La suma de acciones durante la temporada como clave para tener un óptimo potencial productivo
Desde la elección del terreno, pasando por la correcta combinación de variedad y portainjerto, hasta un adecuado control de heladas; el potencial productivo del huerto no se define de la noche a la mañana, sino que se trata de un conjunto de acciones que se deben realizar a lo largo de la temporada. El ingeniero agrónomo, productor y asesor en cerezos, Óscar Aliaga, explica cuáles son las claves.
Debemos producir fruta de gran calibre, siempre”, sostiene el asesor, especialista en cerezos y fundador de Only Cherries, Óscar Aliaga. La consecución de ese objetivo es lo que definirá el éxito (o fracaso) de la campaña. Sin embargo, no es el único atributo que se busca, porque una fruta de calidad es mucho más que un buen tamaño: es firmeza, sabor, color, sanidad y larga vida de poscosecha. Para lograr lo anterior es necesario tener claro el potencial productivo del huerto, es decir, el volumen máximo de producción que se puede alcanzar, asegurando que esa fruta sea de una buena calidad, consistente y saludable.
“Tanto el control como la regulación del potencial productivo y la regulación de la carga van de la mano con un beneficio directo a la fruta. Dentro de este potencial existen factores abióticos y bióticos que hay que considerar para obtener el mejor rendimiento del huerto. A ellos, hay que añadir cuestiones propias de la plantación y también del manejo de los árboles”, sostiene.
EFICIENCIA PRODUCTIVA EN CLIMAS COMPLEJOS
En un contexto donde en las últimas temporadas ha habido primaveras frías, un factor determinante para tener buenos resultados son los grados-día. “El año pasado la cosecha se nos atrasó entre siete y ocho días”, subraya, sobre una limitante que también se da en el sur, por ejemplo, en Chile Chico. “Allí se produce una excelente cereza, pero no tiene los grados-día para terminar el fruto. Eso es reemplazado por la luz, que es lo que más abunda en Chile Chico. Entonces, tenemos un fruto que es prácticamente terminado por la luz. Eso la hace ser una fruta muy especial, diferente a la de la zona central, porque es una fruta más construida y de mayor materia seca. Debido a esas características, Chile Chico tiene un potencial de poder afirmar una marca”, sostiene.
El viento también es un factor limitante para las producciones sureñas, mientras que las heladas pueden causar más de un dolor de cabeza entre los productores de la zona central, donde prácticamente ya no hay zonas libres de este fenómeno climático. “Ya tenemos heladas en Quillota, heladas en Peumo, en Pichidegua, sectores donde no había heladas”, destaca el asesor.
Por ello, y como suele ocurrir en el cultivo del cerezo, es fundamental la elección de variedad y portainjerto, sobre todo cuando hay requerimientos de frío, como se constató en un estudio que realizó el Dr. Sebastián Saa, donde se comparó Kordia sobre los portainjertos Maxma y Colt. “Kordia sobre Maxma tiene un menor requerimiento de frío que Kordia sobre Colt y este debiera ser un tema importante que se debe considerar”, sostiene y añade que portainjertos como Maxma 14 o Maxma 60 se adaptan mucho mejor a zonas más del norte, que presentan ciertas características de aridez.
EFICIENCIA VARIEDAD-PORTAINJERTO
Sobre la combinación variedad/portainjerto, para Aliaga el desafío pasa por encontrar la mejor eficiencia productiva, resaltando que algunos de los mejores candidatos proceden de la familia de los Gisela. “Hemos visto Bing sobre Gisela 12, con el cual se obtienen mejores producciones que con Gisela 6. Por su parte, Regina es más productiva con Gisela 6, pero se ve un mejor calibre en Gisela 12”, grafica.
Asimismo, y trabajando con una escala de vigor de los portainjertos, con el objetivo de tener una visión de la fertilidad que existe en las diferentes combinaciones, se ha visto que variedades como Lapins y Sweet Heart, funcionan bien en patrones vigorosos (Colt, Maxma 60 o Maxma 14), pero cuando se combinaron en portainjertos de mayor eficiencia productiva, resultaron cuajas muy elevadas (sobre siete frutos por centro frutal), lo que podría llevar a problemas. Por otro lado, el asesor advierte que Kordia trabajaría mejor sobre portainjertos “enanizantes”, porque es una variedad de difícil cuaja y complicada de producir cuando está sobre portainjertos vigorosos.
