Renovación de cafetales, una práctica que favorece la producción en Colombia
La renovación por zoca y por siembra son las dos prácticas más implementadas por los caficultores de Colombia, país que tiene una tasa de renovación anual de alrededor de 80 mil hectáreas (ha).
Carlos Mario Jaramillo, Líder Nacional de Extensión de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), destacó la importancia que tiene la renovación de cafetales en Colombia, país que tiene una tasa de renovación anual cercano a las 80,000 hectáreas (ha). El experto anotó que los caficultores optan principalmente por la renovación por zoca y por siembra.
“La renovación de cafetales se debe hacer en el momento en el que el cultivo empieza a disminuir su ciclo de producción, y empieza con un crecimiento vegetativo que impide el buen manejo de la plantación”, explicó Jaramillo. Destacó que esta práctica permite a los caficultores colombianos mantener o aumentar la productividad del cultivo.
Jaramillo indicó que la renovación por siembra, también conocida como borrón y cuenta nueva, permite al caficultor obtener un mayor número de plantas por hectáreas. Mientras la renovación por zoca común favorece el incremento del número de tallos por sitio. “Si la plantación está demasiado vieja, el cultivo está muy defoliado, no ha habido una buena nutrición o ha habido un ataque muy fuerte de alguna enfermedad, es mejor que renueve por siembra”, sostuvo.
El especialista agregó que cuando se opta por la renovación por siembra es importante que se haga después de la cosecha y que coincida con el periodo de lluvias. “Como voy a poner una plantación nueva se necesitan condiciones de humedad que permitan que la planta se levante muy bien, obviamente acompañado de nutrición”, dijo. En el caso de la renovación por soca, que es como una poda que se hace a 30 cm del suelo, se debe hacer después de recolectar la cosecha principal y en época seca para minimizar los riesgos de infección por hongos.
Jaramillo manifestó que lo ideal es que cada año se tenga una renovación el 20% del área total de café en la finca. “Eso significa que debo de tener cinco lotes, uno de cero a un año, otro de dos a tres años, otro de tres a cuatro y otro de cuatro a cinco. Y cada año voy renovando el lote que va envejeciendo y que ya paso su ciclo de producción”, subrayó, tras indicar que se debe usar fungicidas para evitar la enfermedad denominada llagas del café.