FRECUENTES: NITRÓGENO EN EXCESO
Uno de los problemas que con mayor frecuencia se presenta en la producción de arándano es la aplicación de un exceso de nitrógeno. Para calcular adecuadamente la cantidad disponible de este elemento, el análisis de suelo de rutina no es suficiente, ya que no reproduce las condiciones de lo que ocurre en el campo durante el periodo de crecimiento de la planta. La forma adecuada de hacerlo consiste en solicitar la incubación de una muestra de suelo a la temperatura y humedad óptima en que trabajará la biomasa del suelo encargada de liberar el nitrógeno para las plantas. A mayor contenido de materia orgánica en el suelo, sobre todo materia orgánica lábil, mayor liberación habrá de este nutriente. El proceso, mediante el cual se recibe nitrógeno “gratuitamente”, se intensifica precisamente en la época de crecimiento de la fruta, de modo que si no se tiene en cuenta este factor pueden generarse excesos perjudiciales. La figura 1 muestra el caso de un campo con un contenido del orden de un 15% de materia orgánica en el suelo, donde se aprecia que el rendimiento del primer año de producción de la variedad Legacy en un tratamiento de control sin aplicación de nitrógeno resultó superior, en comparación a las plantas que habían recibido distintos tratamientos de fertilización.
¿Qué ocurre con el exceso de nitrógeno? La planta no puede “decirle que no” a este elemento. Si está presente, lo va a absorber y debe ocuparlo o de lo contrario se intoxica. Entonces lo canaliza hacia el crecimiento vegetativo. Se altera la relación carbono/nitrógeno que participa en la inducción de las yemas, lo cual se traduce en un menor número de yemas frutales y una mayor cantidad de yemas vegetativas. Por otra parte, el desarrollo del follaje reduce el paso de luz al interior de la planta, generando una menor inducción floral.
CONSIDERAR LOS EFECTOS DE LA ACIDEZ DEL SUELO SOBRE LA DISPONIBILIDAD DE NUTRIENTES
El arándano es una especie acidófila, por tanto en muchos casos hay que manejar la acidez del suelo. Hay suelos muy ácidos, de pH 4,5 o menos, donde ocurre la liberación de metales pesados, como el aluminio, afectando procesos químicos en el suelo, procesos biológicos a nivel de raíz, y el metabolismo de algunas variedades. Una vez que la planta absorbe un metal, lo debe bloquear dentro de las células más activas, lo cual implica gasto de energía. En algunos casos los metales siguen la vía de la exudación foliar, generando manchas secas a nivel de hoja. Un ejemplo típico son las manchas rojizas en hojas de Legacy, lo cual corresponde a acumulación de aluminio cuando esta variedad se cultiva en suelos de origen volcánico con pH inferior a 5,0. En ciertas condiciones, entonces es necesario subir el pH, pero la situación más común corresponde a la necesidad de bajarlo, o sea acidificar. La fuente más barata para acidificar un suelo es la aplicación de azufre al suelo, ya sea en la preparación de los camellones antes de plantar, o durante el cultivo con aplicaciones en cobertera en otoño.
Se debe considerar que las propiedades del suelo son afectadas con la acidificación. Es así como a medida que aumenta la dosis de azufre aplicado o del ácido empleado (en caso de ácidos químicos aplicados a través del sistema de riego), se incrementa el nitrógeno (N) disponible y las concentraciones de hierro y manganeso, estos dos últimos efectos deseados para aumentar la disponibilidad de microelementos a la planta. El aumento en la disponibilidad de nitrógeno después de la acidificación invasiva del suelo es indicador de que la biomasa benéfica del suelo sufre un daño con la aplicación del ácido, pudiendo morir y con ello liberando el N que contenía en su cuerpo, el cual queda disponible para la planta. Si bien este efecto puede significar un ahorro de nitrógeno en el programa de fertilización, hay un daño mayor que corresponde a la eliminación de la biomasa benéfica, responsable de la salud y constante reconstrucción del suelo.
ATENCIÓN: TODOS LOS SUELOS SE COMPACTAN
Una dificultad más frecuente de lo que se piensa es la compactación. El principal agente compactador no es la maquinaria, como muchos creen, sino la lluvia. Todos los suelos se compactan (incluso con cero labranza), algunos demorarán menos, otros, como los suelos volcánicos, tardarán más. La compactación reduce o impide el drenaje interno provocando acumulación de agua y disminución del oxígeno disponible para las raíces, lo cual frena el desarrollo de la planta. La primera sintomatología es la pérdida de coloración de brotes nuevos y de hojas en brotes laterales, como también una menor tasa de crecimiento, erróneamente confundida con deficiencia de hierro.