EJE CENTRAL, EL MÁS POPULAR
El eje central continúa siendo el sistema de conducción más popular en el país, básicamente porque se adapta bien a todas las variedades, según Aliaga, y donde cada uno de los árboles ocupa un espacio asignado, sin afectar al árbol vecino. Eso permitirá definir bien el espacio entre hileras y también entre plantas. También propiciar las ramas homogéneas en vigor e incluso es posible manejar los árboles con una renovación semipermanente. Parte de la popularidad de este tipo de conducción se debería a que permite que los productores privilegien calidad. “Es más fácil hacer podas de regulación de carga”, precisa el asesor.
Sin embargo, ser el más popular no significa necesariamente la única forma de conducción, ya que hay una importante superficie que usa otros sistemas como el KGB, UFO o V-Trellis. Así, por ejemplo, con UFO “se tiende a ordenar los cargadores en forma vertical, tipo muro o abierto en ramas inclinadas tipo V, con un sistema más intensivo, muy eficiente y expuesto a la luz. La tendencia es la alta densidad, con sistemas que faciliten los manejos y cosecha”, describe Aliaga.
REGULACIÓN DE CARGA
En una temporada bien planificada las probabilidades de éxito son mayores, y la cereza que se puede estar cosechando hoy se empieza a generar quince meses antes. “Cuando estamos cosechando la cereza, ya se está iniciando la formación o el desarrollo de la yema floral de la producción del siguiente año, y este calibre viene determinado ya por una flor de buena calidad, de un gran ovario, de una flor grande, que se empieza a construir en la poscosecha”, explica sobre un proceso que es continuo, que enlaza un año con el siguiente.
Lo decisivo ocurre tras la cosecha, con los procesos de inducción y desarrollo de la yema floral. Para esto, la planta necesita un buen manejo de poscosecha, que asegure una planta con una alta tasa fotosintética que favorezca el desarrollo de la yema floral, y una buena acumulación de carbohidratos de reserva, los que vana a suplir el inicio de la siguiente temporada.
Es así como el potencial de calibre de la fruta comienza prácticamente el año anterior. “La carrera es muy corta desde la plena flor a la cosecha; la fruta se define y construye desde el inicio, en la Etapa I de crecimiento (división celular), que va desde plena flor entre los 25 y 35 días posteriores, dependiendo del número de células logradas en la división celular; la etapa II es muy corta y de endurecimiento del carozo; mientras que en la Etapa III (de elongación celular), el calibre va a depender solo de cuánto crezca cada una de estas células. Estos eventos deben ir bien apoyados con una fertilización temprana de Nitrógeno y Calcio (Etapa I) y posteriormente Potasio (Etapa III), con riegos precisos y eficientes, raíces sanas y activas en suelos dinámicos y con buen manejo biológico”, explica Aliaga.
PODAS Y RALEOS
Para favorecer una fruta de calidad, es importante la manipulación de las competencias, ya que todo ocurre en primavera, tanto crecimiento del fruto y brotes. De acuerdo a especialistas en cerezos, la producción de carbohidratos es la misma en plantas con carga y sin carga, es decir, es limitada, por lo tanto es preciso hacer manejos que favorezcan a la fruta. Por ello, se apunta a la necesidad de controlar el crecimiento de brotes, por ejemplo, con el uso de productos como Prohexadiona de Calcio (Regalis), u otros en base a molibdeno (como Molistar, Defender Molibdeno o Basfoliar Molibdeno), de acuerdo a la recomendación de Aliaga.
Pero para el asesor un aspecto esencial es la poda, que considera es la única herramienta que favorece y regula la relación hoja-fruta, ya que favorece el follaje y regula la carga desde temprano.
“Yo diría que esta es la Biblia de la calidad de fruta”, comenta Aliaga, señalando que las hojas que se dejan tras la poda -las primeras hojas-, son las más importantes, ya que son las que fabrican las cerezas, mientras que los carbohidratos aportan los nuevos crecimientos. “Por eso es importante partir con el mejor follaje posible, una hoja grande, y terminar también con buen vigor. En el cerezo es difícil ver fruta de buena calidad en árboles que no tengan vigor”, argumenta el experto.
Frente a la poda, el asesor señala que es importante contextualizar esta acción respecto a cada variedad, conocer su historial productivo y considerar su hábito de producción, ya que -por ejemplo-, hay variedades que producen mayormente sobre dardos como Lapins, Skeena, Royal Dawn, mientras que otras producen inicialmente en dardos y posteriormente sobre la base de ramillas del año, como Santina o Regina.
