Investigadores transforman residuos de naranjas en colorantes y enzimas
Científicos de Brasil, Chile y México han creado un método que convierte desechos de la industria del jugo en materias primas de bajo costo y menor impacto ambiental.
Una vuelta de tuerca a lo que acostumbramos a llamar desechos de la industria de alimentos, hoy permite obtener nuevos productos.
Científicos de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) en Brasil, junto con investigadores de la Universidad Católica de Valparaíso de Chile y la Escuela de Ingeniería y Ciencia de Monterrey, desarrollaron un método innovador para la extracción de colorantes y enzimas a partir de las cáscaras desechadas por la industria del jugo.
Este proceso, publicado en la revista Sustainable Chemistry and Pharmacy, utilizó una biorrefinería que convierte estos residuos en materias primas de bajo costo, promoviendo así la sostenibilidad ambiental y la economía circular.
Aproximadamente, se generan 10 millones de toneladas métricas anuales de residuos por la producción mundial de jugo de naranja, equivaliendo casi el 50% del jugo fresco producido. Entre el 45% y el 55% de las frutas en proceso de elaboración son desechadas, no aprovechando su potencial.
Además, las cáscaras contienen valiosas sustancias como azúcares fermentables, aceites esenciales y polisacáridos.
Valeria de Carvalho Santos, docente del Departamento de Ingeniería de Bioproceso y Biotecnología de Unesp, explicó que el enfoque busca reducir la dependencia de recursos no renovables para así mitigar problemas ambientales asociados con el manejo inadecuado de residuos.
“Este sistema no solo ayuda a disminuir los desechos, sino que también previene la contaminación ambiental y otros daños ecológicos”, afirmó Ebinuma en una publicación de Agencia FAPESP.
El proceso se basa en el uso de una biorrefinería, que opera como una refinería convencional pero utilizando materias primas renovables. A través de la hidrólisis, las cáscaras ricas en celulosa y hemicelulosa se convierten en glucosa y xilosa, azúcares fermentables que sirven como base para la producción de colorantes naturales y enzimas.
Los investigadores cultivan microorganismos en un medio líquido controlado para maximizar la producción de estas biomoléculas. Aunque ya se están produciendo colorantes microbianos, se requieren más estudios para hacer este proceso competitivo frente a los colorantes sintéticos disponibles en el mercado.
Además, las moléculas deben pasar pruebas rigurosas de toxicidad para garantizar su seguridad antes de su comercialización. La docente paulista destacó que esta investigación responde a una creciente demanda por productos sostenibles y resalta la importancia del apoyo a la investigación científica para desarrollar soluciones innovadoras en la industria alimentaria.