La generación de los cerezos de EDE
Fundada hace más de cien años por los abuelos de los hermanos Diez Escobar, esta compañía es una muestra de cómo ha evolucionado la producción de frutales en la zona centro-sur del país. A lo largo de tres generaciones, las viñas y otras especies frutales, fueron reemplazadas por pomáceas, para luego dar paso a la consolidación de la cereza durante las últimas dos décadas, que hoy representa el 35% de las 411 hectáreas que maneja EDE. “Alcanzamos a entrar al inicio y hemos agarrado todo el ‘boom’ de la cereza”, dice su Gerente General, José Miguel Diez.
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Producir y exportar frutas de la mejor calidad, así como entregar servicios de proceso y almacenaje a exportadoras y viñas del mercado nacional. A eso se dedica Empresas Diez Escobar (EDE) desde hace más de un siglo en la
Región del Maule.
Como lo dice el nombre de la compañía, su historia es, en realidad, la del origen y consolidación de una familia. Hace poco más de cien años, en 1921, Alfonso Escobar y Carmen Castro, los abuelos maternos de los hermanos Diez Escobar, quienes actualmente ocupan cargos ejecutivos o directivos en EDE, comenzaron a cultivar vides para producir uva y vino en San Clemente y San Javier.
Con el tiempo, uno de sus predios ubicado en Sagrada Familia fue heredado por su hija, Inés Escobar. Por su parte, en 1974 el marido de Inés, Alberto Diez, decidió vender los campos que tenía cerca de Santiago para adquirir terrenos en los alrededores de Curicó y así complementar la propiedad que tenía su señora, enfocándose principalmente en la producción de manzanas y peras.
Además, en uno de ellos construyó una planta embaladora y un frigorífico para pomáceas, dando inicio a la Central Frutícola San Luis, vigente hasta el día de hoy.
“Nosotros tenemos un nombre por cada generación. A la de mi abuelo le pusimos la Generación de las Viñas, a la de mi padre la Generación de las Pomáceas y la nuestra es la Generación de los Cerezos. Al final, cuando mi papá ya no veía demasiado las cosas del campo, nos empezamos a meter en los cerezos y también en los kiwis”, relata José Miguel Diez Escobar, actual gerente general de la compañía.
Hoy EDE cuenta con más de 150 colaboradores de planta, que pueden llegar a 600 en época de cosecha, para atender 411 hectáreas (ha) plantadas en diversas propiedades ubicadas en un rango de 50 kilómetros en los alrededores de Curicó. Cada uno de ellos se especializa en ciertas especies o variedades.
El de Sagrada Familia se focaliza en cerezos y kiwis, en desmedro de los perales, que fueron arrancados, y de los manzanos, que también están siendo retirados. En la zona de Curicó hay dos campos con manzano, peral, cerezo y avellano. En tanto, el cuarto terreno se encuentra en la precordillera: ahí se plantaron 100 ha de pomáceas, buscando entregarles el frío y la oscilación térmica necesarios para una lograr una producción de calidad.
“Una de las máximas de nuestra familia y de nuestra empresa es tener los huevos en distintas canastas. Por eso, apostamos a diferentes zonas productivas. Además, tenemos un portafolio relativamente grande de productos y, dentro de ellos, diferentes variedades”, comenta el José Miguel Diez. El 35% de los cultivos (145 ha) corresponde a cerezos y mantiene un 36% (147 ha) de manzanos. En tanto, los kiwis representan un 16% (65 ha), hay un 8% (34 ha) de perales y un 5% (20 ha) de avellano europeo.
“Los avellanos son pocos –detalla–, porque queremos aprender a manejarlos bien. Sabemos que es una especie que hay que cultivar extensivamente, pero estamos con esta pequeña prueba para después tirarnos en grande, si vemos que lo podemos manejar bien y el negocio sigue bueno”.
LA EMPRESA FAMILIAR SE PROFESIONALIZA
Aunque se integraron al negocio en la década del ochenta, de alguna forma José Miguel y sus tres hermanos crecieron entre los parrones y los frutales del campo familiar. Vivían en Santiago, pero cada vez que podían viajaban a Curicó para pasar fines de semana o vacaciones completas. Con el tiempo, dedicarse al campo resultó algo natural. Luis Alberto, el mayor, estudió en el Instituto Profesional Agrario Adolfo Matthei de Osorno y, tan pronto se recibió, volvió a ayudar a su padre en el negocio.
Más tarde, José Miguel estudió técnico agrícola en el Inacap y partió a acompañar a su hermano. A ellos se sumó Carmen Gloria en el área administrativa y financiera.
