“Se entendió la importancia del riego y el suelo como factores productivos esenciales, hubo un cambio de ‘chip’ muy importante en 10 años”
Ser exitoso, productivamente hablando en el cultivo del cerezo, implica una serie de manejos que hay que hacer al huerto en postcosecha, sencillamente porque descuidar el suelo y los análisis de riego puede ocasionar problemas que distorsionen los calibres, incluso de una campaña a otra. El asesor Jaime Navarrete analiza el presente y entrega las claves para un correcto y eficiente manejo del suelo y el riego.
Por Miguel Patiño y Rodrigo Pizarro Yáñez
La campaña de la cereza en Chile es corta e intensa. Y quien piensa que esta se acaba una vez que la fruta arriba a los mercados de destino, está equivocado, sencillamente porque los meses de febrero y marzo también son movidos en los huertos de las diferentes zonas productoras del país.
Lo son porque en época de postcosecha es cuando se empieza a jugar la próxima temporada, partiendo por la preparación de los árboles para que inicien de la mejor forma su periodo de dormancia. En una actividad que se ha expandido a través de los años, consolidando a Chile como el principal exportador de cerezas, los agricultores tienen claro que los manejos se deben hacer bien y en el momento más adecuado. En caso contrario, los rendimientos y calidad de la fruta podrían estar en jaque.
Y en ello, el manejo del suelo y del riego en postcosecha son decisivos para lo que vendrá más adelante. “Chile tiene una ventaja frente a otros países productores de cerezas, porque los agricultores están interesados en hacer las cosas bien. Han aprendido de sus errores”, cuenta Jorge Navarrete, ingeniero agrónomo y asesor, especialista en riego y nutrición, sobre el cambio de ‘chip’ que han ido experimentando los productores, teniendo en claro que las diferentes estrategias de manejo tienen una razón de ser. “Si bien aún no está interiorizada totalmente la preocupación por los suelos y su impacto en la productividad de los huertos, ha habido grandes avances”, sostiene
– Cuando se maneja el suelo o el riego en un huerto, ¿con qué problemas te puedes encontrar?
– En un huerto de cerezos hay que partir por los portainjertos. Hay que tener súper en claro que la serie Gisella y los Maxma requieren, por ejemplo, un doble de cuidado que un Colt. Cuando hablamos de Maxma y Gisella hay que tener ojo con los excesos de agua, con la calidad física del suelo, y hay que poner ojo con la calidad de las raíces que vemos a medida que pasa el tiempo. No hay que quedarse solo con la observación de si tengo o no tengo raíces. En este sentido, Colt tiende a tapar ciertas anomalías que pueda tener el suelo, a diferencia de otros portainjertos como Maxma 14 o Gisella 6, que demuestra más los problemas del suelo. Pensar que existen manejos que se pueden dejar de hacer al inicio de la plantación y/o que el portainjerto suplirá ciertas condiciones adversas no es la mejor decisión para un proyecto actual de cerezas. El volumen de raíces se comienza a definir desde el momento cero y lo que pasa con el transcurso del tiempo normalmente no se ve a simple vista. Pero eso no ocurre con los Maxma y el Gisella, que muestran de inmediato el problema. Por otro lado, hay combinaciones portainjerto-variedades que, por temas de mercado hoy son más rentables, sobre todo teniendo en cuenta que hay un buen negocio de las cerezas tempranas. Sin embargo, existe la equivocación de que se pueden mejorar algunos errores a través del tiempo, como el volumen de raíces. Aquí hay que hablar de productos y aplicaciones más especializadas o de maquinaria que arregle lo que no se arregló al inicio, o problemas en los sistemas de riego, por ejemplo, equivocarse en el número de líneas o el tipo de riego. Si no se toman en cuenta estos aspectos, la ecuación de rentabilidad y producción se desbalancea. Cuando los productores tienen el factor suelo con una buena descripción física y química, uno puede determinar cierto camino a través del tiempo y definir qué funciona y qué no.
– ¿Qué es lo primero que uno debería planificar o preocuparse cuando se invierte en el suelo del huerto?