CÓMO INFLUYEN LAS DIFERENCIAS ENTRE VARIEDADES
Se necesita conocer de manera más fina la forma en que se nutre cada variedad en el periodo de crecimiento de fruta, dado que errores en el manejo nutricional pueden afectar la calidad de frutos y la vida de postcosecha. La figura 2 muestra que existen importantes diferencias entre variedades. Se aprecia, por ejemplo, que el nitrógeno alcanza su máxima acumulación mucho antes de iniciar la cosecha en Brigitta y Duke, mientras que O’Neal es nitrógeno-dependiente y lo sigue acumulando hasta el término. En la práctica, eso significa que es posible reducir la tasa de aplicación de N en Brigitta y Duke, e incluso suspenderla a medida que nos vamos acercando a la madurez de la fruta, porque un exceso de este nutriente puede afectar la calidad de la fruta.
En la misma figura 2 se puede apreciar que, mientras ya en floración se dispone de una alta proporción de reservas de N y Ca –las que provienen del manejo hecho en postcosecha–, en el caso del potasio (K) hay un consumo creciente posterior a la floración. El K está directamente asociado al calibre del fruto, al contenido de sólidos solubles y a la firmeza, y dada la escasa proporción aportada por las reservas, el arándano va a responder a la fertilización potásica en esta época como instrumento importante para conseguir calidad. Sin embargo, debe hacerse con precaución en ciertas variedades en las cuales un exceso de K bajo condiciones de mal manejo hídrico o amplias variaciones de humedad relativa puede provocar partidura del fruto.
El calcio también es un elemento involucrado en la calidad, aunque faltan trabajos que lo demuestren a cabalidad en el caso del arándano. Si queremos aumentar el calcio solo con el manejo de precosecha y pensar que todo va a ir a la fruta, estamos equivocados. La razón es que, como ya se indicó, gran parte del calcio que acumula la fruta viene de la temporada anterior (figura 2). Se sugiere, por consiguiente, aplicar el calcio en postcosecha, vía fertirrigación, al suelo. Las aplicaciones foliares en el caso del arándano no han logrado demostrar un efecto positivo.
Para asegurar un nivel suficiente de calcio (Ca), un aspecto clave está en el manejo de riego. La figura 3 muestra que la absorción de este elemento está directamente ligada al consumo de agua. En consecuencia, un estrés hídrico hará bajar la acumulación de Ca en la fruta. Por otra parte, se ha comprobado que huertos sombríos tienen un menor nivel de concentración de Ca en la fruta. Esto se debe al mayor desarrollo vegetativo y la mayor competencia por el crecimiento entre los brotes. Los brotes son un sitio muy importante para la atracción del calcio, donde dicho elemento tiende a concentrarse en desmedro de los frutos. La iluminación de las plantas es muy relevante en este aspecto.
TENEMOS QUE HABLAR DE ESTÁNDARES POR VARIEDAD Y NO POR ESPECIE
Una opción adicional al análisis foliar es el análisis de frutos, herramienta que ayuda a conocer la composición de estos en forma más específica para determinar qué podemos mejorar y cómo implementar prácticas que permitan incrementar o bajar la concentración de algún elemento.
No da igual tomar las muestras en cualquier momento. Si se mide la concentración de nutrientes en la primera semana de cosecha y en la tercera, se observa una clara disminución. Para poder comparar datos es necesario entonces mantener estandarizada la oportunidad del muestreo, la variedad y el campo donde se realiza, puesto que las diferencias climáticas también afectan las concentraciones de nutrientes.
Tenemos que hablar de estándares por variedad y no por especie. En arándano hay diferencias altamente significativas entre cultivares en cuanto a contenidos nutricionales en hojas y en frutos (por ejemplo, relación N/K, N/Ca y materia seca, cuadro 3). Cabe señalar que en el caso de arándano no se ha demostrado que la materia seca (MS) sea un indicador de calidad. En el cuadro 3, por ejemplo, se aprecia que Elliot tiene el porcentaje más alto de MS en comparación a Legacy y Brigitta, pero no es la que tiene mejor comportamiento en un viaje prolongado. Asimismo, estudios hechos en distintas variedades de arándano (Hirzel, 2017) demuestran que el porcentaje de MS de los frutos no tiene ninguna relación con la firmeza, por tanto el uso del contenido de MS en frutos de arándano como indicador de calidad podría ser un error. Es más, cuando la fruta llega a destino los indicadores de calidad son el calibre, condición sanitaria, aspecto visual y la firmeza de frutos.