Cuando Alberto Diez, su padre, falleció en 1999 debieron tomar una decisión: si continuaban juntos o dividir el campo para que cada uno se fuera a trabajar por separado.
“Decidimos que la fortaleza estaba en seguir juntos”, dice José Miguel. Buscaron ordenarse y profesionalizarse. En 2000 conformaron un directorio con miembros de la familia (hoy están Luis Alberto y María Inés Diez Escobar, y José Miguel Diez Ihnen, hijo de José Miguel), más otros integrantes independientes.
“El Directorio surgió con dos finalidades: tener opiniones en ámbitos que no dominábamos, como el financiero,
y una opinión más neutral para que no nos afecte la parte emocional en la toma de decisiones. Otro factor importante consiste en hacer de catalizador en los posibles problemas que pudiésemos tener o haber tenido entre los hermanos”, comenta José Miguel.
A este órgano se suma un Consejo Familiar, integrado por los cuatro hermanos y un representante de los hijos de cada una de las ramas familiares.
Tras asumir, el Directorio les sugirió separar las distintas unidades estratégicas de negocios. Así, la producción frutícola y la bodega de vinos que ofrece servicios de guarda y vinificación para otros productores, quedaron bajo el alero de la empresa Inés Escobar S.A., mientras que el procesamiento de fruta quedó radicado en la Central
Frutícola San Luis, que cuenta con dos líneas de embalaje, ‘hidrocooler’, cámaras de frío y prefrío, principalmente para manzanas y peras, tanto propias como de terceros.
José Miguel asumió como gerente general de EDE, Luis Alberto como gerente de proyectos y Carmen Gloria como gerenta de administración y finanzas. Además, tomaron la decisión de diversificar su oferta. Entre fines de los años noventa y la primera mitad de la década del 2000, arrancaron algunas vides para darle paso a los cerezos, basándose en factores como clima, suelo, mercado y necesidades de mano de obra, pensando en cómo aminorar los peaks durante la cosecha.
Todo esto fue clave para ser protagonistas del ‘boom’ que la cereza ha experimentado a partir del año 2000,
gentileza de la celebración del Año Nuevo Chino. “La decisión más difícil en la agricultura o la fruticultura es qué plantar. Qué arrancar es fácil: es cosa de mirar los números y el mercado para saberlo. Pero para plantar hay que ser capaz de predecir lo que va a suceder en los próximos 20 años”, analiza el gerente general de EDE.
Gracias a ello, la empresa cuenta hoy con un flujo de trabajo permanente durante buena parte del año: la cereza se cosecha entre fines de octubre y mediados de diciembre, le sigue la pera en enero y febrero, la manzana se trabaja
entre febrero y abril, y después el kiwi y el avellano cierran la temporada.
ATENTOS AL RECAMBIO VARIETAL, SIN EMBARGO…
EDE se especializa en el cultivo de cerezas tempranas, aunque potenciando un periodo de cosecha que se extiende por casi dos meses. Fiel a su filosofía “de no tener todos los huevos en la misma canasta”, cuenta con 14 variedades, entre las que se incluyen Lapins y Santina, que ocupan cerca del 70% de la superficie plantada, Royal Dawn, Stella, Frisco, Rainier (la única que se embala internamente, a mano), Sommerset, Sweetheart, Sweet Aryana, Bing y Van, entre otras.
¿Regina y Kordia? Tuvieron ambas, pero las terminaron reinjertando. “Hay experiencias más malas que buenas con ellas en Sagrada Familia. Tratamos siempre de poner lo que mejor se da en cada lugar. Y si queremos tener una variedad o una especie que no se da bien, tenemos que salir a comprar un campo”, responde José Miguel Diez.
De todas formas, están atentos al recambio varietal. Por lo general, suelen plantar entre 0,5 ha y 1 ha para testear una variedad y así analizar su incorporación a la paleta productiva de la empresa. Hasta el momento, sin embargo, “no vemos ninguna muy promisoria”, una de las últimas pruebas en realizarse fue la Sweet Aryana
que parece como una de la más alentadora.
La mayor parte de los cerezos están plantados sobre patrón Colt. Sus experiencias en Gisela 12 y Maxma 60 no fueron satisfactorias. “Colt es muy vigoroso y produce un árbol fuerte, que logra buenos calibres de fruta. Además, es muy cuajador. Con eso logramos que el 90% de los años no tengamos que ralear. Y, si bien en el otro 10% de los años nos quedamos un poco cortos de fruta, el no ralear implica un ahorro de costo significativo”, explica Diez.
Para adelantar y uniformar la cosecha, cuentan con Macrotúneles y aplican cianamida. De esta forma, logran obtener las primeras Santina a fines de octubre y una buena porción de Lapins en noviembre.