– Uno debería tener súper claro, y desde el primer momento, si lo que se busca es precocidad o alguna otra característica, y por eso se elije un portainjerto u otro para, por ejemplo, producir un año antes. Definiendo esto y conociendo adecuadamente las características de mi suelo, puedo tomar mejores decisiones con respecto a lo que debo hacer y el grado de inversión que implica adecuar mi suelo a lo que deseo. Aunque siempre hay que estar consciente de que ese tipo de decisiones podrían pasar la cuenta en algún momento en el futuro. Si mi suelo no es el ideal, hay inversiones que se deben realizar en cada año. No hay que olvidar que mi suelo será el sustrato durante 10 años.
– ¿Los productores de cereza están manejando bien sus suelos hoy en día?
– En general, un 60% lo hace bien y un 40% regular. Hay un número importante de productores que le da mucha importancia al manejo del suelo, viéndolo como un factor de producción importante, considerando que la relación de la parte aérea y la parte raíz es de uno es a tres. Eso implica que para tener una buena planta se debe tener dos o tres veces más de volumen en el suelo para que la planta se exprese bien. Si se tiene en cuenta eso, hay que tener en cuenta también que los costos subirán. Sin embargo, hay conciencia de qué es lo correcto, y quienes lo hacen tienen resultados excelentes. En términos de riego, hay campos que están muy avanzados, sobre todo con el uso de las sondas de capacitancia, pero en el 90% de los casos el agricultor no tiene el ‘feeling’ de cómo su planta está extrayendo agua, ni tampoco cómo esta se está comportando entre riego y riego. Eso puede implicar problemas para los árboles.
– ¿Y cómo están manejando el riego?
– Creo que ahí un 60% lo maneja regular y un 40% lo está haciendo bien. Hace diez años, si conversabas con cien agricultores, solo diez decían que les preocupaba el riego. En muchos campos se generaron problemas porque los productores no se preocupaban del riego, ya que era rentable a pesar de las deficiencias en el manejo del riego, pero hoy nos encontramos con el otro lado de la moneda. Hay una mayor preocupación, algo que también pasa, por ejemplo, con los ácidos húmicos, desde mi punto de vista responsables de la positiva masificación de la importancia de la calidad física del suelo. Hace una década se creía que eran una mentira, pero se ha demostrado que sí ayudan a las plantas y que su efecto genera un mejor aprovechamiento del suelo y el agua. Lo mismo pasa con el riego, ya que se entendió su importancia junto al suelo como factores productivos esenciales; hubo un cambio de ‘chip’ muy importante en 10 años
– Cuando un productor llama a un asesor de nutrición o poscosecha, ¿qué espera? ¿Mayor producción, mayores calibres?
– A día de hoy, calidad, calibre y sólidos solubles. Hay agricultores que ven que están sacando frutas de calibre de 26mm, pero sus vecinos están cosechando frutas de 28mm, con la misma variedad, el mismo portainjerto, el mismo clima y, en teoría, el mismo suelo. Entonces, eso genera dudas. En un caso hipotético, si nos metemos a analizar un suelo, podríamos diagnosticar que hay una distorsión de la absorción del agua, y eso le pega de lleno al cerezo.
– ¿Cuál es el mejor momento para que el agricultor se preocupe de la absorción del agua?
– Hay dos momentos: en la mitad de la ‘etapa dos’ de crecimiento del fruto hasta la cosecha, y luego, los siguientes dos meses después de la cosecha de la fruta, considerando cada variedad. El punto límite para intervenir es a finales de marzo, que sería la última oportunidad para tratar de corregir algunas cosas, porque después vienen los manejos para preparar la dormancia de la planta. Si te acuerdas de esto recién en marzo, ya tienes que pensar en la próxima temporada.
– ¿Juega un rol el portainjerto en el uso eficiente del agua?
-Ahí hay una particularidad de los cerezos, en que hay ciertos portainjertos que ayudan a tolerar un poco más la sequía. Por ejemplo, Maxma 60 o Maxma 14 tienen cierta tolerancia a la sequía, suelos que puedan llegar fácilmente a humedades cercanas al punto de marchitez permanente, mientras que Gisella 6 tiene un mejor aprovechamiento del agua almacenada en el suelo. Aunque ojo, porque se le tiende a dar al portainjerto ciertas características que puede que normalmente no se expresen en terreno, y eso puede llevar a que se piense que el portainjerto va a suplir lo que está faltando, pero en verdad puede ser que esté generando un problema. El llamado es que cuando se va a utilizar un portainjerto pensando, por ejemplo, en el uso del agua, con mayor razón hay que tener datos del campo y del uso día a día, no solo en los datos de la literatura, porque la literatura extranjera puede decir que hay ciertas características de algunos portainjertos que podrían ayudar a solucionar un problema, pero luego si estos no lo hacen, se tiende a culpar al portainjerto, pero los problemas asociados podrían ser otros, como el suelo. Y eso se podría haber solucionado si el problema se hubiese visto antes.
