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Asesor Luis Cariola

“Fue la temporada de uva de mesa más complicada de los 32 años que llevo en esta actividad”

Un clima más tropical provocado principalmente por altas humedades relativas mínimas, más las lluvias de diciembre y febrero, gatillaron graves problemas de pudriciones, tanto de oidio en el norte como botritis en toda la zona productiva. Sin embargo, para Cariola, el principal problema y factor multiplicador de las variables fitosanitarias es la escasez de mano de obra en toda la zona parronera, que impidió a los productores realizar labores básicas orientadas a calidad, condición y sanidad.

04 de Abril 2017 Equipo Redagrícola

El ingeniero agrónomo Luis Cariola, productor de uva de mesa y prestigioso asesor internacional en el frutal, ostenta 32 temporadas de experiencia en el cultivo. Es decir, su experiencia se remonta casi al inicio de la industria de la uva de mesa de exportación chilena. Al momento de la entrevista en el fundo familiar Santa Ester, un poco más arriba de la ciudad de Los Andes, Aconcagua ya había completado cerca del 60% de la cosecha de uva de mesa.

Según Cariola, salvo en el caso de la uva temprana de Copiapó, para la industria chilena de la uva de mesa en general “sin lugar a dudas esta fue la temporada más complicada que me ha tocado en los 32 años que llevo en este actividad. Fue una temporada muy, muy difícil”, enfatiza el especialista.

Explica que todas las temporadas tienen alguna diferencia técnica, ya sea por clima, por agua, por alguna enfermedad, por alguna plaga cuarentenaria, pero, afirma que este año la complejidad fue inducida por múltiples factores. “Pensamos que iba a ser un año muy seco y que el agua iba a ser muy escasa y al final en Tarapacá el agua no fue tan escasa y no fue un factor después de todo. El pronóstico era que de diciembre en adelante iban a estar secos todos los valles, desde Copiapó hasta Rancagua, pero no fue así porque llovió mucho desde fines de diciembre en la cordillera, todo enero y algo en febrero”, recuerda Cariola. La excepción fue la zona de Ovalle donde sí se cumplieron los presagios del déficit hídrico.

En opinión del agrónomo uno de los factores claves fue que desde Copiapó hasta la zona central se observó un clima más húmedo. “Según los registros de las estaciones meteorológicas, desde el 15 de enero al 15 de febrero, la humedad relativa mínima fue mucho más alta que el histórico. Lo normal durante el día es llegar a humedades relativas mínimas (HRM) del 35% en toda la zona productiva alejada de la costa (en Ovalle y Copiapó también se cultiva cerca de la costa). Por ejemplo, en Aconcagua las mínimas fueron de 40, 45 y más. Tengo registro de 16 años y nunca en la historia habían sido tan altas las HRM. El fenómeno produjo un clima mucho más tropical y acompañado de mucha temperatura. Normalmente teníamos 7 días en el mes con temperaturas por sobre 31 ó 35 ºC, pero este año hubo cerca de 20 días con temperaturas por sobre los 30 ºC con HRM de hasta 55%”, señala Cariola. Las humedades relativas nocturnas llegan al 95% y si bien este año hubo más días de 95 y 100%, “fue dentro de lo normal”, dice.

-¿El problema fitosanitario según tu criterio solo fue provocado por la alta humedad?

-Creo que las altas humedades relativas mínimas fue lo que gatilló todos estos procesos de pudriciones y problemas fungosos. En la zona norte el oidio fue muy bravo, muy duro en Copiapó, Vicuña y Ovalle. En esta zona (Aconcagua) se comportó normal. Sin embargo, en toda la zona desde Aconcagua hacia el sur lo que nos causó estragos fue la lluvia del 19 de diciembre y otra cerca del 19 de enero. En el valle llovió desde 1 a 2 mm en la zona baja (San Felipe) hasta algo más de 6 mm en la parte alta. La lluvia de diciembre se produjo en plena flor de variedades tardías y cuaja de variedades tempranas. Situación de alto riesgo de botritis. Pero la HRM venía alta desde antes y el 15 de enero ya era increíble. Es así que en la playa estuvieron todos los días nublados. Fue una influencia costera que llegó hasta el interior del valle. Incluso se retrasó 5, 6 o 7 días la cosecha. Pero el rezago también estuvo asociado a alta productividad.