“Tenemos estaciones meteorológicas y vamos calculando las horas frío y las porciones. De esta manera, la determinación va muy ajustada a lo que nos proponga el asesor”, apunta el Gerente General de EDE.
LA VERSATILIDAD DEL KGB
Una de las claves para captar mano de obra, además de contar con un flujo productivo de sobre seis meses, radica en la estructura de los huertos. Si bien la mayoría es trabajada en eje central, hace 15 años analizaron de qué manera podían atraer temporeros para no ver mermada la cosecha. Fue ahí cuando analizaron el plantar cerezos en sistema KGB (Kym Green Bush).
El considerar una cosecha peatonal, sin utilizar escaleras ni plataformas, se facilita la recolección de fruta. Como al cosechero se le paga por kilo y con esta estructura puede obtener mayor cantidad de fruta por unidad de tiempo que en un eje central, “a la gente le encanta cosechar en KGB y eso, en momentos críticos, es una ‘caluga’ para atraer mano de obra”, apunta Diez.
“La gran ventaja que vemos en el KGB es que, en los años más complicados de mano de obra, nos ha permitido cosechar a tiempo. A diferencia del eje central, en el que hay que agarrar escalera, el KGB permite meter a cualquier persona a cosechar cuando estamos apurados. Entonces, hay más avance en la cosecha y también es
más limpia. Esto es importante, porque tratamos de mandar a proceso aquellos kilos que realmente tengan posibilidad de entrar en la caja”, explica José Miguel Valdés, gerente comercial de EDE.
Actualmente, el 30% de los huertos está plantado en este sistema, ya que –en contrapartida– su productividad es menor a la del eje central: 12 a 14 toneladas por hectárea frente a 18 ton/ha en Lapins, con algunos huertos que pueden llegar incluso hasta las 30 ton/ha.
“Nos preocupamos de tener fruta de buenos calibres, buscando productividad y sacarle el máximo potencial al árbol”, agrega Valdés.
De esta forma, al año obtienen cosechas que rondan en 1,9 millones de kilos, con un margen de 80% a 82% de la fruta con calibre 2JUp en Lapins y entre un 70% y 75% en 2JUp en variedades más pequeñas como Royal Dawn.
MUY INVOLUCRADOS EN LA COMERCIALIZACIÓN
La diversificación en EDE va más allá de los cultivos y se extiende también a la comercialización. “Nunca comercializamos con una sola exportadora, salvo que no haya alternativa. Es la única manera de poder comparar y exigirle a una y a otra”, afirma José Miguel Diez. En cerezas utiliza cuatro, principalmente para evitar los colapsos en la época de mayores requerimientos de proceso, y en el resto de la fruta emplea dos para cada especie, buscando trabajar con ellas en aquellos calibres y productos en los que están más especializados.
A su vez, realiza pequeñas exportaciones directas para tantear nuevos mercados y productos, conocer mejor a los clientes y estar al tanto de los pormenores de los procesos de venta al extranjero.
“Nos permite tener más conocimiento respecto de costos de materiales, fletes y valores de venta según fechas. Tratamos de estar bien metidos en ello, pero no es un foco nuestro el irnos 100% a exportación directa”. aclara Diez.
La relación con las exportadoras es para ambos lados. Aproximadamente, la mitad de la capacidad de proceso de la Planta San Luis está destinada a almacenaje y embalaje de fruta para empresas como San Clemente, David del Curto y Greenvic. “Tratamos de obtener las mejores condiciones de liquidación. Y, así como nosotros les pasamos fruta, ellos nos traen fruta de sus productores a procesar en nuestra planta”, comenta el ejecutivo.
¿Qué sucede con la diversificación de los mercados? José Miguel Diez sabe que es muy difícil esca-
par de lo que ofrece un mercado como el de China, en el que la cereza tiene una connotación especial. “Es muy difícil hacer otra cosa. Estados Unidos, Europa y Medio Oriente tienen precios significativamente distintos. Allá la cereza no tiene el significado que posee en China”, sostiene.
Hoy Empresas Diez Escobar sigue haciendo valer su legado familiar, proyectándolo hacia el futuro con su cuarta generación. Además de contar con la presencia de su hijo como secretario en el Directorio, su yerno, José Miguel Valdés, es el gerente comercial de la Compañía.
A ellos se sumaría un yerno de una de mis hermanas como director en el futuro. Y, al menos en las cerezas, el futuro de la compañía se ve auspicioso. En 2024 entrarán en producción nuevas superficies, principalmente de Santina, por lo cual calculan que llegarían a obtener 2,2 millones de toneladas en la próxima temporada.