En el caso de aquellas variedades que están sobre un portainjerto Gisela, Aliaga indica que los dardos aparecerán en todas las ramas del segundo año, y producirá muchos más al tercer año y muchos más aún en el cuarto, exponencialmente mientras exista luz. “Los dardos son eternos mientras tengan luz, sin embargo, la mejor fruta se va a producir siempre en dardos jóvenes, porque van a tener una mejor área foliar que los dardos más viejos.
El asesor explica que la mejor fruta se encuentra cerca del tronco, “y en madera joven, de máximo cuatro o cinco años de edad. Por eso es importante considerar podas de renovación, permanente o semipermanente, según la densidad de plantación, manteniendo en la planta un circuito de ramas. Estos conceptos les van a dar siempre fruta de buena calidad, uniforme y consistente”, recalca Aliaga.
Pero, ¿cuál es la mejor época para podar? Aliaga comenta que una poda de renovación se debe realizar en invierno, y que incluso se puede realizar hasta antes de que aparezca la flor. “Un problema de no realizar podas de forma efectiva puede llevar a las sobrecargas, situación que suele ocurrir en años como la temporada pasada, donde se habló constantemente que venía con poco frío y bajo potencial floral, pronosticando una baja en la producción. Por esa razón el experto comenta que mucha gente hizo podas livianas, incluso no podaron, ocurriendo lo contrario a lo esperado: “el frío invernal se cumplió bien para todas las variedades, hubo ausencia de heladas, clima favorable en floración, y como resultado final tuvimos muchos huertos sobrecargados de fruta, donde el raleo de fruta, por oportunidad y eficiencia, no tuvo un efecto esperado, obteniendo mucha fruta de bajo calibre y poca firmeza”.
Una forma de determinar si la carga frutal es correcta, es revisar los parámetros de calidad, que pueden servir de base para la relación hoja-fruta. De acuerdo a Aliaga, la proporción adecuada está en cuatro o cinco hojas por fruta, o unos 200 cm2 de área foliar por fruto. Argumenta que para obtener fruta pareja en calidad, es importante tener ramas frutales homogéneas en vigor, rebajar las ramas muy vigorosas y eliminar las ramas débiles, que no producen fruta de calidad. “Ramas firmes y autosoportantes, que puedan sostener cargas entre 60 a 80 frutos por metro lineal”, recomienda.
Asimismo, advierte que la extinción artificial de dardos como herramienta es riesgosa y negativa, ya que al eliminar un dardo también se está eliminando hojas, lo que impactaría negativamente en el vigor. Está también la opción de raleo de yemas florales que, según Aliaga es una práctica de alto costo que se podría justificar en casos muy extremos, entendiendo que al utilizar esta opción no se sabe qué flor se está botando.
“La Dra. Karen Sagredo dice que las primeras flores son las que dan la mejor fruta, entonces no sabemos qué tipo de fruta estamos botando”, señala el asesor frente a esta técnica. En cuanto al raleo químico en flor, indica que no hay experiencias comerciales, solo algunas pruebas en cerezos, considerados de alto riesgo si es que no se sabe cómo va a resultar la cuaja. “El raleo de frutos lo debemos considerar solo como un complemento de la poda”, afirma.
Además, agrega que este tipo de raleo “tiene más que ver con una mala poda”. Por otro lado, detalla que la poda de producción busca un buen balance hoja-fruta, recalcando que una buena poda poda fabrica hojas, fabrica brotes, produce abscisión de fruta y auxinas.
De acuerdo a lo expuesto, Aliaga señala que la poda de producción se basa en un recorte y despunte, para buscar ramas firmes y cortar ramas débiles, aunque en variedades de baja cuaja, recomienda solo recorte sin despunte, mientras que en combinaciones muy productivas, recomienda ambas acciones. “El despunte tiene un efecto muy fuerte sobre el raleo. Lo importante es eliminar el material débil, ya que eso da fruta de mala calidad. Mantener siempre ramas firmes y autosoportables”, destaca.
Respecto a la época de poda, Aliaga señala que los huertos vigorosos deben ser podados en verde, mientras que los huertos débiles se podan en invierno, para favorecer el vigor. “La intensidad de poda va a ir de la mano del historial productivo de cada huerto”, detalla el asesor. Otra técnica que ha evaluado Aliaga es el desyeme en dardos, que sólo se practica en casos extremos de mucha cuaja, ya que tiene un alto costo, y se realiza especialmente en variedades donde se podría justificar, como Rainier.
Todas estas recomendaciones no tienen otro fin que una buena fruta final, declara Aliaga, ya que -para el experto-, es la única forma de hacer sustentable el negocio, y eso tiene que ver con calibre, firmeza, sabor, color, sanidad y larga vida poscosecha, concluye.