PARRONES LLENOS DE FRUTA

“Este año los parrones venían con bastante carga, no había problema y se preveía una temporada maravillosa hasta que la humedad relativa nos comenzó a golpear y aparecieron los problemas fungosos. Primero las altas humedades relativas provocaron que las bayas de las variedades más sensibles se partieran. La Flame se partió mucho y hubo gran pérdida de producción. Creo que va a ser la variedad más golpeada por el clima de este año. Probablemente un 30-35% menos de Flame por partiduras y posteriores pudriciones. También se partió mucha Superior y Thompson. La Thompson no se parte salvo en años muy lluviosos. Pero este año, sin ser muy lluvioso, se partió mucha Thompson”, señala Cariola. Además, el productor se entusiasma con la alta carga pero finalmente las plantas producen fruta más débil.

-¿Cómo se desarrolla concretamente el problema?

-En términos generales un parrón debe producir entre 25 y 40 ton/ha de fruta. Este año la media debió haber estado entre 35 y 55 ton/ha. Al no ser el clima tan seco y el calor tan intenso, ya que la humedad atenúa un poco el calor, las uvas crecieron más y tenemos en promedio un calibre más y uno o dos gramos más por baya. Si eso se multiplica por más bayas y racimos por planta en algunos casos se llega a sobreproducciones y entonces sí que los desastres son grandes. Los productores con sobrecarga, ya sea en Flame, Superior, Thompson o Crimson, sufrieron o están sufriendo consecuencias gravísimas. Un año como este tiene más partidura, más pudrición, menos color, menos azúcar, como resultado de esta temporada más tropicalizada. La fruta crece más, se demora un poco más en madurar, le cuesta más tomar color, etc.

“HAY UN DÉFICIT DE MANO DE OBRA REALMENTE IMPACTANTE”

Pero estos fenómenos climatológicos que afectan aspectos técnicos de la producción son, según Cariola, “solo una pata del problema de este año”. “La otra pata, continúa el especialista, y muy pesada, ha sido la mano de obra. Hay un déficit de mano de obra realmente impactante. Sobre todo en los últimos 3 ó 4 años se ha ido notando de a poco la falta de gente, junto a un mayor promedio de edad, ya que la gente joven no quiere venir a trabajar al campo; además de una creciente competencia entre un predio y otro. Pero eso hasta el año pasado. Este año el déficit de mano de obra ha sido tan grande que entre los campos que yo asesoro y el campo familiar, el déficit fue de entre un 35 y un 55%. Al campo que vayas le falta un 30, 40 ó 50% de la gente para poder hacer los manejos básicos que se deben realizar”.

-¿A qué se enfrenta un productor cuando no tiene suficientes trabajadores?

-Eso significa que no logra hacer todas las labores necesarias para llegar a una buena cosecha. Por ejemplo la descarga para evitar sobrecarga, sacar las feminelas y los pámpanos; ¡la iluminación!, un factor súper importante ya que para obtener fruta de buena calidad un parrón debe tener un cierto grado de iluminación. Cuando se tiene menos gente uno se concentra en la cosecha y el packing de las variedades tempranas, pero descuida a las variedades tardías, a las que hay que estar haciendo descarga, iluminación, arreglos, por ejemplo en Red Globe y Thompson. En paralelo a la cosecha de las variedades tempranas hay muchas labores por hacer en las variedades tardías. Manejos de preparación de cosecha.

-¿El problema ha sido permanente durante toda la temporada?

-No hemos tenido gente desde fines de diciembre, todo enero y todo febrero, para hacer una gran cantidad de labores importantes y eso es un factor detrimental en la condición y la calidad de la fruta. Sobre todo por luminosidad. Por más que se tenga sistemas mecanizados para iluminar los parrones, como los quemadores, no hay gente. Lo que lo convierte en un problema muy serio. Lo otro es que se retrasa la cosecha porque no se puede cosechar al ritmo de cajas que se debería. Entonces, en vez de cosechar una variedad en 20 días se cosecha en 30 y se atrasa la siguiente variedad y la que sigue. Se produce un efecto dominó.

-¿Es un problema que se soluciona con más plata o qué se puede hacer?

-Olvídate. Por ejemplo en este campo esta temporada tengo un 35% de mayor costo en mano de obra que el año pasado. Lo que se suma al bajo valor del dólar, el tercer factor que nos tiene realmente asfixiados. No tengo muy claro qué debemos hacer pero tenemos que hacer algo.