– ¿Qué le pasa a la planta y a la fruta cuando no hay una preocupación de estos factores?
– El impacto directo se puede ver en la cantidad y calidad de las raíces finas. Pongamos como ejemplo el caso de un metro cúbico de suelo. Con esa pequeña muestra podemos ver cómo, tanto cualitativa y cuantitativamente, si el árbol ha ido mejorando o está en declive. Cuando cae la capacidad de la planta de absorber agua y de vivir en un equilibrio agua-oxígeno a través del tiempo, tienden a aparecer calibres que uno no desea en la producción. Así, por ejemplo, si partimos con calibres de 28 mm a 30 mm, empezarán a aparecer calibres de 26 mm. Eso lo podemos medir fácilmente con el uso de tecnología. En la planta estas diferencias se notan en el tamaño de la hoja, en el vigor de las laterales y en la relación hoja-fruto. Uno siempre debe apuntar a un equilibrio en la relación hoja-fruta, entonces si se nos ‘pasó la mano’ con el nitrógeno y el agua en un huerto bajo Colt, tendremos árboles gigantes, mientras que si el huerto está sobre Maxma 14, probablemente veremos problemas de Phytophthora o de bajo vigor. Cuando se pierde el control de los factores que determinan la producción como el suelo, riego, nutrición y clima, esa es susceptibilidad va a existir siempre.
Análisis foliar: considerar la evolución, no solo un dato puntual
“Un único análisis foliar tiene que ser visto como un dato puntual, lo importante es analizar el comportamiento nutricional en el tiempo”, sostiene Jaime Navarrete y añade que lo ideal es hacer de dos a cuatro análisis foliares en la temporada. “El problema no es el nutriente en un momento puntual, sino lo que pasa a través del tiempo y lo que tiene que hacer ese nutriente dentro de la planta. Un único análisis foliar, aunque útil, ve un momento muy pequeño dentro de la temporada y eso puede hacer que un agricultor pierda la visión de los manejos nutricionales”, advierte.
-¿Los problemas se pueden apreciar de una campaña a otra o los declives de rendimiento ocurren en periodos más largos de tiempo?
– Fácilmente se pueden apreciar en una o dos campañas. Dependiendo del portainjerto, hay problemas que se agudizan rápidamente si se deja de considerar la importancia que tiene la relación agua-oxígeno, un bulbo de mojamiento ordenado y las propiedades de abastecimiento de agua que tiene mi suelo entre riego y riego. Un huerto de cinco o seis años que partió con plantas muy sanas, sin ninguna sintomatología de asfixia, anoxia o problemas de compactación, si no nos preocupamos en todo este tiempo, tal vez tendrás el mismo vigor de raíz, pero si partiste con calibres de 30 mm, poco a poco se va a ir estabilizando en 26 mm o 28mm como los calibres más grandes y, finalmente, lo que encontraremos será una distorsión en la distribución de calibres.
– Eso también se nota en las diferencias de nutrición en un huerto sin y con techo.
-Hoy en día hay que enfatizar el uso de los catorce nutrientes esenciales para la producción frutal bajo techo, sobre todo el uso de calcio, potasio, nitrógeno, y algunos micronutrientes, porque bajo techo cambian las condiciones edafoclimáticas, sobre todo si tenemos suelos con una carga de nitrógeno importante, que bajo cubierta se nota automáticamente. Si el suelo tiene un poco más de nitrógeno se nota en el vigor, tanto de la planta como de las laterales y en el tamaño de la hoja. Siempre que se trabaje bajo techo, es bueno considerar la carga nutricional del suelo y tener los cálculos que corresponden para saber si debemos preocuparnos de aplicar nitrógeno o, en caso contrario, podemos pasar un tiempo sin aplicarlo. Este es un elemento que debe manejarse de forma muy fina, porque influye en la formación de la planta, sus futuras laterales y la entrada en producción. Toda la gente que va a invertir en un huerto techado debe preocuparse cómo va evolucionando nutritivamente la planta. Es trascendental tener certeza de la carga nutricional de la planta, para no cometer errores en desbalancear su producción, además de ser certeros en el gasto anual en fertilizantes.