El autor de este artículo sistematizó los resultados de 2.315 muestras foliares analizadas en el laboratorio de INIA, provenientes de huertos sanos, sin anomalías nutricionales aparentes. Si bien se trata de información en proceso de generación, con limitaciones estadísticas dadas las diferencias en el número de muestras por variedad (figura 4), las cifras del cuadro 4 muestran que en algunos nutrientes la variación de la concentración en distintos cultivares puede superar el 100%. A partir de los antecedentes disponibles, se puede diferenciar al menos 6 grupos de variedades en lo que respecta a nitrógeno y 5 grupos para potasio; en cambio hay menos variabilidad para calcio, donde es posible distinguir al menos 3 grupos. La mayor variabilidad se encuentra en boro (7 grupos) y la menor en sodio y cobre, en los cuales no es posible separar grupos de variedades, por la alta variabilidad en una misma variedad.
Una sistematización similar se realizó con 543 muestras de análisis de frutos (cuadro 5). Los productores pueden usar los valores medios reseñados en las tablas como una primera referencia, teniendo en cuenta que es necesario ver con más detalle cuál es la dispersión en cada variedad. Pero la principal recomendación es generar un parámetro de referencia propio. Para ello se toma muestras foliares y de frutos, por variedad, del mejor sitio del campo, aquel que produce la mejor fruta, siempre en el mismo momento. El procedimiento se repite año a año y al cabo de un cierto número de temporadas los datos serán suficientes para ir estableciendo una media y una dispersión, de manera de saber el rango en el cual se debiera mover esa variedad. Luego, cuando se sospeche que se está enfrentando un problema nutricional, es posible muestrear en el mismo periodo en que se han tomado los datos de referencia y hacer la comparación con el propio estándar. Eso es mucho más válido que comparar con un estándar de otro país, de otras condiciones climáticas, de otras condiciones edáficas y también con otros manejos.
Un error que no se debe cometer es tomar los valores de una variedad como referencia de otra. Por ejemplo, si por alguna razón los únicos datos que se tienen son los de Ochlockonee, y se toma su contenido de calcio (media de 24,5 mg/g de fruto fresco, cuadro 5) como punto de comparación para revisar una Legacy de la cual se temen problemas de calidad, el contraste hará pensar erróneamente que está faltando calcio, cuando en realidad la condición normal de esta última variedad es presentar un nivel mucho más bajo del elemento en cuestión (media de 10,1).
CONSIDERACIONES PARA LA REPOSICIÓN DE LOS NUTRIENTES EXTRAÍDOS
Mediante la aplicación de un modelo simple, que se basa en la toma de muestras de plantas completas y el uso de métodos destructivos para calcular la extracción total de nutrientes durante el año, es posible postular programas de fertilización que repongan lo extraído. Basándose en dicho modelo simple, los cuadros 6 y 7 entregan los rangos de dosis de reposición de nutrientes para arándano en plena producción. Las cifras se expresan en kilos de nutriente por tonelada de fruta a producir. Por ejemplo, usando los datos del cuadro 6, si el nivel de nitrógeno mineralizable es menor a 20 miligramos por kilo, en una variedad muy dependiente del N, como O’Neal, se sugiere usar 5,5 kg por tonelada a producir. Si la producción esperada es de 15 toneladas la dosis a aplicar sería de 82,5 kg por hectárea (5,5 * 15 = 82,5).
Tres aclaraciones importantes:
-En ningún caso se debe aplicar el doble de la dosis de nitrógeno sugerida bajo el supuesto de que la eficiencia es de un 50%. El sistema no funciona de esa forma. El suelo nos presta el nutriente y nosotros lo devolvemos. Si se devuelven más nutrientes de los que el suelo ha aportado, sobre todo de aquellos nutrientes ambientalmente sensibles como nitrógeno y fósforo, se podría estar contaminando.
-Las variedades van cambiando, hay actualmente del orden de 10 cultivares nuevos en evaluación en Chile, a nivel de productor. Su comportamiento podría ser perfectamente distinto en términos nutricionales y por lo tanto los cuadros 6 y 7 pueden quedar obsoletos en poco tiempo.
-La aplicación de los nutrientes para variedades tempranas, intermedias y tardías debe ser distinta en términos de distribución porcentual y momento de aplicación (cuadros 8, 9 y 10), para adecuarse a sus etapas fenológicas.