TRAS LA SENDA DE EUROPA Y CALIFORNIA

“Si tomamos como modelo a países que ya pasaron por esto, por ejemplo Italia, España, Francia, EEUU, Japón; en todos los países que han tenido altas tasas de crecimiento económico la mano de obra se hace más escasa en el campo. Cuando hay mayores posibilidades de trabajo en otras áreas económicas la gente ya no quiere trabajar en agricultura. Eso va a ocurrir siempre. Y va a pasar lo mismo en Perú, aunque todavía no esté pasando”, explica Luis Cariola.

-¿Te parece que el fenómeno se replica tal cual ha sucedido en los países hoy desarrollados?

-Solo que nuestro caso es más traumático porque en todos los países donde se ha producido este fenómeno el cambio es gradual, de varios años, pero a nosotros en estos tres últimos años de crecimiento económico… Hoy, aquí, un obrero-temporero no se baja de la micro por menos de 15.000 pesos diarios. La mayoría está ganando entre 20 y 30.000 pesos diarios. O sea, están ganando más que la mayoría de los que trabaja en otros rubros. Así y todo prefieren trabajar de cajeras de supermercados, en las farmacias, los casinos…, como el que se abrió aquí en nuestra zona.

-¿Qué vieron en los países que mencionas que nos sirva?

-Cultivan variedades fáciles de producir, Blanca Italia, aunque también Red Globe en Italia; variedades de alta productividad y que no requieren muchos manejos. Las seedless son muy complicadas, aunque el mercado mundial de hoy son las seedless. Además, el primer requisito es reducirse a superficies manejables. En mi opinión en los próximos 5 a 10 años los campos se van a reducir de tamaño. No podrán haber parrones de 100 ó 200 ha manejadas por un equipo técnico, porque no da. Se van a reducir las superficies hasta el punto que haya gente para poder manejarlo, propietarios que puedan dominar esa cantidad de gente y los propietarios van trabajar. En Europa, el empresario, dueño de la tierra y dueño del parrón, choferéa el tractor por la mañana y contrata gente para la tarde. Trabajan medio día en su campo y contrata a sus vecinos propietarios para que trabajen en el campo y en la tarde él mismo se va a trabajar a los otros campos como asalariado. Esa es la única forma en que logran sacar las producciones y están ganando plata. Ese es el extremo pero creo que algún día vamos a llegar a eso.

-Luis Cariola está convencido de que la uva de mesa chilena va a cambiar en los próximos 5 años dramáticamente. “Creo que vamos hacia una menor superficie productiva y un menor número de productores en la actividad. Van a quedar los con más ‘espalda financiera’ y los que participen en más eslabones de la cadena de comercialización, porque en eso se va mucha plata. El productor propiamente tal recibe solo una fracción del precio final, que es menos de la mitad. El resto se queda en la cadena. En tanto que cuando se es productor exportador se está más defendido. Los que son solo productores es más difícil que salga bien de esta crisis porque el que es productor exportador tiene más ventajas, aunque también se lo pueden comer los costos”.

-¿La solución dura es que salga de producción una superficie importante de parrones, ojalá los más viejos, ineficientes e improductivos?

-Pero no solo los viejos. Hay parrones viejos que técnicamente están rindiendo más que los parrones jóvenes, pero el problema es productivo. Va a haber una disminución de la producción a nivel nacional, en los próximos años, porque el negocio ya no es negocio. Siempre que hay una disminución en la producción ocurre algo que hace que el negocio mejore: menos oferta y mejores precios, se puede tener gente más fidelizada en los campos. Si el negocio en la actualidad es de 100 millones de cajas de uva de mesa al año, ese negocio se va a ir reduciendo. En algún minuto, cuando el negocio llegue a 70, 60 ó 50 millones de cajas, va a ser tan bueno y tan atractivo el precio que los que sobrevivan a esta crisis van a ganar plata y van a volver los ciclos, porque esto es cíclico.

ESTE AÑO COPIAPÓ SE SALVÓ

“Este año Copiapó volvió a ser muy interesante y muy atractivo porque bajó un poco la producción y cuando entraron venía en baja los stock en el mercado. El mercado estaba desabastecido y Sudáfrica se llovió y se llovió. Brasil tampoco apareció en el mercado por mala condición y en Chile hubo una baja importante en la producción temprana. Entonces, los precios de este año triplicaron los precios del año pasado en la ventana temprana y Copiapó se salvó. Calculo que cerca del 70% de la uva de Copiapó se vendió al doble o a más del doble que el año pasado. Retornos de entre US$10 y 35, un promedio cercano a US$25 FOB tendrá Copiapó esta temporada. La temporada pasada el retorno se movió entre US$12 y 15 FOB por caja”.

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