– ¿Cuánto puede influir el techo en el manejo del riego?
– La instalación de techo puede generar un ambiente hostil para la planta en algunos meses del año, ya que la temperatura ambiental bajo el techo fácilmente puede estar 4 o 5 grados más alta y eso tiene un impacto sobre la humedad relativa. Se suele perder la noción porque no está llegando radiación, y ahí no tienes ese estrés, pero tienes el efecto de la temperatura, que como a cualquier ser vivo, con 37°C hacia arriba y humedades relativas de 30% hacia abajo, se produce estrés. Esto lleva al desconocimiento de cómo realmente se está desarrollando el balance hídrico bajo el techo. Por ejemplo, un suelo arcilloso o arcillo-limoso es un estanque grande de agua en esas condiciones techadas, pero si tú le colocas techo a un suelo franco, ya no es el mismo estanque. En el caso de los suelos más pesados, los podemos regar cada cinco o seis días y la planta fisiológicamente no va a tener ningún problema, pero en el otro caso vas a necesitar agua cada dos días y medio, sobre todo en periodo con fruta y máxima demanda. Hay que considerar que el techo puede alterar en un 40% la absorción de agua de la planta. El suelo más común en Chile es el franco-arcilloso, que bien acondicionado se puede regar cada cuatro días, pero en el caso del mismo suelo con algún grado de alteración física o estructural, tienes que regar cada dos días. Las consecuencias de eso a nivel de manejo son importantes, porque si regamos mal el suelo estamos propensos a problemas relacionados a la sanidad de la raíz o la absorción de nutrientes, y eso impacta directamente en la producción.
– ¿Recomendarías usar maquinaria para preparar el suelo previo a la plantación?
-Siempre va a ser importante hacer una buena preparación de suelo. Aunque haya texturas distintas, siempre valdrá la pena, porque la planta en sus primeros dos años define su futuro, cualquiera sea el frutal. Es debatible la fuerza de la intervención del suelo con maquinaria, pero tener al día de hoy 60 cm de suelo bien acondicionados, con niveles de compactación que oscilan entre los 60 y los 90 newton, es una tremenda inversión para cualquier cultivo.
– Si un agricultor no hace preparación de suelo y puso las plantas, ¿hay una chance de arreglar eso sobre la marcha?
– Hay que tener en claro que lo que no se hizo al principio, probablemente después será costoso de solucionar. Si la situación es mala, uno tiene que pensar, por lo menos, en un costo entre US$600 y US$800/ha en un año, para revertir gradualmente la situación. Obviamente ningún agricultor estará feliz de que le digan que tiene que invertir ese dinero en preparar su suelo una vez ya plantado el huerto. El cerezo tiene la capacidad de soportar ciertas condiciones adversas, y puede incluso con algunos detalles llegar a producir 10 t/ha de fruta aceptable. Pero si el suelo tiene problemas, aunque lo mojes mucho, probablemente no vas a alcanzar metas productivas. También es importante saber que existen suelos que genéticamente son problemáticos, y que modificarlos es imposible, incluso invirtiendo mucho dinero en ellos. Los problemas sí se pueden arreglar, pero con el diagnóstico de la problemática bien puesto sobre la mesa.
Medir, interpretar y analizar el riego aprovechando la tecnología
Para Navarrete, una de las claves que debe tener en cuenta un agricultor son las alternativas tecnológicas que hoy existen para realizar mediciones en el huerto. Recomienda tener siempre algún sistema tecnológico asociado a la medición de la absorción de agua y la fisiología de la planta, como sondas de capacitancia, cámara de Scholander o dendrómetros. “Es necesario tener una claridad de cómo la planta absorbe el agua y para eso hay que tener instrumentos de buena calidad. También es importante tener una buena interpretación”, explica Navarrete, añadiendo además la importancia de ajustar manejos frente a los problemas de disponibilidad de agua y salinidad a los que nos enfrentamos tras más de una década de sequía.
De todas formas, el asesor recalca que esta tecnología si bien es precisa y avanzada, debe tomarse con altura de miras y entender que no reemplazan una calicata, que es “esencial para conocer al detalle mi suelo y calidad de raíces”. Asimismo, destaca las plataformas que hoy hacen un control remoto del riego, afirmando que “para alcanzar los altos estándares productivos, necesitas información y responder rápido en base a la realidad de tu huerto, esa es la ventaja de estas plataformas”.